El sol se hundía en el horizonte, tiñendo el cielo de naranja y rojo, mientras las olas rompían suaves contra la orilla. Nicol ajustó el pareo sobre su bikini, sintiendo la brisa salada revolver su cabello corto, que caía justo hasta los hombros. Andy estaba a unos metros, charlando con sus amigos junto a la fogata, una cerveza en la mano y esa risa despreocupada que alguna vez la había enamorado. Pero esa noche, algo en ella se sentía inquieto, como si el mar mismo le susurrara que buscara más.La fiesta en la playa había sido idea de un grupo del trabajo, una excusa para desconectar del estrés de la oficina. Nicol no esperaba que Lucas estuviera ahí, pero cuando lo vio llegar, con una camiseta ajustada y esa actitud relajada que siempre llevaba consigo, algo en su pecho dio un vuelco. Él la saludó con un guiño desde lejos, y ella respondió con una sonrisa que intentó ser casual, aunque no lo fue del todo.La noche avanzó entre risas, música y el crepitar del fuego. Andy estaba en su mundo, perdido en una discusión sobre fútbol con los chicos, mientras Nicol se alejaba un poco, caminando hacia la orilla con una copa en la mano. El agua tibia le rozó los pies, y entonces escuchó pasos detrás de ella. No tuvo que girarse para saber quién era.—¿Te escapaste de la multitud? —dijo Lucas, su voz grave mezclándose con el sonido de las olas. Se paró a su lado, lo bastante cerca como para que ella sintiera el calor de su cuerpo contrastando con la brisa.—Algo así —respondió Nicol, girando la cabeza para mirarlo. Sus ojos se encontraron, y por un instante, el mundo pareció reducirse a ese espacio entre ellos. Él tenía esa forma de mirarla, como si pudiera ver más allá de la superficie, y ella no sabía si eso la ponía nerviosa o la encendía.—Esta playa tiene algo, ¿no? —continuó él, dando un paso más cerca, el tono de su voz bajando—. Te hace querer olvidarte de todo por un rato.Nicol sintió un cosquilleo subirle por la espalda. Sabía que Andy estaba a pocos metros, pero la distancia entre ellos esa noche parecía infinita. Lucas extendió una mano, rozando apenas su brazo con las yemas de los dedos, un gesto que podría pasar por casual si no fuera por la electricidad que dejó a su paso.—No sé si olvidarme de todo es tan fácil —dijo ella, sosteniéndole la mirada, su voz más suave de lo que pretendía.Él sonrió, una curva lenta y peligrosa en sus labios. —Tal vez no. Pero a veces, solo hay que dejarse llevar por la marea.El ruido de la fiesta se desvanecía detrás de ellos, y Nicol supo, en ese instante, que la noche estaba a punto de tomar un rumbo que no había planeado.
El murmullo de la fiesta se perdía en la distancia, ahogado por el vaivén de las olas. Nicol miraba el mar, la copa en su mano temblando ligeramente, casi vacía, mientras el roce de los dedos de Lucas aún le cosquilleaba en el brazo. Él seguía ahí, a su lado, con esa calma magnética que parecía envolverlo todo.—¿Qué pasa por esa cabeza? —preguntó él, ladeándose un poco para encontrar sus ojos. Había curiosidad en su tono, pero también algo más profundo, algo que la invitaba a soltarse.Nicol dejó escapar un suspiro, el viento jugando con su cabello corto que apenas rozaba sus hombros. —No sé… A veces siento que todo va demasiado rápido —dijo, mordiéndose el labio por un segundo—. Tengo 20 años y ya estoy con Andy como si fuéramos un matrimonio viejo. Él es dulce, ¿sabés? Pero todo es tan… igual. Desayuno, mensajes de rutina, dormir. Me pregunto si esto es todo lo que voy a tener.Lucas la observaba en silencio, sus ojos clavados en ella, y Nicol sintió que no hacía falta decir más. A sus 20 años, con su tez blanca brillando bajo la luz de la luna y su cuerpo rellenito pero curvilíneo, se sentía atrapada entre lo que era y lo que quería ser. Con Andy había empezado como un torbellino: besos robados, noches de risas, planes tontos. Pero ahora, apenas un año después, esa chispa se había apagado, y ella no sabía cómo prenderla de nuevo.—¿Y vos? —preguntó, girándose hacia él para devolverle el desafío—. ¿Qué te trae a la orilla, lejos de todos?