(Aclaro desde yá que yo no soy el autor original de este relato, lo leí hace años y me quedé muy inconforme con la trama pese a que daba para mucho más, intenté contactar al autor Pero no respondió, y de hecho abandono su relato en la tercera publicación del mismo, así que yo sé los traigo con las modificaciones adecuadas para que sea exitante de leer, cambie los nombres y ciertos sucesos para dar salseo, espero aue lo disfruten, tendrá cuatro episodios, así que empecemos)
Debido a una desgracia familiar, una familia se aísla del resto de la gente y eso trae consecuencias
La familia Soledo está compuesta por cinco miembros:
Cinthia Soledo, la mamá, tiene 38 años y se conserva bastante bien, tenía unas tetas enormes y firmes, un culo grande y respingón, unas piernas largas y gruesas, un abdomen plano, con el pelo ondulado y pelirroja, con ojos marrones y pecas, es muy guapa. Es la típica mujer que todos los hombres voltean a ver. Es ama de casa y pediatra retirada.
Xander Soledo, el papá, tiene 38 años, es un hombre alto y fornido, no se cuida ya que cede el trabajo en sus hijos, se dedicó a beber aunque sigue sano. Aún tiene bastante éxito con las mujeres, cosa que a su mujer le saca de quicio.
Vanny Soledo, la hija menor, tiene 19 años, se parece físicamente a su mamá. Tiene las tetas grandes y tersas, un culo grande y redonditi por el ejercicio, unas piernas largas y torneadas por la misma razón, es blanca Pero sin las pecas de Cinthia, es una joven muy guapa, como su mamá. No tiene novio.
Loon Soledo, el gemelo conocido 21 años, es un chico bajo y femenino, con largo cabello naranja ondulado y gruesos labios rosaditos, un cachetón como su papá que heredó las pecas y el culo de su mamá, se cuida haciendo deporte. Tiene bastante éxito en la universidad y pese a su aspecto afeminado nunca recibió bullyng ya que era tan inteligente que le cobraba a todos en su escuela por hacerles la tarea y está soltero.
Kayleb Soledo, el gemelo nuevo, tiene 21 años, es un chico alto y delgado, hace deporte, se dedicó a trabajar con su papá en su empresa de limpieza industrial. Tiene novia.
Silvia Soledo, la abuela, tiene 60 años y se conservaba bastante bien, tenía unas tetas grandes y redondas, un culo grande firme, unas piernas largas y gruesas, un abdomen marcado, con el pelo ondulado y naranja. Es ama de casa y ex bailarina.
Zack Soledo, el abuelo, tiene 60 años, es un hombre alto y delgado, jubilado. Se dedica a dar paseos y ver la televisión.
Manuela Soledo, la tía, tiene 42 años, se parece físicamente a su mamá. Tiene las tetas grandes, gordas, un culo grande y respingón, unas piernas torneadas, es morena de pelo, es soltera.
Cinthia estaba felizmente casada con Xander, eran felices en su matrimonio, con su familia unida. Vivian y trabajaban en el campo, sin apenas contacto con la civilización. Allí cultivaban y criaban a los animales y hortalizas o frutas que se comían. Pero había algo que le faltaba para ser todo completamente perfecto, recuperar a su hijo mayor, Kayleb. El motivo por el que no tienen relación social con el exterior era básicamente porque estaban desencantados con la sociedad, por el trato recibido al perder a su bebé. En el hospital, se robaron a su bebé. No dieron explicaciones, los tacharon de mentirosos y de querer buscar dinero fácil con una extorsión. Después de mucho pelear y años de juicios, no sacaron nada, su hijo seguía perdido. Se acostumbraron y como familia, juntos, salieron adelante, recluyéndose en el campo. Toda la familia vivía en la finca, propiedad del patriarca, Zack. Aquella mañana, Silvia estaba alegre y ocupada preparando la fiesta de cumpleaños de Cinthia cuando sonó el teléfono.
Cinthia: ¡Diga! - contestó.
??: Hola, disculpe, ¿la señora Cinthia Soledo? – dijo muy serio.
Cinthia: Sí, dígame – contestó.
??: Verá, no me conoce, pero necesito hablar con usted...
Cinthia: Diga, le escuchó – dijo seria.
??: Tendría que ser en persona, ¿podría ir a verla? – dijo tembloroso.
Cinthia: Sólo si me dice quién es usted y qué vende – dijo seria.
??: No vendo nada. Soy... soy... su hijo Kayleb...
Por unos instantes quedó petrificada. Su hijo, aquel bebé que le robaron nada más nacer, le llamaba. No sabía qué hacer o decir.
Kayleb: ¡Mamá, mamá! – dijo asustado de que le rechazara.
Cinthia: ¡Perdoné! Deme su teléfono y le llamo...
Apuntó en un papel el número que le dio y quedó paralizada tras acabar la comunicación. No podía moverse, sobre todo el dolor que sentía al pensar en su perdido hijo. Las lágrimas empezaron a recorrer su cara. Estaba atemorizada.
Xander: ¡Cariño! ¿Te ocurre algo? – dijo preocupado.
Xander la abrazó y sintió su cariño, tranquilizándose un poco. Tomó el teléfono que había apuntado y se encargó de hablar con el supuesto hijo. Quedaron para que se vieran al día siguiente en la entrada de la finca. No dirían nada a nadie hasta cerciorarse de que no era una broma o una equivocación. Sin embargo, el caso del muchacho era diferente. Cuando su mamá colgó el teléfono, se puso a llorar. Durante mucho tiempo estuvo buscándola y decidiendo si conocerla o no. Hacía unos tres años que se había enterado de la verdad al morir su mamá adoptiva, le explicó todo en una carta. Tenía que intentarlo y ya había dado el paso. Estaba muy nervioso por conocerla y saber si le aceptaría o no. Aquella noche apenas había dormido esperando el momento en ver a su mamá. Acabó de vestirse y cogió la foto que guardaba por si un día decidía buscarla. Nadie sabía quién les había separado, pero el muchacho si sabía quien fue, Manuela, una exnovia celosa de su papá, que muerta de envidia y celos, lo robó para hacerles daño. Únicamente había visto la foto de su mamá en una carta que le escribió y le entregó en su lecho de muerte. Se dirigió a la puerta de la finca. Se sorprendió, era muy grande, sin adornos, imponente, con la foto en las manos, nervioso y mirando a todos lados. La pobre Cintia no había pegado ojo pensando en si de verdad era su hijo perdido. Xander estaba igual. Se habían pasado la noche tomados de la mano, sin decir una sola palabra y con los ojos abiertos, mirando al techo, a la nada. Xander conducía, Cinthia estaba muy nerviosa, sus piernas temblaban. Llegaron a la puerta sin decir nada. Los ojos de ambos buscaron a aquel joven. Quedó paralizada. Aquel joven que sujetaba una foto en sus manos era su hijo, era idéntico a su papá. Todo su cuerpo se puso a temblar. El muchacho alternaba la mirada entre la foto de sus manos y la mujer que ahora tenía delante. Sí, era ella. Él, temblando, mostró una débil sonrisa. Poco a poco se fue acercando seguida por un hombre, que supuso era su papá, vio el parecido con él.
