Aquel verano mis padres planearon un viaje a unas cabañas de uno de sus amigos que se encontraba en la costa rodeado de lagunas y ríos con salida al mar nos iríamos cómodos ya que el viaje era largo, en el camino mi padre nos contaba que su amigo era casi casi como un hermano , después de un horas llevamos al lugar realmente era muy espectacular,
Llegamos a última hora de la tarde y mientras bajamos las cosas recibió un llamada mi padre que el auxiliar que había dejado en su trabajo se había accidentado , mientras discutía por teléfono nos volteó a ver y nos hizo la señal de que se iría nomas solucionaba todo y volvería y mientras le explicaba a su amigo Luis la situación
Luis : no no te preocupes amigo tú ve que yo cuidaré muy bien a tu familia así fue no tardó ni media hora en marcharse al tener que recorrer de noche la gran distancia hasta su trabajado.
Luis , un hombre alto y algo gordo la típica panza de borracho de unos cincuenta y tantos años estrechaba la mano de mi madre mientras se la comía con la mirada y su hijo, de poco más de veinte, “Felipe” que al parecer tenía un problema como mental o algo ,Nos recibieron enseñándonos la casa donde vivían y donde nos iban a acoger, una cabaña de dos plantas, estando los dormitorios en la primera, a los que se accedía por escaleras distintas los de la familia y los de los invitados.
Nos enseñaron nuestras habitaciones, una para mi madre y otra, adyacente, para mí, estando el cuarto de baño próximo a las mismas.
Felipe al verme me saludó , más se fijándose en mi madre, que, en aquella época debía tener unos 34 años. las miradas de los del joven fueron a los exuberantes encantos de mi madre, a sus tetas y a su culo, aunque ella no les dio importancia, saludándoles sonriente con un alegre
Madre : ¡Hola ! Felipe soy Raquel
Felipe : hola Raquel que bonita es usted
Madre : qué lindo Felipe gracias , los dejo chicos iré a dejar mis cosas ala habitación
Felipe ni yo perdíamos la oportunidad de ver a mi madre subiendo las escaleras ya que los jeans que llevaba Marcaban mucho su culo era un “vai ven” de caderas formaba un corazón perfecto en eso Felipe me sacó de trance
Felipe : me comento al oído:Apúntate que, después de la cena, quedamos detrás de la casa.
Yo :¡Ah, gracias, allí estaré!
Sorprendido le respondí también en voz baja, agradecido de que tan pronto me incluyeran en su “vida”
Al haber anochecido, nos dispusimos a cenar dejando la visita del pueblo para el día siguiente y, con la excusa de que estábamos cansados, mi madre les dijo que nos iríamos a dormir ya que era muy tarde , aunque felipe me dijo en voz baja señalando con su cabeza a una puerta abierta.
felipe : Te esperan en la parte de atrás.
Continuó giñándome un ojo y diciendo en voz baja Cuando escuches que tu hermana se mete en su habitación, sal sin hacer ruido.
Sorprendido de que el aquel chico pensara que era mi hermana en lugar de mi madre y que me propusiera desobedecer la orden de ella , no la dije nada a ésta, pensando que era una aguafiestas y que no la iba a hacer caso para poder divertirme con mi
“ nuevos amigo”
Después de lavarme los dientes y del beso de buenas noches que recibí de mi madre, me metí muy obediente en mi habitación, escuchando como ella cerraba la suya.
Sin hacer ruido, salí de mi habitación, cerrando la puerta, y, con la luz encendida de la planta baja, descendí sin problemas por las escaleras, encontrando a Felipe esperándome.
Felipe :Venga, date prisa!
Me dijo, abriendo una puerta que daba a la oscuridad, y, ante mis dudas, apoyando su mano en mi espalda, me empujó levemente y me dijo que nos diéramos prisa ¡Ven, no hagas ruido que está a punto!
Por su voz, supe que era el mismo que me había hablado antes, y me pregunté extrañado:
¿De qué está a punto?
Le seguí hacia unos árboles y arbustos donde, en la oscuridad, puede ver que estaba su padre el Señor Luis , observé que miraba hacia una ventana encendida en el primer piso. Una fina capa cubría la ventana, debía ser una cortina enrollable, pero era tan fino que se transparentaba al ser de noche fuera y haber luz dentro de la habitación.
Pasaron unos segundos y, de pronto, observé que alguien aparecía por la ventana.
¡La vi las tetas! ¡Eran enormes, redondas y erguidas! ¡Era mi madre! ¡Estaba observando las tetas desnudas de mi madre! ¡Y no era el único! ¡Todos la estaban viendo las tetas! ¡Todos!
Azorado, no sabía qué hacer ni qué decir ni dónde mirar, pero todos la observaban sin pestañear.
Volví a mirar hacia la ventana y allí estaba ella, mi madre, paseándose delante de la ventana con sus tetas desnudas bamboleándose en cada movimiento que daba. Al llegarla la ventana a la altura de la cintura, ¡gracias a dios!, no se podía ver si tampoco llevaba bragas, si iba completamente desnuda.
No parecía darse cuenta de que la observaban, no debía saberlo porque colocaba sin prisas ropa dentro del armario. Debía estar colocando la ropa que habíamos traído en la maleta.
Pero ¿no se había dado cuenta de que la ventana estaba abierta? ¿Quizá pensaba que la cortina no se transparentaría por la noche?
Escuché al lado mío unos ruidos y, al mirar, me di cuenta de que se Luis el señor había cambiado de posición tal vez para ver mejor en eso se sacó la verga y se estaban masturbando. ¡Se estaban masturbando mientras veían las tetas a mi madre!
Una vez hubo terminado mi madre de colocar la ropa, cerró la puerta del armario, y, mirando directamente hacia la ventana, ¡levantó el estor que la tapaba!, dándose cuenta en ese momento que se había paseado en tetas con la ventana abierta.
