Lucas, o el hijo de puta que me metió los cuernos, era mí primer y único novio. Experimenté bastante con él, pero nunca nada muy osado. Si bien mí imaginación volaba, caíamos a la rutina del sexo pasional en el momento que pintaba, con poca preparación.
Los dos éramos muy sexuales la verdad, aunque yo sí sabía controlar mis impulsos con otros hombres, no como él, que se terminó cogiendo la putita que labura con él en la concesionaria.
Era fachero, lo sé, pero el hecho de tener oportunidades de estar con otro/a no implica que de vez en cuando una sea válida si vamos a ser monógamos.
En fin, debía dejar de pensar en él, estaba desayunando en medio del desierto salteño, con unos mates que me cebó Clarita, una tostada y unos huevitos revueltos que preparé como pude ante el intento fallido de omelette. En mí defensa, la sartén era del pre llegada de los españoles más o menos.
Era bastante temprano, calculo que no eran ni las 7, nos sorprendió bastante ver llegar a Pablo, aparentemente era bastante madrugador, iba a hacer una rutina de calistenia en ayuno por lo que apenas saludó a la pasada y siguió camino.
Seguimos charlando y se nos sumó Ramón que me contó varias historias de Clari de chiquita y de cómo una vez se le perdió en el desierto... Qué horror, me muero si una hija se me pierde, él lo contó con bastante naturalidad.
Ambos se fueron para continuar con sus tareas y quedé sola, abrí un libro que contaba un poco la historia de la zona, me dediqué a leer algunas hojas cuando me ví interrumpida por un saludo.
"Morning!"
Me agarró desprevenida, si bien sabía inglés, no esperaba tener que sacarlo a brillar en ese lugar.
Entró Paul con Jerome detrás. Quiénes eran? Al igual que los chicos, estaban esperando para salir de excursión al día siguiente, venían desde Francia para hacer esto! Quedé súper sorprendida.
Paul era de tez blanca, pelo negro como la noche y ojos grisaseos. Era muy particular, generaba cierta incomodidad en su mirada, parecía que el resto de la existencia le molestara. Si bien fué quién saludó amigablemente, su cara no parecía de muy buenos días.
Jerome por su parte, era todo lo contrario, una sonrisa blanca radiante que contrastaba con su piel negra intensa. Tenía unas trenzas tejidas que iban hasta la nuca, su carisma y lindos rasgos hacía que le queden increíbles.
Eran el día y la noche, en todo sentido. Desde sus comportamientos, su piel y hasta su altura. Paul mediría 1,70; poco más alto que yo, mientras que Jerome pasaba el 1,90 con facilidad. Si al igual que los chicos argentinos, tenían un físico notable, ambos bajaron en musculosa y se podía ver por sus brazos, que estaban muy preparados.
Me invitaron a desayunar con ellos, o bueno, Jerome. Paul parecía que me mirara como pensando en mil formas de matarme ahí mismo.
Los chicos prepararon el café más delicioso que probé, molieron los granos ellos mismos. Todo un arte.
Ya para las 8am, sabía todo de sus vidas, Paul parecía algo más abierto a charlar pero su mirada seguía siendo inquietante. Jerome le hacía varios chistes con eso, entendí que no era conmigo, sino que es su manera de ser. Ahí me relajé y empecé a hacerle chistes también.
Fueron llegando el resto de las personas del Hostel, Julián, Mateo que se unieron a Pablo. De hecho, me hicieron chistes que los cambié por "subcampeones del mundo" ahí se armó una rivalidad graciosa entre ellos que parecían ya conocerse previamente de algún otro encuentro en el Hostel.
También bajó mí compañera de cuarto, descubrí su nombre al igual que el resto en ese momento. Con "Coti" congeniamos al instante, casualmente mí mamá me quería poner ese nombre y finalmente se descartó por votación entre abuelos y mí papá.
