Supongo que esta historia comienza con el amor de mi vida, mi esposa, Clara. Es la mujer más increíble que he conocido. Todo el mundo la quiere y además de ser una gran esposa y madre, tiene una libido increíble, siempre deseosa de tener sexo. Tiene 34 años, e incluso después de tener tres hijos, sigue teniendo un cuerpo de infarto. Mide 1,70 metros, tiene unas piernas estupendas y unas preciosas tetas. Llevamos cinco años casados y hemos disfrutado de un sexo increíble desde el primer día. Nunca se sospecharía por su modesta apariencia, pero es esa rara mujer que se excita tan fácilmente como un chico. Incluso si no está de humor, siempre puedo hacer que se excite tocándole las tetas o el coño. También es capaz de follar por el mero hecho de follar, teniendo orgasmos con facilidad. Suele haber un momento en el que pienso que probablemente podría conseguir que hiciera cualquier cosa. Ese pensamiento es el que realmente me excita y fantaseo con todo tipo de situaciones en los que mi mujer pierde el control durante el sexo y hace todo lo que deseo.
Una de las fantasías que siempre se me pasaba por la cabeza era la de verla follar con otro hombre. Me había contado algunas historias sobre sus aventuras antes de que nos conociéramos, y aunque no la considero una zorra ni siquiera promiscua, ciertamente ha tenido su cuota de buen sexo, ocasionalmente sin ataduras. En secreto, me gustaría que hubiera sido más puta cuando era más joven, simplemente porque me excita mucho pensar en ella follando con tantos tíos como sea posible.
En los últimos meses hemos empezado a hablar mucho más abiertamente de nuestra vida sexual; pasado, presente y futuro. Confesó que una de sus mayores fantasías es tener sexo en una limusina y dejar que el conductor lo viera todo. Esto es una clara desviación de su conducta sexual habitual, en la que es relativamente tímida. Por mi parte, le dije que, aunque sé que está mal y que es completamente retorcido, la idea de que se folle a otro hombre delante de mí me excitaba mucho. Para mi sorpresa, dijo que también pensaba que esa fantasía era realmente excitante. En ese momento decidí que era el momento de jugar al "¿lo harías?" y le dije― De acuerdo, yo iré primero. ¿Realmente tendrías sexo en una limusina?
― ¡Oh, sí! ―respondió
― ¿Y dejarías que el conductor mirara?
Y sin dudarlo respondió― ¡Sí!
―"¿Me dejarías hacerte fotos desnuda? ―dije yendo más allá.
Ella sonrió y respondió― ¡Claro!
― Bien... ¿Harías un video sexual conmigo? ―Propuse, aunque eso era algo de lo que nunca habíamos hablado.
― Sí.
― ¿Dejarías que otra persona lo filmara?
― Sí.
Estas respuestas me dejaron boquiabierto. Clara ni siquiera va sin sujetador por casa porque considera que es demasiado atrevido. Supuse que debía continuar para ver exactamente dónde estaban los límites― ¿Alguna vez recogerías a un desconocido en un bar y lo llevarías a casa para follar delante de mí?
― David, ¿estás seguro de que podrías manejar eso? Quiero decir, no puedes deshacer algo así ―dijo.
― Estoy seguro de que puedo soportarlo. Mientras te guste y parezcas una puta total para el tipo, ¡me encantaría! ―Le respondí convencido y ansioso.
― De acuerdo, lo haría por ti, a mí también me excita mucho ―zanjó mi mujercita.
¡Mierda! ¡No podía creer que mi impresionante y cariñosa esposa pudiera aceptar la idea de ser una zorra tan grande! Estaba aún más enamorado de ella después de esa sincera conversación. No es que creyera que realmente fuera a llevar a cabo alguna de esas fantasías. El hecho de que la excitara lo suficiente como para pensar que podría llevarlas a cabo era suficientemente excitante. Después de esa noche, las cosas se pusieron bastante calientes en el dormitorio. Hablábamos de nuestras fantasías e incluso las ampliamos. A ella parecía encantarle la idea de que yo quisiera que fuera una puta. Aceptó mostrarse accidentalmente a algunos desconocidos con descuidos de blusas y faldas. Esperaba que se retractara de la afirmación de que se follaría a un desconocido por mí, pero cuanto más hablábamos de ello, más comprometida parecía estar con la idea― Después de follártelo, ¿dejarías que se corra en tu boca y te lo tragarías.
― Sí ―dijo― Lo haría por ti.
― ¿Crees que tendrías algún problema en ligar con un tipo en un bar y hacer que folle contigo? ―le pregunté.
― No― respondió riéndose ―Nunca he tenido problemas para lograr que un tío me folle.
Después de esa conversación, tardé un mes en preparar la gran noche. Pensé que empezaríamos con su fantasía de la limusina. Eso parecía bastante simple. Planeé un viaje de 30 minutos en limusina a un lugar cercano donde mi mujer y yo tendríamos una cena encantadora seguida de un polvo duro en la limusina de camino a casa. Una parte importante de mí dudaba de que ella fuera a llevarlo a cabo, pero la planificación me estaba matando.
Mi mujer estaba muy guapa esa noche cuando salió del dormitorio. Llevaba un vestido de noche negro, sexy, pero con clase, corto, con escote y tirantes. Debajo del vestido llevaba un sujetador completamente transparente sin bragas. Cuando se inclinaba hacia delante se le veían fácilmente las tetas y cuando se sentaba, su apretado coño negro quedaba totalmente a la vista.
Cuando la limusina llegó, ambos rezamos para que el conductor cumpliera su fantasía. Cuando salió del coche, no nos decepcionó. Se presentó como Pablo y era un joven delgado, de 1,90 y unos 25 años, más alto de lo esperado y un poco más joven. Tenía el pelo corto y negro, un acento extranjero que nunca llegamos a identificar y era sensualmente guapo Cuando nos subimos y verificó los planes de la noche, nos mostró el botón de privacidad que podíamos pulsar si queríamos cerrar la mampara de la parte delantera del coche― No necesitaremos eso ―dije riéndome para mis adentros.