Emitiendo un gritito, se cubrió con sus manos las tetas, apartándose lo suficiente de la ventana para que no la viéramos. Al rato la vi aparecer la cabeza en el marco de la ventana y miró hacia afuera. Era tanta la oscuridad que no debió vernos, por lo que supuso que nadie la observaba y, descubriéndose nuevamente las tetas, cerró al momento la contraventana, acabando con el lúbrico espectáculo.
El hombre continuaban masturbándose, recordando las turgentes tetas de mi madre.
Era tanta la vergüenza que sentía que no me atrevía a moverme ni decir nada, pero si me di cuenta que yo también estaba excitado , aunque no me atreví a sacarme verga no masturbarme
Felipe : Ya acabó. Me voy a casa.
Me dijo en voz baja que me había invitado a unirme al show de mi madre en tetas.
Yo : ¿Por qué me has invitado ?
Me atreví a preguntarle en susurros.
Felipe: para que pudieras ver las tetas a tu hermana.
Fue su respuesta.
¿A mi hermana? Pero si es mi madre.
Pensé sin atreverme a sacarle de su error. Pensaba que era menos grave que vieran las tetas a mi hermana que a mi madre
Al observar que se alejaban todos, me fui hacia la casa donde vimos a mi madre en tetas.
Al irme a mi habitación de la puerta me esperaba felipe que, sonriéndome perverso, me preguntó:
¿Te ha gustado?
Solamente me atreví a decir en voz baja un escueto “Sí”, no me atreví a darle otra respuesta, y él me respondió:
Si no la dices nada, muchas más cosas verás que te gustarán.
Entrando en la casa, subí sin hacer ruido a mi habitación y, poniéndome el pijama, me acosté en mi cama.
Me costó dormirme por la vergüenza y por la excitación provocada por lo que había visto. La vergüenza dio paso al morbo y me masturbé dos veces antes de dormirme.
A la mañana siguiente me despertó la puerta de mi habitación cerrándose y la voz de mi madre al otro lado del pasillo:
Madre :No funciona el agua del baño.
Felipe : Se ha cortado en toda la casa, pero puedes ducharte en el patio.
Fue la respuesta que recibió de felipe y, tras una breve pausa, continuó:
Felipe :¡Ven, que te lo enseño!
Levantándome de la cama, abrí la puerta y observé como mi madre seguía al joven descendiendo por las escaleras.
Pensé que lo mejor era seguirlos y, cerrando la puerta de mi dormitorio, me cambié tan rápido como pude.
Ya vestido me crucé con Felipe antes de bajar por las escaleras y me dijo:
¡Ven, acompáñame!
No bajamos sino que, siguiéndole, me llevó hasta una terraza de la casa llena de macetas donde, mediante señales, me indicó que me mantuviera en silencio y, tumbándome en el suelo, reptara hasta el borde y mirara hacia abajo.
Eso hice y, mirando hacia abajo, vi a unos tres metros el patio y donde había echo como un baño secundario con una tina dentro con como pareces falsas de madera más o menos metro y medio de lado, sin techo y en medio del cuadrado una ducha rudimentaria. Mientras felipe le mostraba el “baño” actuaba como si estuviera muy mal mentalmente ósea más de lo normal realmente ahora que lo pienso tal vez no estaba mala la baba se caí y ponía sus pies de forma que parecía que se fuera a caer doblaba sus manos ósea el muy cabron buscaba la forma de tocar a mi madre y lo logró poniendo una de sus manos en el culo de mi madre que su cara se sonrojo “ ahí felipe” esa mano jeje
Felipe :perdón perdón es que no puedo controla mi enfermedad
Mamá : hay no no te preocupe está bien
Felipe : cualquier cosa que necesite me avisa
Mamá : jeje gracias que amable
En mi madre cierra la puerta provisional poniendo como un tipo de cadenas porque mi madre no se fiaba de nada ,tras mirar dentro, paseaba su mirada a diestro y siniestro por si alguien la veía, dudando si meterse ya que no confiaba en él “chico” Optó por meterse, sin saber dónde colocar la toalla y sus ropas. Había un gancho en la parte exterior de una del baño pero no se atrevió a dejar nada allí, así que, entrando dentro del rudimentario baño , se puso de puntillas y dejó la toalla sobre la parte superior de la de las paredes de madera , así como un bote gel y una esponja en el suelo.
Se quitó las sandalias , se desabotonó el vestido para dormir como bata y, quitándoselo, se quedó en bragas y sujetador. ¡Se estaba desnudando mi madre y yo estaba allí viéndolo Tumbado bocabajo en la terraza así que mi atención a mi madre que, otra vez de puntillas, puso el vestido en la parte superior de otra de pared Se soltó a continuación el sujetador por detrás y, quitándoselo, la pude ver nuevamente las enormes tetas erguidas y redondeadas, que emergían pezones rosados y erectos
Dejó el sostén sobre el vestido y se bajó las bragas, quitándoselas. Ahora la veía la entrepierna, el coño apenas cubierto por una fina franja de vello púbico de color castaño claro.
¡La estaba viendo desnuda, completamente desnuda! ¡Estaba viendo completamente desnuda a mi madre!
Girándose hacia la llave , ahora la observé las nalgas, macizas y erguidas, sin una pizca de celulitis ni manchas o granos, perfectas.
Abrió una válvula con una marca de color azul y dejó que el agua cayera mojándola sola una mano, luego hizo lo mismo con la marcada de rojo, y, cuando pensó que el chorro tenía la temperatura correcta, se metió debajo.
El agua fluía sobre su cuerpo, recorriendo las curvas de sus senos, de sus caderas, de sus glúteos y muslos, penetrando en todos sus recovecos, metiéndose entre sus labios vaginales.
Agachándose hacia delante para coger el bote y la esponja que había dejado, pude observar con toda nitidez la esplendidez de sus nalgas, de su culo , y, entre sus piernas, su vulva chorreando fluidos, agua seguramente en esos instantes.
