En fin, así pasó todo el sábado y domingo, no hablé con él no le contesté sus mensajes, trataba de ignorarlo pero no podía olvidar ese delicioso sueño, y así hasta el lunes me levanté con una sonrisa tonta, todavía con los ecos del sueño en mi cabeza. Era raro… despertarme pensando en Diego y al mismo tiempo abrir el celular para ver el mensaje de buenos días de mi novio. Era como si dos realidades se cruzaran en mi pecho, y yo tuviera que decidir en cuál quedarme… o mejor dicho, disfrutar de ambas mientras pudiera.
Y es que ese sueño uffff dios

donde me hacía venir a chorros, dicen que cuando recuerdas a algo lo tienes bien marcado

solo destellos de mis sueños, este hombre ya estaba hasta en mis fantasías, se metió en mi cama, y me tomó como él quiso, en mis sueños


Flasbacks de lo que quedaba en mis recuerdos, aún puedo recordar como se iban desvaneciendo, y con ella también mi cuerpo ante el,

Terminé de vestirme y alistarme lista para irme a mi estadía, después de tremendos flasbacks jajajaja, y por supuesto cuando llegué a la planta ese día, mis ojos lo buscaron sin darme cuenta. Y claro, ahí estaba Diego, sonriéndome con esa seguridad que me encantaba. Era como si supiera algo… como si adivinara que yo había soñado con la cojida que me dio.
—¿Qué? —me dijo al atraparme mirándolo demasiado.
—Nada… —respondí, pero mi sonrisa me delató.
El resto del día fue un juego de miradas, de comentarios a medias, de ese pique que uno siente sin necesidad de tocarse. Y cada vez que se acercaba un poco más de lo necesario, yo sentía que mi corazón se iba a salir del pecho, me acordaba de mi sueño y me mojaba, así me traía ese cabron.
En la tarde, me escribió: “Oye, traías una sonrisa rara hoy… ¿qué soñaste conmigo o qué?”
Yo me quedé helada. ¿Cómo lo sabía? ¿Era tan obvia?
Me quedé mirando la pantalla, dudando si contestar. Parte de mí quería negarlo, la otra quería provocarlo. Y ahí estaba, jugando otra vez con el filo de esa línea peligrosa…
Al final, solo escribí: “Capaz que sí, pero nunca te lo diría” acompañado de un emoji travieso.
La respuesta llegó rápido: “Entonces tengo que adivinarlo… o hacerlo realidad algún día”.
Ahí fue cuando sentí ese nudo en el estómago, esa mezcla de emoción y miedo. Porque ya no era solo un juego de miradas: Diego estaba avanzando sabía que yo quería algo más, Y yo… yo no sabía si quería detenerlo.
Esa noche me costó dormir. Cada vez que cerraba los ojos, veía su sonrisa, sentía su voz y recordaba cómo me había escrito “hacerlo realidad algún día”. ¿De verdad lo había dicho? ¿De verdad estaba dispuesto a cruzar esa línea conmigo?
A la mañana siguiente, ya tenía un mensaje suyo:
“Hoy trabajas, ¿verdad? Ojalá me toque verte, se me antoja tu sonrisa otra vez.”
Y claro, ahí estaba yo, frente al espejo, arreglándome más de lo normal. Un poquito de rímel, un labial suave, el cabello suelto… y esa sonrisa de culpable que me salía sola. No era para nadie más que para él, y lo sabía.

