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Cornudo de toda la vida. Cap II

Bueno, he aquí el segundo capítulo de la curiosa historia de Juliana y Emilio. Espero que lo disfruten. 

Les agradezco de antemano que dejen puntos, comentarios y ponerlo en favoritos. Así ayudamos a que más personas lo puedan ver y compartir. 

También les agradezco los mensajes que me han llegado. Me gustaría que, si quieren, me manden cosas morbosas que les gustaría que sucedan en las próximas ediciones. Gracias. 

Les dejo el capítulo anterior, por si quieren leerlo antes:
http://m.poringa.net/posts/relatos/6053189/Cornudo-de-toda-la-vida-Cap-I.html


Bueno, acá va. 


Cornudo de toda la vida. Cap II
“Derrota por goleada”


Eran más o menos las cinco de la tarde de un sábado de verano de esos que el sol parece tomárselo personal con la humanidad y el calor en la calle es insufrible. 

Emilio y Juliana estaban tirados en el sillón, con el aire acondicionado a full, mirando una serie. Ella estaba vestida con un vestido suelto de color celeste, lo suficientemente largo como para no dejarla en bolas, pero lo suficientemente corto para que cualquier movimiento no controlado dejara expuestos sus conocidos atributos de femme fatale. Él, vestido solamente con un short de playa y una remera, estaba recostado sobre ella, mientras se dejaba acariciar el pelo al ritmo de la trama no muy entretenida de la serie que se habían obligado a ver por simple fomo. 

Se habían pasado todo el día en esa. Sin muchas energías para hacer nada más, ni pensar en salir a la calle a sufrir las altísimas temperaturas. 

El sonido del timbre de la puerta los sacó a ambos del letargo. Se miraron confundidos como preguntándose quién podría ser que llamara, pero sobre todo quién podía ser tan valiente de estar allí afuera en ese momento. Emi se levantó con pasmosidad y se acercó a la ventana de la calle para ver quién era el inoportuno. Se sorprendió alegremente al notar que se trataba de Lautaro, su sobrino de 19 años, que junto con un grupo de tres amigos esperaban fuera de su casa, moviéndose de un lado al otro, intentando inútilmente escapar del sol. 

- ¡Qué agradable sorpresa! - le dijo mientras le abría la puerta - ¿Qué hacen acá con este calor insoportable, sobrino? - le preguntó sin poder evitar la curiosidad - .
- ¡Tío! ¿Qué hacés? - lo saludó mientras los cuatro saltaban dentro de la casa, buscando la protección del aire acondicionado - Nada, andábamos en el barrio. Íbamos a ir a la playa, pero el pelotudo de Matías se demoró en aprontarse y perdimos el bus - le explicó - ¿Te jode que nos quedemos un rato? - le preguntó con cara de pedir un gran favor - . 

Emilio accedió complaciente y alegre, sin siquiera consultarle a Juliana, que ya se había puesto de pie, dejando que el vestido le cubriera el inicio de las piernas, al menos. Se acercó al grupo de jóvenes y los saludó uno por uno. Primero a Lautaro, y después a sus amigos, Ezequiel, Matías y luego a Pablo. 

Este último le llamó bastante la atención. Era diferente a los otros tres. Tenía la complexión física de un deportista juvenil, de esos que tanto le gustaban cuando era adolescente. Exactamente de esos con los que solía meterle los cuernos a Emilio cuando estaban en el San Bernardo. Se preguntó por dentro por qué se juntaría con los otros. Fiel a su estilo, a este le dedicó un saludo algo más efusivo, apoyándole las lolas operadas suavemente en su brazo cuando se acercó a darle un beso en la mejilla. 

Emilio sugirió que se quedaran a merendar. Total, la hora era perfecta para eso.

- ¿Y si además de una merienda pinta un campeonato de FIFA, tío? - le preguntó Lautaro haciéndose el buenito, como acostumbraba cuando quería sacarle algo a su tío - .

Emilio la miró a Juliana, como pidiéndole permiso. 

- A mí no me mires. Yo no voy a jugar, pero si quieren jueguen sí. Ya que están acá aprovechá que tenés con quien jugar - le respondió ella, con un tono algo maternal - .

La felicidad de Emilio, su sobrino y los amigos fue total.

- ¡Sos la mejor, tía! - le dijo casi gritando de la emoción Lautaro - .
- Callate, adulador. - le respondió haciéndose la dura - Ustedes acomoden que yo voy preparando la merienda - se ofreció manteniendo su espíritu aparentemente maternal - .