Él sonrió, esa curva lenta que parecía prometer problemas. —Quería algo más interesante que las charlas de siempre. Y creo que lo encontré —dijo, su mirada deslizándose un instante por sus labios antes de volver a sus ojos.Nicol sintió un calor treparle por el cuello, pero no se apartó. Lucas dio un paso más cerca, el espacio entre ellos achicándose hasta que ella pudo oler el fresco de su piel mezclado con el salitre. —¿No te pasa a veces que querés mandar todo al carajo por un rato? —preguntó él, su voz más baja, casi íntima—. Solo para sentir algo distinto.Ella tragó saliva, su pulso acelerándose. —Sí —admitió, apenas un susurro—. Pero no sé si está bien.Lucas levantó una mano, sin disimular esta vez, y apartó un mechón de cabello de su hombro, sus dedos rozando la piel de su clavícula con una lentitud que la hizo estremecer. —No se trata de estar bien, Nicol. Se trata de lo que querés —murmuró, y su roce bajó un poco más, delineando la curva de su brazo.Ella sabía que debía dar un paso atrás, volver a la fogata, a Andy, a lo conocido. Pero sus pies se quedaron clavados en la arena. Lucas deslizó la mano hasta su cintura, un toque suave pero seguro, y Nicol no lo detuvo. Su respiración se volvió irregular, y cuando él se acercó más, hasta que sus cuerpos casi se tocaron, ella cedió un poco, dejando que la corriente la llevara.—Esto no debería pasar —dijo en voz baja, aunque sonaba más como una duda que como una negativa.—Entonces decime que pare —respondió él, su aliento cálido rozándole el oído, su mano apretando apenas su cintura.Pero Nicol no dijo nada. Cerró los ojos un instante, y cuando los abrió, supo que ya estaba demasiado cerca del abismo para dar marcha atrás.
La brisa salada apenas lograba enfriar la tensión que ardía entre ellos. Nicol sentía la mano de Lucas en su cintura, cálida y decidida, mientras su respiración se volvía irregular. Las olas rompían a un ritmo constante, pero no podían silenciar el latido acelerado de su corazón. A lo lejos, la fogata parpadeaba y las risas de la fiesta seguían, con Andy perdido en ellas, ajeno a todo.Lucas se acercó más, su rostro tan próximo que sus alientos se entrelazaron. —¿Qué pasa si no paramos? —preguntó, su voz grave y cargada de promesas.Nicol vaciló, atrapada entre el deseo y un destello de culpa. —Para —dijo de pronto, retrocediendo un poco. Giró la cabeza, buscando a su novio entre las sombras de la playa. Ahí estaba Andy, riendo con una cerveza en la mano, charlando con sus amigos como si nada. Y ella… ella estaba siendo seducida. Porque eso era: Lucas la había escuchado, la había entendido, y eso la atraía de una forma que no podía ignorar.Volvió a mirarlo, sus ojos chocando con los de él bajo la luz de la luna que hacía brillar su tez blanca. —Acá no —dijo, su voz temblorosa pero firme. Se levantó, sacudiéndose el pareo con un gesto rápido que dejó entrever las curvas de su figura, y empezó a caminar. Dio unos pasos y giró la cabeza para mirarlo otra vez. Lucas captó el mensaje al instante; no hicieron falta palabras. Se puso de pie y la siguió en silencio, sus pasos seguros sobre la arena, envueltos por la oscuridad de la noche.Caminaron sin rumbo claro, alejándose de las luces y el bullicio, hasta llegar a un grupo de botes volcados cerca de la orilla. Las embarcaciones, olvidadas bajo la luna, creaban un refugio de sombras. Nicol se detuvo, girándose hacia él, y Lucas cerró la distancia en un segundo.No hubo más dudas. Sus labios se encontraron con una urgencia contenida, un beso que empezó suave pero que pronto se tornó voraz. Las manos de Lucas subieron por sus costados, trazando las curvas marcadas de su cuerpo bajo el pareo, deteniéndose un instante en la firmeza de su buena cola antes de apretarla con intención. Ella jadeó contra su boca, y él aprovechó para deslizar los dedos por su cadera, levantando la tela lo justo para rozar su piel.—Nicol… —susurró él, su aliento cálido contra sus labios—. Decime qué querés.Ella lo miró, el corazón desbocado, la imagen de Andy desvaneciéndose como un recuerdo lejano. —Quiero esto —respondió, su voz quebrada por el deseo—. Quiero más.Lucas sonrió, una chispa oscura en su mirada, y la besó de nuevo, sin contención. Sus manos encontraron el borde de su bikini, rozando la curva de sus tetas medianas mientras la empujaba suavemente contra la madera áspera de un bote. Nicol arqueó la espalda, su cabello corto cayendo sobre sus hombros, y cuando él bajó la cabeza para besar su cuello, un gemido suave escapó de sus labios, fundiéndose con el rumor del mar.