Vertió contenido del frasco en su mano, masajeando con él su cabello y obteniendo espuma. Luego lo vertió en la esponja con la que masajeo su cuerpo, sus senos, incidiendo no solo en sus axilas sino también en su entrepierna donde dedicó bastante tiempo, tanto se lo masajeo que diría yo que se masturbaba, aunque antes de llegar al éxtasis se detuvo.
Mientras yo gozaba del espectáculo y mi madre pienso que se masturbaba, felipe se acercó en silencio y, levantando la mirada hacia mí, me sonrió perverso, procediendo luego a llevarse primero la toalla y luego toda la ropa .
Cuando mi madre detuvo el fluir del agua, se volvió hacia la toalla, pero ¡ya no estaba! ¡Tampoco su ropa!
La vi la sorpresa reflejada en su rostro, abriendo mucho los ojos y la boca, y luego la vergüenza la tiñó de encarnado desde la parte superior de sus senos cubriéndola la cara.
Sin saber qué hacer, se quedó varios segundos inmóvil y, cuando reaccionó, abrió un poco la puerta, viendo si había alguien observándola o que pudiera ayudarla para recuperar su ropa. Como no debió ver a nadie, abrió más la puerta, lo suficiente para poder salir, y, cubriéndose con un brazo los senos y la entrepierna con la mano del otro brazo, salió tímidamente del baño
Lo primero que hizo fue mirar si había caído la toalla al suelo, pero, al no verla, emitió un ligero chillido de asombro y se quedó literalmente petrificada, dándose cuenta de que alguien se la había quitado. Aun así, abriendo de todo la puerta, probó suerte en el otro lado y, desplazándose despacio, miró si su vestido y su ropa interior habían caído al suelo, pero no, tampoco estaba su ropa en el suelo, ni su vestido, bragas y sostén . ¡La habían robado la ropa! ¡La habían dejado totalmente desnuda!
Y ¿ahora que iba a hacer?, debió preguntarse y, metiéndose nuevamente dentro del baño, cerró la puerta tras ella, permaneciendo unos segundos dudando qué hacer.
La escuché decir en voz alta:
¡Por favor, por favor, que alguien me ayude!
Se calló durante un par de segundos para volver a repetir la misma frase con un volumen más alto de voz.
Repitió su solicitud de auxilio con pequeñas variaciones durante varios minutos a un volumen cada vez mayor, haciendo breves paradas de poco menos de un minuto, hasta que cansada de no obtener respuesta, optó por salir del baño
Se cubrió nuevamente los senos con un brazo y el sexo con la otra mano y, abriendo la puerta, echo un vistazo alrededor por si alguien la veía, y salió corriendo a saltitos hacia la puerta de la casa, donde desapareció.
Al verla desaparecer me levanté rápido del suelo y eché a correr hacia ella con el ánimo de esconderme y que no la viera en su actual estado, completamente desnuda.
Cuando la alcancé que ella se escondía con diferentes partes de la casa en el sofá , en el pilar y así mientras yo hacía lo mismo detrás de ella para no perder detalle en eso se escucha una puerta que daba al largo pasillo escuché era Luis
Luis :¿Qué haces así, criatura? ¿Qué te ha pasado?
Me Asomé por encima del sofá y observé la espalda del hombre y a mi madre frente a él, encogida, con el rostro colorado como un tomate y cubriéndose con sus manos y brazos las tetas y el coño.
La escuché balbucear algo incoherente y, a continuación, echó a correr, esquivando el cuerpo de Luis Balanceando las tetas, comenzó a subir tan deprisa como podía las escaleras, acercándose a donde yo estaba, mientras el hombre se reía a carcajadas y la observaba empalmado el movimiento bamboleante de las masizas nalgas.
Tanta prisa tenía y tan avergonzada estaba que no me vio y, metiéndose en su dormitorio, cerró la puerta tras ella.
Sin hacer ruido me metí en mi habitación, escuchando antes sus sollozos y se me encogió el corazón.
Lloraba por la vergüenza que acababa de sufrir. La habían robado la ropa y el anfitrión la había visto completamente desnuda corriendo por la casa y se había reído de ella.
Aguanté en mi habitación casi media hora, tumbado sobre la cama, mirando al techo y recordando empalmado el voluptuoso cuerpo desnudo de mi madre, hasta que las ganas de mear me obligaron a salir al baño.
Bajando luego a la cocina me puse a desayunar lo que me dio lo que había preparado el señor Luis pero no tardó en bajar también mi madre, y, para mi sorpresa, se había puesto el mismo vestido que llevaba antes. ¿Cómo lo había recuperado? ¿Lo habría puesto el joven perverso encima de la cama de su mismo dormitorio?
Aunque tenía los ojos rojos de haber llorado, intentó disimular como si no hubiera sucedido nada y se puso a desayunar conmigo.
La conversación giró sobre cómo había dormido, si había pasado calor, pero nada de su experiencia de anoche cuando la vimos todos las tetas ni de esta misma mañana, de hace no mucho más de una hora, cuando la robaron la ropa y corrió completamente desnuda por toda la casa. Después de desayunar el señor Luis nos invitó a mi madre y ami a conocer el pueblo , en eso pareció Felipe y me envito al río a pescar cangrejos, aunque la conversación siempre giraba sobre las tetas tan perfecta y redondas que tenía mi madre y lo que harían con ellas. Todavía pensaban que no era mi madre, sino mi hermana, por lo que suponían que tenían licencia para decirme todo tipo de barbaridades sobre sus tetas, sobre su coño y sobre todo lo que la harían.
Llegó la hora de la comida
Al llegar a la casa donde estábamos alojados, me encontré a Señor Luis
¡Dile a tu madre que baje, que ya tenemos lista la comida!
Me ordenó el hombre yo, muy obediente, subí por las escaleras a avisarla, suponiendo que estaba en su dormitorio.
En la escalera apareció Felipe y, adelantándome, abrió la puerta de la habitación de mi madre, agarrándola en bragas y con las tetas al aire.
¡Vaya tetazas que tenía mi mamá!