Pensé que éramos las únicas chicas del lugar hasta que bajaron Nacho y "Lala", quiénes decidieron pasar 2 noches en el desierto por un pico de estrés laboral de ella según nos contaron. Nacho era algo rellenito, lindo de cara pero se notaba que estaba muy desfavorecido por el constraste de cuerpos entre los chicos de la excursión y él. Lala, súper bajita, apenas si llegaba al 1,50, muy flaquita pero con un cuerpo delicado. Era rubia de ojitos claros, parecía una muñequita. Estaban casados hace un año y poco más según mis cuentas rápidas. Me hicieron acordar a mí y Lucas, eran novios desde el colegio. Aunque claro, su historia tenía un final muy distinto. Nacho tenía 28 años, ella uno menos, 27, aunque viéndola parecía de apenas 18 años.
La mesa era muy divertida, la verdad que estaba bastante unida, había mucha charla entre todos e historias muy interesantes.
Si bien hablé muchísimo con Coti, me costaba sacarle la mirada de encima a Pablo, me gustaba mucho su sonrisa, estaba en cuero, transpirado tras entrenar y daba una onda de "macho" que me enloquecía.
Casi todo el hostel iba a quedar vacío a la mañana siguiente... Por lo que un poco me empezó a entusiasmar la idea de darle una "despedida" previa a su gran aventura.
Esperé atenta a que se levante, ya había escuchado que se iría a duchar apenas termine de desayunar y no perdí oportunidad de ir detrás de él cuando se levantó.
Lo seguí por el hostel sigilosamente, lo ví entrar a su habitación a buscar el toallón, la ropa para cambiarse y obvio, jabón y shampoo.
Caminó hasta la zona de los baños, se dividía en 3, todos tenían una bacha, el inodoro enfrentado y la ducha unos pasos más adelante.
Eligió el último box, en mí cerebro pensé en dejarlo ducharse, pero me había calentado mucho verlo con las perlitas de transpiración por todo el cuerpo, el pelo revuelto, su piel brillante... Toqué la puerta casi sin darme cuenta.
"Ocupado".
Volví a golpear...
"Ocupado...." Ya de peor tono.
"Pablo, me abrís un toque?"
Sentí el pestillo girar, abrió un poco cubriendo su cuerpo con la puerta.
Empujé la puerta y me tiré a comerle la boca. Estaba completamente desnudo. Tenía el cuerpo súper trabajado, las piernas marcadas, el abdomen, los glúteos. Dios, lo quería violar ahí mismo.
Empecé a pajearlo, estaba durísimo al instante, eso me encantaba. Me comía la boca con la misma desesperación que yo.
"No te imaginé así de lanzada". Me dijo entre besos.
"Así de puta decime mejor" fué mí contundente respuesta.
"Te gusta ser bien putita, me encanta..."
Sus palabras mezcladas con el olor a hombre que emanaba, me doblaron las rodillas solas.
Agarré sus bolas con una de mis manos, con la otra llevé su pija a mí boca y empecé a recorrer con mí lengua una hermosa pija que iba acorde a su cuerpo tallado.
Me dediqué a masajearle las bolas mientras sentía su sabor a hombre. Su pija me invitaba a chuparla, no me negué. Fui tragando cada centímetro con placer, la calentura me traía poseída. Era la primera que degustaba desde mí ruptura y era increíble.
Pensé en cuántos años perdí con la misma de siempre. Me agarré de sus firmes glúteos y empecé a mover mí cabeza para adelante y para atrás ahogándome con su verga. Buscaba aire y seguía. No me podía detener. Lo tenía contra la pared, con su cabeza inclinada disfrutando de ese arrebato de sexo que sentí esa mañana.
Mí ropa deportiva ya contaba varias gotas de mí saliva habían caído sobre la tela.
Qué lindo hombre era, disfrutaba mientras buscaba oxígeno, pajearlo con mucha intensidad y mirar como se retorcía de placer intentando no acabar con mí pete.
Si bien él aparentaba vampirezco, quién le estaba chupando hasta el alma era yo, linda ironía.
Estaba colgada de esa pija hasta que su mano en mí cuello me levantó para ponerme contra la pared. Mí agitación se enfrentaba a esa cerámica fría que ponía mis pezones duros.
