Me desperté con Coti aún desnuda sobre las sábanas y Julián apenas tapado un poco en las piernas, con su pene flácido expuesto a mí sin pudor.
Qué clase de nueva normalidad era esta?
Había experimentado sexualmente en 48hs más que en toda mí vida. Y como si fuera poco, en un contexto lunático prácticamente.
El clima había mejorado. Primera vez que volvíamos a ver el sol.
Era hoy, hoy se terminaría todo. Podríamos volver y la policía llegaría a rescatarnos.
Lala entró abruptamente a la habitación.
"Arriba, arriba! Ya logramos comunicarnos con la policía y viene en camino!"
La alegría de ella era tal que hasta ignoró mis compañeros de cuarto desnudos ante sus ojos.
Se tiró a mí cama, me abrazó y siguió viaje por los pasillos del hostel.
Unas lágrimas empezaron a recorrer mis mejillas. Todo el estrés acumulado se disipaba con esa confirmación.
Mientras armaba el bolso, reflexionaba sobre todo.
El hijo de puta de Pablo, seguía encerrado en la habitación y seguramente terminaría pudriéndose en la cárcel como se merecía.
Me daba pena Julián que veía que su amigo era una basura y se volvería solo de todo este viaje.
También, me sentía mal por Mateo y Clari, especialmente la segunda que se había quedado sin su papá. Para peor, su tío transformó la situación en un circo.
A ellos no les pude hablar, nunca me dirigieron la palabra después de lo que sucedió.
Y pobres los franceses, pasaron una noche encerrados, incluso sin comida. Tuvieron que pagarle a Julio para poder salir. Qué recuerdito se llevaban de nuestro país...
Qué increíble todo.
Si bien no veía la hora de dejar todo esto atrás, había logrado el cometido de no pensar en mí ex.
También, extrañaría algunas de esas personas que conocí ahí.
Mientras desayunaba, todos contábamos los minutos para que llegue la policía. No se hablaba de otra cosa.
Estábamos todos en la mesa, salvo Pablo.
Julio en la punta nos miraba desconfiado, no compartía ni su mate.
Mateo estaba enfrente mío, intenté varias veces cruzar miradas con él pero sin caso.
Estiré mí pierna por abajo de la mesa buscando su tobillo, le dí un toquecito suave y logré que me mire.
Le hice gestito de ir a hablar, casi con una mirada fulminante, como de reto. Me molestaba que no me dirija la palabra.
Nos levantamos de la mesa ante una desaprobación muy notoria de Julio quién intentó frenar a su hijo.
"Perdón Julio, tengo que hablar con él". Respondí tajante. Pasé de tener empatía con Mateo a una rabia incontrolable.
Apenas nos apartamos, subimos en silencio las escaleras. Ya en mí habitación, cerré la puerta e indignada, gritando entre susurros le dije:
"Me explicas por qué no me hablas?"
"Cogimos y eso no te obliga a nada, también entiendo que pasó una situación de mierda para todos y en especial para tu familia, pero siempre me acerqué para intentar ayudar y solo me esquivas, eso me enferma".
Mateo: "eh...eh.... Per...don..."
Yo: "no, perdón nada, no tenés que disculparte. Solo quiero entender qué carajo pasó"
Mateo: "no...no me animé..."
Yo: "A QUÉ MATEO, A QUÉ?"
Mateo: "a hablarte, estaba incómodo"
Yo: "me recontra cogiste en una ducha y no te animas a hablarme pelotudo?"
Mateo: "..."
Entendí que me estaba pasando con él. Tenía la mirada al piso, se lo veía incómodo. Estaba liberando toda mí tensión con él y también era una víctima de esos días frenéticos.
Incluso, una víctima aún mayor que yo.
Yo: "perdón Mateo, me excedí. Sos un re buen chico y estás soportando este planteo idiota que te estoy haciendo"
Ante mí sorpresa, se acercó a mí y me dió un beso. Me agarró desprevenida y no lo esperé. No lo correspondí inmediatamente, pero por el shock. Cuando entendí lo que pasaba, mí lengua acompañó su movimiento y se entrelazó con la de él en un profundo chape.