Pude ver inmediatamente que mi esposa lo aprobaba. Aunque esta primera fantasía nuestra sólo consistía en ser observados, el tipo equivocado podría desencadenar una situación imprevista y esa noche sería un fracaso total. Lo que ella no sabía era que accidentalmente le enseñó las tetas cuando se agachó para entrar en el coche y también le dio un gran plano del coño cuando se sentó. ¡Ya estaba viviendo la fantasía y ni siquiera lo sabía!
Una vez dentro del coche me apretó la mano y me lanzó una mirada de excitación como si estuviéramos a punto de hacer algo increíblemente divertido. Y así fue. Sin que Clara me viera, escondí una cámara de vídeo bajo el asiento, por si acaso más tarde las cosas se nos iban de las manos. Cuando el coche arrancó, puse una mano en su muslo desnudo y comencé a deslizarla por su pierna. Ella respondió positivamente al principio, pero luego me detuvo y susurró― ¡No! Tenemos que esperar hasta después de la cena. No quiero que me vea desnuda ahora y tener que enfrentarme a él más tarde. Me moriría.
Luché contra mi risa― Tengo una noticia para ti, Clara; ya te ha visto las tetas y el coño cuando subiste al coche.
Se quedó horrorizada― ¿Hablas en serio? ―Preguntó.
Riéndome de ella, le susurré― ¡Se acabó el misterio! ―Ella también se echó a reír y escondió la cara entre las manos, avergonzada.
La abracé para consolarla y empecé a acariciarle el pelo lentamente. Siempre sé cuándo Clara se excita por su respiración irregular. Me incliné y empecé a besarle el cuello. Esta vez no se resistió, se estaba excitando y aún no habíamos empezado. Volví a pasar la mano por su pierna y separé lentamente sus rodillas. Lo supiera o no, esto le dio al conductor una vista de su coño. Quería darle un gran espectáculo de inmediato en caso de que mi esposa se acobardara y me pidiera que usara el botón de privacidad.
Le seguí besando el cuello y comencé a frotar ligeramente su coño. Me sorprendió gratamente comprobar que ya estaba muy mojada. Introduje dos dedos en su interior y ella respondió con un suave gemido, tratando de bajar la voz para que Pablo no la oyera. En ese momento no podía decir nada. ¿Realmente iba a seguir adelante? Me acerqué y, muy lentamente, le quité una de las correas del hombro. No hubo objeción e hice lo mismo con el otro. Empecé a besarla en la boca y, con cuidado, me acerqué a ella para bajarle el vestido y dejar al descubierto su sujetador transparente. Ella jadeó, pero no se resistió. Le quité rápidamente el sujetador y me llevé un pezón a la boca. Mientras empezaba a chuparle la teta, le bajé el vestido hasta las caderas. Estaba chupando un pezón, pellizcando el otro, y mi única mano libre estaba frotándole el coño. Estaba empezando a volverse loca con todo eso y antes de que pudiera recuperar el sentido común y detener el proceso, me arrodillé, separé sus piernas y hundí mi lengua en su coño― ¡Oh, Dios mío! ―gimió de sorpresa― ¿Qué estás haciendo, David? ―Se resistió un segundo, pero luego cedió a su deseo.
Ahora tenía sus tetas completamente expuestas al conductor. Estaba recostada en el asiento, totalmente absorta en el sexo oral que le estaba practicando. Mi tímida esposa ni siquiera intentaba taparse. Tuve que asumir que en ese momento era consciente de lo que estaba haciendo. Debido a esa suposición, encontré todo esto tan caliente que pensé que podría correrme incluso antes de tener mi polla fuera de los pantalones. Su coño goteaba con sus jugos y no podía lamerlo lo suficientemente rápido. Ella estaba avanzando rápidamente hacia su primer orgasmo de la noche, así que pensé que era prudente redirigir mis esfuerzos. Quería que esta fantasía durara todo el viaje. Ella llega a un cierto punto de excitación en el que está dispuesta a casi todo, pero una vez que se corre, empieza a pensar racionalmente. Mi temor era que la racionalidad también señalara el fin de nuestras aventuras sexuales por esa noche.
Me cambié a un asiento lateral para que el conductor pudiera vernos de perfil. No necesité decir una palabra a Clara. Se puso de rodillas, me desabrochó los pantalones y se metió la polla en la boca con avidez. En nuestros cinco años de matrimonio nunca la había visto así. Podría haber sido intimidante si no fuera tan condenadamente caliente― ¡Estaba observando el espectáculo por el espejo retrovisor! Me di cuenta de que se movía bastante en el asiento tratando de ajustar su erección. Normalmente tengo mucho control sobre mis orgasmos, pero el esfuerzo de Clara por chuparme la polla, combinado con esta escena tan caliente me estaba arrastrando hacia uno prematuro. Conseguir que sacara su boca de mi polla a tiempo para evitar una explosión indeseada fue un poco más difícil de lo esperado. Tuve que apartarla con ambas manos.
En un susurro gutural, dijo― ¡Fóllame! Ahora mismo... ¡lo necesito! Oh, Dios mío, esto es tan caliente...
No podía creer lo que estaba pasando. ¿Era mi mujer? Dios mío, esto era increíble y dije― Me voy a correr, tengo que ir más despacio, cariño.
― ¡De ninguna manera! Puedes aguantar un poco más... Dame esa polla ―susurró― ¿Está mirando? Oh, joder... Joder, joder, joder... ¡Esto es muy jodidamente caliente!
Clave todo lo que tenía en su pequeño y apretado coño. Desgraciadamente, sólo necesité unos cuantos empujones antes de estar listo para explotar. Me retiré, me senté a horcajadas sobre su cara y ella tomó mi polla con entusiasmo en su boca, justo cuando eyaculé. Me corrí tan fuerte que pensé que mis pelotas también se saldrían. Me chupó hasta dejarme seco, tragándose cada gota. Pero eso no era nada nuevo. Clara siempre fue una campeona cuando se trataba de tragar. Pero esta vez tragó con una sensación de urgencia. Quería más.
