Un par de semanas después, el invierno seguía apretando como garra. La ciudad estaba cubierta de una niebla espesa que hacía que las luces de los faroles parecieran fantasmas. Era sábado, y Caro me había mandado otro mensaje, tan directo como siempre: “Fiesta en casa esta noche, primito. Traé flores y ganas. Va a estar Jose y unas amigas. Así que portate bien eh” Mi pija se puso dura solo de leerlo. Desde aquella noche con Caro y Josefina, no podía sacarme de la cabeza sus conchas, sus gemidos, el olor de sus culos apretándome la verga. Me había pajeado tanto pensando en ellas que ya me dolían los huevos. Sabía que esta fiesta iba a ser una locura, y no iba a dejar pasar la chance.
Llegué a la casa de Caro pasadas las once, con una botella de Fernet bajo el brazo y la pija ya inquieta en el jean. El frío me cortaba la cara, pero adentro se escuchaba música fuerte, un reggaetón viejo que hacía vibrar las ventanas. Toqué el timbre, y Caro abrió la puerta con un vestido negro ajustado que le marcaba cada curva. No tenía corpiño, y los pezones se le dibujaban como dos clavos. “¡Primito, al fin, pajero! Entrá que ya estamos calientes,” dijo, riéndose, y me dio un beso rápido, metiéndome la lengua con ese sabor a menta y vino que me volvía loco.
La casa estaba a pleno. Había unas diez personas, la mayoría minas, bailando, tomando y riendo. El aire olía a porro, perfume del bueno y sudor. Josefina estaba en un rincón, con un short de jean que le dejaba medio culo al aire y una remera recortada que mostraba el ombligo. Me vio, me guiñó un ojo y siguió hablando con una mina que no conocía. Pero mi atención se fue directo a una pendeja que bailaba sola cerca de la cocina. Era una diosa: pelo rubio ondulado hasta los hombros, ojos azules que brillaban bajo la luz tenue, y un culo redondo que se movía al ritmo de la música, envuelto en esas calzas que te levantan mas el orto. No le hacia falta supongo, porque ese culo parecia que explotaba. Sus tetas, grandes y firmes, quizas fueran tetas operadas, no importaba rebotaban en una remera blanca sin mangas. Me quedé mirándola como boludo, con la pija ya marcándose en el jean.
Caro me dio un codazo. “¿Ya te calentaste, enfermo? Esa es Lucía, amiga de Jose. No te va a ser faci, creo que tienen novio.Si te la queres levantar vas a tener que recurir al tu ingenio.,” dijo, y se rió, dándome una palmada en el culo antes de irse a bailar con otra mina. Me acerqué a la cocina, serví dos vasos de Fernet con Coca y fui directo hacia Lucía. “¿Querés un trago?,” le dije, ofreciéndole uno. Ella me miró, sonrió con unos dientes perfectos y acepto dandome el vaso vacio que tenia en la mano. “Solo si me decís quién sos, porque no te tengo,” dijo, con una voz suave pero con un toque de pendeja atrevida.
“Soy el primo de Caro. Ella me llamo porque me dijo que estabas vos,” tiré, haciendome el distraido. Ella se rió, dio un sorbo al Fernet y se acercó un poco, dejando que su perfume, algo dulce y fuerte, me pegara en la cara. “Ah, directo el pibe. Me gusta. Pero tengo novio primo de Caro,” dijo, y se dio vuelta, moviendo el culo mientras volvía a bailar. Pasamos un rato hablando, boludeando, y cada vez que se reía o se acercaba, sentía su calor, sus tetas rozándome el brazo. Estaba claro que me la quería cojer, pero también que me iba a hacer laburar.
La fiesta siguió subiendo de tono. La música estaba más fuerte, y algunas minas ya se las notaba medio en pedo. Se daban piquitos entre ellas, y los tres boludos, incluido yo, nos volviamos locos. Lucía me agarró de la mano y me llevó a bailar. Me apoyaba el culo como bailando, frotándose despacio, y yo le puse las manos en la cintura, apretándola contra mí. “tranquilo que hay tiempo, primo,” murmuró, girándose para mirarme, con los ojos brillando de calentura. “Tranquila vos que me estas apoyando toda,” le dije al oído, y ella se mordió el labio, apretándose más.
No aguanté más. "A donde me la llevo a esta?” dije, girándome hacia mi prima, que estaba cerca, mirando con una sonrisa perdida.. Caro se acercó, con Josefina atrás, las dos con vasos en la mano. “¿Querés mi casa para cogerte a Lucia, primito? Ok, pero con una condición: yo miro,” dijo Caro, y Josefina se rió, dándole una nalgada. Lucía no dijo nada, solo sonrió, como si la idea la calentara tanto como a mí.
Subimos los tres a la pieza de Caro, con Lucía adelante, moviendo el culo como si supiera que todos la mirábamos. La habitación estaba igual que siempre: la cama deshecha, una botella de vino a medio tomar, un porro encendido en la mesita. Caro cerró la puerta y se tiró en una silla, abriendo las piernas y levantándose el vestido. No tenía tanga, y su concha ya brillaba de lo mojada que estaba. “Dale, primito, mostrame que me encnata,” dijo, metiéndose un dedo en la concha mientras nos miraba.