Al darse cuenta mi madre chilló avergonzada, cubriéndose los senos con las manos.
¡A comer!
Fue lo que la dijo el joven riéndose y, cerrando la puerta, me guiñó un ojo, descendiendo a continuación por las escaleras.
Pocos minutos después bajó mi madre, ya con un vestido que la cubría las tetazas, y, aunque estaba seria y todavía con la cara algo colorada, no dijo nada y comió prácticamente en silencio, evitando mirar tanto al cabeza de familia como a su perverso retoño.
Después de la comida ayudó a lavar los platos, subiendo yo a mi habitación a descansar, aunque no me quitaba de la cabeza las grandes y erguidas tetas de mi madre.
No habían pasado ni quince minutos cuando se abrió la puerta del dormitorio, apareciendo ella, que me dijo que la hiciera hueco, acostándose conmigo.
En silencio, cerramos los ojos y me quedé dormido. Al despertar ya no estaba, en eso me encuentro con Felipe que me dice que vallamos a jugar al pueblo , mientras mi madre veía TV en eso Felipe me presenta unos amigos y comenzamos a jugar que el tiempo se pasó muy rápido y en eso ya no vi a Felipe así que rápidamente volví a casa ya anocheciendo cuando para cenar. Fue señor Luis otra vez la que me dijo que avisara a mi madre para que bajara a cenar.
Esta vez no vi a Felipe por ningún lado así que subí yo solo y, recordando cómo el joven había abierto la puerta del dormitorio de mi madre, tomándola por sorpresa en bragas y con las tetas al aire, hice empalmado lo mismo, abrir de sopetón la puerta y … ¡me los encontré follando!
Estaba mi madre tumbada bocarriba sobre la cama, completamente desnuda, y Felipe , también en pelota picada, de pies entre las piernas de ella y, moviéndose adelante y atrás, adelante y atrás, se la estaba follando.
¡Se estaba follando a mi madre!
El joven la sujetaba las torneadas piernas a la altura de su cintura mientras la embestía una y otra vez, provocando un lascivo vaivén a las voluptuosas tetas de mi madre, que gemía y suspiraba, manteniendo los ojos cerrados y la boca entreabierta, con su sonrosada lengua recorriendo sus voluptuosos labios mojados.
Me quedé inmóvil y en silencio, anonadado por lo que estaba viendo, ¡cómo se follaban a mi madre!
No sé cuánto tiempo permanecí viendo como se la tiraba, hasta que el joven, girando su cabeza hacia mí, me sonrió perverso, y entonces yo, desperté sobresaltado como de un húmedo y prohibido sueño, y, cerrando deprisa la puerta, bajé corriendo las escaleras.
Cuando llegué a bajo me senté a la mesa, donde ya estaba sentado el señor Luis preguntó sonriéndome:
¿Ya acaban?
No entendí muy bien la pregunta de tan conmocionado como estaba,
¿Ya baja?
¡Sí, sí, ya baja!
Respondí rápido, manteniendo todavía en mi retina lo que había visto arriba, a mi madre follando con las tetas al aire.
Como tardaba en bajar, empezamos a cenar , aunque diez minutos después bajó un felipe muy sonriente que, sentándose a la mesa, se sirvió del puchero que había en medio de la mesa y se puso a comer como si no se hubiera follado a mi madre.
Una mirada cómplice se cruzó con su padre y, mirándome, me volvió a guiñar un ojo.
Cinco minutos pasaron hasta que también bajó mi madre. Iba seria, con el pelo alborotado y el rostro encarnado. Sentándose también se sirvió y se puso a comer en silencio.
Después de la cena, mientras mi madre ayudaba a lavar los platos, Felipe me hizo un gesto para que le acompañara.
Subimos a las habitaciones y, entrando en la que yo dormía, me señaló un punto en la pared. Era un agujero perfectamente camuflado, imposible de ver si no te fijabas mucho. Me dijo que, mirando por él, podía ver la habitación donde dormía mi madre. No fue el único agujero que me señaló, sino que había unos diez más, desde donde, según él, podía ver todo lo que sucedía en la otra habitación. Me dijo que era un secreto entre nosotros dos y que los utilizara sin hacer ruido y con la luz de mi habitación apagada.
Finalmente me dijo que esa noche no habría espectáculo fuera, que mi madre había cerrado ya las contraventanas, pero que sería dentro y solo para mí si miraba por esos agujeros.
¡Tenía intención de follársela también por la noche! ¡Y me invitaba a verlo!
Aquella noche estuve observando a mi madre en su dormitorio a través de esos agujeros y, efectivamente, antes de que se pusiera un fino camisón, la vi las tetas cuando se quitó el vestido y el coño cuando hizo lo propio con las bragas. Antes de acostarse colocó una silla atrancando la puerta para que no entrara nadie. Temía que se colara alguien en su dormitorio y se la tirara.
Con la luz apagada se acostó y yo, en mi dormitorio también, pero no había pasado ni media hora cuando escuché como alguien quería entrar en la habitación de mi madre, pero la silla se lo impedía.
Escuché a mi madre levantarse y empujar la puerta para que no entrara.
Una voz en susurros apremió al otro lado de la puerta:
¡Déjame entrar!
Era la voz de Felipe y mi madre le respondió en voz baja:
¡No! ¡No! ¡Vete! ¡Vete!
¡Mañana serás otra vez mía!
Fue la respuesta del joven antes de marcharse, bajando las escaleras.
Al menos esa noche permanecimos tranquilos.
En la oscuridad de la noche recordé las hermosas tetas de mi madre y como se bamboleaban lascivas cuando se la estaban follando. Sin embargo una gran congoja apresaba mi corazón cuando recordaba a mi madre sufrir y llorar al estar desnuda, humillada y ultrajada. Sin embargo, prefería pensar que no opuso resistencia cuando se la estaban follando, sino más bien pensar que disfrutó del polvo que la estaba echando. ¡Prefería que fuera una calientapollas y una puta! ¡Prefería yo el placer a la tristeza! Así que, antes de dormirme, me hice una sabrosa paja recreandome una y otra vez el cuerpo desnudo de mi madre y el polvazo que la echaron.