Yo ya había terminado, pero ella aún no se había corrido y estaba loca de lujuria, rogando que le comiera el coño. Mientras lamía su dulce caja y metía un par de dedos dentro de ella, se me ocurrió que, si podía evitar que se corriera, podría ser dueño de su culo durante toda la noche. A ella no le gustaría, por supuesto, cuando Clara quiere correrse, Clara se corre. Pero yo estaba en posición de poder. Seguí lamiendo y follándola con los dedos, pero cada vez que se acercaba, me detenía. Ella sabía lo que estaba haciendo y me rogaba que terminara lo que había empezado― ¡Por favor! Por favor, deja que me corra.
Pero no lo hice, en cambio, la torturé durante todo el camino hasta el restaurante. Pablo debió pensar que era la puta más cachonda del mundo. Cuando el coche redujo la velocidad y tomó una curva, le sugerí que recuperáramos la compostura y nos preparáramos para nuestra cena― ¡Oh, Dios mío! ―dijo ella― ¡Eres un puto gilipollas! ¿En serio? ¡Cabrón...!
Me pareció increíble que ni siquiera intentara taparse cuando se vistió. Clara es muy modesta con su cuerpo. Cuando la limusina se detuvo en el restaurante, todavía nos estábamos poniendo la ropa. Pablo se dio cuenta y amablemente se tomó su tiempo para a abrir nuestra puerta. Normalmente, Clara se habría sentido terriblemente avergonzada de enfrentarse a Pablo después de haber estado desnuda y follando delante de él, pero seguía excitada y no pareció inmutarse. Incluso le dedicó una sonrisa coqueta y un guiño al salir del coche. Estaba en la más rara de las formas.
La conversación de la cena comenzó algo tensa, pero rápidamente se convirtió en un recuerdo del viaje. Los dos pensamos que era lo más sexy que habíamos hecho nunca.
― ¿Y qué hay del viaje a casa? ―pregunté.
Ella levantó las cejas y dijo― Tienes algunos asuntos pendientes que atender, señor.
― Lo sé, cariño, lo siento, prometo que acabaré contigo de camino a casa. ¿Te daba vergüenza estar desnuda delante de Pablo?
― ¡Uuummm, no! ¿No te diste cuenta de lo excitada que estaba? Me estaba mirando a través del espejo retrovisor y eso fue jodidamente caliente.
Mi dulce y conservadora esposa no era la dama inocente que yo creía que era. Pero se estaba convirtiendo rápidamente en la zorra con la que siempre había soñado casarme.
Nos costó disfrutar de la cena porque estábamos obsesionados con el viaje a casa. Cenamos rápidamente, pagamos la cuenta y llamamos a Pablo para que nos recogiera. Antes de que de sentarnos le hablé de la cámara de vídeo que tenía bajo el asiento y le di 50 euros para que nos grabara― Sólo tienes que ir a un lugar apartado. Mi mujer está tan descontrolada que incluso podría hacerte una mamada ―Pablo sonrió con complicidad, asintió y discretamente tomó la cámara antes de dejarnos a mi mujer y a mí entrar en la limusina.
Después de acomodarnos durante uno o dos minutos, mi mujer se inclinó y empezó a besarme el cuello. Fui directamente a su coño y me sorprendió lo mojada que todavía estaba. Este iba a ser un viaje para recordar. Pero por mucho que quisiera empezar a follarla sin más, también quería ir un poco más despacio para dar a Pablo la oportunidad de llegar a un lugar apartado. Gané algo de tiempo besándola, pero estaba claramente más excitada que yo y pedía más. No ocultó que quería ser follada, con fuerza y entonces.
Sentí que el coche frenaba y supe que Pablo debía haber encontrado un lugar adecuado para aparcar. Después de un par de vueltas lentas, mi esposa se dio cuenta de que algo pasaba― ¿Qué estamos haciendo? ―Susurró― ¿Por qué ha salido de la autopista?
― Ni idea ―mentí.
Me echó la mirada que se reserva para cuando sospecha de algo. Me incliné hacia atrás y comencé a besarle el cuello. Todavía estaba preocupada por la parada no programada, pero no pudo resistirse, estaba demasiado excitada en ese momento. Fui agresivo con ella en un intento de distraerla de lo que estaba a punto de suceder. Tenía un par de dedos dentro de ella, trabajando en su coño hambriento. Ella no reaccionó en absoluto cuando el coche se detuvo y no pareció darse cuenta de que Pablo se había girado en su asiento y nos estaba apuntando con una cámara de vídeo. Una vez que estuvo en posición, comencé a quitarle la ropa. Sin apartar mi boca de la suya, le quité los tirantes de los hombros y le bajé el vestido por debajo de sus hermosas tetas. Esta vez seguí adelante y accedió a mis deseos levantando el culo del asiento para que pudiera bajarle el vestido hasta los pies.
Mientras le quitaba el sujetador, debió ver a Pablo con la cámara porque se quedó paralizada. En un intento de evitar el desastre, le dije― Está bien, Clara. Es nuestra cámara. Le pedí que nos filmara.
Los siguientes cinco segundos fueron los más largos de mi vida porque no sabía si había llevado las cosas demasiado lejos y había arruinado la fantasía. Para mi gran alivio, bajó la mano para desabrocharme los pantalones y supe que se había metido de lleno. Se quitó el vestido de los pies y quedó completamente desnuda. Se puso de rodillas, me bajó los pantalones y se puso a chuparme la polla. Fue un espectáculo increíble. Ver a un extraño filmando a mi esposa desnuda chupándomela en una limusina era mejor de lo que había esperado. La buena noticia es que tenía algo de control por haberme corrido antes. A juzgar por el enorme bulto en los pantalones de Pablo, él también estaba disfrutando del momento.
Después de un par de minutos, decidí que era el momento de follarla de nuevo. Me tumbé de espaldas en el suelo del coche e hice que mi mujer se pusiera encima, al estilo vaquero, de cara a Pablo. Ella se puso sobre mi polla y la vista era increíble. Me estaba follando justo delante de Pablo y lo estaba disfrutando de verdad. Tardó muy poco en estar a punto de correrse de nuevo, así que me retiré para cambiar de posición― ¡Vamos! ―Se quejó― ¡Necesito correrme!