Lucía no perdió tiempo. Se sacó la remera, dejando las tetas al aire. Eran perfectas, grandes, con los pezones rosados y duros. Se bajó las calzas y el culo quedo en su lugar, quedando en una tanga blanca que se le metía entre los labios de la concha. “Desnudate, primo. Quiero ver esa pija que me prometiste,” dijo, y yo obedecí, sacándome todo en dos segundos. Mi pija saltó rebotando del pantalon. Lucía se acercó, me dio unos besos en la boca, con la lengua bien afuera y se arrodilló directamente. Me empezo a pajear mirandome la pija, asi como lo hacia caro, con esa cara de puta. Me metio la lengua en los huevos y me seguia pajando. “!Qué pija gorda tenes primito. Me vas a romper toda,” murmuró, y se la metió en la boca, chupando con fuerza, mientras con una mano se pajeaba la concha por encima de la tanga.
Caro gemía desde la silla, metiéndose dos dedos hasta el fondo.De reojo la miraba como, despues de colarse los dedos se los metia bien profundo en la boca y se los chupaba. “¡Chupale la pija, Lu, tragátela toda!,” gritó, y Lucía obedeció, metiéndosela hasta la garganta, lagrimeando un poco mientras la baba le chorreaba por la barbilla. Yo le agarré el pelo, empujándola, y ella gemía con la boca llena, temblando contra mi pija. “Qué puta hermosa, Lucía. Te gusta chupar pija, ¿no?,” le dije, y ella asintió, mirándome con los ojos llenos de calentura. "Que no se entere mi novio que soy re puta, el no sabe nada"
De repente, se levantó, se sacó la tanga y se tiró en la cama, abriendo las piernas de par en par. Su concha era una obra de arte: depilada, rosada, con los labios hinchados y chorreando. “Dale, primo de Caro. Quiero sentir esa pija adentro ya,” ordenó, y yo no necesitaba que me lo dijera dos veces. Me subí encima, le metí la pija de una, y su concha me capturó la verga como un puño caliente. “¡Ay que hijo de puta, la siento toda!,” gritó, y empezó a moverse contra mí, marcando un ritmo salvaje. Le di con todo, sintiendo cómo su concha era mas apretadita que la de Carolina.
Caro estaba fuera de control, gimiendo como loca mientras se masturbaba. Hababia sacado un juguete de su mesita de luz que se lo metia en la cola. “¡Rompéle la concha, primito, hacela acabar que me encanta ver eso!,” gritó, y se acercó, subiéndose a la cama. Se sentó en la cara de Lucía, frotándole la concha contra la boca. “Chupame, putita, comeme la concha mientras te cojen,” ordenó, y Lucía obedeció, metiéndole la lengua mientras gemía contra su clítoris. Yo le daba por la concha, sintiendo cómo apretaba cada vez más, y el ruido húmedo de mi pija entrando y saliendo se mezclaba con los gemidos de las dos. Caro le tapo toda la cara con su concha. La estaba asfixiando.
“¡Pegame, primo, haceme doler!,” gritó Lucía, sacando la cara de la concha de Caro por un segundo. Le di una cachetada en la mejilla, no muy fuerte, y ella gruñó. “¡Más fuerte, hijo de puta!,” pidió, y le di otra, dejando una marca roja. Al mismo tiempo le di una cachetada en el culo a Caro. Ella se rió, gimiendo mientras se frotaba contra la boca de Lucía. “Sos una puta de mierda, Lu. chupa pija y chupa concha,” dijo, y volvió a apretarle la concha contra la cara.
No aguanté más. La concha de Lucía me ordeñaba la pija, y sentía los huevos a punto de explotar. “te acabo toda la concha,” dije re caliente, y ella me clavó las uñas en el culo, empujándome más adentro. “¡Adentro, boludo, llename de leche!,” gritó, y exploté, echándole chorros de leche mientras su concha latía, acabando al mismo tiempo. Caro también parecia estar acabando en la cara de Lucia. No dejaba de pajearse mientras todo estallaba por los aires. Ella seguia temblando mientras Lucía le chupaba el clítoris, y las dos gritaron como locas, llenando la pieza de gemidos. Yo junte la leche de la concha de lucia y se la puse en la boca de Carolina. Nunca habia visto tanta cara de puta en un solo rato. Carolina le dio un beso en la boca a lucia con mi leche, y se quedaron transando un rato.
Cuando terminamos, los tres nos desplomamos en la cama, transpirados y jadeando. Caro se rió, todavía con la concha brillante de los jugos de Lucía y mi leche. “Sos un enfermo, primito. Y vos, Lu, una puta de primera,” dijo, dándole otro beso sucio a Lucía. Ella sonrió, pasándose una mano por la concha, donde mi leche todavia goteaba. “Este primo tuyo es un pervertido de mierda. Quiero más,” dijo, y las dos se miraron, riéndose como si ya estuvieran planeando la próxima.
La música seguía sonando abajo, y la fiesta no había terminado. Pero en esa pieza, con esas dos putas, el mundo podía esperar. Sabía que esto era solo el comienzo de una noche que me iba a dejar seco.
5 comentarios - putita la prima 7