Llegamos a última hora de la tarde y mientras bajamos las cosas recibió un llamada mi padre que el auxiliar que había dejado en su trabajo se había accidentado , mientras discutía por teléfono nos volteó a ver y nos hizo la señal de que se iría nomas solucionaba todo y volvería y mientras le explicaba a su amigo Luis la situación
Luis : no no te preocupes amigo tú ve que yo cuidaré muy bien a tu familia así fue no tardó ni media hora en marcharse al tener que recorrer de noche la gran distancia hasta su trabajado.
Luis , un hombre alto y algo gordo la típica panza de borracho de unos cincuenta y tantos años estrechaba la mano de mi madre mientras se la comía con la mirada y su hijo, de poco más de veinte, “Felipe” que al parecer tenía un problema como mental o algo ,Nos recibieron enseñándonos la casa donde vivían y donde nos iban a acoger, una cabaña de dos plantas, estando los dormitorios en la primera, a los que se accedía por escaleras distintas los de la familia y los de los invitados.
Nos enseñaron nuestras habitaciones, una para mi madre y otra, adyacente, para mí, estando el cuarto de baño próximo a las mismas.
Felipe al verme me saludó , más se fijándose en mi madre, que, en aquella época debía tener unos 34 años. las miradas de los del joven fueron a los exuberantes encantos de mi madre, a sus tetas y a su culo, aunque ella no les dio importancia, saludándoles sonriente con un alegre
Madre : ¡Hola ! Felipe soy Raquel
Felipe : hola Raquel que bonita es usted
Madre : qué lindo Felipe gracias , los dejo chicos iré a dejar mis cosas ala habitación
Felipe ni yo perdíamos la oportunidad de ver a mi madre subiendo las escaleras ya que los jeans que llevaba Marcaban mucho su culo era un “vai ven” de caderas formaba un corazón perfecto en eso Felipe me sacó de trance
Felipe : me comento al oído:Apúntate que, después de la cena, quedamos detrás de la casa.
Yo :¡Ah, gracias, allí estaré!
Sorprendido le respondí también en voz baja, agradecido de que tan pronto me incluyeran en su “vida”
Al haber anochecido, nos dispusimos a cenar dejando la visita del pueblo para el día siguiente y, con la excusa de que estábamos cansados, mi madre les dijo que nos iríamos a dormir ya que era muy tarde , aunque felipe me dijo en voz baja señalando con su cabeza a una puerta abierta.
felipe : Te esperan en la parte de atrás.
Continuó giñándome un ojo y diciendo en voz baja Cuando escuches que tu hermana se mete en su habitación, sal sin hacer ruido.
Sorprendido de que el aquel chico pensara que era mi hermana en lugar de mi madre y que me propusiera desobedecer la orden de ella , no la dije nada a ésta, pensando que era una aguafiestas y que no la iba a hacer caso para poder divertirme con mi
“ nuevos amigo”
Después de lavarme los dientes y del beso de buenas noches que recibí de mi madre, me metí muy obediente en mi habitación, escuchando como ella cerraba la suya.
Sin hacer ruido, salí de mi habitación, cerrando la puerta, y, con la luz encendida de la planta baja, descendí sin problemas por las escaleras, encontrando a Felipe esperándome.
Felipe :Venga, date prisa!
Me dijo, abriendo una puerta que daba a la oscuridad, y, ante mis dudas, apoyando su mano en mi espalda, me empujó levemente y me dijo que nos diéramos prisa ¡Ven, no hagas ruido que está a punto!
Por su voz, supe que era el mismo que me había hablado antes, y me pregunté extrañado:
¿De qué está a punto?
Le seguí hacia unos árboles y arbustos donde, en la oscuridad, puede ver que estaba su padre el Señor Luis , observé que miraba hacia una ventana encendida en el primer piso. Una fina capa cubría la ventana, debía ser una cortina enrollable, pero era tan fino que se transparentaba al ser de noche fuera y haber luz dentro de la habitación.
Pasaron unos segundos y, de pronto, observé que alguien aparecía por la ventana.
¡La vi las tetas! ¡Eran enormes, redondas y erguidas! ¡Era mi madre! ¡Estaba observando las tetas desnudas de mi madre! ¡Y no era el único! ¡Todos la estaban viendo las tetas! ¡Todos!
Azorado, no sabía qué hacer ni qué decir ni dónde mirar, pero todos la observaban sin pestañear.
Volví a mirar hacia la ventana y allí estaba ella, mi madre, paseándose delante de la ventana con sus tetas desnudas bamboleándose en cada movimiento que daba. Al llegarla la ventana a la altura de la cintura, ¡gracias a dios!, no se podía ver si tampoco llevaba bragas, si iba completamente desnuda.
No parecía darse cuenta de que la observaban, no debía saberlo porque colocaba sin prisas ropa dentro del armario. Debía estar colocando la ropa que habíamos traído en la maleta.
Pero ¿no se había dado cuenta de que la ventana estaba abierta? ¿Quizá pensaba que la cortina no se transparentaría por la noche?
Escuché al lado mío unos ruidos y, al mirar, me di cuenta de que se Luis el señor había cambiado de posición tal vez para ver mejor en eso se sacó la verga y se estaban masturbando. ¡Se estaban masturbando mientras veían las tetas a mi madre!
Una vez hubo terminado mi madre de colocar la ropa, cerró la puerta del armario, y, mirando directamente hacia la ventana, ¡levantó el estor que la tapaba!, dándose cuenta en ese momento que se había paseado en tetas con la ventana abierta.
Emitiendo un gritito, se cubrió con sus manos las tetas, apartándose lo suficiente de la ventana para que no la viéramos. Al rato la vi aparecer la cabeza en el marco de la ventana y miró hacia afuera. Era tanta la oscuridad que no debió vernos, por lo que supuso que nadie la observaba y, descubriéndose nuevamente las tetas, cerró al momento la contraventana, acabando con el lúbrico espectáculo.