Me puse detrás de ella y la puse a cuatro patas, de cara a Pablo. Empecé a follarla al estilo perrito y ella respondió. De repente se me ocurrió que esta podría ser la oportunidad perfecta para Pablo. Le hice un gesto silencioso para que sacara la polla, con la esperanza de que fuera a por la mamada a la que había aludido antes. No hizo falta decírselo dos veces. Usó la mano que tenía libre y se bajó la cremallera de los pantalones. Le costó un poco sacar la polla dura a y cuando la vi, entendí por qué. Pablo estaba tan caliente. Sacó la polla más gruesa que jamás había visto. Con casi 20 centímetros, también era larga, pero lo que realmente destacaba era la circunferencia. Clara no tiene fantasías de polla grande, pero tenía que apreciar un espécimen tan impresionante.
Clara no notó la polla de Pablo al principio. Sin embargo, cuando dejó de follarme, me di cuenta de que lo había visto. Sólo se detuvo un segundo antes de retomar el ritmo y acelerar la marcha. Se dirigía violentamente hacia su orgasmo cuando le indiqué a Pablo que se acercara y volví a sacarla. En ese momento ella estaba loca de lujuria. Con Pablo frente a ella, alargó la mano y agarró su gorda polla. Jadeando con fuerza, volvió la cabeza hacia mí y dijo― ¿Estás seguro de esto? Quiero decir, ¿estás realmente segura de que puedes controlar esto, David?
Sonreí y la tranquilicé― Sí, Clara. Me encanta esto ―Ella me sonrió excitada y se volvió hacia Pablo. La siguiente escena quedará grabada en mi mente para la eternidad. Con las dos manos alrededor, se llevó la polla a la boca y, sin ceremonias, como si lo hubiera hecho mil veces, forzó los labios para acomodar el grueso de la polla y la tragó por completo.
Me gustaría poder transmitir el peso de este momento para mí. Mi dulce esposa, madre de nuestros maravillosos hijos, miembro respetado de nuestra sociedad, acababa de meterse en la boca la gruesa polla de un desconocido para su placer. Para este afortunado tipo que se la estaba chupando, sólo era la puta esposa de otro tipo... ¡Oh, que viviera para ver este día!
Clara no perdió tiempo con aquella enorme polla. Usando ambas manos, la chupaba febrilmente como una puta hambrienta. Cogí la cámara de vídeo de Pablo para captar la acción. Cuando la noche terminara y Clara entrara en razón, quizá no volviera a aceptar algo así. Esta podría ser una situación de una sola vez y no quería perderme ni un segundo. Pablo estaba recibiendo de mi mujer una de las más espectaculares mamadas. Nunca había estado con nadie ni siquiera cerca de las habilidades que Clara tiene en esta tarea. Me encantaba ver cómo otro hombre experimentaba eso por primera vez.
Por mucho que me gustara verla actuar oralmente sobre Pablo, el golpe de efecto sería que él se la follara. Necesitaba acercarla al orgasmo de nuevo para estar seguro de su consentimiento. Me puse detrás de ella y metí la polla dentro de su coño chorreante― ¡Oh, Dios! ― gimió. Tuvo problemas para concentrarse en la mamada de Pablo una vez que mi polla estuvo dentro de ella. Esperé a que se acercara de nuevo al orgasmo y entonces le indiqué a Pablo que le diéramos la vuelta. Con la precisión de un equipo, la giramos rápidamente 180 grados y le metí la polla en la boca antes de que pudiera oponerse. Observé con extrema expectación cómo Pablo introducía su carnosa polla lentamente en su empapado coño― ¡Oh, Dios mío! ―Gritó mi mujer― ¡Oh, Dios, ¡oh, Dios...! ¡Sí!
Pablo metió y sacó la polla hasta el fondo. Rápidamente le metía toda su polla dentro de ella, con el “slap, slap, slap” de sus bolas manteniendo el ritmo. No se ha vivido hasta que no se ha visto a un extraño bien dotado metiéndosela hasta las pelotas a tu mujer mientras ella grita pidiendo más. Yo no quería que esa noche terminara.
Yo lo estaba grabando todo con la determinación de un director de Hollywood. Con sus manos apoyadas en mis piernas para equilibrarse contra los fuertes empujes de Pablo, me miró a los ojos y me dijo― Gracias ―Fue una de las cosas más dulces que he visto nunca.
Se había olvidado de mi mamada ahora que Pablo se la estaba follando, pero no me importaba. Esto era mucho mejor de lo que había imaginado. Clara avanzaba rápidamente una vez más hacia un orgasmo. Esta vez no se le negaría y Pablo continuó machacándola mientras ella empezaba a perder completamente el control― ¡Oh, Dios mío! Más fuerte, más fuerte. Sí, sí, sí, sí. Por favor, fóllame el coño con fuerza. ¡Oh, Dios mío! ¡¡¡Oh, mierda¡! ¡Aaahhh! ¡Sí!
Fue increíble. Nada de lo que había visto en el porno se acercaba a esa escena. Pablo siguió follando a mi esposa incluso después de que su orgasmo hubiera disminuido. Con la cabeza apoyada en el asiento entre mis piernas parecía un muñeco de trapo. Pude ver que Pablo estaba a punto de correrse, así que le dije que la dejara chupársela. Le dio la vuelta y ella volvió a rodear con sus apretados labios aquella gorda polla. Se movía con un sentido de propósito. Ambas manos lo masturbaban mientras su boca chupaba la punta. Cuando mi Clara quiere que un hombre se corra en su boca, no hay nadie más rápido para hacerlo. Pablo la agarró del pelo por detrás y empezó a follarle la cara. Me sorprendió la cantidad de polla que entraba con cada empujón. Rápidamente se tensó, le agarró la nuca con las dos manos y se corrió en su boca. Ella se tragó el semen como un animal hambriento, sin apartar la boca de la polla y chupándola mucho después de que él hubiera terminado. Nunca me había sentido tan enamorado de nadie en mi vida como de Clara en ese momento. ¡Qué zorra tan increíble!