El refugio de los botes los envolvía en sombras, el murmullo del mar resonando como un eco cómplice. Nicol temblaba bajo los besos de Lucas, su aliento entrecortado mientras él la consumía con una urgencia salvaje. Sus labios se fundían con los de ella, voraces, y sus manos recorrían su cuerpo sin pedir permiso. No lo necesitaba; ella lo había estado esperando, deseando ese contacto desde que sus miradas se cruzaron en la orilla.Las manos de Lucas exploraron sin tregua, trazando las curvas marcadas de su cintura, subiendo para apretar sus tetas bajo el bikini con una presión que la hizo jadear. Sus dedos se colaron bajo el pareo, acariciando la piel tersa de su buena cola, levantando la tela para apretarla con fuerza, como si quisiera poseer cada rincón. Nicol se arqueó contra él, su tez blanca brillando bajo la luna, el calor de sus caricias incendiándole la piel.Lo miró, sus ojos encendidos de deseo puro, y algo en ella se quebró. Sin decir nada, se dejó caer despacio, arrodillándose en la arena frente a él. El mundo se desvaneció: solo estaban ellos, la noche y el mar. Sus manos temblaron al desabrocharle el short, pero cuando lo liberó, su respiración se detuvo. La pija de Lucas estaba dura, gruesa, palpitando frente a ella, la piel tensa y caliente, con una vena marcada que subía por el lado. Nicol la tomó con una mano, sintiendo su peso, el calor que emanaba, y sus labios se cerraron alrededor de la cabeza, húmedos y ansiosos.Empezó lento, saboreando el sabor salado de su piel, la lengua rozando la punta hinchada antes de deslizarse por el contorno, explorando cada detalle. Lucas gruñó, una mano enredándose en su cabello corto, y ella lo tomó más profundo, dejando que la llenara, la pija rozándole el paladar mientras sus labios se ajustaban a su grosor. Chupó con fuerza, la lengua presionando contra la base, trazando círculos húmedos que lo hacían tensarse. La sentía latir en su boca, dura como piedra, y aceleró, moviendo la cabeza con un ritmo que lo volvía loco, las manos apoyadas en sus muslos para sostenerse.—Nicol… —gimió él, su voz rota, el cuerpo temblando. Ella no paró, succionando más fuerte, dejando que la pija se deslizara hasta el fondo de su garganta, el calor y la presión llenándola por completo. Lucas intentó apartarla, pero fue tarde. Con un jadeo ronco, perdió el control, y ella lo sintió explotar. Se retiró justo a tiempo, y el semen caliente salió en chorros, salpicando sus tetas, goteando por su piel blanca bajo la luz de la luna, marcándola mientras jadeaba, los labios hinchados y los ojos fijos en él, atrapada en el éxtasis de lo que acababan de hacer
El murmullo de la fiesta se perdía en la distancia, ahogado por el vaivén de las olas. Nicol miraba el mar, la copa en su mano temblando ligeramente, casi vacía, mientras el roce de los dedos de Lucas aún le cosquilleaba en el brazo. Él seguía ahí, a su lado, con esa calma magnética que parecía envolverlo todo.—¿Qué pasa por esa cabeza? —preguntó él, ladeándose un poco para encontrar sus ojos. Había curiosidad en su tono, pero también algo más profundo, algo que la invitaba a soltarse.Nicol dejó escapar un suspiro, el viento jugando con su cabello corto que apenas rozaba sus hombros. —No sé… A veces siento que todo va demasiado rápido —dijo, mordiéndose el labio por un segundo—. Tengo 20 años y ya estoy con Andy como si fuéramos un matrimonio viejo. Él es dulce, ¿sabés? Pero todo es tan… igual. Desayuno, mensajes de rutina, dormir. Me pregunto si esto es todo lo que voy a tener.Lucas la observaba en silencio, sus ojos clavados en ella, y Nicol sintió que no hacía falta decir más. A sus 20 años, con su tez blanca brillando bajo la luz de la luna y su cuerpo rellenito pero curvilíneo, se sentía atrapada entre lo que era y lo que quería ser. Con Andy había empezado como un torbellino: besos robados, noches de risas, planes tontos. Pero ahora, apenas un año después, esa chispa se había apagado, y ella no sabía cómo prenderla de nuevo.