El hombre continuaban masturbándose, recordando las turgentes tetas de mi madre.
Era tanta la vergüenza que sentía que no me atrevía a moverme ni decir nada, pero si me di cuenta que yo también estaba excitado , aunque no me atreví a sacarme verga no masturbarme
Felipe : Ya acabó. Me voy a casa.
Me dijo en voz baja que me había invitado a unirme al show de mi madre en tetas.
Yo : ¿Por qué me has invitado ?
Me atreví a preguntarle en susurros.
Felipe: para que pudieras ver las tetas a tu hermana.
Fue su respuesta.
¿A mi hermana? Pero si es mi madre.
Pensé sin atreverme a sacarle de su error. Pensaba que era menos grave que vieran las tetas a mi hermana que a mi madre
Al observar que se alejaban todos, me fui hacia la casa donde vimos a mi madre en tetas.
Al irme a mi habitación de la puerta me esperaba felipe que, sonriéndome perverso, me preguntó:
¿Te ha gustado?
Solamente me atreví a decir en voz baja un escueto “Sí”, no me atreví a darle otra respuesta, y él me respondió:
Si no la dices nada, muchas más cosas verás que te gustarán.
Entrando en la casa, subí sin hacer ruido a mi habitación y, poniéndome el pijama, me acosté en mi cama.
Me costó dormirme por la vergüenza y por la excitación provocada por lo que había visto. La vergüenza dio paso al morbo y me masturbé dos veces antes de dormirme.
A la mañana siguiente me despertó la puerta de mi habitación cerrándose y la voz de mi madre al otro lado del pasillo:
Madre :No funciona el agua del baño.
Felipe : Se ha cortado en toda la casa, pero puedes ducharte en el patio.
Fue la respuesta que recibió de felipe y, tras una breve pausa, continuó:
Felipe :¡Ven, que te lo enseño!
Levantándome de la cama, abrí la puerta y observé como mi madre seguía al joven descendiendo por las escaleras.
Pensé que lo mejor era seguirlos y, cerrando la puerta de mi dormitorio, me cambié tan rápido como pude.
Ya vestido me crucé con Felipe antes de bajar por las escaleras y me dijo:
¡Ven, acompáñame!
No bajamos sino que, siguiéndole, me llevó hasta una terraza de la casa llena de macetas donde, mediante señales, me indicó que me mantuviera en silencio y, tumbándome en el suelo, reptara hasta el borde y mirara hacia abajo.
Eso hice y, mirando hacia abajo, vi a unos tres metros el patio y donde había echo como un baño secundario con una tina dentro con como pareces falsas de madera más o menos metro y medio de lado, sin techo y en medio del cuadrado una ducha rudimentaria. Mientras felipe le mostraba el “baño” actuaba como si estuviera muy mal mentalmente ósea más de lo normal realmente ahora que lo pienso tal vez no estaba mala la baba se caí y ponía sus pies de forma que parecía que se fuera a caer doblaba sus manos ósea el muy cabron buscaba la forma de tocar a mi madre y lo logró poniendo una de sus manos en el culo de mi madre que su cara se sonrojo “ ahí felipe” esa mano jeje
Felipe :perdón perdón es que no puedo controla mi enfermedad
Mamá : hay no no te preocupe está bien
Felipe : cualquier cosa que necesite me avisa
Mamá : jeje gracias que amable
En mi madre cierra la puerta provisional poniendo como un tipo de cadenas porque mi madre no se fiaba de nada ,tras mirar dentro, paseaba su mirada a diestro y siniestro por si alguien la veía, dudando si meterse ya que no confiaba en él “chico” Optó por meterse, sin saber dónde colocar la toalla y sus ropas. Había un gancho en la parte exterior de una del baño pero no se atrevió a dejar nada allí, así que, entrando dentro del rudimentario baño , se puso de puntillas y dejó la toalla sobre la parte superior de la de las paredes de madera , así como un bote gel y una esponja en el suelo.
Se quitó las sandalias , se desabotonó el vestido para dormir como bata y, quitándoselo, se quedó en bragas y sujetador. ¡Se estaba desnudando mi madre y yo estaba allí viéndolo Tumbado bocabajo en la terraza así que mi atención a mi madre que, otra vez de puntillas, puso el vestido en la parte superior de otra de pared Se soltó a continuación el sujetador por detrás y, quitándoselo, la pude ver nuevamente las enormes tetas erguidas y redondeadas, que emergían pezones rosados y erectos
Dejó el sostén sobre el vestido y se bajó las bragas, quitándoselas. Ahora la veía la entrepierna, el coño apenas cubierto por una fina franja de vello púbico de color castaño claro.
¡La estaba viendo desnuda, completamente desnuda! ¡Estaba viendo completamente desnuda a mi madre!
Girándose hacia la llave , ahora la observé las nalgas, macizas y erguidas, sin una pizca de celulitis ni manchas o granos, perfectas.
Abrió una válvula con una marca de color azul y dejó que el agua cayera mojándola sola una mano, luego hizo lo mismo con la marcada de rojo, y, cuando pensó que el chorro tenía la temperatura correcta, se metió debajo.
El agua fluía sobre su cuerpo, recorriendo las curvas de sus senos, de sus caderas, de sus glúteos y muslos, penetrando en todos sus recovecos, metiéndose entre sus labios vaginales.
Agachándose hacia delante para coger el bote y la esponja que había dejado, pude observar con toda nitidez la esplendidez de sus nalgas, de su culo , y, entre sus piernas, su vulva chorreando fluidos, agua seguramente en esos instantes.
Vertió contenido del frasco en su mano, masajeando con él su cabello y obteniendo espuma. Luego lo vertió en la esponja con la que masajeo su cuerpo, sus senos, incidiendo no solo en sus axilas sino también en su entrepierna donde dedicó bastante tiempo, tanto se lo masajeo que diría yo que se masturbaba, aunque antes de llegar al éxtasis se detuvo.
