No era un sábado cualquiera. Vos ya lo sabías desde que ella te mostró el mensaje:
— "Amor… ¡me llamaron de Pasión de Sábado! Dicen que me quieren como bailarina invitada este finde. ¿Me dejás?"
¿Cómo decir que no? La viste tan emocionada, con esa sonrisa de adolescente traviesa. Pero lo que no te esperabas era cuánto te iba a calentar todo eso.
Desde el jueves ya estaba probándose ropa. Tops chiquitos, tangas con lentejuelas, faldas mínimas que ni tapaban nada. Se reía frente al espejo:
— "¿Y si bailo así? ¿Muy atrevido… o justo?"
Y vos, con una mezcla de orgullo, celos y excitación, solo podías asentir. Porque verla así, tan sexy, tan feliz, tan descarada, te encendía de una forma que no esperabas.
---
Sábado – Estudio de TV
Entrás con ella al canal. Los pasillos están llenos de chicas con cuerpos increíbles, maquilladas, listas para brillar. Pero ninguna como tu esposa. Su colita en colaless negro, las medias de red que se agarran de sus muslos como si supieran que todos la van a mirar. Y vos ahí, acompañándola como un marido orgulloso… y un poco entregado.
En el camerino, se pone su top. Apenas le cubre los pezones. Te mira de reojo.
— "¿Me ves muy puta?" — dice divertida.
— "Me ves como para que se te pare de solo mirarme bailar desde la tribuna..."
Y sí. Se te para.
La llaman al escenario. El DJ empieza con cumbia y reggaetón. Las luces se encienden. Y ahí aparece ella. Tu esposa. En vivo. Bailando como una diosa.
Gira, salta, se agacha, se twerkea. Y vos, ahí en la tribuna, no sabés si reír, gritar, o irte al baño a descargar todo lo que estás sintiendo.
Un tipo al lado tuyo murmura:
— "Mirá esa mamita, loco… qué ganas de chuparle el alma."
Y vos, en vez de enojarte, sentís el fuego. Porque esa mamita es tuya.
---
Corte comercial. En el camarín.
Ella entra sudada, roja de adrenalina.
— "¿Viste cómo me miraban? Hasta el productor me dijo que bailo con mucho 'perreo elegante'."
— "Me tocó el camarero cuando me pasó una botella de agua, ¿viste? Se hizo el boludo, pero me tocó el culo. ¿Te molesta?"
— "O te calienta..." — dice con una sonrisita.
Se sienta sobre vos, en el sillón del camarín. No se cambió. Sigue con el colaless. Te frota, te lame el cuello. Te lo dice al oído:
— "¿Qué pensaste cuando me viste agachada frente a la cámara, eh?"
— "¿Pensaste que todo eso era para vos… o para todos?"
Te toca. Y se ríe. Porque sabe la respuesta.
---
Esa noche, en casa.
No llega ni a sacarse los tacos. La tirás en la cama. El colaless lo dejás puesto. La penetrás con una mezcla de furia y adoración. Ella gime fuerte, como si todavía tuviera micrófono. Te dice cosas al oído:
— "¿Así me vas a coger si me llaman de nuevo?"
— "¿Qué pasa si la próxima vez me piden que baile con un tipo pegado?"
— "¿Me vas a ver así? ¿Mientras otro me agarra la cintura en vivo?"
La cogés más fuerte.
Y al acabar, los dos ríen, exhaustos.
— "Creo que nací para ser Hotwife de televisión." — te dice, con picardía.
Y vos no podés negarlo. Porque esa noche, descubriste una nueva versión de ella. Una más libre. Más deseada. Más tuya que nunca.

— "Amor… ¡me llamaron de Pasión de Sábado! Dicen que me quieren como bailarina invitada este finde. ¿Me dejás?"
¿Cómo decir que no? La viste tan emocionada, con esa sonrisa de adolescente traviesa. Pero lo que no te esperabas era cuánto te iba a calentar todo eso.
Desde el jueves ya estaba probándose ropa. Tops chiquitos, tangas con lentejuelas, faldas mínimas que ni tapaban nada. Se reía frente al espejo:
— "¿Y si bailo así? ¿Muy atrevido… o justo?"
Y vos, con una mezcla de orgullo, celos y excitación, solo podías asentir. Porque verla así, tan sexy, tan feliz, tan descarada, te encendía de una forma que no esperabas.
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Sábado – Estudio de TV
Entrás con ella al canal. Los pasillos están llenos de chicas con cuerpos increíbles, maquilladas, listas para brillar. Pero ninguna como tu esposa. Su colita en colaless negro, las medias de red que se agarran de sus muslos como si supieran que todos la van a mirar. Y vos ahí, acompañándola como un marido orgulloso… y un poco entregado.
En el camerino, se pone su top. Apenas le cubre los pezones. Te mira de reojo.
— "¿Me ves muy puta?" — dice divertida.
— "Me ves como para que se te pare de solo mirarme bailar desde la tribuna..."
Y sí. Se te para.
La llaman al escenario. El DJ empieza con cumbia y reggaetón. Las luces se encienden. Y ahí aparece ella. Tu esposa. En vivo. Bailando como una diosa.
Gira, salta, se agacha, se twerkea. Y vos, ahí en la tribuna, no sabés si reír, gritar, o irte al baño a descargar todo lo que estás sintiendo.
Un tipo al lado tuyo murmura:
— "Mirá esa mamita, loco… qué ganas de chuparle el alma."
Y vos, en vez de enojarte, sentís el fuego. Porque esa mamita es tuya.
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Corte comercial. En el camarín.
Ella entra sudada, roja de adrenalina.
— "¿Viste cómo me miraban? Hasta el productor me dijo que bailo con mucho 'perreo elegante'."
— "Me tocó el camarero cuando me pasó una botella de agua, ¿viste? Se hizo el boludo, pero me tocó el culo. ¿Te molesta?"
— "O te calienta..." — dice con una sonrisita.
Se sienta sobre vos, en el sillón del camarín. No se cambió. Sigue con el colaless. Te frota, te lame el cuello. Te lo dice al oído:
— "¿Qué pensaste cuando me viste agachada frente a la cámara, eh?"
— "¿Pensaste que todo eso era para vos… o para todos?"
Te toca. Y se ríe. Porque sabe la respuesta.
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Esa noche, en casa.
No llega ni a sacarse los tacos. La tirás en la cama. El colaless lo dejás puesto. La penetrás con una mezcla de furia y adoración. Ella gime fuerte, como si todavía tuviera micrófono. Te dice cosas al oído:
— "¿Así me vas a coger si me llaman de nuevo?"
— "¿Qué pasa si la próxima vez me piden que baile con un tipo pegado?"
— "¿Me vas a ver así? ¿Mientras otro me agarra la cintura en vivo?"
La cogés más fuerte.
Y al acabar, los dos ríen, exhaustos.
— "Creo que nací para ser Hotwife de televisión." — te dice, con picardía.
Y vos no podés negarlo. Porque esa noche, descubriste una nueva versión de ella. Una más libre. Más deseada. Más tuya que nunca.


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