Cuando llegué a la planta, lo primero que hice fue buscarlo con la mirada. Y sí, otra vez… Diego estaba ahí, esperándome con esa forma de mirarme como si solo existiera yo. Y juro que en ese instante sentí que el mundo entero se quedaba en pausa.
—Hoy vienes diferente… —me dijo bajito, apenas cruzando cerca de mí.
—¿Diferente cómo? —pregunté, fingiendo inocencia.
—No sé… pero me gusta.
El simple roce de su brazo al pasar me dejó la piel erizada. Era un gesto mínimo, pero yo lo sentía como un secreto compartido de aquella cojida que teníamos en mis sueños y como una complicidad que solo nosotros dos sabíamos, me estaba atrapando
El resto del día fue una tortura deliciosa: miradas que duraban demasiado, sonrisas cómplices, silencios que decían más que cualquier palabra. Y en medio de todo eso, mi celular vibrando con mensajes de mi novio, diciéndome que me extrañaba.
Dos mundos, dos realidades, y yo atrapada justo en medio.
Lo peor (o lo mejor) fue al final de la jornada, cuando Diego se acercó a despedirse y me dijo en voz baja, casi rozando mi oído:
—Me debes contar ese sueño… aunque sea un pedacito. (Si supieras dije entre mi)
Yo reí nerviosa, pero no respondí. Solo lo miré, apreté las piernas, y mi corazón latiendo tan fuerte que mi respiración se agitaba,
Esa noche, al acostarme, abrí el chat y sin pensarlo le escribí:
“No sé si debería, pero lo soñé tan real que todavía lo siento.”
La respuesta llegó casi inmediata:
“Entonces déjame hacerlo más real aún…”
Y ahí supe que estaba a punto de cruzar un límite del que ya no había vuelta atrás
Esa noche me quedé despierta más de lo normal. Era tarde, mi novio ya dormía en otra ciudad, y yo seguía mirando la pantalla, esperando que Diego me escribiera de nuevo.
Y, como si me leyera la mente, llegó su mensaje:
Diego: “¿Estás despierta todavía?”
Yo: “Sí… ¿y tú? No deberías, mañana madrugas.”
Diego: “Ya, pero no puedo dormir. Tengo una imagen dándome vueltas en la cabeza.”
Yo: “¿Cuál imagen?”
Diego: “Tú… mordiéndote el labio como hoy en la planta. Me quedé con eso en la mente todo el día.”
Tragué saliva. No sabía si contestarle en serio o hacerme la tonta, pero mis dedos se movieron solos.
Yo: “Eres un exagerado, ni que fuera para tanto.”
Diego: “Para mí sí lo es. Porque cuando haces eso… no tienes idea de lo que provocas.”
Me tapé la cara con la almohada, riéndome nerviosa, pero también sintiendo esa adrenalina corriendo por todo mi cuerpo.
Yo: “Pues no provoques, que luego no duermo yo tampoco.”
Diego: “Eso quiero… que no duermas, que pienses en mí antes de cerrar los ojos.”
Me quedé mirando el mensaje, con un nudo en el estómago. ¿Lo decía en serio? ¿De verdad quería ocupar ese lugar en mi cabeza?
Yo: “Diego, no deberíamos…”
Diego: “Lo sé. Y aun así, aquí estamos.”
Hubo unos segundos de silencio digital. Sentí como si el aire se pusiera más denso alrededor de mí. Entonces vibró otra vez:
Diego: “Solo dime una cosa… en tu sueño, ¿me pedías que no parara?”
El corazón me dio un vuelco. Él estaba rompiendo todas mis defensas. Y yo, con una sonrisa traviesa en los labios, solo respondí:
Yo: “Eso nunca lo confesaría por mensaje.”
Diego: “Entonces guárdalo… hasta que tenga que descubrirlo yo mismo.”
Yo: porque esperar tanto, cuando me di cuenta ya había puesto eso, fue algo inconsistente? O quizá si quería hacerlo
Diego: escribiendo…
Dije algo, porque tardaba tanto en escribir, dios, los nervios me ganaban, porque no dice nada maldita sea
Diego: Foto

Ala madre que mega piton, me quedé estúpidamente sorprendida, hasta con gif y todo eso, esa madre si me parte, pero traté de controlarme y le respondí.
Yo: justo como en mi sueños jajajajaja, pero no creía que fuera así de real, por dios, sentí cosas jajajaja reía como estúpida
Diego: ahora mándame una tú, mi Vicky
Yo: yo ya estaba caliente la verdad, ya me tenía mojando el calzón, no dude y fui al baño a tomarme una foto, me bajé quité la blusa y me bajé el brasier y enseñando las bubies sonriendo se la mandé

Diego: tienes unas tetas deliciosas preciosa, están para ponerlas en mi cara, así me imagino, y esa sonrisa que me vuelve loco cuando te veo en el trabajo
Yo ya estaba bien caliente y bien puesta, cualquier cosa que me pediría yo se la daba seguro jajaja, sin pensar, sin que me lo pediría yo le mandé esta foto

Así en calzones te gusta más Diego le decía:
ahora sin calzones porque también hay le ponía

El, sin que yo lo pensara o pediría, me mandó algo que ufff me hizo, si antes yo ya estaba bien puesta, lo siguiente yo ya no era yo, ya era esa putita que tenía dentro de mí que no sabía que tenía,