Mientras yo gozaba del espectáculo y mi madre pienso que se masturbaba, felipe se acercó en silencio y, levantando la mirada hacia mí, me sonrió perverso, procediendo luego a llevarse primero la toalla y luego toda la ropa .
Cuando mi madre detuvo el fluir del agua, se volvió hacia la toalla, pero ¡ya no estaba! ¡Tampoco su ropa!
La vi la sorpresa reflejada en su rostro, abriendo mucho los ojos y la boca, y luego la vergüenza la tiñó de encarnado desde la parte superior de sus senos cubriéndola la cara.
Sin saber qué hacer, se quedó varios segundos inmóvil y, cuando reaccionó, abrió un poco la puerta, viendo si había alguien observándola o que pudiera ayudarla para recuperar su ropa. Como no debió ver a nadie, abrió más la puerta, lo suficiente para poder salir, y, cubriéndose con un brazo los senos y la entrepierna con la mano del otro brazo, salió tímidamente del baño
Lo primero que hizo fue mirar si había caído la toalla al suelo, pero, al no verla, emitió un ligero chillido de asombro y se quedó literalmente petrificada, dándose cuenta de que alguien se la había quitado. Aun así, abriendo de todo la puerta, probó suerte en el otro lado y, desplazándose despacio, miró si su vestido y su ropa interior habían caído al suelo, pero no, tampoco estaba su ropa en el suelo, ni su vestido, bragas y sostén . ¡La habían robado la ropa! ¡La habían dejado totalmente desnuda!
Y ¿ahora que iba a hacer?, debió preguntarse y, metiéndose nuevamente dentro del baño, cerró la puerta tras ella, permaneciendo unos segundos dudando qué hacer.
La escuché decir en voz alta:
¡Por favor, por favor, que alguien me ayude!
Se calló durante un par de segundos para volver a repetir la misma frase con un volumen más alto de voz.
Repitió su solicitud de auxilio con pequeñas variaciones durante varios minutos a un volumen cada vez mayor, haciendo breves paradas de poco menos de un minuto, hasta que cansada de no obtener respuesta, optó por salir del baño
Se cubrió nuevamente los senos con un brazo y el sexo con la otra mano y, abriendo la puerta, echo un vistazo alrededor por si alguien la veía, y salió corriendo a saltitos hacia la puerta de la casa, donde desapareció.
Al verla desaparecer me levanté rápido del suelo y eché a correr hacia ella con el ánimo de esconderme y que no la viera en su actual estado, completamente desnuda.
Cuando la alcancé que ella se escondía con diferentes partes de la casa en el sofá , en el pilar y así mientras yo hacía lo mismo detrás de ella para no perder detalle en eso se escucha una puerta que daba al largo pasillo escuché era Luis
Luis :¿Qué haces así, criatura? ¿Qué te ha pasado?
Me Asomé por encima del sofá y observé la espalda del hombre y a mi madre frente a él, encogida, con el rostro colorado como un tomate y cubriéndose con sus manos y brazos las tetas y el coño.
La escuché balbucear algo incoherente y, a continuación, echó a correr, esquivando el cuerpo de Luis Balanceando las tetas, comenzó a subir tan deprisa como podía las escaleras, acercándose a donde yo estaba, mientras el hombre se reía a carcajadas y la observaba empalmado el movimiento bamboleante de las masizas nalgas.
Tanta prisa tenía y tan avergonzada estaba que no me vio y, metiéndose en su dormitorio, cerró la puerta tras ella.
Sin hacer ruido me metí en mi habitación, escuchando antes sus sollozos y se me encogió el corazón.
Lloraba por la vergüenza que acababa de sufrir. La habían robado la ropa y el anfitrión la había visto completamente desnuda corriendo por la casa y se había reído de ella.
Aguanté en mi habitación casi media hora, tumbado sobre la cama, mirando al techo y recordando empalmado el voluptuoso cuerpo desnudo de mi madre, hasta que las ganas de mear me obligaron a salir al baño.
Bajando luego a la cocina me puse a desayunar lo que me dio lo que había preparado el señor Luis pero no tardó en bajar también mi madre, y, para mi sorpresa, se había puesto el mismo vestido que llevaba antes. ¿Cómo lo había recuperado? ¿Lo habría puesto el joven perverso encima de la cama de su mismo dormitorio?
Aunque tenía los ojos rojos de haber llorado, intentó disimular como si no hubiera sucedido nada y se puso a desayunar conmigo.
La conversación giró sobre cómo había dormido, si había pasado calor, pero nada de su experiencia de anoche cuando la vimos todos las tetas ni de esta misma mañana, de hace no mucho más de una hora, cuando la robaron la ropa y corrió completamente desnuda por toda la casa. Después de desayunar el señor Luis nos invitó a mi madre y ami a conocer el pueblo , en eso pareció Felipe y me envito al río a pescar cangrejos, aunque la conversación siempre giraba sobre las tetas tan perfecta y redondas que tenía mi madre y lo que harían con ellas. Todavía pensaban que no era mi madre, sino mi hermana, por lo que suponían que tenían licencia para decirme todo tipo de barbaridades sobre sus tetas, sobre su coño y sobre todo lo que la harían.
Llegó la hora de la comida
Al llegar a la casa donde estábamos alojados, me encontré a Señor Luis
¡Dile a tu madre que baje, que ya tenemos lista la comida!
Me ordenó el hombre yo, muy obediente, subí por las escaleras a avisarla, suponiendo que estaba en su dormitorio.
En la escalera apareció Felipe y, adelantándome, abrió la puerta de la habitación de mi madre, agarrándola en bragas y con las tetas al aire.
¡Vaya tetazas que tenía mi mamá!
Al darse cuenta mi madre chilló avergonzada, cubriéndose los senos con las manos.
¡A comer!
Fue lo que la dijo el joven riéndose y, cerrando la puerta, me guiñó un ojo, descendiendo a continuación por las escaleras.