Otra vez, como en aquella ducha días atrás, su short no era capaz de disimular su erección.
Él seguía sin parecerme especialmente lindo, pero tenía una dulzura en su cara que me enterneció.
Me estremecía entre besos y caricias, mí entrepierna reaccionaba a estos estímulos al igual que le pasaba a él. Su bulto en mí pancita, sus manos agarradas a mí cola.
"Esta vez, me toca a mí"
Acto seguido, bajó mí calza dejando mí tanguita al descubierto. Me llevó a la cama y me recostó boca arriba.
Fué besando mí vientre, corrió el fino hilo de mí ropa interior y con su lengua empezó a darle placer a mí conchita.
Estaba mojadita, pero eso no se comparaba a como me dejó a los pocos minutos de lamer mí rayita con tanta pasión. Con mucha dedicación se encargó de liberar varios gemidos desde dentro mío.
Una mezcla de mis flujos y su saliva, recorrían hasta mí culito y permitían que un dedito de él acaricie con muchísima libertad mí ano. Sus lamidas se empezaron a ver acompañadas con una falange que fué entrando sin dificultad en mí cola.
Volaba de calentura, era algo torpe comparado a Coti, pero incluso me daba más morbo eso.
Me mojaba en su boquita, veía su carita brillante por culpa de eso.
Concentrada en aquél oral, no me di cuenta que todo su dedo estaba dentro de mí culito. Empezó a acompañar con su mano libre, dos deditos en mí conchita mientras su lengua aún estimulaba mí clitoris.
Empecé a gemir con más intensidad, la respiración se me cortaba, estaba agitada, extasiada, me retorcía entre aquél acolchado ya manchado por mis flujos.
Repetí su nombre varias veces, fué lo último que dijeron mis labios hasta acabarme, arqueaba mí espalda como poseída, clavé mis uñas en su espalda y una de mis manos enterró su carita en mí entrepierna.
Un largo gemido recorrió la habitación y volví a relajar mí cuerpo.
"Por favor, cogeme ya"
No lo tuve que repetir, para cuando terminé mí frase, ya tenía su pija apoyada en mí húmeda rayita.
La fué metiendo despacio, me había olvidado lo ancha que era. Pero disfrutaba sintiendo cómo me iba abriendo de a poquito, no costaba que entre, todo lo contrario, sentía un enorme placer en cada centímetro que ganaba dentro mío.
Mateo me volvió a besar, cruzamos miradas durante ese beso, fué enterrando su pija más y más mientras nos comíamos como amantes.
La tenía toda adentro y sentía su recorrido dulce y tierno entre besos.
Distaba muchísimo de aquella bestia de la ducha. Lo hacía con mucha pasión pero con mucha tranquilidad.
Sus besos recorrían mí cuello, buscaron liberar mis tetas que aún estaban escondidas debajo de mí remeron. Mientras me seguía cogiendo, se dedicó a lamer mis pezones y jugar con mis lolas.
Seguía empapada, cerca de otro orgasmo.
Me abracé a su espalda mientras mis piernas iban contra de mí pecho por la presión de su cuerpo.
Sentí nuevamente uno de sus dedos jugar con mí ano.
Liberé un suspiro al sentir que entró y empezó a copiar el ritmo de su verga en mí conchita.
Estaba con mis agujeritos completos. Nada quedaba libre.
Frené los besos un segundo para mirarlo.
Lo agarré de las mejillas...
"Rompeme el culito, te morís de ganas y yo también".
Si algo me gustaba de ese chico es que no dudaba.
Sacó su pija de inmediato y la posicionó en la entrada de mí colita.
Se repitió el proceso, la fué metiendo de a poco, me relajé para que pueda entrar toda mientras veía su carita incrédula.
Él se agarraba a mis tetas para empujar, ya sin tanta paciencia, sino con más deseo de reventarme.
Cuando pudo meterla toda, no perdió el tiempo, empezó con un mete y saca brutal, perdió toda cordura y cayó a lo más profundo de su instinto animal anterior.
