Me rompieron mi tanga gris 🩶

Qué decirles de esa tanga gris. No era una tanga cualquiera, era LA tanga. Esa que te salva cuando no sabes qué ponerte, la cómoda, la que te hace sentir bien aunque esté para el olvido. Tenía sus años, sí, y se le notaba. Un gris medio lavado, el algodón ya fino de tanto uso, y ese moñito negro adelante, deshilachado, que le daba como un toque de dignidad, ¿viste? Era mi favorita, mi amuleto de la suerte, mi compañera de mil batallas.
El otro día, estábamos con mi novio en mi casa, tranquilos, tomando algo. La cosa se fue poniendo más picante, como suele pasar. Él, todo fogoso, me empezó a besar y a manosear. En un momento, me agarró la tanga, así, sin mucha delicadeza, y me la quiso bajar. Pero no la bajó, ¡me la entangó! Me la metió para adentro con una fuerza... Y ahí fue. Escuché un rrrrriiiip seco. Literalmente, sentí cómo la tela cedía.
Se partió al medio, justo donde se une la parte de adelante con la de atrás. El moñito negro quedó colgando de un hilo, como un mártir. Mi novio se empezó a reír, una risa fuerte, sin filtro. Y yo, mientras él se descostillaba, me sentí una boluda. Humillada, sí, esa es la palabra. Y él, entre carcajadas, me soltó: "Uy, Lu, ¡esa tanga ya estaba para el trapo de piso!". Ahí sí que me quería morir. Mi tanga. Mi tanga favorita. Hecha trizas. Y el comentario. No sé qué me dio más bronca, si la tanga rota o su chiste de mal gusto. Un duelo, te digo, un verdadero duelo.