











Llego a casa con la mirada baja y el cara seria. Lo vi desde la ventana. Apenas le abrí, me abrazó fuerte. Estaba caliente, agitado, pero no por mí. Se había peleado con su novia. Otra vez.
—Me tiene podrido —dijo entre dientes—. Me hizo una escena por vos delante de todos. Me trató como un perro. Me tiene harto de que me cele por todo, encima por vos que sos mi amiga nomas.
El sabe que no es así.
Lo dejé entrar. Se tiró en el sillón como si fuera suyo, como siempre. Yo me senté al lado, sin decir mucho. Le traje una cerveza, se la bajó en dos tragos.
—¿Y por qué seguís con ella? —pregunté, sabiendo que no iba a contestarme de verdad.—Siempre están peleando, ya casi ni nos vemos porque ella no te deja venir conmigo.—dije e hice un pucherito.
Me miró. Silencio. Esos ojos rojos de bronca, pero también de deseo contenido. Estábamos solos. Como tantas veces. La diferencia era que esta vez él estaba quebrado… vulnerable. Y yo… lista para lo que él quiera.
—No sé por qué vine —dijo, pero no se movía del sillón, bastante cómodo lo veía yo.
—Yo sí sé —le contesté, levantando una ceja.
—¿Ah, sí? —me clavó los ojos.
—Viniste porque sabías que yo iba a hacer cualquier cosa con tal de que te sientas mejor.—dije mientras me acercaba de a poco, con la voz más de puta que me salió.
Me besó. Así, sin más. Me agarró la cara con esas manos que tanto imaginé entre mis piernas y me besó con desesperación. Le respondí igual. Harta de ser la amiga que escucha y no recibe nada a cambio.
En segundos, ya me tenía contra el sillón, su cuerpo sobre el mío. Me subió la remera y me lamió las tetas con hambre. Me apretaba como si fuera suya.
—Siempre me calentaste —me dijo al oído, con voz ronca.
—Y vos a mí, hasta cuando venías y me contabas como te la cogias —le escupí, jadeando.
Se sacó el jogging con una mano mientras con la otra me bajaba el short. No había más vueltas. Estaba durísimo. Yo, toda mojadita. Me corrió la bombacha con los dedos y me metió dos sin avisar. Solté un gemido que me dejó temblando.
Nos fuimos al cuarto. Yo caminaba desnuda adelante, sabiendo que me miraba el culo.
—Traé un forro —le dije.
—Sí, porque si no, te acabo adentro sin pensar —me contestó, medio en serio, medio tentado.
—Yo me cuido con pastillas— dije traviesa, me moría de ganas de que me acabe adentro, y creo que lo entendió.
No se lo puso y se tiró sobre mí. Me penetró de una, con fuerza, agarrándome de las caderas. Grité. Me encantaba. Estaba caliente, furioso, y lo descargaba en cada embestida.
Me cogió como si su vida dependiera de eso. Me dijo que era mejor que su novia, que me había pensado mientras la cogia a ella. Me mordía, me abría las piernas, me estaba haciendo mierda y me encantaba.
—Esto no lo tenés con ella —le dije, cabalgando arriba, apretándome los pechos.
—No. Nunca me gime así. Nunca me aprieta así. No es tan trolita —me respondió con los ojos clavados en los míos.
Senti todo un calor hermoso recorrerme por adentro, toda su pija me palpitaba y era excitante, no podía callarme los gemidos
Ya no era su amiga. Era la que lo cogía mejor que su novia.
un plus de como me dejo bien llenita de leche el hijo de puta

29 comentarios - Discutió con la novia y me vino a cojer
Me encantas 😍