Xander: ¡Hola, soy Xander! - le tendió la mano y la estrechó, lloroso. Lo atrae en un abrazo.
Kayleb: ¡Hola, soy Kayleb! - miró a su mamá que permanecía junto a ellos sin moverse - ¡Hola, soy Kayleb! - solté la mano de su papá y temeroso, la tendió a su mamá.
Cinthia: ¡Hijo! - entre sollozos se abrazó a él - ¡Por fin! - no decía otra cosa mientras lloraba.
El abrazo era intenso. La humedad de sus lágrimas mojaba el cuello del chaval. Se sentaron en el suelo. Les fallaban las piernas. Xander, emocionado, se abrazó a ellos. Estuvieron varios minutos así. Cinthia llenaba de besos la cara de su retoño, como si se fuera a desvanecer de repente, como si fuera un sueño. Se contaron todo lo que pudieron de sus vidas y el muchacho aceptó gustoso la vida de su familia, esperando que lo aceptaran. Tenían todos una sensación de inmensa alegría.
Cinthia: Tienes hermanos, Loon, y Vanny, ella es la menor – comenzó a contar – La abuela Silvia, el abuelo Zack y la tía Manuela. ¡Estarán encantados de tenerte! Todos saben de tu existencia y están deseando conocerte, aunque no saben que estás aquí.
Kayleb: ¿Y eso? – dijo pensando que no lo querían.
Xander: Llevábamos años buscándote, nadie nos creía y nos aislamos aquí – explicó – No queríamos dar una alegría que luego fuese falsa, ha habido gente que nos han gastado muchas bromas pesadas todos estos años.
Kayleb: Lo siento – dijo apenado.
Cinthia: Vamos a casa, hijo – le acariciaba la cara – Tú casa, vamos a conocer a la familia – dijo agarrando sus manos.
En la casa, Vanny se despertó alegre esa mañana. Cogió unas braguitas del cajón y se dio una ducha. Tras la ducha, buscó a sus papás por la casa. Solían desayunar juntos. No los encontró, pero su abuela le esperaba en la cocina haciendo el desayuno.
Vanny: ¡Hola abu! – dijo dándole un cariñoso beso en el cachete.
Silvia: ¡Anda, siéntate y desayuna!.
En ese momento, Cinthia y Xanderentraron por la puerta de la casa junto con Kayleb, con sus maletas. Silvia supo quién era nada más verlo, se parecía demasiado a su yerno. Se le cayeron los platos de las manos y se llevó una mano a su boca. El ruido atrajo a Loon y a Zack, que también veían a Kayleb atónitos. Silvia lo miraba asombrada.
Cinthia: Me alegro de que estéis todos reunidos – dijo alegre y llorosa.
Xander: Os presentamos a Kayleb, nuestro hijo robado, ¡Está de vuelta! – dijo celebrándolo como el mayor premio de su vida.
Silvia: ¡Aquí bebé! – dijo emocionada, dándole un fuerte abrazo.
Zack: Waos – dijo sorprendido, pero contento, uniéndose al abrazo.
Sus hermanos le miraban sin poder creérselo. Finalmente, cuando sus abuelos se separaron de él y cuando su abuela dejó de darle besos por toda la cara mientras lloraba emocionada, sus hermanos le dieron un fuerte abrazo, sonriendo, a modo de bienvenida. Cuando también le soltaron, fue el turno de su tía. Manuela le miraba asombrada, siempre estuvo enamorada del marido de su hermana, pero ver ahora el parecido que tenía el muchacho le hizo sonrojarse. Finalmente, cuando todas las miradas estaban centradas en ella, reaccionó y le abrazó, azorada, pero deseosa.
Manuela: Bienvenido a tu casa, sobrino – dijo con la voz entrecortada.
Se sentaron en el salón, con Kayleb entremedias de sus papás. Se pusieron al día contándoles Kayleb como había sido su vida hasta ese momento y ellos contándoles y constatando lo que sus papás ya le habían dicho, que prácticamente eran ermitaños. Ni Vanny ni Manuela podían quitarle los ojos de encima, y no lo miraban como el resto de la familia, lo miraban con deseo, como si no existiera otro hombre en el planeta. Solo Silvia y Cinthia se dieron cuenta de eso, pero ninguna dijo nada. Nadie se perdía detalle de las palabras de Kayleb. Fuera como fuera, en aquella casa había mucha alegría que por el momento lo inundaba todo. Loon y Xander le pusieron al día de los trabajos que había que hacer en la finca, era todo nuevo para él, pero le gustaba la idea, siempre sintió que no pertenecía allí dónde se encontraba anteriormente.
Cinthia: Espero darte todo el cariño y el amor que no he podido darte en todos estos años – dijo conmovida aún.
Vanny: Y yo – dijo sin apartar la mirada del muchacho, una mirada ardiente, pero llena de cariño.
Manuela: Y yo también – dijo de manera idéntica, con un suspiro incluido.
Fue entonces cuando las miradas de Cinthia y Silvia se encontraron al escuchar a las otras dos mujeres. Rápidamente entendieron sus intenciones, pero por raros motivos que no supieron descifrar en ese momento, alternaron las miradas entre el muchacho y ellas y ambas asintieron de acuerdo con las otras dos. Para sorpresa de todos los hombres allí presentes, Cinthia y Silvia se sonrojaron, pero se miraban decididas. Intercambiaron miradas con Manuela y Vanny y volvieron a asentir, antes de que Cinthia cogiera la mano de su hijo entre las suyas. Tía y sobrina se miraron sorprendidas. Sonrieron alegres.
