You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

descubro ser bisexual jugando con mi esposa a cambiar sexos

Llevo dos maravillosos años casado con una mujer increíble, nuestra relación comenzó hace diez. Tras ocho años de relación decidimos casarnos, nuestra vida en pareja no podía ser más feliz y nuestra vida sexual era de lo más completo, no había queja.

Por lo tanto, todo esto es fruto de una mera curiosidad, no por falta de interés o por enfriamiento de nuestra relación.

Ana tenía la costumbre de hacerme mamadas cuando a ella le apetecía, por lo tanto, sin queja.

 Todo surgió un día que yo acababa de salir de la ducha, con la toalla atada a la cintura como única prenda, me senté junto a ella en el sofá a ver la tele sin más, la observé con detenimiento, es preciosa, con su carita de muñeca incluso a sus 35 años, su pelo negro largo, en ese momento recogido en un moño improvisado mide metro sesenta y siete, tiene algún kilito extra, pero no es ni siquiera rellenita, y un par de tetas bastante generosas. Lo dicho, sin queja.

Pues ahí estaba yo mirándola y cuando se percató me miró, sonrió y me besó en los labios, un beso largo y húmedo, cuando su lengua entró en mi boca supe de inmediato lo que tocaba en ese momento, es un indicador muy claro.

Mientras me besaba y me acariciaba, su mano se iba bajando hasta ocultarse bajo la toalla que me servía como única prenda. Sin dejar de besarme y lamerme los labios abrió la toalla y empezó a masajearme el rabo, que ya empezaba a recibir sangre y se iba endureciendo por momentos.

Cuando notó que mi polla estaba dura se arrodilló en el suelo delante de mi y me pidió que separase las piernas para facilitarle la tarea, yo obedecí y cerré los ojos mientras ella me mamaba el rabo, lo hacia con fruición, sentía su lengua dentro de su boca moviéndose por todo mi tronco mientras ella subía y bajaba, yo estaba en la gloria, llegado un momento se la sacó y siguió con su mano derecha, la cual patinaba bien sobre mi polla por la cantidad de babas que había en ella. Abrí los ojos al notar que estaba latiendo mis huevos, me encanta verla hacerlo. Sin embargo su lengua bajaba cada vez más mientras seguía con la paja, esta vez suavecita, sentí como su lengua se deslizaba hasta mi ojete, alguna vez lo había hecho, pero vi algo en su mirada que me indicaba que trataba algo. Noté mi culo bien babeado, entonces se separó un poco y se metió el dedo índice en la boca, pasándole bien la lengua, lo sacó y lo dirigió a mi culo.

-Shhhh, relájate, te va a gustar.

Introdujo poco a poco el dedo mientras con la otra mano seguía con el movimiento de sube y baja, cuando el dedo entró sin mucho trabajo, comencé a notar cómo su yema acariciaba mi interior, en un punto que me estremecía de gusto. Cuando se percató de que había llegado al punto exacto volvió a comerme la polla.

Su mamada era frenética mientras seguía taladrándome el culo con su dedo, yo no tenía control sobre mi, jadeaba, me costaba respirar, estaba completamente en éxtasis, apenas me pude resistir y eyaculé una barbaridad de leche a borbotones al interior de su boca.

Con el dedo aún dentro de mí se incorporó un poco y me besó en la boca, como muchas otras veces caté el sabor de mi propio esperma, pero esta vez me estaba sabiendo delicioso, así que pasé mi lengua por toda su boca con la intención de saborear lo máximo posible. Ella sonrió y sacó el dedo.

-Sabia que te iba a gustar, te he dado en tu punto G.