Me bajó el shorcito y se agachó a comerme el culito y la conchita. Sus lamidas no hacían más que mojarme aún más, como si eso fuera posible o hasta necesario.
"Por favor reventarme" supliqué.
"Qué querés putita?"
"Quiero que me cojas, por favor te pido dame pija ya" insistí tras su pregunta.
"Dale por favor, dame pija, dame esa verga hermosa que tenés" volví a reclamar.
Se levantó y de un golpe seco me clavó, no pude evitar largar un chirrido, no la ví venir. No tuvo ninguna sutileza, era exactamente lo que deseaba pero no creí que lo iría a interpretar tan bien.
Me levantó el top y jugó con mis tetas que seguían padeciendo el contraste de la fría pared en la que se apretaban.
Su pija entraba y salía con total facilidad gracias a lo mojadita que estaba, sentía como me llenaba con su carne hasta dejarme vacía por dentro y arremeter con violencia una vez más.
Ese mete y saca duró muchísimo, a un ritmo increíble. Se notaba que el hijo de puta estaba en óptimas condiciones físicas porque mí cuerpito así lo disfrutaba.
Me temblaban las piernas, gemia como loca por sus embestidas, ya estaba prácticamente sostenida en el aire y sobre su verga.
Pensaba que estaba por acabarse pero seguía, la que empezó a acabar y fui yo, largué un grito de placer que no pude ocultar, incluso siguió cuando con su mano intentó taparme la boca. Estaba fuera de mí.
Sentí mí pierna chorreando de mis propios flujos, él, sin piedad me siguió reventando como le pedí minutos atrás.
"Ay hijo de puta me vas a matar me acabé toda" él orgulloso seguía cogiendome ignorando cualquier súplica.
Ahí recordé un truco que usaba con mí pareja.
"Me vas a dar la lechita? Me muero por probarla"
La efectividad de eso era real, sacó su pija de inmediato y me puso otra vez de rodillas. Varios chorros cruzaron mí cara y mis tetas descubiertas. Su cara de lujuria viendo cómo me enchastraba toda me calentó muchísimo.
Qué linda manera de empezar el día...
Los dos éramos muy sexuales la verdad, aunque yo sí sabía controlar mis impulsos con otros hombres, no como él, que se terminó cogiendo la putita que labura con él en la concesionaria.
Era fachero, lo sé, pero el hecho de tener oportunidades de estar con otro/a no implica que de vez en cuando una sea válida si vamos a ser monógamos.
En fin, debía dejar de pensar en él, estaba desayunando en medio del desierto salteño, con unos mates que me cebó Clarita, una tostada y unos huevitos revueltos que preparé como pude ante el intento fallido de omelette. En mí defensa, la sartén era del pre llegada de los españoles más o menos.
Era bastante temprano, calculo que no eran ni las 7, nos sorprendió bastante ver llegar a Pablo, aparentemente era bastante madrugador, iba a hacer una rutina de calistenia en ayuno por lo que apenas saludó a la pasada y siguió camino.
Seguimos charlando y se nos sumó Ramón que me contó varias historias de Clari de chiquita y de cómo una vez se le perdió en el desierto... Qué horror, me muero si una hija se me pierde, él lo contó con bastante naturalidad.
Ambos se fueron para continuar con sus tareas y quedé sola, abrí un libro que contaba un poco la historia de la zona, me dediqué a leer algunas hojas cuando me ví interrumpida por un saludo.
"Morning!"
Me agarró desprevenida, si bien sabía inglés, no esperaba tener que sacarlo a brillar en ese lugar.
Entró Paul con Jerome detrás. Quiénes eran? Al igual que los chicos, estaban esperando para salir de excursión al día siguiente, venían desde Francia para hacer esto! Quedé súper sorprendida.
Paul era de tez blanca, pelo negro como la noche y ojos grisaseos. Era muy particular, generaba cierta incomodidad en su mirada, parecía que el resto de la existencia le molestara. Si bien fué quién saludó amigablemente, su cara no parecía de muy buenos días.