Silvia: Vamos, cariño, tienes que alimentarte bien si quieres ayudar a tu familia en sus labores – dijo dirigiéndose a la cocina de nuevo.
Las mujeres de la familia se miraron y se dirigieron tras la matriarca. Los hombres se quedaban charlando y contándose anécdotas, ajenos a lo que sucedía en la cocina.
Cinthia: ¿Qué estáis pensando, par de locas! – dijo furiosa - ¡No os atreváis!
Vanny: Mamá…
Cinthia: Ni mamá ni nada – dijo bajando la voz para que desde el salón no la oyeran – No sé que os pasa, pero os prohíbo hacer nada de lo que estáis pensando.
Manuela: No es lo que piensas – dijo para apaciguarla.
Cinthia: ¿No estáis pensando en follároslo? – dijo seria y celosa - ¡Es mi hijo!
Silvia: Por eso mismo – dijo tranquilamente.
Todas la miraron, sorprendidas.
Cinthia: ¿A qué te refieres? – dijo seria.
Silvia: Vamos a poner las cartas sobre la mesa – dijo seria – Por ejemplo, Manuela, siempre has estado enamorada de Xander, pero como es el marido de tu hermana nunca te has acercado a él y te has reprimido, ahora ves a ese joven, que es tu sobrino, al que acabas de conocer, aún no lo ves como familia, pero se parece tanto a tu amor prohibido, que tu cerebro piensa que puedes acercarte a él, amorosa y sexualmente – dijo sorprendiéndolas.
Cinthia: ¿Eso es cierto? – dijo anonadada.
Manuela: Sí – confesó llorosa – Siempre lo he amado, pero por respeto a ti nunca me he acercado a él.
Cinthia: Hermana – dijo conmovida – Está bien, te entiendo.
Silvia: Ahora Vanny– dijo sobresaltándola – Tú no conoces a ningún chico fuera de esta finca, es el primero que ves, y te gusta, tu cerebro lo ve como el único hombre que puedas tener, cosa que sea así Ferranmente – dijo muy seria – Es algo normal, no lo ves como tu hermano.
Vanny no dijo nada, solo se sonrojó, siendo ahora su turno para ser abrazada por su madre.
Cinthia: Si eso te hace feliz, cariño, mami hará la vista gorda – le susurró.
Silvia: Y por último tú y yo, Chari – dijo muy seria – Lo vemos como es, tu hijo y mi nieto, pero al estar separadas tanto tiempo de él, no poder darle todo nuestro cariño, nuestro amor maternal, hace que ese amor se muestre de otra forma, sobre todo sexual. No es nada malo y es muy común, aunque no sea normal y nos de reparo, pero el incesto, al fin y al cabo, es un medio más de mostrar amor a nuestra familia, más carnal, más cercano.
Cinthia lloraba, pero asentía a lo dicho por su mamá.
Manuela: Mamá, ¿cómo sabes todo eso? – dijo sorprendida.
Silvia: Lo tuyo porque soy tu mamá y desde hace tiempo te escucho masturbarte y nombrando a Xander – dijo divertida, sonrojando a su hija – Y el resto, tengo un pasado, aunque no acabé la carrera por quedarme preñada, estudié los dos primeros años de Psicología en la universidad – confesó, sorprendiéndolas a todas – Y dudo que ese chico se queje si alguna de nosotras se muestra más que cariñosa con él.
Mientras, en el salón, Kayleb ni en sus mejores pensamientos había imaginado que su familia lo recibiera así, con los brazos tan abiertos. Se reía junto a su hermano de las tonterías que decía y hacía su papá. Hablaba con su abuelo de temas personales, de temas serios. Le ayudaron a instalarse en su nueva habitación. La casa era grande, tenían muchas habitaciones, la suya estaba al lado de la de su hermana y algo alejada del resto. Por el pasillo le iban indicando de quién era cada una. Primero la de los abuelos, después estaba la de su tía, al fondo la de sus papás a la vuelta, al fondo, la de su hermana y la suya. Abrió la puerta y entró medio corriendo, saltó y se sentó en mi cama. Soltó las maletas y miró a su alrededor mientras le miraban.
Xander: ¿Te gusta? – dijo sonriendo – Oye, hijo, ¿tienes novia?
Kayleb: No – dijo serio de repente con la mirada perdida.
Se miraron. Ninguno quiso preguntar más. Llegaron de nuevo al salón y vieron como las mujeres les sonreían mientras preparaban la mesa, la comida. No sabían la conversación que había sucedido en la cocina, pero si vieron sus miradas decididas.
Xander: ¿Qué estáis preparando ya? – dijo divertido - ¡Lo vais a asustar!
Cinthia: ¡Calla! – dijo dándole un beso a su esposo.
Silvia: ¡Vamos, a comer!
La familia comió por primera vez completa, reunida, mientras charlaban de sus vivencias. Durante el día le mostraron la finca, los trabajos que hacían y cómo hacerlos. Estuvo ayudando en la medida de lo posible mientras aprendía. Por la noche, tras la cena, agotado se fue a su cuarto.
Kayleb: Bueno, me marcho a la cama – dijo levantándose de la mesa.
No le permiten recoger.
Cinthia: Hijo, ¿necesitas algo? – dijo solícita.
Kayleb: No mamá, si no te importa, os ayudo a recoger esto y después me voy a la habitación...
Cinthia: No hace falta - le dijo – Vete y descansa...
Mientras Cinthia y Silvia se van a fregar los platos y los hombres salen al patio a fumar, Kayleb es acompañado a la habitación por su tía, que lo lleva agarrado del brazo, sonriendo, como una chiquilla. Vanny se queda viendo la TV. Kayleb, por alguna razón parecía incómodo ante el contacto físico. Manuela lo notó.
Manuela: ¿Te ocurre algo? – dijo preocupada.
Kayleb: No nada, es que no estoy acostumbrado al afecto – dijo serio y rígido.
Manuela: Pero te hemos abrazado y no te ha importado…
Kayleb: No me importan los abrazos, pero que me toquen no estoy acostumbrado – dijo encogiendo sus hombros – Será cuestión de acostumbrarse, supongo.
Manuela: ¿Por qué no estás acostumbrado? – dijo preocupada.
Kayleb: La mujer que me crio nunca me mostró cariño, siempre abusó de mí, afectiva y carnalmente – dijo serio.
Manuela: ¿Qué significa eso exactamente? – dijo seria.