Al día siguiente, Ana trabajaba y yo me quedaba en casa. Después de hacer las típicas tareas que haces cuando tienes un rato libre, me senté frente al ordenador, me apetecía hacerme una paja, así que me metí en mis páginas de vídeos X habituales, y me puse a mirar las temáticas habituales, pero tenía un runrún en la cabeza respecto a lo que pasó la noche anterior y no me concentraba, así que, tirando de curiosidad me metí en la sección de vídeos gays, no sabía ni en cual pinchar, había un montón. De pronto me vi viendo un video de dos chicos de unos veintipico años dándose amor en una piscina bajo el sol. Mi pene estaba durísimo y yo no me contuve, me empecé a masturbar plácidamente con la mano derecha y, tras separar las piernas, introduje el índice de la izquierda en mi culo, con esa posición tan incómoda no conseguía entrar y tocar donde tocó mi mujer la noche anterior, me gustaba, pero no alcanzaba ese placer. En esa postura y, mientras seguía con el dedo, continué la tarea mientras veía a uno de los chicos realizarle una tremenda mamada al otro hasta que, casi a la vez, nos corrimos los dos, él en la boca del chico y yo en mi mano. Vi el manchurrón cremoso, blanco y caliente en mi mano y sin dudar me lo llevé a la boca. Nunca había probado el semen de forma directa, siempre había degustado los restos en la boca de mi mujer tras tragárselo, esa sensación pastosa con toques a verdura en la lengua me supo a gloria, relamí mis dedos como un gato, me encantó lo que acababa de probar.

Me desplomé sobre la silla y terminé de ver el video, puesto que el que tuvo la actitud pasiva al principio había tomado un rol activo mientras estaba yo entretenido con mi leche.

Pasaron un par de horas desde eso y estaba yo frustrado con la introducción del dedo y pensé en que había una solución que no había contemplado, Ana es muy sexual y tiene juguetes para cuando estoy trabajando o, directamente, cuando le apetece. Pensé que quizá alguno de esos podría servir a mi propósito.

Fui a nuestro dormitorio y abrí el cajón de los juguetes, de entre todos los cacharros saqué los dildos y los puse sobre la cama, los había de varios tamaños, grosores y formas. De entre los ocho que tenía delante, seleccioné uno de color negro, de unos quince centímetros de largo y uno y medio de diámetro con forma de polla, con su glande y todo, terminaba con una ventosa, lo cual me podría facilitar las cosas.

Después abrí el cajón de la mesilla y saqué uno de los tubos de lubricante que teníamos para facilitar ciertas relaciones y me fui al baño. Una vez allí, me desvestí para estar más cómodo y planté la ventosa en la tapa del inodoro, dejando esa pollita negra erecta frente a mi, abrí el tubo de lubricante y me eché una buena cantidad en los dedos. Como pude, me unté el gel en el ojete y dejé que mi dedo se deslizase al interior del hueco, la abundancia del viscoso gel hizo que no hubiera ninguna resistencia, aproveché y empecé a mover el dedo con suavidad dentro, en un suave mete saca y girándolo para dilatar la entrada, como había hecho cientos de veces en el culo de mi mujer. Mi polla no tardó en reaccionar y se fue hinchando mientras comenzaba a gotear, estaba muy cachondo y entrando en terreno desconocido para mí. Volví a tomar el tubo y eché un chorro directamente sobre el consolador, con un suave movimiento de muñeca pajeé el dildo, lo cual aumentó mis ganas de tenerlo dentro. Con un ligero temblor de piernas me coloqué sobre el falo y con la mano lo dirigí a la entrada de mi culo, cuando lo noté justo en posición bajé un par de centímetros para que entrase,. Me detuve para dejar que mi culo se fuera haciendo a ello, cuando noté cierta comodidad bajé un poco más, sentí con un poco de dolor que había entrado más de la mitad, no era un dolor desagradable, involuntariamente a empecé a masturbarme, que con la mano embadurnada en lubricante mejoraba bastante la paja, la sensación en el culo era genial, me moría de gusto y me dejé caer sobre el trozo de goma, solté un gemido, había dado en el sitio adecuado, empecé a subir y bajar al compás de la paja, gemía como una puta mientras me daba gusto.

No aguanté mucho hasta correrme, un chorro de leche se estampó en mi vientre y mi pecho, lo recogí con mis dedos y me lo llevé a la boca, delicioso.

Me quedé un rato empalado ahí disfrutando de la sensación de mi culo perforado, ojalá fuera de verdad, pero era un trozo de goma.

Limpié todo bien y dejé cada cosa en su sitio. Ya con el paso de los días y teniendo que trabajar no pude seguir explorando esa nueva forma de placer. Salvo alguna paja casual con ingestión de semen, no tuve nada más.