Jerome por su parte, era todo lo contrario, una sonrisa blanca radiante que contrastaba con su piel negra intensa. Tenía unas trenzas tejidas que iban hasta la nuca, su carisma y lindos rasgos hacía que le queden increíbles.
Eran el día y la noche, en todo sentido. Desde sus comportamientos, su piel y hasta su altura. Paul mediría 1,70; poco más alto que yo, mientras que Jerome pasaba el 1,90 con facilidad. Si al igual que los chicos argentinos, tenían un físico notable, ambos bajaron en musculosa y se podía ver por sus brazos, que estaban muy preparados.
Me invitaron a desayunar con ellos, o bueno, Jerome. Paul parecía que me mirara como pensando en mil formas de matarme ahí mismo.
Los chicos prepararon el café más delicioso que probé, molieron los granos ellos mismos. Todo un arte.
Ya para las 8am, sabía todo de sus vidas, Paul parecía algo más abierto a charlar pero su mirada seguía siendo inquietante. Jerome le hacía varios chistes con eso, entendí que no era conmigo, sino que es su manera de ser. Ahí me relajé y empecé a hacerle chistes también.
Fueron llegando el resto de las personas del Hostel, Julián, Mateo que se unieron a Pablo. De hecho, me hicieron chistes que los cambié por "subcampeones del mundo" ahí se armó una rivalidad graciosa entre ellos que parecían ya conocerse previamente de algún otro encuentro en el Hostel.
También bajó mí compañera de cuarto, descubrí su nombre al igual que el resto en ese momento. Con "Coti" congeniamos al instante, casualmente mí mamá me quería poner ese nombre y finalmente se descartó por votación entre abuelos y mí papá.
Pensé que éramos las únicas chicas del lugar hasta que bajaron Nacho y "Lala", quiénes decidieron pasar 2 noches en el desierto por un pico de estrés laboral de ella según nos contaron. Nacho era algo rellenito, lindo de cara pero se notaba que estaba muy desfavorecido por el constraste de cuerpos entre los chicos de la excursión y él. Lala, súper bajita, apenas si llegaba al 1,50, muy flaquita pero con un cuerpo delicado. Era rubia de ojitos claros, parecía una muñequita. Estaban casados hace un año y poco más según mis cuentas rápidas. Me hicieron acordar a mí y Lucas, eran novios desde el colegio. Aunque claro, su historia tenía un final muy distinto. Nacho tenía 28 años, ella uno menos, 27, aunque viéndola parecía de apenas 18 años.
La mesa era muy divertida, la verdad que estaba bastante unida, había mucha charla entre todos e historias muy interesantes.
Si bien hablé muchísimo con Coti, me costaba sacarle la mirada de encima a Pablo, me gustaba mucho su sonrisa, estaba en cuero, transpirado tras entrenar y daba una onda de "macho" que me enloquecía.
Casi todo el hostel iba a quedar vacío a la mañana siguiente... Por lo que un poco me empezó a entusiasmar la idea de darle una "despedida" previa a su gran aventura.
Esperé atenta a que se levante, ya había escuchado que se iría a duchar apenas termine de desayunar y no perdí oportunidad de ir detrás de él cuando se levantó.
Lo seguí por el hostel sigilosamente, lo ví entrar a su habitación a buscar el toallón, la ropa para cambiarse y obvio, jabón y shampoo.
Caminó hasta la zona de los baños, se dividía en 3, todos tenían una bacha, el inodoro enfrentado y la ducha unos pasos más adelante.
Eligió el último box, en mí cerebro pensé en dejarlo ducharse, pero me había calentado mucho verlo con las perlitas de transpiración por todo el cuerpo, el pelo revuelto, su piel brillante... Toqué la puerta casi sin darme cuenta.
"Ocupado".
Volví a golpear...
"Ocupado...." Ya de peor tono.
"Pablo, me abrís un toque?"
Sentí el pestillo girar, abrió un poco cubriendo su cuerpo con la puerta.