—¿Y vos? —preguntó, girándose hacia él para devolverle el desafío—. ¿Qué te trae a la orilla, lejos de todos?Él sonrió, esa curva lenta que parecía prometer problemas. —Quería algo más interesante que las charlas de siempre. Y creo que lo encontré —dijo, su mirada deslizándose un instante por sus labios antes de volver a sus ojos.Nicol sintió un calor treparle por el cuello, pero no se apartó. Lucas dio un paso más cerca, el espacio entre ellos achicándose hasta que ella pudo oler el fresco de su piel mezclado con el salitre. —¿No te pasa a veces que querés mandar todo al carajo por un rato? —preguntó él, su voz más baja, casi íntima—. Solo para sentir algo distinto.Ella tragó saliva, su pulso acelerándose. —Sí —admitió, apenas un susurro—. Pero no sé si está bien.Lucas levantó una mano, sin disimular esta vez, y apartó un mechón de cabello de su hombro, sus dedos rozando la piel de su clavícula con una lentitud que la hizo estremecer. —No se trata de estar bien, Nicol. Se trata de lo que querés —murmuró, y su roce bajó un poco más, delineando la curva de su brazo.Ella sabía que debía dar un paso atrás, volver a la fogata, a Andy, a lo conocido. Pero sus pies se quedaron clavados en la arena. Lucas deslizó la mano hasta su cintura, un toque suave pero seguro, y Nicol no lo detuvo. Su respiración se volvió irregular, y cuando él se acercó más, hasta que sus cuerpos casi se tocaron, ella cedió un poco, dejando que la corriente la llevara.—Esto no debería pasar —dijo en voz baja, aunque sonaba más como una duda que como una negativa.—Entonces decime que pare —respondió él, su aliento cálido rozándole el oído, su mano apretando apenas su cintura.Pero Nicol no dijo nada. Cerró los ojos un instante, y cuando los abrió, supo que ya estaba demasiado cerca del abismo para dar marcha atrás.
La brisa salada apenas lograba enfriar la tensión que ardía entre ellos. Nicol sentía la mano de Lucas en su cintura, cálida y decidida, mientras su respiración se volvía irregular. Las olas rompían a un ritmo constante, pero no podían silenciar el latido acelerado de su corazón. A lo lejos, la fogata parpadeaba y las risas de la fiesta seguían, con Andy perdido en ellas, ajeno a todo.Lucas se acercó más, su rostro tan próximo que sus alientos se entrelazaron. —¿Qué pasa si no paramos? —preguntó, su voz grave y cargada de promesas.Nicol vaciló, atrapada entre el deseo y un destello de culpa. —Para —dijo de pronto, retrocediendo un poco. Giró la cabeza, buscando a su novio entre las sombras de la playa. Ahí estaba Andy, riendo con una cerveza en la mano, charlando con sus amigos como si nada. Y ella… ella estaba siendo seducida. Porque eso era: Lucas la había escuchado, la había entendido, y eso la atraía de una forma que no podía ignorar.Volvió a mirarlo, sus ojos chocando con los de él bajo la luz de la luna que hacía brillar su tez blanca. —Acá no —dijo, su voz temblorosa pero firme. Se levantó, sacudiéndose el pareo con un gesto rápido que dejó entrever las curvas de su figura, y empezó a caminar. Dio unos pasos y giró la cabeza para mirarlo otra vez. Lucas captó el mensaje al instante; no hicieron falta palabras. Se puso de pie y la siguió en silencio, sus pasos seguros sobre la arena, envueltos por la oscuridad de la noche.Caminaron sin rumbo claro, alejándose de las luces y el bullicio, hasta llegar a un grupo de botes volcados cerca de la orilla. Las embarcaciones, olvidadas bajo la luna, creaban un refugio de sombras. Nicol se detuvo, girándose hacia él, y Lucas cerró la distancia en un segundo.No hubo más dudas. Sus labios se encontraron con una urgencia contenida, un beso que empezó suave pero que pronto se tornó voraz. Las manos de Lucas subieron por sus costados, trazando las curvas marcadas de su cuerpo bajo el pareo, deteniéndose un instante en la firmeza de su buena cola antes de apretarla con intención. Ella jadeó contra su boca, y él aprovechó para deslizar los dedos por su cadera, levantando la tela lo justo para rozar su piel.