Acto seguido se giró sobre su eje para dirigirse a la cocina, a sabiendas de que en su movimiento el vestido se le había levantado un poco, dejando al descubierto su redonda cola, y hasta seguramente la tanga de algodón blanca que llevaba puesta, al menos lo suficiente para despertar intriga en sus visitantes. Caminó hasta la cocina como solía hacerlo, con la certeza de que todo el mundo estaría pendiente de sus movimientos. 

Los pibes se acomodaron en los sillones, y empezó un griterío casi adolescente para definir qué equipos elegían cada uno, y cómo armaban el campeonato. Emilio eligió el Real Madrid, ante la reprobación Lautaro y su grupo de amigos. 

Mientras tanto, Juliana iba y venía de la cocina trayendo diferentes bocados, jugo y gaseosa para sus invitados. En cada ir y venir, se aseguraba de que los pendejos no le sacaran los ojos de encima. Mientras con su vaivén de caderas los atraía a mirarla, les dedicaba una sonrisa cómplice que encendían los ratos de todos ellos, incluso de Lautaro. 

En un momento, mientras le servía jugo a Pablo, que estaba sentado en uno de los sillones individuales mirando como Emilio estaba enfrascado en lo que parecía ser la final del mundo contra Ezequiel, se inclinó lo suficiente como para dejarle el escote completamente a la vista del pibe, y sostuvo esa posición por algunos segundos, sabiendo perfectamente donde lo que quería mostrarle. Cuando se incorporó nuevamente, le dedicó una mirada sensual que desconcertó por completo al pendejo. Mientras se iba hacia la cocina de vuelta, giró la cabeza para constatar que Pablo la seguía con la mirada, y exageró el movimiento de su culo cuando tuvo la confirmación, sonriéndole.

Cuando volvió al living, se sentó en el reposabrazos del sillón en el que estaba Pablo, buscándolo nuevamente. 

- ¿Te molesta que me siente acá? - le preguntó - Es que no hay más lugar donde sentarse. Coparon todo. - agregó - .
- No, para nada. - respondió escuetamente Pablo, con las pocas palabras que le salieron - . 

Las piernas de Juliana estaban muy cerca del pibe, casi encima suyo. Cada tanto lo rozaba suavemente, invitándolo a imaginar lo que habría debajo de ese vestido celeste, si es que aún no lo había visto.

- ¿Vas ganando mi amor? - le preguntó a Emilio que parecía un enajenado ya a esta altura - .
- No, voy perdiendo. Estos pendejos son buenos. - le contestó él sin desviar la mirada de la pantalla - .
- Ya veo que son buenos - le respondió ella dedicándole nuevamente la mirada a Pablo - Pero vos podés. ¡Dale, ganales! No te dejes pasar por arriba por estos pendejos insolentes - le dijo sin poder contener demasiado la risa - . 

El mensaje estaba claro ya. 
El pendejo lo entendió al instante y, loco por completo, se prendió al juego. Comenzó también a rozarle las piernas, los brazos, y cada tanto le mandaba una apretada en la cola, disimulando para que nadie lo vea. Ella, sin ánimos de interrumpirlo, se acomodaba en el reposabrazos del sillón para liberarle el camino al manoseo. 

En un momento, Juliana se acercó a la mesa para agarrar un vaso de jugo, y dejó el culo completamente en frente de Pablo, que no sabía donde meterse. No pudo evitar mirarlo, y hasta intentar agacharse un poco parar observar debajo del vestido y conseguir divisar esa empanada deliciosa que seguro tenía la mujer del tío de su amigo. Los demás amigos se dieron cuenta de la situación, pero no dijeron nada. Mantuvieron un silencio cómplice, pero sin poder contener algunas risas que pasaron desapercibidas para Emilio, que seguía sin poder quitar los ojos de la pantalla. 

Cuando ella se volvió a incorporar y sentarse en su lugar, sin querer queriendo le erró a la boca al querer tomar jugo, derramando casi todo el contenido del vaso encima suyo y de Pablo, manchado por igual su hermoso vestido celeste y la remera blanca que tenía puesta el pendejo. 

- ¡Ay, soy una tarada! Te ensucié todo - gritó fingiendo preocupación - . 
- No pasa nada. No te preocupes. Se limpia - dijo Pablo poniéndose de pie por el accidente - .
- Yo te presto una remera. No te preocupes - dijo Emilio que había pausado el juego por el escándalo, pero que pretendía volver a él cuanto antes - ¿Le das una remera mi amor? - lle preguntó despreocupado - .
- Si, obvio. Yo también me voy a cambiar y voy a poner a lavar este vestido. ¡Hice un enchastre! - dijo mirando fijo a Pablo, guiñándole un ojo, sabiendo que Emilio ya había vuelto a iniciar la partida de play - .