Después de que Pablo terminara, las cosas se calmaron. No se habló mucho mientras todos nos poníamos la ropa en la parte trasera de la limusina. Pablo volvió a la parte delantera y empezó a conducirnos de nuevo hacia casa
― ¿Estás bien? ―me susurró Clara.
― Sí ―dije― Estoy más que bien. Eres jodidamente increíble.
― ¡Oh, bien! ―dijo aliviada― Estoy tan feliz de que te sientas así... ―Sonrió y susurró― Tendrás que darle a Pablo una gran propina.
― En realidad ―dije― pienso darle a Pablo una propina normal, sé que follar contigo es una extraordinaria recompensa.
Una de las fantasías que siempre se me pasaba por la cabeza era la de verla follar con otro hombre. Me había contado algunas historias sobre sus aventuras antes de que nos conociéramos, y aunque no la considero una zorra ni siquiera promiscua, ciertamente ha tenido su cuota de buen sexo, ocasionalmente sin ataduras. En secreto, me gustaría que hubiera sido más puta cuando era más joven, simplemente porque me excita mucho pensar en ella follando con tantos tíos como sea posible.
En los últimos meses hemos empezado a hablar mucho más abiertamente de nuestra vida sexual; pasado, presente y futuro. Confesó que una de sus mayores fantasías es tener sexo en una limusina y dejar que el conductor lo viera todo. Esto es una clara desviación de su conducta sexual habitual, en la que es relativamente tímida. Por mi parte, le dije que, aunque sé que está mal y que es completamente retorcido, la idea de que se folle a otro hombre delante de mí me excitaba mucho. Para mi sorpresa, dijo que también pensaba que esa fantasía era realmente excitante. En ese momento decidí que era el momento de jugar al "¿lo harías?" y le dije― De acuerdo, yo iré primero. ¿Realmente tendrías sexo en una limusina?
― ¡Oh, sí! ―respondió
― ¿Y dejarías que el conductor mirara?
Y sin dudarlo respondió― ¡Sí!
―"¿Me dejarías hacerte fotos desnuda? ―dije yendo más allá.
Ella sonrió y respondió― ¡Claro!
― Bien... ¿Harías un video sexual conmigo? ―Propuse, aunque eso era algo de lo que nunca habíamos hablado.
― Sí.
― ¿Dejarías que otra persona lo filmara?
― Sí.
Estas respuestas me dejaron boquiabierto. Clara ni siquiera va sin sujetador por casa porque considera que es demasiado atrevido. Supuse que debía continuar para ver exactamente dónde estaban los límites― ¿Alguna vez recogerías a un desconocido en un bar y lo llevarías a casa para follar delante de mí?
― David, ¿estás seguro de que podrías manejar eso? Quiero decir, no puedes deshacer algo así ―dijo.
― Estoy seguro de que puedo soportarlo. Mientras te guste y parezcas una puta total para el tipo, ¡me encantaría! ―Le respondí convencido y ansioso.
― De acuerdo, lo haría por ti, a mí también me excita mucho ―zanjó mi mujercita.
¡Mierda! ¡No podía creer que mi impresionante y cariñosa esposa pudiera aceptar la idea de ser una zorra tan grande! Estaba aún más enamorado de ella después de esa sincera conversación. No es que creyera que realmente fuera a llevar a cabo alguna de esas fantasías. El hecho de que la excitara lo suficiente como para pensar que podría llevarlas a cabo era suficientemente excitante. Después de esa noche, las cosas se pusieron bastante calientes en el dormitorio. Hablábamos de nuestras fantasías e incluso las ampliamos. A ella parecía encantarle la idea de que yo quisiera que fuera una puta. Aceptó mostrarse accidentalmente a algunos desconocidos con descuidos de blusas y faldas. Esperaba que se retractara de la afirmación de que se follaría a un desconocido por mí, pero cuanto más hablábamos de ello, más comprometida parecía estar con la idea― Después de follártelo, ¿dejarías que se corra en tu boca y te lo tragarías.
― Sí ―dijo― Lo haría por ti.
― ¿Crees que tendrías algún problema en ligar con un tipo en un bar y hacer que folle contigo? ―le pregunté.
― No― respondió riéndose ―Nunca he tenido problemas para lograr que un tío me folle.
Después de esa conversación, tardé un mes en preparar la gran noche. Pensé que empezaríamos con su fantasía de la limusina. Eso parecía bastante simple. Planeé un viaje de 30 minutos en limusina a un lugar cercano donde mi mujer y yo tendríamos una cena encantadora seguida de un polvo duro en la limusina de camino a casa. Una parte importante de mí dudaba de que ella fuera a llevarlo a cabo, pero la planificación me estaba matando.
Mi mujer estaba muy guapa esa noche cuando salió del dormitorio. Llevaba un vestido de noche negro, sexy, pero con clase, corto, con escote y tirantes. Debajo del vestido llevaba un sujetador completamente transparente sin bragas. Cuando se inclinaba hacia delante se le veían fácilmente las tetas y cuando se sentaba, su apretado coño negro quedaba totalmente a la vista.
Cuando la limusina llegó, ambos rezamos para que el conductor cumpliera su fantasía. Cuando salió del coche, no nos decepcionó. Se presentó como Pablo y era un joven delgado, de 1,90 y unos 25 años, más alto de lo esperado y un poco más joven. Tenía el pelo corto y negro, un acento extranjero que nunca llegamos a identificar y era sensualmente guapo Cuando nos subimos y verificó los planes de la noche, nos mostró el botón de privacidad que podíamos pulsar si queríamos cerrar la mampara de la parte delantera del coche― No necesitaremos eso ―dije riéndome para mis adentros.
Pude ver inmediatamente que mi esposa lo aprobaba. Aunque esta primera fantasía nuestra sólo consistía en ser observados, el tipo equivocado podría desencadenar una situación imprevista y esa noche sería un fracaso total. Lo que ella no sabía era que accidentalmente le enseñó las tetas cuando se agachó para entrar en el coche y también le dio un gran plano del coño cuando se sentó. ¡Ya estaba viviendo la fantasía y ni siquiera lo sabía!
