
Te cuento algo… Semana de vacaciones, domingo 20, festejo del día del amigo, reunión grande, mi amiga Sofia me pregunta si me iba a Córdoba. Le dije mañana viajo a la mañana. Genial me dice. Podrías llevarme un lavarropas y me lo instalas en el departamento… es chico y liviano, ya está todo listo, solo debes conectar las mangueras, y probarlo. Ok Sofia dije… mañana cuando esté saliendo lo retiro.
Johana la hija de Sofía estudia en Córdoba y vive en un departamento que es propiedad de su abuela. Es una linda chica y sobre todo muy cariñosa con su familia y con los amigos de su madre. Pensé bue… le hago un favor a la pendeja y me quedo en el departamento estos días de vacaciones hasta el sábado, ya que así arreglamos con su madre, favor por favor y me ahorro unos buenos mangos. El departamento tiene 2 habitaciones. Quedate en mi pieza, la que tiene la cama chiquita, dijo mi amiga.
Llegué al departamento luego de un hermoso viaje. Al momento de querer ajustar la manguera del lavarropas, fui al cajón de las herramientas en un mueble de la cocina y no encontré la pinza adecuada, abrí un baúl de pino que estaba debajo de una mesada, donde está conectado el termotanque. Eureka, había muchas herramientas y encontré la pinza adecuada.
Dentro del baúl, me llamó la atención un envoltorio con una tela que parecía ser de una bombacha, de esas de algodón con dibujitos de corazoncitos y florcitas, para nada chiquita sino más bien de talle grande, en el acto pensé que habría llaves de boca y de ojo envueltas para evitar que se oxiden o se arruinen… yo tengo las de casa envueltas en un pedazo de un jean viejo.
Saque el envoltorio y la bombacha parecía ser de la mamá de mi amiga jajaja, por el tamaño. Lo apoyé en la mesada, le di dos vueltas y apareció el contenido… Una camarita tipo GoPro o similar muy chica, un minicargador sin cable y, lo más sorprendente… una bolsa de nylon blanca, pequeña, de farmacia, conteniendo un vibrador fucsia y otro estimulador del mismo color que no sé cómo se llama, pero para que se den una idea, adjunto fotos a modo de ilustración.
Dejé el lavarropas en la nada, encendí la cámara y al abrir, en la única galería, encontré un mar de fotos, todas eran de Johana.
Miles de poses, primeros planos, dedos curiosos entrando en su concha y culo, estimulándose con los aparatitos, mojadísima, encremada, depilada, sin depilar, concha y culo cerrados, y hasta totalmente abiertos, pudiendo ver su interior los delicados pliegues de sus genitales.
En ese momento sentía que la pija me iba a explotar, me pelé la chota y me hice la paja más larga de mi vida con esas fotos. No sabía ni tenía nada a mano como para pasarlas a mi celu, no sabía cómo hacerlo y temía dejar huellas. Me atrapó el remordimiento jajaja… una boludez. Miré las fotos muchas horas, me pajeaba y cuando estaba a punto de acabar paraba y me volvía a empezar. En un momento de esa larga paja, vi la puerta abierta del baño y un canasto de ropa plástico de color verde, corrí hacia él con la pija en la mano, lo abrí y encontré el tesoro que imaginé, dos tangas, una blanca con la entrepierna sucia, amarillenta y áspera; otra violeta con su parte correspondiente a la concha y el culo arrugados y con evidentes signos de haberlas mojado mucho, por el rastro del flujo seco y las arrugas que tenía. En ese momento pensé… Johana había llegado desde Córdoba el viernes 17 para asistir a la Fiesta del Poncho, por lo que sacando cuentas esas tangas las había mojado apenas 3 o 4 días atrás, eso me calentó más. En las fotos recientes aparecía la pendeja con esa tanga pajeándose y acabando varias veces por decir de la expresión de su cara y en la imagen final de esa serie se veía como se meaba mojando la tanga violeta hermosamente, de inmediato y sin dejar de pajearme, lleve la tanga a la boca y la chupe hasta dejarla limpia de todo lo que tenía. No recuerdo cuantas pajas me hice en los días que estuve allí, pero me quedó en la memoria, el olor y el sabor de esas tangas que lamia muy frecuentemente una y otra vez, les tiré leche no se cuentas veces. Pero sin mojarlas mucho para que no se les fuera el olor de su concha y culo. En esas imágenes de la sesión de paja con la tanga violeta se veía que los aparatitos no tenían preservativos como se veía en todas las fotos. Adivinen que los olí muy detalladamente y les pase la lengua hasta que les saque todo el sabor a concha y culo. 5 días maravillosos oliendo tangas, calzas, shorcitos que descubrí posterior al primer día en el canasto.
Cuando iba a regresar, lavé toda la ropa que estaba en el canasto para probar el lavarropas y me deshice de toda prueba.
Les dejo estas fotos ilustrativas de pendejas hermosas que tato me recuerdan a Johana.
































































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