Lo tomó del brazo y lo apoyó disimuladamente contra sus tetas. 

- Vení. Acompañame - le dijo guiándolo por las escaleras hacia los dormitorios, dejando atrás al escándalo de gritos y risas que la play generaba en el living - .

Entraron al vestidor que tenían en conjunto con Emilio, mientras de fondo se seguían escuchando los gritos de gol y burlas a Emilio en el living. Aunque el ochenta por ciento del espacio estuviese monopolizado por la ropa de ella, fingían que el vestidor seguía siendo compartido. 

- Dejame buscarte una remera de Emi - dijo y se agachó frente a la pequeña parte del vestidor que le correspondía a él - .

Dejó nuevamente su cola en pompa, como hace un rato en el living, para el deleite del pendejo, pero esta vez era consciente de que, en la posición en la que estaba su cola no estaba. 

El pendejo no sabía dónde meterse. Sentía una revolución sucediendo en sus huevos. No podía creer que se le estuviera regalando semejante mina, mientras su esposo jugaba al play como un boludo con sus amigos a metros de distancia. 

- Ésta capaz que te anda - le dijo acercándole una remera negra de Emilio - No estoy muy segura, porque vos sos bastante más grandote que él, ¿no? - le dijo con un tono un poco promiscuo - .

El pibe, siguiendo el juego a la perfección, se sacó la remera manchada por el jugo, dejando su torso marcado por el deporte y la paja para que ella pudiera apreciarlo con lujo de detalles. 

- Si no te molesta, yo también me voy a cambiar, porque estoy toda sucia. - le dijo mientras descaradamente se sacaba el vestido, quedando frente al pendejo solamente vestida con la tanga blanca de algodón, perfectamente calzada en su caderas, dejando un simple triángulo cubriendo su zona más íntima - No te molesta, ¿no? - le volvió a preguntar - .

El pendejo dejó de dudar si estaba en un sueño o no y se decidió a actuar. Se abalanzó sobre ella con la respiración agitada, y se la encontró en un chape que le marcaría la memoria. Para él, era como que se estuviera apretando a la modelo de Onlyfans de la que pagaba la membresía para poderla ver un poco más en bolas que en su Instagram. Y es que Juliana se parecía bastante a esas modelos, solo le faltaba el Onlyfans. 

- Pensé que no te ibas a animar nunca, nene - le soltó ella dejando en claro cuáles eran sus intenciones - .
- No puede ser esto - decía incrédulo Pablo mientras le comía el cuello y las tetas a la mujer del tío de su amigo en el vestidor de su casa - .
- Shh. Vos creélo - le dijo mientras le manoteaba la pija por dentro del short de playa púrpura que traía puesto el pibe - .

Acto seguido, la sacó afuera, encontrándose un pija de tamaño normal, pero de una estética superior a la media. Era una pija de esas que son lindas, con forma perfecta. Juliana se pusó en cuclillas y comenzó a comerle la pija al amigo de su sobrino, con tanta suerte para este que ella quedó de espaldas al espejo del vestido, y podía contemplar ese hermoso culo partido por esas fina tira de tela blanca mientras le comían la verga. 

- ¡Qué ojete que tenés, no lo puedo creer! Está para romperlo todo - dijo el pendejo atrevidamente - .
- Ni se te ocurra - contestó - A la conchita hacele lo que quieras, pero el culito lo cuidamos - le dijo mientras lo meneaba un poco para él en el reflejo y volvía a chuparla - .
- ¿No te importa que tu esposo esté ahí abajo? - le preguntó con un tono de sorpresa - . 
Paula se sacó la pijia un segundo de la boca y le dijo - Mi esposo es un boludo - volvió a meterla entre sus labios, comiéndosela como nunca se la habían comido en su vida. 

Juliana sabía muy bien que si seguía chupándole la pija al pibe, se iba a perder de tenerlo adentro de la concha. La calentura que emanaba su pija cantaba a las claras que la leche estaba cerca de salir.

- ¿Me vas a coger o no, nene? - le dijo mirándolo desafiantemente - . 

Inmediatamente, se puso contra uno de los armarios, levantó una pierna, la apoyó en uno de los cajones y se corrió la tanga blanca ofreciéndole la concha reluciente por la humedad de cara al pendejo. El tipo se frotó las manos y puso cara de “esta es la mía”, y con la pija colgando se agachó detrás de ella, y comenzó a comerle la concha con una habilidad sorprendente para alguien de su edad. 