Una vez dentro del coche me apretó la mano y me lanzó una mirada de excitación como si estuviéramos a punto de hacer algo increíblemente divertido. Y así fue. Sin que Clara me viera, escondí una cámara de vídeo bajo el asiento, por si acaso más tarde las cosas se nos iban de las manos. Cuando el coche arrancó, puse una mano en su muslo desnudo y comencé a deslizarla por su pierna. Ella respondió positivamente al principio, pero luego me detuvo y susurró― ¡No! Tenemos que esperar hasta después de la cena. No quiero que me vea desnuda ahora y tener que enfrentarme a él más tarde. Me moriría.
Luché contra mi risa― Tengo una noticia para ti, Clara; ya te ha visto las tetas y el coño cuando subiste al coche.
Se quedó horrorizada― ¿Hablas en serio? ―Preguntó.
Riéndome de ella, le susurré― ¡Se acabó el misterio! ―Ella también se echó a reír y escondió la cara entre las manos, avergonzada.
La abracé para consolarla y empecé a acariciarle el pelo lentamente. Siempre sé cuándo Clara se excita por su respiración irregular. Me incliné y empecé a besarle el cuello. Esta vez no se resistió, se estaba excitando y aún no habíamos empezado. Volví a pasar la mano por su pierna y separé lentamente sus rodillas. Lo supiera o no, esto le dio al conductor una vista de su coño. Quería darle un gran espectáculo de inmediato en caso de que mi esposa se acobardara y me pidiera que usara el botón de privacidad.
Le seguí besando el cuello y comencé a frotar ligeramente su coño. Me sorprendió gratamente comprobar que ya estaba muy mojada. Introduje dos dedos en su interior y ella respondió con un suave gemido, tratando de bajar la voz para que Pablo no la oyera. En ese momento no podía decir nada. ¿Realmente iba a seguir adelante? Me acerqué y, muy lentamente, le quité una de las correas del hombro. No hubo objeción e hice lo mismo con el otro. Empecé a besarla en la boca y, con cuidado, me acerqué a ella para bajarle el vestido y dejar al descubierto su sujetador transparente. Ella jadeó, pero no se resistió. Le quité rápidamente el sujetador y me llevé un pezón a la boca. Mientras empezaba a chuparle la teta, le bajé el vestido hasta las caderas. Estaba chupando un pezón, pellizcando el otro, y mi única mano libre estaba frotándole el coño. Estaba empezando a volverse loca con todo eso y antes de que pudiera recuperar el sentido común y detener el proceso, me arrodillé, separé sus piernas y hundí mi lengua en su coño― ¡Oh, Dios mío! ―gimió de sorpresa― ¿Qué estás haciendo, David? ―Se resistió un segundo, pero luego cedió a su deseo.
Ahora tenía sus tetas completamente expuestas al conductor. Estaba recostada en el asiento, totalmente absorta en el sexo oral que le estaba practicando. Mi tímida esposa ni siquiera intentaba taparse. Tuve que asumir que en ese momento era consciente de lo que estaba haciendo. Debido a esa suposición, encontré todo esto tan caliente que pensé que podría correrme incluso antes de tener mi polla fuera de los pantalones. Su coño goteaba con sus jugos y no podía lamerlo lo suficientemente rápido. Ella estaba avanzando rápidamente hacia su primer orgasmo de la noche, así que pensé que era prudente redirigir mis esfuerzos. Quería que esta fantasía durara todo el viaje. Ella llega a un cierto punto de excitación en el que está dispuesta a casi todo, pero una vez que se corre, empieza a pensar racionalmente. Mi temor era que la racionalidad también señalara el fin de nuestras aventuras sexuales por esa noche.
Me cambié a un asiento lateral para que el conductor pudiera vernos de perfil. No necesité decir una palabra a Clara. Se puso de rodillas, me desabrochó los pantalones y se metió la polla en la boca con avidez. En nuestros cinco años de matrimonio nunca la había visto así. Podría haber sido intimidante si no fuera tan condenadamente caliente― ¡Estaba observando el espectáculo por el espejo retrovisor! Me di cuenta de que se movía bastante en el asiento tratando de ajustar su erección. Normalmente tengo mucho control sobre mis orgasmos, pero el esfuerzo de Clara por chuparme la polla, combinado con esta escena tan caliente me estaba arrastrando hacia uno prematuro. Conseguir que sacara su boca de mi polla a tiempo para evitar una explosión indeseada fue un poco más difícil de lo esperado. Tuve que apartarla con ambas manos.
En un susurro gutural, dijo― ¡Fóllame! Ahora mismo... ¡lo necesito! Oh, Dios mío, esto es tan caliente...
No podía creer lo que estaba pasando. ¿Era mi mujer? Dios mío, esto era increíble y dije― Me voy a correr, tengo que ir más despacio, cariño.
― ¡De ninguna manera! Puedes aguantar un poco más... Dame esa polla ―susurró― ¿Está mirando? Oh, joder... Joder, joder, joder... ¡Esto es muy jodidamente caliente!
Clave todo lo que tenía en su pequeño y apretado coño. Desgraciadamente, sólo necesité unos cuantos empujones antes de estar listo para explotar. Me retiré, me senté a horcajadas sobre su cara y ella tomó mi polla con entusiasmo en su boca, justo cuando eyaculé. Me corrí tan fuerte que pensé que mis pelotas también se saldrían. Me chupó hasta dejarme seco, tragándose cada gota. Pero eso no era nada nuevo. Clara siempre fue una campeona cuando se trataba de tragar. Pero esta vez tragó con una sensación de urgencia. Quería más.
Yo ya había terminado, pero ella aún no se había corrido y estaba loca de lujuria, rogando que le comiera el coño. Mientras lamía su dulce caja y metía un par de dedos dentro de ella, se me ocurrió que, si podía evitar que se corriera, podría ser dueño de su culo durante toda la noche. A ella no le gustaría, por supuesto, cuando Clara quiere correrse, Clara se corre. Pero yo estaba en posición de poder. Seguí lamiendo y follándola con los dedos, pero cada vez que se acercaba, me detenía. Ella sabía lo que estaba haciendo y me rogaba que terminara lo que había empezado― ¡Por favor! Por favor, deja que me corra.
