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Mi primer trío – Parte II

Nos quedamos un rato en silencio en el living, respirando agitados. Anai se levanta y dice con voz ronca:

—Vamos a la pieza…

La seguimos. La habitación está apenas iluminada, la cama desordenada, como si hubiera estado esperando por nosotros. Ella se tira boca arriba, abre los brazos y sonríe. Me acuesto a un costado, la beso con hambre contenida. Martín se queda de pie primero, observando, pero no tarda en acercarse.

Me acomodo entre sus piernas y vuelvo a cogerla. Esta vez lento, mirándole la cara. Ella me clava las uñas, gime, me muerde el cuello. Martín se sienta al borde de la cama, le acaricia el pelo, nos mira con los ojos brillantes.

Cuando la pongo arriba mío, la habitación se llena con sus gemidos. Ella cabalga fuerte, las tetas rebotan frente a mi cara, yo las agarro con las dos manos y me pierdo en ese cuerpo. Martín respira agitado, ya no tan quieto, ya más cerca de la cama.

La escena se calienta de nuevo hasta que me corro otra vez, hundido en ella. Quedo tendido, jadeando, mientras Anai me besa y después gira hacia su marido. Se abrazan fuerte, y en ese gesto entiendo que ahora es el turno de ellos.

Martín la agarra, la pone de costado y empieza a cogerla con desesperación. Yo me hago a un lado, todavía excitado, mirando cómo se mueven, cómo ella se abre para él. Anai grita su nombre, lo muerde, lo araña. Yo me acerco a besarla cuando ella estira la mano, pero cada vez participo menos. El centro es de ellos dos, y yo apenas soy testigo.

Deciden seguir en la ducha. El agua tibia golpea fuerte, la escena es más húmeda todavía. Martín la tiene contra la pared, la embiste sin parar. Ella gime, lo besa, se retuerce bajo su cuerpo. Yo me acerco a besarle el cuello, a tocarla, pero enseguida quedo corrido otra vez. Los dos están en su mundo, cerrando la noche entre ellos.

Cuando él se corre adentro suyo y ella se deja caer rendida, yo me aparto del baño. Camino hasta el living, me dejo caer en el sillón, desnudo, transpirado. Afuera hace frío, y la llovizna golpea suave contra el balcón. El contraste es brutal: adentro queda el eco de los gemidos; afuera, la ciudad está gris y mojada.

Ellos se demoran en salir del baño. Cuando lo hacen, se meten directo en la pieza, sin mirarme demasiado. Yo sigo en el sillón, con la cabeza a mil, mirando la lluvia por la ventana.

Fue mi primer trío. Intenso, prohibido, excitante. Pero el final me deja solo, con la respiración empañando el vidrio mientras la madrugada de Resistencia se llena de llovizna.

2 comentarios - Mi primer trío – Parte II

nukissy4438
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