- ¡Ah, ah, uuuuh! ¡Si, qué rico! Se ve que sabés lo que hacés, pendejo - le dijo ella agradecida por la chupada de concha que le estaba dando - .

El pendejo no paró ni un segundo de devorar aquellos labios carnosos con sabor a piel curtida por el calor del día. Le parecieron el más exquisito de los manjares. Mientras hacía aquello, no paraba de pensar en cómo iban a reaccionar sus amigos cuando les contara lo que había pasado con la tía de Lauti en el vestidor.

Juliana estiró una mano atrás, lo agarró de los pelos de la nuca con poca suavidad y lo apretó contra sí, refregando todo su ser contra la cara de aquel pendejo que no podía estar alucinando más. Soltó un pequeño grito ahogado y su cuerpo se estremeció por completo. La mina se estaba acabando en su boca. El pendejo se sentía el rey del mundo. 

Con la misma mano que lo sostenía de la nuca, le dio unos golpecitos apurados en el hombro y le dijo - Dale, meteme la pija. ¿Qué esperás? Vamos a ver si la sabés usar tanto como la lengua - . El guacho no se demoró ni un segundo y enseguida estaba de pie detrás de ella, que permanecía exactamente en la misma posición, con la concha más fácil del planeta. Arqueó su cadera buscando aquel agujero celestial y por fin dirigió su pija, hirviendo de calentura, a su interior, que se sintió como si entrara en un jacuzzi con el agua a temperatura ideal. 

- Aaahhhhh siiiiii - dijo Juliana al sentir toda su pija caliente en su interio - Ahora si me gusta. ¡Dale, cogeme que el cornudo puede venir en cualquier momento! - le ordenó con rabia, mientras movía su cadera para adelante y para atrás sin parar - .

El sonido de sus cuerpos era leve, pero los calentaba. No se podía escuchar desde abajo, donde los demás aún seguían a los gritos y aullidos por la play. Acá, en el vestidor, el partido era otro, y a la novia de Emilio le iban ganando por goleada. Enseguida Juliana llegó a un segundo orgasmo. Fue entonces cuando bajó la pierna de donde la tenía apoyada, y se inclinó aún más hacia adelante, quedando con el culo completamente en pompa y a merced de su pija de turno, que no paraba de bombearla a más no poder. 

Entonces, el pendejo dijo las palabras mágicas. 

- ¡Me acabo! ¡Te voy a dar la leche! - le dijo casi gritando - .
- ¡No me acabes adentro pelotudo! Damela en la boca - le dijo ella con urgencia - .
- ¡No puedo! ¡No me aguanto! - le contestó y automáticamente Juliana sintió como la pija perfecta de Pablo empezó a bombear leche en su interior - .

Ella se quedó en esa posición, disfrutando de toda la leche que su nuevo amante le estaba ofrendando. Cuando el tipo terminó de temblar y volvió en sí se lo sacó de encima rápidamente, agarró un par de prendas de ropa y salió volando para el baño. 

- Si no decís ni una palabra, puede que haya revancha, pendejo. Cuidadito - le dijo en tono amenazante antes de irse - .

Minutos después de que Juliana abandonara el vestidor y se metiera al baño a darse una ducha express, apareció Emilio sonando fuerte en la escalera, dirigiéndose al vestidor. 

- ¿Qué pasó, Pablo? ¿Por qué demoraron tanto? - le preguntó preocupado - ¿Y Juli? - dijo al no verla dentro del vestidor - .
- Perdoná, loco. Es que no encontrábamos una remera que me quedara. Sos bastante más chiquito que yo - le contestó - . 
- ¿Y Juliana? - preguntó Emilio, ésta vez con un poco más de seriedad? - .
- Fue al baño, porque dice que había quedado enchastrada por el pegote del jugo. Supongo que en un rato sale - . 

Emilio lo miró con un poco de sorpresa. No pensaba que hubiese sido para tanto lo que se podía haber enchastrado con un vaso de jugo. Se lamentó por no haberle prestado atención a su esposa en el momento en que sucedió el accidente. 

- Bueno. Dale que te toca jugar contra mí - le dijo Emilio a Pablo, que permanecía parado inmovil dentro del vestidor, esperando lo peor - . 
- Ah, bueno. Dale. Vamos. Pero teneme piedad. No me hagas muchos goles. - le terminó diciendo el pendejo, aliviado porque el pelotudo no sospechaba ni por asomo que le había llenado la canasta a su esposa hacía minutos - .

(Continará…)

1 comentarios - Cornudo de toda la vida. Cap II

RenzoWib
Muy bueno como sigue la historia! a por mas!
Cornu2escritor +1
Gracias capo.
Ya estamos preparando más!