El sábado Ana salió con sus amigas y yo fui a tomar unas copas con mis amigos. Salimos un rato de tardeo, como se denomina ahora, ya no somos unos críos, todos casados p a punto de ello, algunos con hijos ya, así que ya sabíamos que la noche no se alargaría mucho, para eso de las once ya habíamos bebido bastante y la gente empezaba a retirarse, así que después de despedirme de ellos me dirigí de camino a casa, estaba en la zona antigua y todavía me quedaban unos veinte minutos andando. Decidí acortar por una de las calles de bares de fiesta, la gente entraba y salía de los locales a fumar y a orinar en algún rincón, la verdad es que estaba bastante concurrida. Pasé frente a un pub que todos siempre hemos sabido que era un local de ambiente y mi curiosidad pudo conmigo, miré, la puerta estaba cerrada pero se oía música, justo en ese momento salió un grupo de chicos que se me quedó mirando, lo cual me confirmó que estaba abierto al público. Pensé que acercarme a tomar algo y curiosear no iba a hacerme daño, así que agarré el tirador, abrí la puerta y entré.

No era un local especialmente grande, pero era espacioso, había muchísima gente, todo chicos por lo que veía, más jóvenes, más viejos, más gordos, más delgados, en otras palabras; de todo. Algunos se me quedaban mirando, imaginaba que era porque iba solo o porque no parecía habitual, la música estaba alta, pero no molestaba, luces de colores por todas partes, no llegaba tampoco a estar oscuro, la verdad es que estaba muy bien y además se respiraba buen ambiente. Vi la barra y me acerqué, un chico joven me atendió y le pedí una cerveza de botellín, un poco cara para mi gusto pero no era algo escandaloso.

Me giré y observé el sitio, era un bar de fiesta normal pero solo de hombres, la gente bebía, bailaba, charlaba en corrillos, algunos se besaban y se toqueteaban… lo normal en un bar de noche de sábado.

Cuando me quise dar cuenta me había tomado la cerveza entera, así que pedí otra, seguí apoyado en la barra disfrutando de la música, que era francamente buena, y de las vistas, la verdad es que nunca había visto a un tío de esa manera, pero había chicos realmente guapos, algunos me miraban, otros guiñaban un ojo, era una sensación rara, pero cómoda.

Cuando cayó la segunda cerveza la naturaleza me reclamó, tenía que descargar la ingestión de líquidos de la tarde noche, el baño estaba al fondo, avancé entre la gente sin ninguna resistencia, con amabilidad la gente se iba apartando.

Entré por fin en el baño, no había división por sexos, imaginaba por qué, era una estancia bastante grande, había una fila de urinarios de pared y cuatro cabinas de baño, a pesar del buen rollo preferí meterme en una de las cabinas, prefería estar solo en esas circunstancias. Entré en uno y eché el pestillo. El interior era lo que se podría esperar en un bar de fiesta a esas horas: poco iluminado, sucio, pintorrejeado en las paredes y puerta, encharcado y con un penetrante olor a meado en el ambiente.

Me bajé la bragueta torpemente a causa de la urgencia y del alcohol. Me conseguí sacar la polla a tiempo, apunté y dejé salir el chorro amarillo al interior del váter, atontado mirando hacia abajo me percaté de que había un agujero redondo de unos siete u ocho centímetros de diámetro en la pared lateral, sabía lo que eso significaba, los baños estaban equipados con gloryholes, papel higiénico no había, pero gloryholes sí; pensando en esa tontería que se me había ocurrido, se me escapó una leve risita, terminé de mear y procedí a cerrarme la bragueta. En ese momento que miraba hacia abajo para ver cómo cerraba el pantalón la vi, del agujero surgió una polla gorda a medio empalmar, me quedé pasmado, no sabía que hacer, estaba a punto de decir que no me interesaba cuando mi mano empezó a acariciar suavemente, pasando las puntas de los dedos por la superficie, ese rabo.

Cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo mi mano envolvió ese falo, empecé a masajearlo, sintiendo como se ponía del todo a tono, gorda, grande y venosa, me parecía enorme comparada con la mía, pensé que ya que estaba ahí no iba a pasar nada por probarla.