Pero no lo hice, en cambio, la torturé durante todo el camino hasta el restaurante. Pablo debió pensar que era la puta más cachonda del mundo. Cuando el coche redujo la velocidad y tomó una curva, le sugerí que recuperáramos la compostura y nos preparáramos para nuestra cena― ¡Oh, Dios mío! ―dijo ella― ¡Eres un puto gilipollas! ¿En serio? ¡Cabrón...!
Me pareció increíble que ni siquiera intentara taparse cuando se vistió. Clara es muy modesta con su cuerpo. Cuando la limusina se detuvo en el restaurante, todavía nos estábamos poniendo la ropa. Pablo se dio cuenta y amablemente se tomó su tiempo para a abrir nuestra puerta. Normalmente, Clara se habría sentido terriblemente avergonzada de enfrentarse a Pablo después de haber estado desnuda y follando delante de él, pero seguía excitada y no pareció inmutarse. Incluso le dedicó una sonrisa coqueta y un guiño al salir del coche. Estaba en la más rara de las formas.
La conversación de la cena comenzó algo tensa, pero rápidamente se convirtió en un recuerdo del viaje. Los dos pensamos que era lo más sexy que habíamos hecho nunca.
― ¿Y qué hay del viaje a casa? ―pregunté.
Ella levantó las cejas y dijo― Tienes algunos asuntos pendientes que atender, señor.
― Lo sé, cariño, lo siento, prometo que acabaré contigo de camino a casa. ¿Te daba vergüenza estar desnuda delante de Pablo?
― ¡Uuummm, no! ¿No te diste cuenta de lo excitada que estaba? Me estaba mirando a través del espejo retrovisor y eso fue jodidamente caliente.
Mi dulce y conservadora esposa no era la dama inocente que yo creía que era. Pero se estaba convirtiendo rápidamente en la zorra con la que siempre había soñado casarme.
Nos costó disfrutar de la cena porque estábamos obsesionados con el viaje a casa. Cenamos rápidamente, pagamos la cuenta y llamamos a Pablo para que nos recogiera. Antes de que de sentarnos le hablé de la cámara de vídeo que tenía bajo el asiento y le di 50 euros para que nos grabara― Sólo tienes que ir a un lugar apartado. Mi mujer está tan descontrolada que incluso podría hacerte una mamada ―Pablo sonrió con complicidad, asintió y discretamente tomó la cámara antes de dejarnos a mi mujer y a mí entrar en la limusina.
Después de acomodarnos durante uno o dos minutos, mi mujer se inclinó y empezó a besarme el cuello. Fui directamente a su coño y me sorprendió lo mojada que todavía estaba. Este iba a ser un viaje para recordar. Pero por mucho que quisiera empezar a follarla sin más, también quería ir un poco más despacio para dar a Pablo la oportunidad de llegar a un lugar apartado. Gané algo de tiempo besándola, pero estaba claramente más excitada que yo y pedía más. No ocultó que quería ser follada, con fuerza y entonces.
Sentí que el coche frenaba y supe que Pablo debía haber encontrado un lugar adecuado para aparcar. Después de un par de vueltas lentas, mi esposa se dio cuenta de que algo pasaba― ¿Qué estamos haciendo? ―Susurró― ¿Por qué ha salido de la autopista?
― Ni idea ―mentí.
Me echó la mirada que se reserva para cuando sospecha de algo. Me incliné hacia atrás y comencé a besarle el cuello. Todavía estaba preocupada por la parada no programada, pero no pudo resistirse, estaba demasiado excitada en ese momento. Fui agresivo con ella en un intento de distraerla de lo que estaba a punto de suceder. Tenía un par de dedos dentro de ella, trabajando en su coño hambriento. Ella no reaccionó en absoluto cuando el coche se detuvo y no pareció darse cuenta de que Pablo se había girado en su asiento y nos estaba apuntando con una cámara de vídeo. Una vez que estuvo en posición, comencé a quitarle la ropa. Sin apartar mi boca de la suya, le quité los tirantes de los hombros y le bajé el vestido por debajo de sus hermosas tetas. Esta vez seguí adelante y accedió a mis deseos levantando el culo del asiento para que pudiera bajarle el vestido hasta los pies.
Mientras le quitaba el sujetador, debió ver a Pablo con la cámara porque se quedó paralizada. En un intento de evitar el desastre, le dije― Está bien, Clara. Es nuestra cámara. Le pedí que nos filmara.
Los siguientes cinco segundos fueron los más largos de mi vida porque no sabía si había llevado las cosas demasiado lejos y había arruinado la fantasía. Para mi gran alivio, bajó la mano para desabrocharme los pantalones y supe que se había metido de lleno. Se quitó el vestido de los pies y quedó completamente desnuda. Se puso de rodillas, me bajó los pantalones y se puso a chuparme la polla. Fue un espectáculo increíble. Ver a un extraño filmando a mi esposa desnuda chupándomela en una limusina era mejor de lo que había esperado. La buena noticia es que tenía algo de control por haberme corrido antes. A juzgar por el enorme bulto en los pantalones de Pablo, él también estaba disfrutando del momento.
Después de un par de minutos, decidí que era el momento de follarla de nuevo. Me tumbé de espaldas en el suelo del coche e hice que mi mujer se pusiera encima, al estilo vaquero, de cara a Pablo. Ella se puso sobre mi polla y la vista era increíble. Me estaba follando justo delante de Pablo y lo estaba disfrutando de verdad. Tardó muy poco en estar a punto de correrse de nuevo, así que me retiré para cambiar de posición― ¡Vamos! ―Se quejó― ¡Necesito correrme!
Me puse detrás de ella y la puse a cuatro patas, de cara a Pablo. Empecé a follarla al estilo perrito y ella respondió. De repente se me ocurrió que esta podría ser la oportunidad perfecta para Pablo. Le hice un gesto silencioso para que sacara la polla, con la esperanza de que fuera a por la mamada a la que había aludido antes. No hizo falta decírselo dos veces. Usó la mano que tenía libre y se bajó la cremallera de los pantalones. Le costó un poco sacar la polla dura a y cuando la vi, entendí por qué. Pablo estaba tan caliente. Sacó la polla más gruesa que jamás había visto. Con casi 20 centímetros, también era larga, pero lo que realmente destacaba era la circunferencia. Clara no tiene fantasías de polla grande, pero tenía que apreciar un espécimen tan impresionante.
