Me llamo Estefanía, esto sucedió en 2019, tenía 55 años, mi esposo Ariel 64 as., los sábados siempre íbamos a bailar en un restaurante con cena show cerca de casa. A principios de año tuvo un episodio con su corazón que se agravó en noviembre quedando internado en terapia intensiva muy delicado, habían transcurrido muchos días de intenso trajín en su cuidado, ese fin de semana a hs. 22,00 me iba a casa a descansar para prepararme para el otro día, cuando pasé frente al citado restaurante, decidí ir a comer y aprovechar de escuchar música para despejarme, recordé que el primer show era a las 23,30 y el segundo a hs, 00,45. Me senté cerca del escenario pedí una milanesa con ensalada y una cerveza, al rato una mujer comenzó a cantar, salieron varias parejas a bailar, pasaron dos canciones, se acercó un individuo que siempre concurría invitándome a bailar, le dije que no, se retiró, continué con mi cena, seguía la música, lo vi nuevamente , estaba parado mirándome unos metros frente a mi mesa, lo llamé con una seña de mi mano, pues el ritmo te invitaba a bailar, le dije que aceptaba bailar, dejando aclarado que si algo no me gustaba me sentaría,, bailamos un par de cumbias y ritmos movidos, Óscar se llamaba 57 años, profesor de Historia y Geografía, yo le conté el momento que atravesaba con mi esposo, en ese instante la cantante anunció que iba a cantar tres temas lentos a pedido de una pareja que cumplía años de casados, terminando luego la primera parte del espectáculo, me preguntó si deseaba bailar, le dije que sí, nos movimos lentamente muy pegados, su mano pasó mi espalda bajando lentamente hasta mi cintura, justo donde empieza la elevación de mis nalgas, sentí un escalofrío pues nunca me encontré en esta situación con un hombre que no fuera mi marido, la otra mano que sostenía mi mano izquierda estaba atrapada entre nuestros cuerpos, apoyada entre mis apetecibles senos, no puedo negar, me proporcionaba una agradable excitación, acercó su cara a mi oído susurrandome la suerte de mi esposo de tener una hermosa mujer, al apretarme junto a su cuerpo pude sentir su duro pene, sentí que esto se estaba poniendo peligroso, decidí sentarme, así lo hicimos, me pidió disculpas, acepté y continuamos conversando, pidió una cerveza la bebimos, luego otra, comenzando el 2° show, salimos a bailar, quizás por el efecto del alcohol nos apretamos fuerte, sentí nuevamente se pene duro aparentemente de gran tamaño, me asusté, pero el deseo pudo más, así que continúe bailando con eso bien duro contra mi bajo abdomen, comenzó a acariciarme con su mano que la tenía sobre mi hombro, mientras su cabeza se acercaba a la mía, sus labios llegó a mi oreja, diciéndome palabras de cariño, fui bajando mi guardia, comenzó a darme suaves besos en mis labios que no resistí, lo dejé continuar hasta que nuestras bocas se pegaron, su lengua intentó penetrar para buscar la mía, abrí mis labios, para empezar un largo, delicioso y húmedo beso con nuestras lenguas entrelazadas, la luz del ambiente era tenue, el resto de las parejas bailaban bien agarradas con besos, nadie prestaba atención a lo que sucedía alrededor, me di cuenta que había alcanzado un punto peligroso de no poder dar marcha atrás, luego nos fuimos a un hotel de la zona, al entrar en la habitación y cerrar la puerta, Oscar me abrazó de atrás haciéndome sentir el volumen de su pene entre mis nalgas, me giró de frente, sacó mi vestido por la cabeza, quedamos abrazados, acariciandonos, quedé con corpiño y bombacha, lentamente se quitó su ropa quedando en boxer, me levantó en brazos llevándome a la cama, su miembro estaba tan duro que levantaba el tejido de su ropa interior, desabrocho mi corpiño, mis tetas quedaron al descubierto, bajo mi bombacha, comenzó a lamer una pierna desde el tobillo hasta mis labios vaginales, a veces lamia la piel de mi vagina y ano, haciéndome estremecer, nunca antes me había sentido tan a gusto, un impulso eléctrico de placer recorrió mi cuerpo, tuve un orgasmo, hasta que me encendí nuevamente, le pedí que me hiciera el amor, se quitó el bóxer, quedando al descubierto un gran pene que era más grueso y largo que el de mi marido, se colocó sobre mi, lentamente se inclinó, acercó su pene a la entrada de mi vagina, fue penetrando lentamente, al principio me dolía, ya que había pasado casi un año sin tener actividad sexual, hasta que llegó al final de mi conducto vaginal, comenzó a moverse, sentía la bolsa de sus testículos golpeando mis nalgas, lo sacaba en su totalidad, entrando nuevamente hasta el final, no podía contener mis gritos de placer, tuve varios orgasmos, él estaba con muchas ganas también por que pronto se corrió. Nos acostamos jadeante, pensé en la locura que había cometido, me volví hacia él, pasé mi mano por su pecho con un poco de pelos como me gusta, la bajé hasta su pija que estaba semi erecta, la tomé, acaricie sus testículos, mientras contemplaba el gran monstruo que me había penetrado, estaba pegajoso por su esperma y mi líquido vaginal, pronto comenzó a dar señales de vida, me excite nuevamente, con mi boca comencé a chuparlo, lo sostenía y lo lamia en toda su extensión, lo introduje en mi boca hasta donde pude, quedó bien erecto, estaba tan rígido, me levanté sosteniéndolo en la mano, pues me gusta poner la cabeza en la entrada de mi vagina, me dejé resbalar, entrando hasta el final, que delicia de sentir ese grueso palo entrando en mi cuerpo, tomé el control, cabalgando fuertemente hasta que vinieron sucesiones de orgasmos, veía que también gozaba, hasta que no pudo más, lanzando chorros de esperma dentro mío, descansamos un rato, ya era de madrugada, nos duchamos, intercambiamos nuestros celulares para hablarnos y encontrarnos nuevamente, pues nos gustaría tener sexo anal.
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