Mientras seguía masturbándola, me agaché un poco y le pasé la lengua al glande cabezón que tenía delante, tenía un gusto salado y un tacto un poquito rugoso, a la segunda pasada noté que algo de preseminal había salido, tiré de ese hilillo con la lengua hacia el interior de mi boca.

Consciente de donde estaba y lo que estaba pasando y con mi polla luchando por salir, cerré la tapa del inodoro y me senté en ella. El lugar y el olor no contribuían a bajar mi calentón, si no que lo potenciaban, dejé la paja y acaricié suavemente los enormes huevos que colgaban tras ese enorme pollón, sin pensarlo cerré los ojos, abrí la boca y me impulsé hacia adelante, no calculé y un amago de arcada me indicó hasta donde podía entrar, cerré los labios y dejé que mi lengua se pasara por toda la polla que tenía en la boca, era muy suave, puesto que no tenía ni un solo pelito, mi saliva fue mezclándose con la pequeña película de sudor que había por todo ese rabo, estaba buenísimo.

Sujeté con la mano la base de la polla y comencé a mamarla con fuerza, evitando que mis dientes la tocaran, puesto que a mi tampoco me gusta que me rocen la polla con los dientes, salivando todo ese falo, la punta a veces me golpeaba la parte interior de las mejillas provocando unas suaves cosquillas, sentía como palpitaba la polla en mi boca y continué un rato así, metiendo y sacando de mi boca con fuerza haciendo una mamada sin ninguna experiencia, pero intentando hacerla como me gusta que me las hagan a mí. Pasado un rato así la polla se contrajo un poco y noté el disparo de semen en mi boca, el primer chorro dio justo en mi garganta, provocando una reacción parecida a una arcada, porque ni me lo esperaba, el segundo ya lo paré con la lengua, pero había tanta leche ahí que se me escapó un poco por la barbilla.

Tragué ese néctar y quité los restos de la polla con mi lengua, tras eso y con la ayuda de un dedo, metí en mi boca lo que había caído. Mientras me relamía vi como el agujero de la pared se vaciaba dejándome solo ahí. Me levanté, salí del baño y me fui a casa.

Una vez en casa me pegué una ducha para limpiarme cualquier resto.

Estaba en la ducha, a punto de hacerme una paja para bajarme el calentón cuando se oyó la puerta, mi mujer fiestera acababa de llegar con una borrachera bastante considerable, entró en el baño dando tumbos, abrió la mampara y me besó, sus labios sabían a alcohol y tabaco. Su beso era largo y húmedo, miró hacia abajo y vio mi rabo erecto, me miró, sonrió y salió del baño. Volvió con el tubo de lubricante que había usado yo días atrás, dejándome claro lo que iba a pasar, me pasó el tubo y se bajó los pantalones y las bragas de un solo tirón. Salí de la ducha aplicándome el gel en el rabo, tras esto Ana se apoyó en el mueble del lavabo con el trasero al descubierto y separó las piernas, mientras veía como me sonreía pícaramente a por el espejo yo untaba gel en su culo y se lo masajeaba con suavidad colando el dedo dentro para facilitarme la entrada. Continué así un rato, entrando y saliendo, dándole vueltas y cuando lo vi preciso antes de que se me empezase a bajar la empalmada coloqué la punta en su ojete, con la ayuda de la mano fui introduciendo poco a poco mi polla en su culo, vi en su cara el esfuerzo que hacía al notar como le entraba, estaba acostumbrada, pero al final eso siempre vuelve a su tamaño original, así que el ir cediendo sí que debía causarle cierta molestia al principio. Cuando entró del todo Ana tenía la cabeza pegada al lavabo y el pelo cubría su cara, oí sus gemidos cuando empecé a bombear suavemente.

Estaba empujando cuando caí en la cuenta de que, seguramente, alguno de los chicos que vi esa noche estaría en ese momento también con una polla metida en el culo, ese pensamiento me calentó aún más y, agarrando las caderas de mi mujer, aumenté el ritmo, la respiración de Ana se aceleraba y los gemidos que antes eran apenas audibles ahora se oían con claridad. Mi mente estaba en otro sitio, me imaginaba follándole el culo a alguno de los chicos que me guiñaban el ojo un rato antes.