Me mandó todo eso de pack, yo como sé me han enseñado que dar y recibir también es dar jajaja le mandé mi foto abierta de patitas, enseñándole la puchita dispuesta a que me cumpla el sueño que tuve, con las piernitas bien arriba para el

Continuará….
Y es que ese sueño uffff dios

donde me hacía venir a chorros, dicen que cuando recuerdas a algo lo tienes bien marcado

solo destellos de mis sueños, este hombre ya estaba hasta en mis fantasías, se metió en mi cama, y me tomó como él quiso, en mis sueños


Flasbacks de lo que quedaba en mis recuerdos, aún puedo recordar como se iban desvaneciendo, y con ella también mi cuerpo ante el,

Terminé de vestirme y alistarme lista para irme a mi estadía, después de tremendos flasbacks jajajaja, y por supuesto cuando llegué a la planta ese día, mis ojos lo buscaron sin darme cuenta. Y claro, ahí estaba Diego, sonriéndome con esa seguridad que me encantaba. Era como si supiera algo… como si adivinara que yo había soñado con la cojida que me dio.
—¿Qué? —me dijo al atraparme mirándolo demasiado.
—Nada… —respondí, pero mi sonrisa me delató.
El resto del día fue un juego de miradas, de comentarios a medias, de ese pique que uno siente sin necesidad de tocarse. Y cada vez que se acercaba un poco más de lo necesario, yo sentía que mi corazón se iba a salir del pecho, me acordaba de mi sueño y me mojaba, así me traía ese cabron.
En la tarde, me escribió: “Oye, traías una sonrisa rara hoy… ¿qué soñaste conmigo o qué?”
Yo me quedé helada. ¿Cómo lo sabía? ¿Era tan obvia?
Me quedé mirando la pantalla, dudando si contestar. Parte de mí quería negarlo, la otra quería provocarlo. Y ahí estaba, jugando otra vez con el filo de esa línea peligrosa…
Al final, solo escribí: “Capaz que sí, pero nunca te lo diría” acompañado de un emoji travieso.
La respuesta llegó rápido: “Entonces tengo que adivinarlo… o hacerlo realidad algún día”.
Ahí fue cuando sentí ese nudo en el estómago, esa mezcla de emoción y miedo. Porque ya no era solo un juego de miradas: Diego estaba avanzando sabía que yo quería algo más, Y yo… yo no sabía si quería detenerlo.
Esa noche me costó dormir. Cada vez que cerraba los ojos, veía su sonrisa, sentía su voz y recordaba cómo me había escrito “hacerlo realidad algún día”. ¿De verdad lo había dicho? ¿De verdad estaba dispuesto a cruzar esa línea conmigo?
A la mañana siguiente, ya tenía un mensaje suyo:
“Hoy trabajas, ¿verdad? Ojalá me toque verte, se me antoja tu sonrisa otra vez.”
Y claro, ahí estaba yo, frente al espejo, arreglándome más de lo normal. Un poquito de rímel, un labial suave, el cabello suelto… y esa sonrisa de culpable que me salía sola. No era para nadie más que para él, y lo sabía.

