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Me hice una paja en una YPF

Hoy fue uno de esos días en los que la calentura me persigue como una sombra, y terminé haciendo una locura que va directo a mi colección de historias para Poringa. Soy de esas putas que no le tienen miedo a nada, y esta tarde, en el baño de una YPF, me mandé una terrible paja que todavía me tiene temblando mientras escribo. Agárrense, porque esto va con todos los detalles, bien extenso, como me gusta.

Todo arrancó al mediodía. Había a hacer unos trámites en el centro, de esos que te hacen renegar con filas y papeles, pero que no podés evitar. Estaba vestida tranqui pero con mi toque: un jean ajustado que me marca el culo como si fuera una invitación, una remera negra y un sobretodo negro, y abajo una tanga roja muy chiquita, de esas que te hacen sentir poderosa y trola a la vez. No sé si fue el calor del sobretodo, el roce del jean o que andaba con las hormonas a mil, pero mientras caminaba por la calle, ya sentía la concha palpitándome, pidiéndome acción.

Decidí parar en una YPF que quedaba de camino a casa, porque necesitaba un café para levantar el ánimo y, de paso, un baño para mear, no daba más jaja. Entré a la estación de servicio, que estaba bastante llena: camioneros tomando mate, familias comprando sánguches, y el olor a nafta mezclado con el de las medialunas recién hechas. Pedí un cortado en el Full, me lo tomé de un tirón en la barra, y después me fui directo al baño de mujeres, que por suerte estaba vacío. Era uno de esos baños típicos de YPF, limpio pero no tanto, con azulejos blancos, un espejo grande y un olor a desinfectante que no tapa del todo el de humedad.

Cerré la puerta con traba y me fui directo a mear, cuando terminé me sequé la concha y salí afuera del cubículo, me paré frente al espejo y me miré. Tenía la cara un poco colorada del calor que me daba el sobretodo, el pelo suelto cayéndome por los hombros, y una sonrisa de trola petera que ya sabía lo que venía. “Bueno, loca, vamos a calmar esta concha que no para”, me dije, mientras me apoyaba contra el lavabo. Me bajé el jean hasta las rodillas, dejando la tanga roja a la vista. La tela estaba húmeda, y no precisamente por la meada porque me había secado bien, lo aclaro jaja. Me toqué por encima, suave, sintiendo cómo mi concha respondía al instante, como si estuviera esperando ese momento todo el día.

Me bajé el jean y la tanga hasta los pies y me quedé con las piernas abiertas, apoyada en el borde del lavamanos. El espejo me devolvía la imagen de una puta en plena acción, y eso me calentó todavía más. Empecé tocándome despacito, pasando los dedos por los labios, sintiendo lo empapada que estaba. Me acaricié el clítoris con la punta de los dedos, haciendo círculos lentos, de esos que te hacen cerrar los ojos y morderte el labio. Cada roce era como una chispa, y yo iba subiendo la intensidad, apretando más, moviendo la mano más rápido.

Me acordé del plug anal que usé el otro día en el acto escolar de mi gorda, y eso me dio una idea. No lo tenía conmigo, pero la fantasía de tener algo en el culo mientras me tocaba me puso a mil. Me mojé dos dedos con mi propia humedad y los llevé atrás, acariciándome el culo, metiendo uno despacito, solo un poco, para sentir esa presión que me vuelve loca. Con la otra mano seguía en mi concha, alternando entre frotarme el clítoris y meterme un dedo, luego dos, buscando ese punto que me hace ver estrellas.

El baño estaba en silencio, pero cada tanto se escuchaba el ruido de alguien entrando al baño de al lado o el murmullo del local. Eso, lejos de cortarme, me calentaba más. La idea de estar metiendome un dedo en un lugar público, con la chance de que alguien sospechara, me ponía en un estado de adrenalina que no puedo explicar. Me imaginaba a algún camionero entrando por error, viéndome con las piernas abiertas y la mano en la concha, y eso me hacía gemir bajito, tratando de no hacer ruido.

Subí el ritmo, metiéndome los dedos más rápido, mientras con la otra mano seguía jugando con mi culo. La concha me chorreaba, y los ruiditos húmedos de mis dedos entrando y saliendo llenaban el baño. Me apoyé más contra el lavamanos, casi trepándome, con una pierna levantada para tener mejor acceso, admito que con los pantalones abajo es difícil levantar las piernas, pero las putas siempre podemos abrir las patas jaja. En el espejo, veía mi cara de puro vicio. “Sos una puta, pero de las buenas”, me dije, riéndome por dentro.

De pronto, me vino una fantasía zarpada: imaginé que el pibe que me vendió el café entraba, me veía y se sumaba, chupándome la concha mientras yo seguía con mis dedos. Obvio que no pasó, pero la idea me llevó al borde. Empecé a frotarme el clítoris con más fuerza, casi con desesperación, mientras metía dos dedos en mi concha y uno en el culo. Sentía todo a la vez: el calor, la presión, el cosquilleo que subía desde la concha hasta el pecho. Mis gemidos se me escapaban, aunque intentaba mantenerlos bajos, y el cuerpo me temblaba entero.

El orgasmo me pegó como un tren. Me tuve que agarrar del lavamanos para no caerme, mientras la concha se me contraía alrededor de mis dedos y un calor me subía por todo el cuerpo. Gemí más fuerte de lo que quería, pero en ese momento me importó un carajo. Me quedé un segundo quieta, respirando agitada, con la mano todavía en la concha, sintiendo las últimas pulsaciones. Miré el espejo y me vi: despeinada, con los ojos brillantes y una sonrisa de “lo hice de nuevo”.

Me limpié con un poco de papel higiénico, me subí la tanga y el jean, y me lavé las manos como si nada. Me retoqué el labial, me tiré un guiño en el espejo y salí del baño como si hubiera ido a mear y nada más. Afuera, el local seguía igual: el pibe de la barra atendiendo, una pareja discutiendo por cuál sánguche pedir, y yo, con la concha todavía sensible y el cuerpo vibrando de satisfacción.

Saludé a la gente como si nada y volví a casa con una sensación de victoria. Esto no fue solo una paja en un baño de YPF; fue una demostración de que esta puta hace lo que quiere, donde quiere. Y ahora, mientras escribo esto, con una cerveza y mi gorda mirando dibujitos, pienso: “Otro relato para Poringa, y que vengan muchos más”. Porque esta puta no frena, y cada locura es una medalla más en mi colección.

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LOS AMA SU PUTA REGALADA💖

7 comentarios - Me hice una paja en una YPF

ekissa5263
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iorio90
Excelente post nena te hablé
AlanQx
Que rico ver esa conchita con esas tetas y hacerte gemir de placer
humedad82
que locura super excitante momento me encanto gracias más 10 puntos linda!
Analomano
Había q calmar a la bestia 🥵💦💦