Mi ritmo se aceleró aún más, Ana gemía con fuerza y alcanzó la toalla del lavabo para morderla y no despertar a los vecinos. Yo seguía frenéticamente embistiendo el culo de mi mujer con otra cosa en la cabeza. Empezó a faltarme el aire y mi polla descargó dentro de su culo, por las contracciones que noté en mi rabo había sido una corrida considerable.

Saqué mi polla de su culo y ella suspiró aliviada, se dejó caer sobre el lavabo y yo observé con detenimiento como iba saliendo mi leche de su culo. Ni corto ni perezoso me agaché, separé sus nalgas y lamí desde su coño hasta su culo limpiando todo el semen que caía.

-¿Qué haces?

-¿Te gusta que te lama el culo?

-No pares.

Ella, desconociendo mi nuevo gusto estaba disfrutando, así que me acuclillé y seguí lamiendo la zona, entrando con mi lengua en su culo y proveyéndome de toda la leche que había alojada, seguí por su coño porque la raja también estaba empapada de leche. Ana se corrió entre gemidos, quedando completamente satisfecha y después decidimos ir a dormir.

El siguiente fin de semana Ana se fue con sus amigas de escapada a una casa rural, un vez al mes solían hacerlo, para seguir en contacto todas, así pues me quedaba yo solo, por lo tanto decidí que quería volver a tomar algo y curiosear en el pub. Le dije a mis amigos que me encontraba indispuesto y que lo dejábamos para el fin de semana siguiente.

A las diez de la noche del sábado estaba listo para salir, tomar algo, curiosear y, como mucho ir al baño. Me miré en el espejo del portal de casa, vaqueros, camiseta y sudadera, recién afeitado, tengo el pelo corto así que no se puede hacer mucho, vi mi reflejo, metro setenta y cinco, 80 kilos, ni gordo ni delgado, ojos marrones y pelo negro con alguna cana… perfecto.

Media hora más tarde abrí la puerta del local y entré, estaba bastante nervioso, ya que la semana anterior llevaba la ayuda del alcohol y ese día me había tomado una cerveza solamente cuando me estaba preparando.

El ambiente era exactamente igual al de la semana anterior, gente por todas partes, luces de colores y música pop nacional e internacional de los 90, la mejor sin duda. Alcancé la barra y el mismo chico me puso una cerveza. Di la espalda a la barra y oteé el horizonte, me fijé en una pareja que estaba besándose apasionadamente, me quedé embobado mirando sus bocas, sus lenguas, sus caricias, hasta que alguien me tocó el hombro, me giré y era el camarero:

-Eh, voyeur, ¿chupito? Invita la casa.

- Gracias.

El chico sacó dos vasos pequeños, los llenó con vodka y cogió uno, cogí el otro, brindamos y me lo bebí de un tramo.

-Nunca te había visto hasta el finde pasado ¿Nuevo?

-No, no, vivo por la zona, pero nunca había entrado.

Puso otro par de chupitos, volvimos a brindar y bebimos, lo miré bien, tendría unos veintipocos años, ojos verdes, pelo corto negro con mechas azules, hacía mas de una semana que no se afeitaba, delgadito y de altura más o menos como yo.

-Bueno, ¿y vienes aquí buscando…?

-En realidad solo he venido a tomar algo.

-Bueno y a comerte la polla de mi compañero otra vez en el baño.

Con un gesto de la cabeza me indicó al otro chico de la barra, era muy parecido a él en físico y edad, pero este tenía el pelo largo como un rockero, cuando vio que lo miraba me saludó con la mano y sonrió.

El chico volvió a llenar los vasos.

-Dice que chupas muy bien pero que se nota que no tienes experiencia.

-Era la primera vez.

-¿Cómo?

-Que nunca lo había hecho.

Bebimos de nuevo.

-No soy gay, pero tenia curiosidad por saber cómo era esto.

-Interesante.

Puso otro par de vasos y bebimos, ahora sí que estaba entonado. El chico se llamaba Borja, tenía veinticuatro años y estaba opositando para celador, se sacaba un dinero en el local los fines de semana y vivía con otros dos amigos. La cháchara se alargó una hora de idas y venidas a atender a clientes, me tomé un par de cervezas de mientras.