Cuando llegué a la planta, lo primero que hice fue buscarlo con la mirada. Y sí, otra vez… Diego estaba ahí, esperándome con esa forma de mirarme como si solo existiera yo. Y juro que en ese instante sentí que el mundo entero se quedaba en pausa.
—Hoy vienes diferente… —me dijo bajito, apenas cruzando cerca de mí.
—¿Diferente cómo? —pregunté, fingiendo inocencia.
—No sé… pero me gusta.
El simple roce de su brazo al pasar me dejó la piel erizada. Era un gesto mínimo, pero yo lo sentía como un secreto compartido de aquella cojida que teníamos en mis sueños y como una complicidad que solo nosotros dos sabíamos, me estaba atrapando
El resto del día fue una tortura deliciosa: miradas que duraban demasiado, sonrisas cómplices, silencios que decían más que cualquier palabra. Y en medio de todo eso, mi celular vibrando con mensajes de mi novio, diciéndome que me extrañaba.
Dos mundos, dos realidades, y yo atrapada justo en medio.
Lo peor (o lo mejor) fue al final de la jornada, cuando Diego se acercó a despedirse y me dijo en voz baja, casi rozando mi oído:
—Me debes contar ese sueño… aunque sea un pedacito. (Si supieras dije entre mi)
Yo reí nerviosa, pero no respondí. Solo lo miré, apreté las piernas, y mi corazón latiendo tan fuerte que mi respiración se agitaba,
Esa noche, al acostarme, abrí el chat y sin pensarlo le escribí:
“No sé si debería, pero lo soñé tan real que todavía lo siento.”
La respuesta llegó casi inmediata:
“Entonces déjame hacerlo más real aún…”
Y ahí supe que estaba a punto de cruzar un límite del que ya no había vuelta atrás
Esa noche me quedé despierta más de lo normal. Era tarde, mi novio ya dormía en otra ciudad, y yo seguía mirando la pantalla, esperando que Diego me escribiera de nuevo.
Y, como si me leyera la mente, llegó su mensaje:
Diego: “¿Estás despierta todavía?”
Yo: “Sí… ¿y tú? No deberías, mañana madrugas.”
Diego: “Ya, pero no puedo dormir. Tengo una imagen dándome vueltas en la cabeza.”
Yo: “¿Cuál imagen?”
Diego: “Tú… mordiéndote el labio como hoy en la planta. Me quedé con eso en la mente todo el día.”
Tragué saliva. No sabía si contestarle en serio o hacerme la tonta, pero mis dedos se movieron solos.
Yo: “Eres un exagerado, ni que fuera para tanto.”
Diego: “Para mí sí lo es. Porque cuando haces eso… no tienes idea de lo que provocas.”
Me tapé la cara con la almohada, riéndome nerviosa, pero también sintiendo esa adrenalina corriendo por todo mi cuerpo.
Yo: “Pues no provoques, que luego no duermo yo tampoco.”
Diego: “Eso quiero… que no duermas, que pienses en mí antes de cerrar los ojos.”
Me quedé mirando el mensaje, con un nudo en el estómago. ¿Lo decía en serio? ¿De verdad quería ocupar ese lugar en mi cabeza?
Yo: “Diego, no deberíamos…”
Diego: “Lo sé. Y aun así, aquí estamos.”
Hubo unos segundos de silencio digital. Sentí como si el aire se pusiera más denso alrededor de mí. Entonces vibró otra vez:
Diego: “Solo dime una cosa… en tu sueño, ¿me pedías que no parara?”
El corazón me dio un vuelco. Él estaba rompiendo todas mis defensas. Y yo, con una sonrisa traviesa en los labios, solo respondí:
Yo: “Eso nunca lo confesaría por mensaje.”
Diego: “Entonces guárdalo… hasta que tenga que descubrirlo yo mismo.”
Yo: porque esperar tanto, cuando me di cuenta ya había puesto eso, fue algo inconsistente? O quizá si quería hacerlo
Diego: escribiendo…
Dije algo, porque tardaba tanto en escribir, dios, los nervios me ganaban, porque no dice nada maldita sea
Diego: Foto

Ala madre que mega piton, me quedé estúpidamente sorprendida, hasta con gif y todo eso, esa madre si me parte, pero traté de controlarme y le respondí.
Yo: justo como en mi sueños jajajajaja, pero no creía que fuera así de real, por dios, sentí cosas jajajaja reía como estúpida
Diego: ahora mándame una tú, mi Vicky
Yo: yo ya estaba caliente la verdad, ya me tenía mojando el calzón, no dude y fui al baño a tomarme una foto, me bajé quité la blusa y me bajé el brasier y enseñando las bubies sonriendo se la mandé

Diego: tienes unas tetas deliciosas preciosa, están para ponerlas en mi cara, así me imagino, y esa sonrisa que me vuelve loco cuando te veo en el trabajo
Yo ya estaba bien caliente y bien puesta, cualquier cosa que me pediría yo se la daba seguro jajaja, sin pensar, sin que me lo pediría yo le mandé esta foto

Así en calzones te gusta más Diego le decía:
ahora sin calzones porque también hay le ponía

El, sin que yo lo pensara o pediría, me mandó algo que ufff me hizo, si antes yo ya estaba bien puesta, lo siguiente yo ya no era yo, ya era esa putita que tenía dentro de mí que no sabía que tenía,


Me mandó todo eso de pack, yo como sé me han enseñado que dar y recibir también es dar jajaja le mandé mi foto abierta de patitas, enseñándole la puchita dispuesta a que me cumpla el sueño que tuve, con las piernitas bien arriba para el

Continuará….
2 comentarios - Lo que me aventé en las estadías Pt 3