Pocos minutos después bajó mi madre, ya con un vestido que la cubría las tetazas, y, aunque estaba seria y todavía con la cara algo colorada, no dijo nada y comió prácticamente en silencio, evitando mirar tanto al cabeza de familia como a su perverso retoño.
Después de la comida ayudó a lavar los platos, subiendo yo a mi habitación a descansar, aunque no me quitaba de la cabeza las grandes y erguidas tetas de mi madre.
No habían pasado ni quince minutos cuando se abrió la puerta del dormitorio, apareciendo ella, que me dijo que la hiciera hueco, acostándose conmigo.
En silencio, cerramos los ojos y me quedé dormido. Al despertar ya no estaba, en eso me encuentro con Felipe que me dice que vallamos a jugar al pueblo , mientras mi madre veía TV en eso Felipe me presenta unos amigos y comenzamos a jugar que el tiempo se pasó muy rápido y en eso ya no vi a Felipe así que rápidamente volví a casa ya anocheciendo cuando para cenar. Fue señor Luis otra vez la que me dijo que avisara a mi madre para que bajara a cenar.
Esta vez no vi a Felipe por ningún lado así que subí yo solo y, recordando cómo el joven había abierto la puerta del dormitorio de mi madre, tomándola por sorpresa en bragas y con las tetas al aire, hice empalmado lo mismo, abrir de sopetón la puerta y … ¡me los encontré follando!
Estaba mi madre tumbada bocarriba sobre la cama, completamente desnuda, y Felipe , también en pelota picada, de pies entre las piernas de ella y, moviéndose adelante y atrás, adelante y atrás, se la estaba follando.
¡Se estaba follando a mi madre!
El joven la sujetaba las torneadas piernas a la altura de su cintura mientras la embestía una y otra vez, provocando un lascivo vaivén a las voluptuosas tetas de mi madre, que gemía y suspiraba, manteniendo los ojos cerrados y la boca entreabierta, con su sonrosada lengua recorriendo sus voluptuosos labios mojados.
Me quedé inmóvil y en silencio, anonadado por lo que estaba viendo, ¡cómo se follaban a mi madre!
No sé cuánto tiempo permanecí viendo como se la tiraba, hasta que el joven, girando su cabeza hacia mí, me sonrió perverso, y entonces yo, desperté sobresaltado como de un húmedo y prohibido sueño, y, cerrando deprisa la puerta, bajé corriendo las escaleras.
Cuando llegué a bajo me senté a la mesa, donde ya estaba sentado el señor Luis preguntó sonriéndome:
¿Ya acaban?
No entendí muy bien la pregunta de tan conmocionado como estaba,
¿Ya baja?
¡Sí, sí, ya baja!
Respondí rápido, manteniendo todavía en mi retina lo que había visto arriba, a mi madre follando con las tetas al aire.
Como tardaba en bajar, empezamos a cenar , aunque diez minutos después bajó un felipe muy sonriente que, sentándose a la mesa, se sirvió del puchero que había en medio de la mesa y se puso a comer como si no se hubiera follado a mi madre.
Una mirada cómplice se cruzó con su padre y, mirándome, me volvió a guiñar un ojo.
Cinco minutos pasaron hasta que también bajó mi madre. Iba seria, con el pelo alborotado y el rostro encarnado. Sentándose también se sirvió y se puso a comer en silencio.
Después de la cena, mientras mi madre ayudaba a lavar los platos, Felipe me hizo un gesto para que le acompañara.
Subimos a las habitaciones y, entrando en la que yo dormía, me señaló un punto en la pared. Era un agujero perfectamente camuflado, imposible de ver si no te fijabas mucho. Me dijo que, mirando por él, podía ver la habitación donde dormía mi madre. No fue el único agujero que me señaló, sino que había unos diez más, desde donde, según él, podía ver todo lo que sucedía en la otra habitación. Me dijo que era un secreto entre nosotros dos y que los utilizara sin hacer ruido y con la luz de mi habitación apagada.
Finalmente me dijo que esa noche no habría espectáculo fuera, que mi madre había cerrado ya las contraventanas, pero que sería dentro y solo para mí si miraba por esos agujeros.
¡Tenía intención de follársela también por la noche! ¡Y me invitaba a verlo!
Aquella noche estuve observando a mi madre en su dormitorio a través de esos agujeros y, efectivamente, antes de que se pusiera un fino camisón, la vi las tetas cuando se quitó el vestido y el coño cuando hizo lo propio con las bragas. Antes de acostarse colocó una silla atrancando la puerta para que no entrara nadie. Temía que se colara alguien en su dormitorio y se la tirara.
Con la luz apagada se acostó y yo, en mi dormitorio también, pero no había pasado ni media hora cuando escuché como alguien quería entrar en la habitación de mi madre, pero la silla se lo impedía.
Escuché a mi madre levantarse y empujar la puerta para que no entrara.
Una voz en susurros apremió al otro lado de la puerta:
¡Déjame entrar!
Era la voz de Felipe y mi madre le respondió en voz baja:
¡No! ¡No! ¡Vete! ¡Vete!
¡Mañana serás otra vez mía!
Fue la respuesta del joven antes de marcharse, bajando las escaleras.
Al menos esa noche permanecimos tranquilos.
En la oscuridad de la noche recordé las hermosas tetas de mi madre y como se bamboleaban lascivas cuando se la estaban follando. Sin embargo una gran congoja apresaba mi corazón cuando recordaba a mi madre sufrir y llorar al estar desnuda, humillada y ultrajada. Sin embargo, prefería pensar que no opuso resistencia cuando se la estaban follando, sino más bien pensar que disfrutó del polvo que la estaba echando. ¡Prefería que fuera una calientapollas y una puta! ¡Prefería yo el placer a la tristeza! Así que, antes de dormirme, me hice una sabrosa paja recreandome una y otra vez el cuerpo desnudo de mi madre y el polvazo que la echaron.
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