Yo le conté la verdad, que soy hetero, casado y que me había dado morbo este mundillo.

Una hora más tarde quedaba la mitad de la gente, miré el reloj y eran las dos de la mañana, no me di cuenta de lo rápido que se había pasado el tiempo.

Borja me dijo que iba a tomarse un descanso y que si quería acompañarlo, acepté de buena gana, me indicó que entrase por una puerta que había a un metro de la barra, pasé por la puerta y, tal y como me había indicado, cerré el pestillo para que no se colasen despistados pensando que era el baño.

Era la trastienda, estanterías con botellas, barriles de cerveza, jaulas de refrescos, alguna que otra mesa de terraza y sillas apiladas, un sofá de dos plazas bastante desvencijado, neveras y armarios, el lugar tenía cuatro puertas, una por la que había entrado, otra que daba a la barra, un pequeño cuarto de baño y otra, que Borja acababa de abrir que daba a un patio trasero, en realidad era el patio de luces del bloque, ahí tenían otra mesa con sillas. Borja sacó un par de cervezas de una nevera y se sentó en una de las sillas, se encendió un cigarro y me ofreció, me senté en perpendicular a el, acepté y los dos fumamos y bebimos un rato hablando de trivialidades.

Al de un ratito la conversación fue cambiando.

-Así que sí que eres un voyeur, te gusta ver a los maricones metiéndose mano y comer pollas desconocidas.

-Bueno, ya le he puesto cara al dueño, ya no es tan desconocida.

-Si quieres le llamo y te quedas con él, aunque ya ha hecho su descanso.

-No, estoy bien aquí contigo.

Su mano se posó sobre mí muslo.

-Yo podría meterte mano.

-No me importaría.

Borja se acercó y me besó en los labios, fue un beso largo y baboso, me metía constantemente la lengua y jugaba con la mía, su barba corta me hacia cosquillas en los labios y la barbilla, su mano acariciaba mi cuello y mi nuca y la mía acariciaba su entrepierna caliente y dura, me abrazó mientras me besaba y noté que tiraba de mi hacia arriba, así que me levanté. No entendía sus intenciones así que tuve que preguntar.

-¿Quieres que te la chupe aquí?

-No, joder, que podemos despertar a los vecinos, vamos dentro, que estaremos más tranquilos.

Tomé su mano y entré con el, tras esto cerró el pestillo de la puerta que daba a la barra, para evitar intromisiones y volvió a abrazarme y besarme, nuestras salivas se extendieron por nuestras caras.

Sus manos soltaron mi cinturón, y, después de desabrochar también el pantalón, tiró todo hacia abajo, yo lo imite y sin dejar de besarlo acariciaba su rabo, sin un solo pelo, bastante gordo y de un tamaño bastante majo.

Me fui a arrodillar pero Borja me lo impidió.

-Quítate todo.

-Tu también.

-Me parece bien.

-Tengo ganas de rabo.

-Ya lo sé, pero si Enrique te ha desvirgado la boca yo voy a ocuparme del resto de tu virginidad.

Sabía lo que eso significaba, una leve sensación de nervios se apoderó de mí, su rabo era bastante más grande que un dedo o un consolador. Él me indicó que estuviera tranquilo y me llevó al sofá, me senté desnudo en ese sofá que había visto demasiadas cosas y el se plantó frente a mi, siguiendo sus indicaciones metí su rabo en la boca y lo llené de babas, metiendo y sacando para también escupir en el cuando estaba fuera, su polla y mi boca estaban conectados por mis hilillos de baba. Me dijo que me acomodase sobre el respaldo, me arrodillé en el asiento, de cara a la pared, apoyé los brazos en el respaldo y traté de sacar el culo hacia fuera. Borja se colocó detrás de mi, noté su lengua en mi raja, era una sensación indescriptible, la gloria. Su lengua entró en mi ojete, gemí de gusto, cuando sacó la lengua giré la cabeza y lo vi echando lubricante en su mano y metió un dedo en mi culo, se notaba que había hecho eso varias veces, porque entró a la primera impactando en mi próstata sin hacerme ningún daño, cuando estuvo un rato moviendo un dedo metió un segundo, mi culo se resistió un poco, así que echó un chorro de gel en el hueco entre sus dedos y mi ojete. La sensación fría en mi culo relajó el creciente dolor, para cuando me quise dar cuenta los dos dedos estaban completamente dentro.

