En el bosque me cogí a mí primo

Habíamos ido a un día de campo con mis tíos y mis padres. Con Jorge mí primo veníamos haciéndonos la paja cada vez que estábamos juntos, pero nunca habíamos ido más allá, siempre pajas y apoyadas o acabadas en la espalda.
Esa mañana nos alejamos caminando hasta un bosque de eucaliptus que estaba a varios metros del lugar dónde estaban nuestros padres.
Nos sacamos la ropa y comenzamos a tocarnos. Caricias en los huevos y la pija, cosquillas y apoyadas... Empujé a Jorge contra un árbol caído y se apoyó con sus brazos dejando el culo empinado. Automáticamente le apoyé la pija entre los cachetes, no dijo nada.
Insistí empujando con mí pija hasta que me dijo que tuviese cuidado. Le dije que la acomodara el y agarrándomela la puso en la entrada.
" Si me duele me la sacás" me dijo
Empujé un par de veces hasta que calzó la cabeza.
Jorge apretó las piernas pero después aflojó..se quejó pero me dejó seguir metiéndola.
Ya había entrado más de la mitad y se empezó a pajear.
Nos acomodamos mejor y calzó por completo hasta los huevos, me dijo que tenía ganas de cagar y le pedí que aguantase un ratito.
Me prendí de su cintura y lo bombié hasta dejarle toda la leche adentro.
El siguió pajeandose y saqué la pija pero me dijo que la dejara adentro un poco más.
Cómo estaba bastante dura se la volví a meter y mí primo empezó a largar su leche.
Le pedí que abriera un poco más las piernas y lo tenía ensartado hasta el fondo de nuevo.
Jorge se levantó despacio y quedó apoyado contra el otro árbol mientras yo lo cogía de parado.
Se dió vuelta y me besó lo que hizo que me calentara y me moví más rápido hasta que acabé por segunda vez.
Estuve unos minutos abrazado a él hasta que saqué la pija y saltó un borboton de leche de su culo.
El se agachó e hizo fuerza para sacar la leche que le quedó adentro.
Conversamos un rato y volvimos caminando a dónde estaba nuestra familia.
Le pregunté si le había dolido y me dijo que al principio si, bastante, pero la segunda vez le había gustado
Le pregunté si se iba a dejar coger cuando me quedase a dormir en su casa y me dijo que sí.

Desde ese día y cada fin de semana que pasábamos juntos cogíamos a lo loco, buscábamos cualquier lugar y ocasión para poder coger.
De noche tirábamos el colchón al suelo porque la cama hacía ruido.
Y así mí primo se convirtió en mí mujercita por mucho tiempo