You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Relato de Agos - Capítulo 1: El peso de la tentación



El sol de enero se filtraba por las cortinas de gasa blanca, derramando un resplandor cálido sobre el departamento de Agos. Era un viernes por la tarde, y la ciudad vibraba con el murmullo del verano. Agos, tenía veintiséis años y una energía que parecía desafiar las leyes del tiempo. Con su metro sesenta y ocho de estatura y sus cincuenta y siete kilos, su figura era un equilibrio perfecto entre delicadeza y curvas que atraían miradas dondequiera que iba. Su cabello castaño caía en ondas sueltas sobre sus hombros, con un brillo natural que parecía capturar la luz del sol. Sus ojos, de un marrón profundo, escondían un destello de picardía que pocos podían ignorar.


Relato de Agos - Capítulo 1: El peso de la tentación




Agos se miró en el espejo de su baño, ajustándose el top de tirantes beige que había elegido para esa tarde. La tela se adhería a su piel como una caricia, resaltando la curva de su cintura y el contorno de su pecho. Los shorts de cuero negro que había combinado con el top eran una elección atrevida, pero ella sabía cómo llevarlos. Se giró ligeramente, admirando cómo la prenda abrazaba sus caderas y dejaba al descubierto sus piernas torneadas. Una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios mientras se pasaba una mano por el cabello, dejando que las ondas cayeran con naturalidad. En su muñeca, una pulsera roja de hilo, un regalo de su novio Matías, contrastaba con su piel bronceada. Matías. El pensamiento de él le provocó un leve pinchazo de culpa, pero lo apartó rápidamente.
Matías era un buen hombre, estable y predecible. Habían estado juntos por casi tres años, y aunque al principio la relación había sido apasionada, con el tiempo se había vuelto rutinaria. Él trabajaba largas horas en una oficina, y Agos, que había estudiado diseño gráfico y ahora trabajaba desde casa, a menudo se encontraba con demasiado tiempo libre. Tiempo que, últimamente, había comenzado a llenar de formas que Matías nunca sospecharía. Agos no era fiel, y aunque él aún no lo sabía, ella había aprendido a vivir con el peso de sus secretos.
Esa tarde, mientras se preparaba para salir, Agos no podía dejar de pensar en Lucas, un fotógrafo que había conocido en un evento unas semanas atrás. Lucas era todo lo que Matías no era: espontáneo, intenso, con una mirada que parecía desnudarla con cada palabra que intercambiaban. Habían coqueteado descaradamente esa noche, y desde entonces, los mensajes entre ellos no habían parado. “Nos vemos en el parque a las 5”, le había escrito Lucas esa mañana, acompañado de un emoji de fuego que hizo que el corazón de Agos diera un vuelco. Ella sabía que aceptar esa invitación era cruzar una línea, pero la tentación era demasiado fuerte.
Antes de salir, Agos se detuvo en la cocina para tomar un yogur con fresas. La cocina era su refugio, un espacio lleno de detalles que reflejaban su personalidad: estantes con ollas de acero relucientes, un dibujo de un gallo en la pared que había hecho ella misma con tiza, y una colección de tazas blancas con diseños delicados que había comprado en un mercado. Mientras comía, su mente divagaba entre la culpa y la anticipación. Matías llegaría tarde esa noche, como siempre, y ella tendría tiempo de sobra para disfrutar de su encuentro con Lucas sin levantar sospechas.
Terminó su yogur y dejó el cuenco en el fregadero. Se puso una mochila negra con flecos, que colgaba despreocupadamente de su hombro, y salió del departamento. La calle estaba llena de vida: el sol brillaba con fuerza, los árboles ofrecían una sombra fresca, y las linternas rojas que decoraban la avenida parecían celebrar el calor del verano. Agos caminó con paso seguro, consciente de las miradas que atraía. Levantó una mano para saludar a un vecino que pasaba, su sonrisa radiante ocultando la tormenta de emociones que llevaba dentro.


relato


Cuando llegó al parque, Lucas ya estaba esperándola. Estaba apoyado contra un árbol, con una cámara colgada al cuello y una sonrisa que prometía problemas. Era alto, con el cabello despeinado y una barba de pocos días que le daba un aire desenfadado. Llevaba una camiseta gris ajustada que marcaba sus hombros anchos y unos jeans desgastados que parecían hechos para él. Al verla, sus ojos se iluminaron, y Agos sintió un calor recorrerle el cuerpo.
—Llegas tarde —dijo Lucas, con un tono juguetón mientras se acercaba a ella.
Agos se encogió de hombros, dejando que su mochila resbalara un poco más por su hombro. —Vale la pena la espera, ¿no? —respondió, con una mirada coqueta que lo hizo reír.
Caminaron juntos por el parque, hablando de todo y de nada. Lucas le contó sobre un proyecto fotográfico que estaba planeando, y Agos fingió estar más interesada de lo que realmente estaba, aunque no podía evitar notar cómo él la miraba de reojo, deteniéndose en sus labios, en el movimiento de sus caderas al caminar. En un momento, Lucas se detuvo y la miró directamente a los ojos.
—¿Sabes que me volves loco, verdad? —dijo, su voz baja y cargada de intención.
Agos sintió un cosquilleo en el estómago. Se acercó un poco más a él, dejando que el espacio entre ellos se redujera a casi nada. —Te tienta estar conmigo —susurró, antes de girarse y seguir caminando, sabiendo que él la seguiría.
El resto de la tarde fue un juego de miradas, roces sutiles y palabras cargadas de dobles sentidos. Cuando el sol comenzó a ponerse, Lucas la llevó a un rincón más apartado del parque, donde los árboles formaban una especie de refugio natural. Se sentaron en el césped, y por un momento, el silencio entre ellos fue más elocuente que cualquier palabra. Agos sabía que estaba a punto de tomar una decisión que cambiaría las cosas, pero en ese momento, con la mirada de Lucas fija en ella y el calor de su cuerpo tan cerca, no le importó.
—¿Qué estamos haciendo, Agos? —preguntó Lucas, su voz suave pero cargada de deseo.
Ella lo miró, su respiración un poco más rápida de lo normal. —Lo que queremos —respondió, y antes de que pudiera pensar demasiado, se inclinó hacia él y dejó que sus labios se encontraran.
El beso fue eléctrico, una mezcla de urgencia y deseo contenido. Las manos de Lucas se deslizaron por su cintura, atrayéndola más cerca, y Agos se dejó llevar, olvidándose de Matías, de la culpa, de todo lo que no fuera ese momento. Cuando finalmente se separaron, ambos estaban sin aliento, y la sonrisa de Agos era una mezcla de satisfacción y calentura.
—Esto no termina aca no ? —dijo Lucas, acariciándole la mejilla con el pulgar.
—No, no termina aca—respondió ella, sabiendo que acababa de abrir una puerta que no podría cerrar fácilmente.

2 comentarios - Relato de Agos - Capítulo 1: El peso de la tentación

nukissy4790
🍓Aquí puedes desnudar a cualquier chica y verla desnuda) Por favor, puntúala ➤ https://da.gd/erotys
Detodooooo +1
Buen relato con el condimento de querer más
Pornoman198423
Gracias, me alegro te guste, ya subi la segunda parte