Kayleb: Bueno, no me daba abrazos, ni besos, decía que la única forma de cariño era obedecer – dijo serio.
Manuela no pudo evitar sentir ira hacía esa asquerosa y ruin mujer que no se contentaba con arruinar sus vidas al separarles de un familiar, sino que apenas crio adecuadamente al muchacho. No se lo pensó. Con suma delicadeza, agarró al muchacho de la mano y lo puso frente a ella. Le miró con una sonrisa y le abrazó con ternura, pegando su cuerpo con delicadeza al cuerpo del muchacho. Diego sentía las curvas de la mujer. Estaba entre incómodo y excitado.
Manuela: A partir de hoy, tu familia, te colmaremos de atención, amor, cariño, besos y muchos, muchos abrazos – dije sintiendo especial cariño por el chico – Somos tu familia.
Él me abraza. Me pega a él, emocionado. ¡Me encanta cómo huele! Ese olor me penetra y me embriaga la mente. Sus brazos me rodean por los hombros y me siento protegida. Mi sexo se humedece al contacto de su cuerpo. Paso mis brazos por su cintura. ¡Uff deseo tenerlo entre mis piernas! No lo puedo evitar. Deseo darle cariño, darle placer, sentir como me usa para vaciar su carga en mí.
Kayleb: ¡Gracias por todo, tía! – dijo emocionado.
Se separa de mí, mi cuerpo no quiere. Sigue hacía la habitación. Yo no puedo ir con él, aunque lo deseo. Mi sexo está ardiendo, siento mis bragas muy mojadas. Tengo que masturbarme.
Manuela fue rauda a masturbarse en su cuarto, pero no cerró bien la puerta. Sin saber que estaba haciendo su hija, Silvia fue a su habitación para preparar el cumpleaños de su nieta. No fue hasta que llegó y abrió la puerta que encontró a su hija desnuda, en la cama, abierta de piernas, pellizcándose los pezones con una mano con fuerza mientras la otra se movía sin parar por su encharcada entrepierna. Se quedó sorprendida y algo morbosa, sobre todo porque solo gemía un nombre.
Manuela: ¡Kayleb! ¡Sobrinito! – gemía sin parar, excitada - ¡Hazme tuya!
Sin ser vista y algo excitada, salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí, dejando a su hija masturbarse tranquila. Se dirigió a la habitación de Kayleb, pero se encontró a Vanny, espiando al muchacho. Justo en ese momento, Cinthia apareció a su lado, mirando entre sorprendidas y preocupadas a Vanny.
Vanny: ¡Vanny! – susurró lo suficiente para captar su atención.
Con la mirada le dijo que se fuera de allí. La joven, excitada por lo que veía y sin poder aguantarse, imitó a su tía y se fue a su cuarto. Silvia, junto con su hija, pasaron sigilosas por la puerta de la habitación del muchacho y no pudieron evitar mirar. Vieron al muchacho en calzoncillos, marcando un buen paquete en la entrepierna, su cuerpo semi desnudo, musculoso, alto. A ambas les gustó la vista, se les notaron en sus pezones duros. Silvia miró a su hija, que se obligó a no mirar más a su retoño y ambas fueron al cuarto de Vanny. Se la encontraron igual que a Manuela, en la misma postura y haciendo lo mismo.
Vanny: ¡Hermano! ¡Kayleb! ¡Te amo, hazme tuya! – gemía sin dejar de masturbarse.
Silvia cerró la puerta, como hizo con su hija y se llevó a una morbosa y excitada Cinthia a la cocina. Kayleb, en su habitación, ajeno a todo, se acostó a dormir muy tranquilo y por primera vez en su vida, se durmió con una sonrisa en la boca.
En la cocina, mami e hija tenía una conversación.
Cinthia: ¿Viste a esa degenerada? – dijo algo enfadada - ¿Qué clase de hija he criado?
Silvia: Deja de decir tonterías – dijo seria y cuerda.
Cinthia: ¿Tonterías? – dijo sorprendida - ¿Tonterías?
Silvia: Sí, son tonterías, punto número uno, has criado a tus hijos muy bien, enseñándole valores y a amar a su familia, como dijimos antes, no pasa nada por darle al muchacho amor – dijo seria y cuerda.
Cinthia: ¿Te estás oyendo? – dijo seria.
Silvia: Sí, y sé que, al igual que tu hija y tu hermana, a la que he pillado masturbándose furiosamente y gimiendo el nombre de tu hijo – contó a su sorprendida hija – Te excita tu hijo, he visto como lo mirabas y además de quererlo como hijo, lo deseas como hombre, al igual que yo misma – confesó.
Cinthia: ¿De dónde sacas eso? – dijo nerviosa - ¿Tú lo deseas?
Silvia: Sí, lo deseo, tengo ojos como tú, y me ha gustado lo que he visto, además, me da morbo pensar en tener sexo con Kayleb o verlo tener sexo con vosotras, es una forma de amar más – dijo seria – No veo el problema mientras sea algo consensuado, cosa que Ferranmente sea por parte de cualquiera de nosotras.
Cinthia: Es cierto que me ha gustado lo que he visto – dijo sonrojada – Pero…
Silvia: Deja que todo sea natural, al fin y al cabo, aunque seas su mamá y de ahora en adelante te ocupes de él como tal, no lo has criado, es normal que ahora el amor maternal pase a ser carnal – dijo seria – Hay que dejarse llevar y te aseguro que tu hija y tu hermana lo harán, así que nosotras también.
Cinthia: Lo haré, gracias por abrirme los ojos, mamá – dijo dándole un abrazo.
Silvia: Ahora, si me disculpas, voy a imitar a tu hija y a tu hermana y voy a la habitación antes de que llegue tu papá, a masturbarme pensando en mi nieto – dijo morbosa.
Cinthia: ¡Mamá! – dijo divertida y morbosa.
Silvia: Y tú deberías hacer lo mismo – dijo mientras salía por la puerta.
Cinthia no se lo pensó y después de dejar a su esposo, su hijo y su papá bebiendo en el salón, se fue derecha a la cama a masturbarse pensando en cómo sería estar en los brazos de su hijo Kayleb. Silvia, estaba en las mismas condiciones. Las mujeres de la casa durmieron pensando en lo mismo: Kayleb. El muchacho se durmió pensando en lo hermosa que era su familia, sin tener ni idea de lo que pasaría con ellas a partir de ahora.