Me reventó el culito con su cogida incansable, quería gritar de placer, sus besos me detenían o ahogaban esos chillidos.
Su verga me tenía toda abierta y me culeaba fenomenal. No sabía cuánto extrañaba que ese macho me coja así. Con esa vehemencia.
Volví a llegar a otro orgasmo. Ya iba el segundo, era el juguetito sexual de Mateo que me siguió cogiendo incansable aunque mí cuerpo se sintiese como flotando tras volverme a acabar.
Escuché casi a la par de mis jadeos, el timbre del lugar, la policía había llegado.
Mateo se alteró y salió de adentro mío.
Me dejó y quedé con la colita abierta sobre el acolchado manchado por mis dos acabadas.
Busqué rápido la ropita y bajé disimulando mí caminar.
Nos reunieron en la sala.
Mateo nuevamente no me miraba. Había un clima de verdadera tensión.
Julio explicó los hechos ante todos y 2 policías que estaban ahí mientras llegaba el forense.
Se fueron al fondo donde estaba el cuerpo y pasaron casi 30min ahí.
"Bueno, se pueden ir todos"
Ya está llegando una camioneta que los va a devolver a la ciudad.
Todos nos abrazamos felices. No tardamos nada en buscar nuestras cosas y bajar.
En menos de 20min, estábamos todos menos Pablo, en aquella combi.
Lala: "no te pareció raro que no nos hagan preguntas ni nada?" Me dijo por lo bajo.
Yo: "ahora que decís.. la verdad que sí"
Coti: "si, fué raro pero estoy contenta de irme la verdad, espero no haberme olvidado nada, porque no vuelvo ni loca"
En ese momento, revisé mí mochila algo agitada pensando si tenía mí billetera con mis documentos.
Afortunadamente, ahí estaba, en el fondo de mí mochila.
Lo que me llamó la atención, en la distracción, me había traído aquél libro que estuve leyendo esos días, que hablaba sobre la historia de la zona.
De golpe, quedé pálida. Algo se cruzó por mí cabeza.
"Lala, Coti, esperen..."
Qué clase de nueva normalidad era esta?
Había experimentado sexualmente en 48hs más que en toda mí vida. Y como si fuera poco, en un contexto lunático prácticamente.
El clima había mejorado. Primera vez que volvíamos a ver el sol.
Era hoy, hoy se terminaría todo. Podríamos volver y la policía llegaría a rescatarnos.
Lala entró abruptamente a la habitación.
"Arriba, arriba! Ya logramos comunicarnos con la policía y viene en camino!"
La alegría de ella era tal que hasta ignoró mis compañeros de cuarto desnudos ante sus ojos.
Se tiró a mí cama, me abrazó y siguió viaje por los pasillos del hostel.
Unas lágrimas empezaron a recorrer mis mejillas. Todo el estrés acumulado se disipaba con esa confirmación.
Mientras armaba el bolso, reflexionaba sobre todo.
El hijo de puta de Pablo, seguía encerrado en la habitación y seguramente terminaría pudriéndose en la cárcel como se merecía.
Me daba pena Julián que veía que su amigo era una basura y se volvería solo de todo este viaje.
También, me sentía mal por Mateo y Clari, especialmente la segunda que se había quedado sin su papá. Para peor, su tío transformó la situación en un circo.
A ellos no les pude hablar, nunca me dirigieron la palabra después de lo que sucedió.
Y pobres los franceses, pasaron una noche encerrados, incluso sin comida. Tuvieron que pagarle a Julio para poder salir. Qué recuerdito se llevaban de nuestro país...
Qué increíble todo.
Si bien no veía la hora de dejar todo esto atrás, había logrado el cometido de no pensar en mí ex.
También, extrañaría algunas de esas personas que conocí ahí.
Mientras desayunaba, todos contábamos los minutos para que llegue la policía. No se hablaba de otra cosa.
Estábamos todos en la mesa, salvo Pablo.
Julio en la punta nos miraba desconfiado, no compartía ni su mate.
Mateo estaba enfrente mío, intenté varias veces cruzar miradas con él pero sin caso.