Clara no notó la polla de Pablo al principio. Sin embargo, cuando dejó de follarme, me di cuenta de que lo había visto. Sólo se detuvo un segundo antes de retomar el ritmo y acelerar la marcha. Se dirigía violentamente hacia su orgasmo cuando le indiqué a Pablo que se acercara y volví a sacarla. En ese momento ella estaba loca de lujuria. Con Pablo frente a ella, alargó la mano y agarró su gorda polla. Jadeando con fuerza, volvió la cabeza hacia mí y dijo― ¿Estás seguro de esto? Quiero decir, ¿estás realmente segura de que puedes controlar esto, David?
Sonreí y la tranquilicé― Sí, Clara. Me encanta esto ―Ella me sonrió excitada y se volvió hacia Pablo. La siguiente escena quedará grabada en mi mente para la eternidad. Con las dos manos alrededor, se llevó la polla a la boca y, sin ceremonias, como si lo hubiera hecho mil veces, forzó los labios para acomodar el grueso de la polla y la tragó por completo.
Me gustaría poder transmitir el peso de este momento para mí. Mi dulce esposa, madre de nuestros maravillosos hijos, miembro respetado de nuestra sociedad, acababa de meterse en la boca la gruesa polla de un desconocido para su placer. Para este afortunado tipo que se la estaba chupando, sólo era la puta esposa de otro tipo... ¡Oh, que viviera para ver este día!
Clara no perdió tiempo con aquella enorme polla. Usando ambas manos, la chupaba febrilmente como una puta hambrienta. Cogí la cámara de vídeo de Pablo para captar la acción. Cuando la noche terminara y Clara entrara en razón, quizá no volviera a aceptar algo así. Esta podría ser una situación de una sola vez y no quería perderme ni un segundo. Pablo estaba recibiendo de mi mujer una de las más espectaculares mamadas. Nunca había estado con nadie ni siquiera cerca de las habilidades que Clara tiene en esta tarea. Me encantaba ver cómo otro hombre experimentaba eso por primera vez.
Por mucho que me gustara verla actuar oralmente sobre Pablo, el golpe de efecto sería que él se la follara. Necesitaba acercarla al orgasmo de nuevo para estar seguro de su consentimiento. Me puse detrás de ella y metí la polla dentro de su coño chorreante― ¡Oh, Dios! ― gimió. Tuvo problemas para concentrarse en la mamada de Pablo una vez que mi polla estuvo dentro de ella. Esperé a que se acercara de nuevo al orgasmo y entonces le indiqué a Pablo que le diéramos la vuelta. Con la precisión de un equipo, la giramos rápidamente 180 grados y le metí la polla en la boca antes de que pudiera oponerse. Observé con extrema expectación cómo Pablo introducía su carnosa polla lentamente en su empapado coño― ¡Oh, Dios mío! ―Gritó mi mujer― ¡Oh, Dios, ¡oh, Dios...! ¡Sí!
Pablo metió y sacó la polla hasta el fondo. Rápidamente le metía toda su polla dentro de ella, con el “slap, slap, slap” de sus bolas manteniendo el ritmo. No se ha vivido hasta que no se ha visto a un extraño bien dotado metiéndosela hasta las pelotas a tu mujer mientras ella grita pidiendo más. Yo no quería que esa noche terminara.
Yo lo estaba grabando todo con la determinación de un director de Hollywood. Con sus manos apoyadas en mis piernas para equilibrarse contra los fuertes empujes de Pablo, me miró a los ojos y me dijo― Gracias ―Fue una de las cosas más dulces que he visto nunca.
Se había olvidado de mi mamada ahora que Pablo se la estaba follando, pero no me importaba. Esto era mucho mejor de lo que había imaginado. Clara avanzaba rápidamente una vez más hacia un orgasmo. Esta vez no se le negaría y Pablo continuó machacándola mientras ella empezaba a perder completamente el control― ¡Oh, Dios mío! Más fuerte, más fuerte. Sí, sí, sí, sí. Por favor, fóllame el coño con fuerza. ¡Oh, Dios mío! ¡¡¡Oh, mierda¡! ¡Aaahhh! ¡Sí!
Fue increíble. Nada de lo que había visto en el porno se acercaba a esa escena. Pablo siguió follando a mi esposa incluso después de que su orgasmo hubiera disminuido. Con la cabeza apoyada en el asiento entre mis piernas parecía un muñeco de trapo. Pude ver que Pablo estaba a punto de correrse, así que le dije que la dejara chupársela. Le dio la vuelta y ella volvió a rodear con sus apretados labios aquella gorda polla. Se movía con un sentido de propósito. Ambas manos lo masturbaban mientras su boca chupaba la punta. Cuando mi Clara quiere que un hombre se corra en su boca, no hay nadie más rápido para hacerlo. Pablo la agarró del pelo por detrás y empezó a follarle la cara. Me sorprendió la cantidad de polla que entraba con cada empujón. Rápidamente se tensó, le agarró la nuca con las dos manos y se corrió en su boca. Ella se tragó el semen como un animal hambriento, sin apartar la boca de la polla y chupándola mucho después de que él hubiera terminado. Nunca me había sentido tan enamorado de nadie en mi vida como de Clara en ese momento. ¡Qué zorra tan increíble!
Después de que Pablo terminara, las cosas se calmaron. No se habló mucho mientras todos nos poníamos la ropa en la parte trasera de la limusina. Pablo volvió a la parte delantera y empezó a conducirnos de nuevo hacia casa
― ¿Estás bien? ―me susurró Clara.
― Sí ―dije― Estoy más que bien. Eres jodidamente increíble.
― ¡Oh, bien! ―dijo aliviada― Estoy tan feliz de que te sientas así... ―Sonrió y susurró― Tendrás que darle a Pablo una gran propina.
― En realidad ―dije― pienso darle a Pablo una propina normal, sé que follar contigo es una extraordinaria recompensa.
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