Y lo que ninguno de ellos siquiera sospechaba, era que Loon lo había oído todo.
(Ahí el primer episodio, ya luego les subo los demás dependiendo de su apoyo)
Debido a una desgracia familiar, una familia se aísla del resto de la gente y eso trae consecuencias
La familia Soledo está compuesta por cinco miembros:
Cinthia Soledo, la mamá, tiene 38 años y se conserva bastante bien, tenía unas tetas enormes y firmes, un culo grande y respingón, unas piernas largas y gruesas, un abdomen plano, con el pelo ondulado y pelirroja, con ojos marrones y pecas, es muy guapa. Es la típica mujer que todos los hombres voltean a ver. Es ama de casa y pediatra retirada.
Xander Soledo, el papá, tiene 38 años, es un hombre alto y fornido, no se cuida ya que cede el trabajo en sus hijos, se dedicó a beber aunque sigue sano. Aún tiene bastante éxito con las mujeres, cosa que a su mujer le saca de quicio.
Vanny Soledo, la hija menor, tiene 19 años, se parece físicamente a su mamá. Tiene las tetas grandes y tersas, un culo grande y redonditi por el ejercicio, unas piernas largas y torneadas por la misma razón, es blanca Pero sin las pecas de Cinthia, es una joven muy guapa, como su mamá. No tiene novio.
Loon Soledo, el gemelo conocido 21 años, es un chico bajo y femenino, con largo cabello naranja ondulado y gruesos labios rosaditos, un cachetón como su papá que heredó las pecas y el culo de su mamá, se cuida haciendo deporte. Tiene bastante éxito en la universidad y pese a su aspecto afeminado nunca recibió bullyng ya que era tan inteligente que le cobraba a todos en su escuela por hacerles la tarea y está soltero.
Kayleb Soledo, el gemelo nuevo, tiene 21 años, es un chico alto y delgado, hace deporte, se dedicó a trabajar con su papá en su empresa de limpieza industrial. Tiene novia.
Silvia Soledo, la abuela, tiene 60 años y se conservaba bastante bien, tenía unas tetas grandes y redondas, un culo grande firme, unas piernas largas y gruesas, un abdomen marcado, con el pelo ondulado y naranja. Es ama de casa y ex bailarina.
Zack Soledo, el abuelo, tiene 60 años, es un hombre alto y delgado, jubilado. Se dedica a dar paseos y ver la televisión.
Manuela Soledo, la tía, tiene 42 años, se parece físicamente a su mamá. Tiene las tetas grandes, gordas, un culo grande y respingón, unas piernas torneadas, es morena de pelo, es soltera.
Cinthia estaba felizmente casada con Xander, eran felices en su matrimonio, con su familia unida. Vivian y trabajaban en el campo, sin apenas contacto con la civilización. Allí cultivaban y criaban a los animales y hortalizas o frutas que se comían. Pero había algo que le faltaba para ser todo completamente perfecto, recuperar a su hijo mayor, Kayleb. El motivo por el que no tienen relación social con el exterior era básicamente porque estaban desencantados con la sociedad, por el trato recibido al perder a su bebé. En el hospital, se robaron a su bebé. No dieron explicaciones, los tacharon de mentirosos y de querer buscar dinero fácil con una extorsión. Después de mucho pelear y años de juicios, no sacaron nada, su hijo seguía perdido. Se acostumbraron y como familia, juntos, salieron adelante, recluyéndose en el campo. Toda la familia vivía en la finca, propiedad del patriarca, Zack. Aquella mañana, Silvia estaba alegre y ocupada preparando la fiesta de cumpleaños de Cinthia cuando sonó el teléfono.
Cinthia: ¡Diga! - contestó.
??: Hola, disculpe, ¿la señora Cinthia Soledo? – dijo muy serio.
Cinthia: Sí, dígame – contestó.
??: Verá, no me conoce, pero necesito hablar con usted...
Cinthia: Diga, le escuchó – dijo seria.
??: Tendría que ser en persona, ¿podría ir a verla? – dijo tembloroso.
Cinthia: Sólo si me dice quién es usted y qué vende – dijo seria.
??: No vendo nada. Soy... soy... su hijo Kayleb...
Por unos instantes quedó petrificada. Su hijo, aquel bebé que le robaron nada más nacer, le llamaba. No sabía qué hacer o decir.
Kayleb: ¡Mamá, mamá! – dijo asustado de que le rechazara.
Cinthia: ¡Perdoné! Deme su teléfono y le llamo...
Apuntó en un papel el número que le dio y quedó paralizada tras acabar la comunicación. No podía moverse, sobre todo el dolor que sentía al pensar en su perdido hijo. Las lágrimas empezaron a recorrer su cara. Estaba atemorizada.
Xander: ¡Cariño! ¿Te ocurre algo? – dijo preocupado.
Xander la abrazó y sintió su cariño, tranquilizándose un poco. Tomó el teléfono que había apuntado y se encargó de hablar con el supuesto hijo. Quedaron para que se vieran al día siguiente en la entrada de la finca. No dirían nada a nadie hasta cerciorarse de que no era una broma o una equivocación. Sin embargo, el caso del muchacho era diferente. Cuando su mamá colgó el teléfono, se puso a llorar. Durante mucho tiempo estuvo buscándola y decidiendo si conocerla o no. Hacía unos tres años que se había enterado de la verdad al morir su mamá adoptiva, le explicó todo en una carta. Tenía que intentarlo y ya había dado el paso. Estaba muy nervioso por conocerla y saber si le aceptaría o no. Aquella noche apenas había dormido esperando el momento en ver a su mamá. Acabó de vestirse y cogió la foto que guardaba por si un día decidía buscarla. Nadie sabía quién les había separado, pero el muchacho si sabía quien fue, Manuela, una exnovia celosa de su papá, que muerta de envidia y celos, lo robó para hacerles daño. Únicamente había visto la foto de su mamá en una carta que le escribió y le entregó en su lecho de muerte. Se dirigió a la puerta de la finca. Se sorprendió, era muy grande, sin adornos, imponente, con la foto en las manos, nervioso y mirando a todos lados. La pobre Cintia no había pegado ojo pensando en si de verdad era su hijo perdido. Xander estaba igual. Se habían pasado la noche tomados de la mano, sin decir una sola palabra y con los ojos abiertos, mirando al techo, a la nada. Xander conducía, Cinthia estaba muy nerviosa, sus piernas temblaban. Llegaron a la puerta sin decir nada. Los ojos de ambos buscaron a aquel joven. Quedó paralizada. Aquel joven que sujetaba una foto en sus manos era su hijo, era idéntico a su papá. Todo su cuerpo se puso a temblar. El muchacho alternaba la mirada entre la foto de sus manos y la mujer que ahora tenía delante. Sí, era ella. Él, temblando, mostró una débil sonrisa. Poco a poco se fue acercando seguida por un hombre, que supuso era su papá, vio el parecido con él.
