Ro, mi putiamiga del laburo, estaba radiante esa temporada. Al parecer, nuestra aventura secreta y carnal le devolvió el color a su vida. Todos en el laburo notábamos el cambio de personalidad en ella, de pronto era más amigable y con tanta leche que recibía empezó a agarrar un poco de cuerpo.
Yo no podía quejarme, estaba disfrutando de las atenciones y las pasiones reprimidas de aquella putita, y la verdad, estaba encantado con su cola.
Los días jueves se habían vuelto nuestro día para ir a garchar, pero entre semana no faltaba una peleada en el carro, uno que otro beso robado en el laburo (siempre discretos) y cuando la calentura era mucha, lo hacíamos en los baños del laburo.
Los fines de semana, nos extrañábamos y ella no dudaba en enviarme fotos provocativas y explorar a fondo su feminidad conmigo. La tímida Ro, que todos conocíamos en el trabajo, había desaparecido.
Un día llegó con la bomba, ella y su esposo habían decidido tener un bebé. Por lo tanto, empezó a alejarse un poco de mí, y la frecuencia fue bajando, además, cuando algo se daba...la penetración siempre era con preservativo, puesto que ella no quería tener la sensación de no saber quién es el padre biológico de la criatura. Respeté su forma de pensar.
Algunas veces el marido la llamaba cuando estaba conmigo, yo respetaba eso.
Otras veces, ella estaba pendiente de su celular, yo respetaba eso.
Ella pedía siempre todo con forro, yo respetaba eso...
Mi calentura era enorme, como el orto de Ro, la verdad es que me calentaba mucho imaginar a Ro, la tímida, la inocente, bien preñada, no importaba si era de su marido.
Empecé a seducirla de nuevo, como más le gustaba a ella, con piropos a su enorme culo y piernas. Sus negativas eran del tipo —ahora no, después de quedar embarazada de mi marido, podemos retomar— ...bla bla bla... Pero de alguna manera y sujeto a sus constantes negativas, la convencí de hacerlo solo por atrás. Ella accedió.
Esos meses fueron de locura, ella venía lista, polleras cortas, a veces incluso sin tanga, siempre lista, siempre lubricada, y su ano dilataba como anillo de goma, nunca volví a encontrar una mina que lubrique tanto por el ano, una verdadera locura! (¿alguno de ustedes sí?) . Las primeras veces no me dejaba terminar adentro, así que terminaba en la boca pero luego fue volviéndose adicta a sentir el pedazo en su locu y ella misma me pedía a gritos que le dejara el semen ahí. Yo le daba sin problema! Algo que también me sorprendía de mi compañera de trabajo y ahora amante, era que cuando garchaba su cola siempre entraba y salía limpia, jamás hubo ningún incidente. La mina me tenía vuelto loco…esa combinación de ternura, inocencia, maternidad y dilatación anal eran un subidón de adrenalina y fuego para mi.
Un día, Ro me dijo que estaba embarazada y que ya estaba de 3 meses. Por lo tanto, ya no tenía excusa para no entregarme su carnosa concha. Me gustaba jugar con sus pechos que ya empezaban a producir leche y crecieron un poco.
Los cafés no volvieron a ser los mismos...
y seguimos así hasta su sexto mes de embarazo. Su cuerpo cambió un montón y además se cortó el pelo y le daba un aire muy maternal a la perra preñada. Un morbo tremendo, llenarla de semen todo el útero preñada de su marido cornudo y ella pidiendo mi semen todo el tiempo. La recuerdo aun jugando con sus pequeñas tetas lecheras. Ufff!! Época dorada! Luego pidió permiso maternal en el laburo y no la vi más durante un tiempo
Yo no podía quejarme, estaba disfrutando de las atenciones y las pasiones reprimidas de aquella putita, y la verdad, estaba encantado con su cola.
Los días jueves se habían vuelto nuestro día para ir a garchar, pero entre semana no faltaba una peleada en el carro, uno que otro beso robado en el laburo (siempre discretos) y cuando la calentura era mucha, lo hacíamos en los baños del laburo.
Los fines de semana, nos extrañábamos y ella no dudaba en enviarme fotos provocativas y explorar a fondo su feminidad conmigo. La tímida Ro, que todos conocíamos en el trabajo, había desaparecido.
Un día llegó con la bomba, ella y su esposo habían decidido tener un bebé. Por lo tanto, empezó a alejarse un poco de mí, y la frecuencia fue bajando, además, cuando algo se daba...la penetración siempre era con preservativo, puesto que ella no quería tener la sensación de no saber quién es el padre biológico de la criatura. Respeté su forma de pensar.
Algunas veces el marido la llamaba cuando estaba conmigo, yo respetaba eso.
Otras veces, ella estaba pendiente de su celular, yo respetaba eso.
Ella pedía siempre todo con forro, yo respetaba eso...
Mi calentura era enorme, como el orto de Ro, la verdad es que me calentaba mucho imaginar a Ro, la tímida, la inocente, bien preñada, no importaba si era de su marido.
Empecé a seducirla de nuevo, como más le gustaba a ella, con piropos a su enorme culo y piernas. Sus negativas eran del tipo —ahora no, después de quedar embarazada de mi marido, podemos retomar— ...bla bla bla... Pero de alguna manera y sujeto a sus constantes negativas, la convencí de hacerlo solo por atrás. Ella accedió.
Esos meses fueron de locura, ella venía lista, polleras cortas, a veces incluso sin tanga, siempre lista, siempre lubricada, y su ano dilataba como anillo de goma, nunca volví a encontrar una mina que lubrique tanto por el ano, una verdadera locura! (¿alguno de ustedes sí?) . Las primeras veces no me dejaba terminar adentro, así que terminaba en la boca pero luego fue volviéndose adicta a sentir el pedazo en su locu y ella misma me pedía a gritos que le dejara el semen ahí. Yo le daba sin problema! Algo que también me sorprendía de mi compañera de trabajo y ahora amante, era que cuando garchaba su cola siempre entraba y salía limpia, jamás hubo ningún incidente. La mina me tenía vuelto loco…esa combinación de ternura, inocencia, maternidad y dilatación anal eran un subidón de adrenalina y fuego para mi.
Un día, Ro me dijo que estaba embarazada y que ya estaba de 3 meses. Por lo tanto, ya no tenía excusa para no entregarme su carnosa concha. Me gustaba jugar con sus pechos que ya empezaban a producir leche y crecieron un poco.
Los cafés no volvieron a ser los mismos...
y seguimos así hasta su sexto mes de embarazo. Su cuerpo cambió un montón y además se cortó el pelo y le daba un aire muy maternal a la perra preñada. Un morbo tremendo, llenarla de semen todo el útero preñada de su marido cornudo y ella pidiendo mi semen todo el tiempo. La recuerdo aun jugando con sus pequeñas tetas lecheras. Ufff!! Época dorada! Luego pidió permiso maternal en el laburo y no la vi más durante un tiempo
2 comentarios - Compañera del laburo se hace adicta AL ANAL (fotos reales)