—Nicol… —susurró él, su aliento cálido contra sus labios—. Decime qué querés.Ella lo miró, el corazón desbocado, la imagen de Andy desvaneciéndose como un recuerdo lejano. —Quiero esto —respondió, su voz quebrada por el deseo—. Quiero más.Lucas sonrió, una chispa oscura en su mirada, y la besó de nuevo, sin contención. Sus manos encontraron el borde de su bikini, rozando la curva de sus tetas medianas mientras la empujaba suavemente contra la madera áspera de un bote. Nicol arqueó la espalda, su cabello corto cayendo sobre sus hombros, y cuando él bajó la cabeza para besar su cuello, un gemido suave escapó de sus labios, fundiéndose con el rumor del mar.
El refugio de los botes los envolvía en sombras, el murmullo del mar resonando como un eco cómplice. Nicol temblaba bajo los besos de Lucas, su aliento entrecortado mientras él la consumía con una urgencia salvaje. Sus labios se fundían con los de ella, voraces, y sus manos recorrían su cuerpo sin pedir permiso. No lo necesitaba; ella lo había estado esperando, deseando ese contacto desde que sus miradas se cruzaron en la orilla.Las manos de Lucas exploraron sin tregua, trazando las curvas marcadas de su cintura, subiendo para apretar sus tetas bajo el bikini con una presión que la hizo jadear. Sus dedos se colaron bajo el pareo, acariciando la piel tersa de su buena cola, levantando la tela para apretarla con fuerza, como si quisiera poseer cada rincón. Nicol se arqueó contra él, su tez blanca brillando bajo la luna, el calor de sus caricias incendiándole la piel.Lo miró, sus ojos encendidos de deseo puro, y algo en ella se quebró. Sin decir nada, se dejó caer despacio, arrodillándose en la arena frente a él. El mundo se desvaneció: solo estaban ellos, la noche y el mar. Sus manos temblaron al desabrocharle el short, pero cuando lo liberó, su respiración se detuvo. La pija de Lucas estaba dura, gruesa, palpitando frente a ella, la piel tensa y caliente, con una vena marcada que subía por el lado. Nicol la tomó con una mano, sintiendo su peso, el calor que emanaba, y sus labios se cerraron alrededor de la cabeza, húmedos y ansiosos.Empezó lento, saboreando el sabor salado de su piel, la lengua rozando la punta hinchada antes de deslizarse por el contorno, explorando cada detalle. Lucas gruñó, una mano enredándose en su cabello corto, y ella lo tomó más profundo, dejando que la llenara, la pija rozándole el paladar mientras sus labios se ajustaban a su grosor. Chupó con fuerza, la lengua presionando contra la base, trazando círculos húmedos que lo hacían tensarse. La sentía latir en su boca, dura como piedra, y aceleró, moviendo la cabeza con un ritmo que lo volvía loco, las manos apoyadas en sus muslos para sostenerse.—Nicol… —gimió él, su voz rota, el cuerpo temblando. Ella no paró, succionando más fuerte, dejando que la pija se deslizara hasta el fondo de su garganta, el calor y la presión llenándola por completo. Lucas intentó apartarla, pero fue tarde. Con un jadeo ronco, perdió el control, y ella lo sintió explotar. Se retiró justo a tiempo, y el semen caliente salió en chorros, salpicando sus tetas, goteando por su piel blanca bajo la luz de la luna, marcándola mientras jadeaba, los labios hinchados y los ojos fijos en él, atrapada en el éxtasis de lo que acababan de hacer
1 comentarios - Nicol, Cap 1