Xander: ¡Hola, soy Xander! - le tendió la mano y la estrechó, lloroso. Lo atrae en un abrazo.
Kayleb: ¡Hola, soy Kayleb! - miró a su mamá que permanecía junto a ellos sin moverse - ¡Hola, soy Kayleb! - solté la mano de su papá y temeroso, la tendió a su mamá.
Cinthia: ¡Hijo! - entre sollozos se abrazó a él - ¡Por fin! - no decía otra cosa mientras lloraba.
El abrazo era intenso. La humedad de sus lágrimas mojaba el cuello del chaval. Se sentaron en el suelo. Les fallaban las piernas. Xander, emocionado, se abrazó a ellos. Estuvieron varios minutos así. Cinthia llenaba de besos la cara de su retoño, como si se fuera a desvanecer de repente, como si fuera un sueño. Se contaron todo lo que pudieron de sus vidas y el muchacho aceptó gustoso la vida de su familia, esperando que lo aceptaran. Tenían todos una sensación de inmensa alegría.
Cinthia: Tienes hermanos, Loon, y Vanny, ella es la menor – comenzó a contar – La abuela Silvia, el abuelo Zack y la tía Manuela. ¡Estarán encantados de tenerte! Todos saben de tu existencia y están deseando conocerte, aunque no saben que estás aquí.
Kayleb: ¿Y eso? – dijo pensando que no lo querían.
Xander: Llevábamos años buscándote, nadie nos creía y nos aislamos aquí – explicó – No queríamos dar una alegría que luego fuese falsa, ha habido gente que nos han gastado muchas bromas pesadas todos estos años.
Kayleb: Lo siento – dijo apenado.
Cinthia: Vamos a casa, hijo – le acariciaba la cara – Tú casa, vamos a conocer a la familia – dijo agarrando sus manos.
En la casa, Vanny se despertó alegre esa mañana. Cogió unas braguitas del cajón y se dio una ducha. Tras la ducha, buscó a sus papás por la casa. Solían desayunar juntos. No los encontró, pero su abuela le esperaba en la cocina haciendo el desayuno.
Vanny: ¡Hola abu! – dijo dándole un cariñoso beso en el cachete.
Silvia: ¡Anda, siéntate y desayuna!.
En ese momento, Cinthia y Xanderentraron por la puerta de la casa junto con Kayleb, con sus maletas. Silvia supo quién era nada más verlo, se parecía demasiado a su yerno. Se le cayeron los platos de las manos y se llevó una mano a su boca. El ruido atrajo a Loon y a Zack, que también veían a Kayleb atónitos. Silvia lo miraba asombrada.
Cinthia: Me alegro de que estéis todos reunidos – dijo alegre y llorosa.
Xander: Os presentamos a Kayleb, nuestro hijo robado, ¡Está de vuelta! – dijo celebrándolo como el mayor premio de su vida.
Silvia: ¡Aquí bebé! – dijo emocionada, dándole un fuerte abrazo.
Zack: Waos – dijo sorprendido, pero contento, uniéndose al abrazo.
Sus hermanos le miraban sin poder creérselo. Finalmente, cuando sus abuelos se separaron de él y cuando su abuela dejó de darle besos por toda la cara mientras lloraba emocionada, sus hermanos le dieron un fuerte abrazo, sonriendo, a modo de bienvenida. Cuando también le soltaron, fue el turno de su tía. Manuela le miraba asombrada, siempre estuvo enamorada del marido de su hermana, pero ver ahora el parecido que tenía el muchacho le hizo sonrojarse. Finalmente, cuando todas las miradas estaban centradas en ella, reaccionó y le abrazó, azorada, pero deseosa.
Manuela: Bienvenido a tu casa, sobrino – dijo con la voz entrecortada.
Se sentaron en el salón, con Kayleb entremedias de sus papás. Se pusieron al día contándoles Kayleb como había sido su vida hasta ese momento y ellos contándoles y constatando lo que sus papás ya le habían dicho, que prácticamente eran ermitaños. Ni Vanny ni Manuela podían quitarle los ojos de encima, y no lo miraban como el resto de la familia, lo miraban con deseo, como si no existiera otro hombre en el planeta. Solo Silvia y Cinthia se dieron cuenta de eso, pero ninguna dijo nada. Nadie se perdía detalle de las palabras de Kayleb. Fuera como fuera, en aquella casa había mucha alegría que por el momento lo inundaba todo. Loon y Xander le pusieron al día de los trabajos que había que hacer en la finca, era todo nuevo para él, pero le gustaba la idea, siempre sintió que no pertenecía allí dónde se encontraba anteriormente.
Cinthia: Espero darte todo el cariño y el amor que no he podido darte en todos estos años – dijo conmovida aún.
Vanny: Y yo – dijo sin apartar la mirada del muchacho, una mirada ardiente, pero llena de cariño.
Manuela: Y yo también – dijo de manera idéntica, con un suspiro incluido.
Fue entonces cuando las miradas de Cinthia y Silvia se encontraron al escuchar a las otras dos mujeres. Rápidamente entendieron sus intenciones, pero por raros motivos que no supieron descifrar en ese momento, alternaron las miradas entre el muchacho y ellas y ambas asintieron de acuerdo con las otras dos. Para sorpresa de todos los hombres allí presentes, Cinthia y Silvia se sonrojaron, pero se miraban decididas. Intercambiaron miradas con Manuela y Vanny y volvieron a asentir, antes de que Cinthia cogiera la mano de su hijo entre las suyas. Tía y sobrina se miraron sorprendidas. Sonrieron alegres.
Silvia: Vamos, cariño, tienes que alimentarte bien si quieres ayudar a tu familia en sus labores – dijo dirigiéndose a la cocina de nuevo.
Las mujeres de la familia se miraron y se dirigieron tras la matriarca. Los hombres se quedaban charlando y contándose anécdotas, ajenos a lo que sucedía en la cocina.