Estiré mí pierna por abajo de la mesa buscando su tobillo, le dí un toquecito suave y logré que me mire.
Le hice gestito de ir a hablar, casi con una mirada fulminante, como de reto. Me molestaba que no me dirija la palabra.
Nos levantamos de la mesa ante una desaprobación muy notoria de Julio quién intentó frenar a su hijo.
"Perdón Julio, tengo que hablar con él". Respondí tajante. Pasé de tener empatía con Mateo a una rabia incontrolable.
Apenas nos apartamos, subimos en silencio las escaleras. Ya en mí habitación, cerré la puerta e indignada, gritando entre susurros le dije:
"Me explicas por qué no me hablas?"
"Cogimos y eso no te obliga a nada, también entiendo que pasó una situación de mierda para todos y en especial para tu familia, pero siempre me acerqué para intentar ayudar y solo me esquivas, eso me enferma".
Mateo: "eh...eh.... Per...don..."
Yo: "no, perdón nada, no tenés que disculparte. Solo quiero entender qué carajo pasó"
Mateo: "no...no me animé..."
Yo: "A QUÉ MATEO, A QUÉ?"
Mateo: "a hablarte, estaba incómodo"
Yo: "me recontra cogiste en una ducha y no te animas a hablarme pelotudo?"
Mateo: "..."
Entendí que me estaba pasando con él. Tenía la mirada al piso, se lo veía incómodo. Estaba liberando toda mí tensión con él y también era una víctima de esos días frenéticos.
Incluso, una víctima aún mayor que yo.
Yo: "perdón Mateo, me excedí. Sos un re buen chico y estás soportando este planteo idiota que te estoy haciendo"
Ante mí sorpresa, se acercó a mí y me dió un beso. Me agarró desprevenida y no lo esperé. No lo correspondí inmediatamente, pero por el shock. Cuando entendí lo que pasaba, mí lengua acompañó su movimiento y se entrelazó con la de él en un profundo chape.
Otra vez, como en aquella ducha días atrás, su short no era capaz de disimular su erección.
Él seguía sin parecerme especialmente lindo, pero tenía una dulzura en su cara que me enterneció.
Me estremecía entre besos y caricias, mí entrepierna reaccionaba a estos estímulos al igual que le pasaba a él. Su bulto en mí pancita, sus manos agarradas a mí cola.
"Esta vez, me toca a mí"
Acto seguido, bajó mí calza dejando mí tanguita al descubierto. Me llevó a la cama y me recostó boca arriba.
Fué besando mí vientre, corrió el fino hilo de mí ropa interior y con su lengua empezó a darle placer a mí conchita.
Estaba mojadita, pero eso no se comparaba a como me dejó a los pocos minutos de lamer mí rayita con tanta pasión. Con mucha dedicación se encargó de liberar varios gemidos desde dentro mío.
Una mezcla de mis flujos y su saliva, recorrían hasta mí culito y permitían que un dedito de él acaricie con muchísima libertad mí ano. Sus lamidas se empezaron a ver acompañadas con una falange que fué entrando sin dificultad en mí cola.
Volaba de calentura, era algo torpe comparado a Coti, pero incluso me daba más morbo eso.
Me mojaba en su boquita, veía su carita brillante por culpa de eso.
Concentrada en aquél oral, no me di cuenta que todo su dedo estaba dentro de mí culito. Empezó a acompañar con su mano libre, dos deditos en mí conchita mientras su lengua aún estimulaba mí clitoris.
Empecé a gemir con más intensidad, la respiración se me cortaba, estaba agitada, extasiada, me retorcía entre aquél acolchado ya manchado por mis flujos.
Repetí su nombre varias veces, fué lo último que dijeron mis labios hasta acabarme, arqueaba mí espalda como poseída, clavé mis uñas en su espalda y una de mis manos enterró su carita en mí entrepierna.
Un largo gemido recorrió la habitación y volví a relajar mí cuerpo.
"Por favor, cogeme ya"
No lo tuve que repetir, para cuando terminé mí frase, ya tenía su pija apoyada en mí húmeda rayita.