Empujé la puerta y me tiré a comerle la boca. Estaba completamente desnudo. Tenía el cuerpo súper trabajado, las piernas marcadas, el abdomen, los glúteos. Dios, lo quería violar ahí mismo.
Empecé a pajearlo, estaba durísimo al instante, eso me encantaba. Me comía la boca con la misma desesperación que yo.
"No te imaginé así de lanzada". Me dijo entre besos.
"Así de puta decime mejor" fué mí contundente respuesta.
"Te gusta ser bien putita, me encanta..."
Sus palabras mezcladas con el olor a hombre que emanaba, me doblaron las rodillas solas.
Agarré sus bolas con una de mis manos, con la otra llevé su pija a mí boca y empecé a recorrer con mí lengua una hermosa pija que iba acorde a su cuerpo tallado.
Me dediqué a masajearle las bolas mientras sentía su sabor a hombre. Su pija me invitaba a chuparla, no me negué. Fui tragando cada centímetro con placer, la calentura me traía poseída. Era la primera que degustaba desde mí ruptura y era increíble.
Pensé en cuántos años perdí con la misma de siempre. Me agarré de sus firmes glúteos y empecé a mover mí cabeza para adelante y para atrás ahogándome con su verga. Buscaba aire y seguía. No me podía detener. Lo tenía contra la pared, con su cabeza inclinada disfrutando de ese arrebato de sexo que sentí esa mañana.
Mí ropa deportiva ya contaba varias gotas de mí saliva habían caído sobre la tela.
Qué lindo hombre era, disfrutaba mientras buscaba oxígeno, pajearlo con mucha intensidad y mirar como se retorcía de placer intentando no acabar con mí pete.
Si bien él aparentaba vampirezco, quién le estaba chupando hasta el alma era yo, linda ironía.
Estaba colgada de esa pija hasta que su mano en mí cuello me levantó para ponerme contra la pared. Mí agitación se enfrentaba a esa cerámica fría que ponía mis pezones duros.
Me bajó el shorcito y se agachó a comerme el culito y la conchita. Sus lamidas no hacían más que mojarme aún más, como si eso fuera posible o hasta necesario.
"Por favor reventarme" supliqué.
"Qué querés putita?"
"Quiero que me cojas, por favor te pido dame pija ya" insistí tras su pregunta.
"Dale por favor, dame pija, dame esa verga hermosa que tenés" volví a reclamar.
Se levantó y de un golpe seco me clavó, no pude evitar largar un chirrido, no la ví venir. No tuvo ninguna sutileza, era exactamente lo que deseaba pero no creí que lo iría a interpretar tan bien.
Me levantó el top y jugó con mis tetas que seguían padeciendo el contraste de la fría pared en la que se apretaban.
Su pija entraba y salía con total facilidad gracias a lo mojadita que estaba, sentía como me llenaba con su carne hasta dejarme vacía por dentro y arremeter con violencia una vez más.
Ese mete y saca duró muchísimo, a un ritmo increíble. Se notaba que el hijo de puta estaba en óptimas condiciones físicas porque mí cuerpito así lo disfrutaba.
Me temblaban las piernas, gemia como loca por sus embestidas, ya estaba prácticamente sostenida en el aire y sobre su verga.
Pensaba que estaba por acabarse pero seguía, la que empezó a acabar y fui yo, largué un grito de placer que no pude ocultar, incluso siguió cuando con su mano intentó taparme la boca. Estaba fuera de mí.
Sentí mí pierna chorreando de mis propios flujos, él, sin piedad me siguió reventando como le pedí minutos atrás.
"Ay hijo de puta me vas a matar me acabé toda" él orgulloso seguía cogiendome ignorando cualquier súplica.
Ahí recordé un truco que usaba con mí pareja.
"Me vas a dar la lechita? Me muero por probarla"
La efectividad de eso era real, sacó su pija de inmediato y me puso otra vez de rodillas. Varios chorros cruzaron mí cara y mis tetas descubiertas. Su cara de lujuria viendo cómo me enchastraba toda me calentó muchísimo.
Qué linda manera de empezar el día...
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