Cinthia: ¿Qué estáis pensando, par de locas! – dijo furiosa - ¡No os atreváis!
Vanny: Mamá…
Cinthia: Ni mamá ni nada – dijo bajando la voz para que desde el salón no la oyeran – No sé que os pasa, pero os prohíbo hacer nada de lo que estáis pensando.
Manuela: No es lo que piensas – dijo para apaciguarla.
Cinthia: ¿No estáis pensando en follároslo? – dijo seria y celosa - ¡Es mi hijo!
Silvia: Por eso mismo – dijo tranquilamente.
Todas la miraron, sorprendidas.
Cinthia: ¿A qué te refieres? – dijo seria.
Silvia: Vamos a poner las cartas sobre la mesa – dijo seria – Por ejemplo, Manuela, siempre has estado enamorada de Xander, pero como es el marido de tu hermana nunca te has acercado a él y te has reprimido, ahora ves a ese joven, que es tu sobrino, al que acabas de conocer, aún no lo ves como familia, pero se parece tanto a tu amor prohibido, que tu cerebro piensa que puedes acercarte a él, amorosa y sexualmente – dijo sorprendiéndolas.
Cinthia: ¿Eso es cierto? – dijo anonadada.
Manuela: Sí – confesó llorosa – Siempre lo he amado, pero por respeto a ti nunca me he acercado a él.
Cinthia: Hermana – dijo conmovida – Está bien, te entiendo.
Silvia: Ahora Vanny– dijo sobresaltándola – Tú no conoces a ningún chico fuera de esta finca, es el primero que ves, y te gusta, tu cerebro lo ve como el único hombre que puedas tener, cosa que sea así Ferranmente – dijo muy seria – Es algo normal, no lo ves como tu hermano.
Vanny no dijo nada, solo se sonrojó, siendo ahora su turno para ser abrazada por su madre.
Cinthia: Si eso te hace feliz, cariño, mami hará la vista gorda – le susurró.
Silvia: Y por último tú y yo, Chari – dijo muy seria – Lo vemos como es, tu hijo y mi nieto, pero al estar separadas tanto tiempo de él, no poder darle todo nuestro cariño, nuestro amor maternal, hace que ese amor se muestre de otra forma, sobre todo sexual. No es nada malo y es muy común, aunque no sea normal y nos de reparo, pero el incesto, al fin y al cabo, es un medio más de mostrar amor a nuestra familia, más carnal, más cercano.
Cinthia lloraba, pero asentía a lo dicho por su mamá.
Manuela: Mamá, ¿cómo sabes todo eso? – dijo sorprendida.
Silvia: Lo tuyo porque soy tu mamá y desde hace tiempo te escucho masturbarte y nombrando a Xander – dijo divertida, sonrojando a su hija – Y el resto, tengo un pasado, aunque no acabé la carrera por quedarme preñada, estudié los dos primeros años de Psicología en la universidad – confesó, sorprendiéndolas a todas – Y dudo que ese chico se queje si alguna de nosotras se muestra más que cariñosa con él.
Mientras, en el salón, Kayleb ni en sus mejores pensamientos había imaginado que su familia lo recibiera así, con los brazos tan abiertos. Se reía junto a su hermano de las tonterías que decía y hacía su papá. Hablaba con su abuelo de temas personales, de temas serios. Le ayudaron a instalarse en su nueva habitación. La casa era grande, tenían muchas habitaciones, la suya estaba al lado de la de su hermana y algo alejada del resto. Por el pasillo le iban indicando de quién era cada una. Primero la de los abuelos, después estaba la de su tía, al fondo la de sus papás a la vuelta, al fondo, la de su hermana y la suya. Abrió la puerta y entró medio corriendo, saltó y se sentó en mi cama. Soltó las maletas y miró a su alrededor mientras le miraban.
Xander: ¿Te gusta? – dijo sonriendo – Oye, hijo, ¿tienes novia?
Kayleb: No – dijo serio de repente con la mirada perdida.
Se miraron. Ninguno quiso preguntar más. Llegaron de nuevo al salón y vieron como las mujeres les sonreían mientras preparaban la mesa, la comida. No sabían la conversación que había sucedido en la cocina, pero si vieron sus miradas decididas.
Xander: ¿Qué estáis preparando ya? – dijo divertido - ¡Lo vais a asustar!
Cinthia: ¡Calla! – dijo dándole un beso a su esposo.
Silvia: ¡Vamos, a comer!
La familia comió por primera vez completa, reunida, mientras charlaban de sus vivencias. Durante el día le mostraron la finca, los trabajos que hacían y cómo hacerlos. Estuvo ayudando en la medida de lo posible mientras aprendía. Por la noche, tras la cena, agotado se fue a su cuarto.
Kayleb: Bueno, me marcho a la cama – dijo levantándose de la mesa.
No le permiten recoger.
Cinthia: Hijo, ¿necesitas algo? – dijo solícita.
Kayleb: No mamá, si no te importa, os ayudo a recoger esto y después me voy a la habitación...
Cinthia: No hace falta - le dijo – Vete y descansa...
Mientras Cinthia y Silvia se van a fregar los platos y los hombres salen al patio a fumar, Kayleb es acompañado a la habitación por su tía, que lo lleva agarrado del brazo, sonriendo, como una chiquilla. Vanny se queda viendo la TV. Kayleb, por alguna razón parecía incómodo ante el contacto físico. Manuela lo notó.
Manuela: ¿Te ocurre algo? – dijo preocupada.
Kayleb: No nada, es que no estoy acostumbrado al afecto – dijo serio y rígido.
Manuela: Pero te hemos abrazado y no te ha importado…
Kayleb: No me importan los abrazos, pero que me toquen no estoy acostumbrado – dijo encogiendo sus hombros – Será cuestión de acostumbrarse, supongo.
Manuela: ¿Por qué no estás acostumbrado? – dijo preocupada.
Kayleb: La mujer que me crio nunca me mostró cariño, siempre abusó de mí, afectiva y carnalmente – dijo serio.
Manuela: ¿Qué significa eso exactamente? – dijo seria.
Kayleb: Bueno, no me daba abrazos, ni besos, decía que la única forma de cariño era obedecer – dijo serio.