La fué metiendo despacio, me había olvidado lo ancha que era. Pero disfrutaba sintiendo cómo me iba abriendo de a poquito, no costaba que entre, todo lo contrario, sentía un enorme placer en cada centímetro que ganaba dentro mío.
Mateo me volvió a besar, cruzamos miradas durante ese beso, fué enterrando su pija más y más mientras nos comíamos como amantes.
La tenía toda adentro y sentía su recorrido dulce y tierno entre besos.
Distaba muchísimo de aquella bestia de la ducha. Lo hacía con mucha pasión pero con mucha tranquilidad.
Sus besos recorrían mí cuello, buscaron liberar mis tetas que aún estaban escondidas debajo de mí remeron. Mientras me seguía cogiendo, se dedicó a lamer mis pezones y jugar con mis lolas.
Seguía empapada, cerca de otro orgasmo.
Me abracé a su espalda mientras mis piernas iban contra de mí pecho por la presión de su cuerpo.
Sentí nuevamente uno de sus dedos jugar con mí ano.
Liberé un suspiro al sentir que entró y empezó a copiar el ritmo de su verga en mí conchita.
Estaba con mis agujeritos completos. Nada quedaba libre.
Frené los besos un segundo para mirarlo.
Lo agarré de las mejillas...
"Rompeme el culito, te morís de ganas y yo también".
Si algo me gustaba de ese chico es que no dudaba.
Sacó su pija de inmediato y la posicionó en la entrada de mí colita.
Se repitió el proceso, la fué metiendo de a poco, me relajé para que pueda entrar toda mientras veía su carita incrédula.
Él se agarraba a mis tetas para empujar, ya sin tanta paciencia, sino con más deseo de reventarme.
Cuando pudo meterla toda, no perdió el tiempo, empezó con un mete y saca brutal, perdió toda cordura y cayó a lo más profundo de su instinto animal anterior.
Me reventó el culito con su cogida incansable, quería gritar de placer, sus besos me detenían o ahogaban esos chillidos.
Su verga me tenía toda abierta y me culeaba fenomenal. No sabía cuánto extrañaba que ese macho me coja así. Con esa vehemencia.
Volví a llegar a otro orgasmo. Ya iba el segundo, era el juguetito sexual de Mateo que me siguió cogiendo incansable aunque mí cuerpo se sintiese como flotando tras volverme a acabar.
Escuché casi a la par de mis jadeos, el timbre del lugar, la policía había llegado.
Mateo se alteró y salió de adentro mío.
Me dejó y quedé con la colita abierta sobre el acolchado manchado por mis dos acabadas.
Busqué rápido la ropita y bajé disimulando mí caminar.
Nos reunieron en la sala.
Mateo nuevamente no me miraba. Había un clima de verdadera tensión.
Julio explicó los hechos ante todos y 2 policías que estaban ahí mientras llegaba el forense.
Se fueron al fondo donde estaba el cuerpo y pasaron casi 30min ahí.
"Bueno, se pueden ir todos"
Ya está llegando una camioneta que los va a devolver a la ciudad.
Todos nos abrazamos felices. No tardamos nada en buscar nuestras cosas y bajar.
En menos de 20min, estábamos todos menos Pablo, en aquella combi.
Lala: "no te pareció raro que no nos hagan preguntas ni nada?" Me dijo por lo bajo.
Yo: "ahora que decís.. la verdad que sí"
Coti: "si, fué raro pero estoy contenta de irme la verdad, espero no haberme olvidado nada, porque no vuelvo ni loca"
En ese momento, revisé mí mochila algo agitada pensando si tenía mí billetera con mis documentos.
Afortunadamente, ahí estaba, en el fondo de mí mochila.
Lo que me llamó la atención, en la distracción, me había traído aquél libro que estuve leyendo esos días, que hablaba sobre la historia de la zona.
De golpe, quedé pálida. Algo se cruzó por mí cabeza.
"Lala, Coti, esperen..."
7 comentarios - Superando una ruptura (7)
se viene la acabada