You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Los hoteles son la puerta al Inframundo del deseo. Parte I

Del manual de superación para tramposos.

Preámbulo.
No sé cómo describirlo. Fue como estar en medio de una tormenta, una gran tormenta. Pero a la vez se sentía calma.

Cada orgasmo que la hacía tener era como estar de pie justo a lado del lugar donde anidan los truenos y después, solo una tibia y reconfortante lluvia sobre mi vientre, entre mis piernas, resbalando por mis dedos. Cada orgasmo que tuvo, en cada posición, era mejor que el anterior. Sus gemidos siguen resonando en mis oídos.
Los hoteles son la puerta al Inframundo del deseo. Parte I


Esa tarde era nuestro segundo encuentro en persona. Ambos sabíamos que sucedería, no sabíamos cómo ni dónde, pero queríamos que sucediera.

Esa cómoda habitación de hotel fue testigo del canto de sirenas que eran los sonidos de placer que emanaban de nuestras bocas. La suya, hermosa, carnosa, tierna y con una perversión que solo de sentirla deslizarse por mi cuerpo me hacía sentir que esa erección sería tan grande que desgarraria mi piel.
squirt




Ella sabía cómo excitarme, yo no podía pensar más que en comérmela con pasión y deseo. Quería lamer todas esas partes de su cuerpo que por años me habían vuelto loco. Comencé a tocar su sexo bajo su ropa mientras disfrutaba de la forma en que me veía y perdía el aliento.
No quería desnudarla de inmediato. Siempre he disfrutado de quitar la ropa de a poco y lo mejor, observar cada detalle de su lencería. Mi mente quería conservar el momento para siempre, pero mi cuerpo exigía el contacto. Mi pene me urgía a penetrarla fuerte y rápido.

Sus manos me desnudaron y cuando menos lo esperaba mi verga ya latía entre sus dedos. Su tacto suave y cálido era como una extensión de mi sexo. Ella sabía lo que hacía, cómo si hubiéramos cogido antes, casi como si conociera el manual de mi cuerpo.

No pude evitarlo. Coloqué mi mano sobre su nuca y la deslice entre su cabeza. Su cabello inundaba el espacio entre mis dedos y cerré la mano, apreté y jalé delicadamente. Cómo una presa que se rinde ante su depredador, estiró su cuello y lo besé. Mi boca recorrió sus orejas, sus labios, su pecho, su pecho...


erotismo



hotel



Esas enormes y firmes tetas, con las que tantas veces me habia masturbado viéndolas solo en fotos, estaban frente a mi, al fin. Mientras mi mano derecha continuaba tirando de su cabello, con la izquierda, aún húmeda de haber paseado entre su vagina, se dirigió hacia sus senos. Su piel terza y lisa facilitó que mi tacto reconociera sus crestas y valles.

No tardamos mucho en llevar nuestras bocas a nuestros genitales. Sus ojos, sus bellos ojos. No sé que me ponía más duro, sentir la cálida humedad de su boca recorriendo mi miembro mientras me escupía y masturbaba con su mano, o esa mirada tierna que ahora me veía con pasión y perversidad.
tetas grandes



Si llegaste al final y quieres leer la segunda parte, sígueme, dale puntos y comparte el post.
Escríbeme privado o comenta para sugerencias y comentarios.

0 comentarios - Los hoteles son la puerta al Inframundo del deseo. Parte I