Manuela no pudo evitar sentir ira hacía esa asquerosa y ruin mujer que no se contentaba con arruinar sus vidas al separarles de un familiar, sino que apenas crio adecuadamente al muchacho. No se lo pensó. Con suma delicadeza, agarró al muchacho de la mano y lo puso frente a ella. Le miró con una sonrisa y le abrazó con ternura, pegando su cuerpo con delicadeza al cuerpo del muchacho. Diego sentía las curvas de la mujer. Estaba entre incómodo y excitado.
Manuela: A partir de hoy, tu familia, te colmaremos de atención, amor, cariño, besos y muchos, muchos abrazos – dije sintiendo especial cariño por el chico – Somos tu familia.
Él me abraza. Me pega a él, emocionado. ¡Me encanta cómo huele! Ese olor me penetra y me embriaga la mente. Sus brazos me rodean por los hombros y me siento protegida. Mi sexo se humedece al contacto de su cuerpo. Paso mis brazos por su cintura. ¡Uff deseo tenerlo entre mis piernas! No lo puedo evitar. Deseo darle cariño, darle placer, sentir como me usa para vaciar su carga en mí.
Kayleb: ¡Gracias por todo, tía! – dijo emocionado.
Se separa de mí, mi cuerpo no quiere. Sigue hacía la habitación. Yo no puedo ir con él, aunque lo deseo. Mi sexo está ardiendo, siento mis bragas muy mojadas. Tengo que masturbarme.
Manuela fue rauda a masturbarse en su cuarto, pero no cerró bien la puerta. Sin saber que estaba haciendo su hija, Silvia fue a su habitación para preparar el cumpleaños de su nieta. No fue hasta que llegó y abrió la puerta que encontró a su hija desnuda, en la cama, abierta de piernas, pellizcándose los pezones con una mano con fuerza mientras la otra se movía sin parar por su encharcada entrepierna. Se quedó sorprendida y algo morbosa, sobre todo porque solo gemía un nombre.
Manuela: ¡Kayleb! ¡Sobrinito! – gemía sin parar, excitada - ¡Hazme tuya!
Sin ser vista y algo excitada, salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí, dejando a su hija masturbarse tranquila. Se dirigió a la habitación de Kayleb, pero se encontró a Vanny, espiando al muchacho. Justo en ese momento, Cinthia apareció a su lado, mirando entre sorprendidas y preocupadas a Vanny.
Vanny: ¡Vanny! – susurró lo suficiente para captar su atención.
Con la mirada le dijo que se fuera de allí. La joven, excitada por lo que veía y sin poder aguantarse, imitó a su tía y se fue a su cuarto. Silvia, junto con su hija, pasaron sigilosas por la puerta de la habitación del muchacho y no pudieron evitar mirar. Vieron al muchacho en calzoncillos, marcando un buen paquete en la entrepierna, su cuerpo semi desnudo, musculoso, alto. A ambas les gustó la vista, se les notaron en sus pezones duros. Silvia miró a su hija, que se obligó a no mirar más a su retoño y ambas fueron al cuarto de Vanny. Se la encontraron igual que a Manuela, en la misma postura y haciendo lo mismo.
Vanny: ¡Hermano! ¡Kayleb! ¡Te amo, hazme tuya! – gemía sin dejar de masturbarse.
Silvia cerró la puerta, como hizo con su hija y se llevó a una morbosa y excitada Cinthia a la cocina. Kayleb, en su habitación, ajeno a todo, se acostó a dormir muy tranquilo y por primera vez en su vida, se durmió con una sonrisa en la boca.
En la cocina, mami e hija tenía una conversación.
Cinthia: ¿Viste a esa degenerada? – dijo algo enfadada - ¿Qué clase de hija he criado?
Silvia: Deja de decir tonterías – dijo seria y cuerda.
Cinthia: ¿Tonterías? – dijo sorprendida - ¿Tonterías?
Silvia: Sí, son tonterías, punto número uno, has criado a tus hijos muy bien, enseñándole valores y a amar a su familia, como dijimos antes, no pasa nada por darle al muchacho amor – dijo seria y cuerda.
Cinthia: ¿Te estás oyendo? – dijo seria.
Silvia: Sí, y sé que, al igual que tu hija y tu hermana, a la que he pillado masturbándose furiosamente y gimiendo el nombre de tu hijo – contó a su sorprendida hija – Te excita tu hijo, he visto como lo mirabas y además de quererlo como hijo, lo deseas como hombre, al igual que yo misma – confesó.
Cinthia: ¿De dónde sacas eso? – dijo nerviosa - ¿Tú lo deseas?
Silvia: Sí, lo deseo, tengo ojos como tú, y me ha gustado lo que he visto, además, me da morbo pensar en tener sexo con Kayleb o verlo tener sexo con vosotras, es una forma de amar más – dijo seria – No veo el problema mientras sea algo consensuado, cosa que Ferranmente sea por parte de cualquiera de nosotras.
Cinthia: Es cierto que me ha gustado lo que he visto – dijo sonrojada – Pero…
Silvia: Deja que todo sea natural, al fin y al cabo, aunque seas su mamá y de ahora en adelante te ocupes de él como tal, no lo has criado, es normal que ahora el amor maternal pase a ser carnal – dijo seria – Hay que dejarse llevar y te aseguro que tu hija y tu hermana lo harán, así que nosotras también.
Cinthia: Lo haré, gracias por abrirme los ojos, mamá – dijo dándole un abrazo.
Silvia: Ahora, si me disculpas, voy a imitar a tu hija y a tu hermana y voy a la habitación antes de que llegue tu papá, a masturbarme pensando en mi nieto – dijo morbosa.
Cinthia: ¡Mamá! – dijo divertida y morbosa.
Silvia: Y tú deberías hacer lo mismo – dijo mientras salía por la puerta.
Cinthia no se lo pensó y después de dejar a su esposo, su hijo y su papá bebiendo en el salón, se fue derecha a la cama a masturbarse pensando en cómo sería estar en los brazos de su hijo Kayleb. Silvia, estaba en las mismas condiciones. Las mujeres de la casa durmieron pensando en lo mismo: Kayleb. El muchacho se durmió pensando en lo hermosa que era su familia, sin tener ni idea de lo que pasaría con ellas a partir de ahora.
Y lo que ninguno de ellos siquiera sospechaba, era que Loon lo había oído todo.
(Ahí el primer episodio, ya luego les subo los demás dependiendo de su apoyo)
2 comentarios - Familia unida-familia dividida