Movió los dedos y dilató mi culo todo lo que pudo, echó un chorro abundante sobre su polla, extendió el lubricante y colocó su gordo y rosado glande en mi culo, empujó muy despacio, noté una punzada de dolor y cerré los ojos con fuerza.

Cuando su capullo estaba dentro paró, cogí aire y sentí como mi culo se acostumbraba, Borja reemprendió el empuje, el dolor era casi insoportable, apreté los dientes.

-¿Quieres que la saque? Está casi dentro, pero si te duele demasiado paro.

-No pares.

-Sabía que eras una maricona viciosa.

Me besó en la boca y siguió empujando con suavidad, el dolor estaba mitigándose dando paso a un placer enorme, tanto que tomé la iniciativa y me dejé caer sobre la polla de Borja, noté como sus cojones golpeaban mi ojete. Solté un grito ahogado cuando noté toda su polla dentro de mí, Borja agarró mis caderas y empezó a moverse tras de mí con delicadeza, entraba y salía con suavidad, añadió más lubricante y volvió a la tarea, me follaba con un ritmo ascendente, mi respiración se aceleraba y gemía, sus huevos y los mios se golpeaban a cada embestida, me sentía como Ana cuando le follo el culo, me sentía una puta en ese momento y me encantaba.

Después de un rato Borja sacó la polla y me mandó darme la vuelta, obedecí y separé las piernas estando sentado, Borja se acercó, se acuclilló un poco y volvió a empalarme, colocó mis piernas en sus hombros y me volvió a bombear el culo mientras me besaba como un amante apasionado.

Su tronco venoso entraba y salía de mi culo, me follaba como una bestia, estaba sintiendo como mi interior me jugaba una mala pasada, porque mi polla estaba avisándome que iba a disparar y nadie la estaba tocando. Justo en el momento que noté la contracción de la polla de Borja, mi culo se cerró porque me corría, dando como resultado que los dos nos corriéramos a la vez, él en mi culo y yo en mi pecho. Borja se desplomó sobre mí, me abrazó y me besó con cariño. Estuvimos así un rato hasta que su polla se ablandó dentro de mi culo y acabó escapándose. Borja me dijo que tendría que volver a trabajar. Eran las 3 y el bar abría hasta las 6. Nos levantamos y me dirigí al baño, había que vaciar lo de dentro, abrí la tapa y me puse a mear tranquilamente hasta que noté algo a mi espalda, como un salpicón, me giré y Borja estaba detrás de mi, polla en mano, goteando, a mi la meado de me cortó. Me giré con cara de sorpresa.

-¿Estás loco?

-Sé que te gusta, cerdito.

Tras eso un chorro de orina golpeó mi vientre y mi pecho, seguía demasiado cachondo, y eso me dejaba en una posición muy manipulable, me acuclillé y dejé que vaciase su próstata en mi pecho donde había vaciado mis huevos hacia un rato, subió el chorro y me mojó el pelo y la cara. Le saqué la polla con la boca y nos vestimos, mi ropa se humedeció de inmediato y Borja me pidió quedarse mis calzoncillos a cambio de un papel con su número de teléfono. Hice el trato porque me dio la impresión de que seguramente volveríamos a vernos, me besó, salí de la trastienda y me fui para cada dejándolo trabajar tranquilo.

Cuando llegué a casa me desnudé completamente y me metí en la cama, con restos de semen en mis nalgas, piernas, pecho y restos de orina por todas partes. Ya cambiaría las sábanas al día siguiente. Había sido una noche rara, diferente, pero muy buena, me había abierto a una nueva experiencia y había sido un gran placer. Con esos pensamientos y el culo palpitante me quedé dormido.



descubro ser bisexual jugando con mi esposa a cambiar sexos

0 comentarios - descubro ser bisexual jugando con mi esposa a cambiar sexos

Los comentarios se encuentran cerrados