Desde aquel primer trío inesperado en mi casa, las cosas cambiaron entre nosotros. Carla, entre avergonzada y molesta, quiso echarme la culpa de lo ocurrido, como si todo hubiera sido idea mía. Y sí, fui yo quien dio el primer paso, pero le recordé cómo lo había disfrutado mamando a su hermana, y cómo incluso ella misma había empezado a tomar la iniciativa. No había traición, solo placer compartido. Y por mí, íbamos a seguir repitiéndolo.
A menudo, cuando Carla y yo nos besábamos, le confesaba lo mucho que me excitaba recordar a las dos besándose y chupándose. Eso la dejaba ardiendo. Mariana, en cambio, nos observaba entre la vergüenza y la desconfianza, pero yo podía notar en su mirada que también deseaba repetirlo.
En la sala de su casa
Un sábado por la mañana, mientras les daba clases de guitarra, aproveché que nos dejaban solos. Le dije a Mariana que fuera a ver si no había nadie y, de paso, que se pusiera falda en vez de jeans. Carla me miró con los ojos bien abiertos, sabiendo lo que estaba tramando. Apenas volvió Mariana, me levanté con la verga afuera y agarré a Carla, que estaba con una blusa sin tirantes y minifalda. Nos besamos con desesperación, metiendo manos por todos lados, y la hice arrodillarse a mamar.
Después llamé a Mariana para que se sentara junto a ella. Vino algo avergonzada, medio desconfiada, pero con la cara encendida. Me bastó un gesto: saqué de la boca de Carla y se la puse a Mariana. Dudó un par de segundos, y luego empezó a chupar también. Ninguna de las dos era experta, pero se notaba que iban agarrando el ritmo.
Carla me miró indignada, aunque estaba igual de caliente. Le solté: “no te hagas, sé que estás loca por chuparle las tetas”. Ella todavía dudaba, así que me agaché, bajé la blusa de Mariana y me prendí de un pecho, mientras le decía a Carla que se encargara del otro. Al final cedió. Y después hice que Mariana se lanzara sobre ella, porque lo que más volvía loca a Carla era que se lo hicieran a ella.
Esas locuras empezaron a repetirse siempre que había un poco de margen. Después del placer, a veces a Carla le venían celos, y yo le decía que podíamos dejarlo ahí, pero ella nunca quería. Era inevitable: como novios no teníamos espacio para intimidad, no podíamos salir solos y siempre había alguien vigilándonos. Mariana, su hermana, era la mejor coartada… y al mismo tiempo la que nos dejaba casi siempre los tres a solas. Y era ahí cuando todo pasaba.
Yo siempre tomaba la iniciativa, pero ellas ya lo esperaban. Se resistían un poco al principio, como si fuera parte del guion, pero cada vez esa resistencia duraba menos.
En el cine
Las dos se atrevían a jugar, pero no se habían vuelto a besar en la boca desde aquella primera vez… hasta el día en que fuimos al mall. Elegimos la película más aburrida, solo para asegurarnos de que el cine estuviera casi vacío. Nos acomodamos en la última fila y, apenas se apagaron las luces, empecé a tocarlas. Jóvenes imprudentes, sin medir nada más que el calor del momento.
Primero besé a una, luego a la otra, y de pronto se me ocurrió lo del beso a tres. Fue un instante suspendido, y luego un fuego compartido, que las dejó a ambas muy encendidas. Después vinieron una serie de caricias más atrevidas, una tanda de chupadas de tetas, dedos en sus conchas, pero lo mejor fue cuando me vine en la boca de Mariana y ella quería ir al baño a botarlo, pero yo le dije que era riesgoso, que era mejor tragar allí no más, y ella lo hizo.
Igual se fue al baño después y yo aproveché para coger Carla, con ella sentada en mi falda. Costó entrar porqué era estrechita pero fue increíble y cuando Mariana retornó yo la hice sentar también.
Al final ya quería venirme de nuevo y la hice levantarse. Le di a Carla, todo pringado, pero aún con un poco de asquito, obedeció y es que yo ya no quería venirme en sus conchas, porque tuvimos un susto con la regla de ambas atrasadas desde aquella primera vez del trío. Más bien no las embaracé, pero llegamos a preocuparnos en serio.
Yo no sé si algún funcionario del cine nos vió aquel día, pero caso hayan visto, que buen show tuvieron. Pq fue increíble, salí de la sala deslechado y nos encontramos con la pastora Jessica quien había ido a ver otra película con los hermanos pequeños de Carla.
En la sala de ensayo
Pero el mejor día fue el sábado siguiente a ese paseo al cine. No sé si se acuerdan, pero teníamos una banda, dónde Carla era la bajista y Mariana la tecladista, aunque las dos estaban aprendiendo y por eso empezamos a ensayar más veces. En ese ensayo, que sucedía en otra salita de la iglesia, nosotros no podíamos hacer nuestras travesuras, porque venía el baterista, que por si acaso, estaba loco por Mariana, y ella estaba interesada en él también.
Ese sábado el baterista se fue temprano y nosotros nos quedamos un poco más en la sala. En poco tiempo ya empecé con los besos y caricias con mi novia, mientras Mariana, como casi siempre, solo nos miraba. Carla se calentó bastante cuando le chupé la concha y al penetrarla tuvo un orgasmo increíble. Fue cuándo llamé a Mariana para cogerla de cuatro en el sofá también. Quería estrenarle la cola, que aún la tenía virgen.
Mariana se asustó, me preguntó si yo estaba seguro. No quiero, me va a doler. Voy a hacer con cariñito. Carla en lugar de ponerse en contra, se levantó y fue a ver si la puerta estaba bien cerrada y sí nadie de su familia iba a venir. Al retornar, Mariana seguía resistiéndose y para mí sorpresa, Carla le dió un consejo. Que no lo cierre, que abra como si estuviera pujando que así era mejor.
Lubriqué un poco con saliva, no teníamos otro lubricante y me puse a trabajar. Carla veía todo de cerca, como mí verga se abría paso en el estrecho culo de su hermana. Mariana seguía chillando y yo escupí un poco más en su ojete y le pedí a Carla que también lo hiciera. Lo hizo, aunque no lo crean y aún me dijo que no iba a entrar. Yo le dije que si iba y entró. Mariana chillaba con cada invertida mía, y Carla se preocupaba por su hermana y me ayudaba con más saliva. Era increíble verla escupir entre mi verga y las nalgas de Mariana, pero lo mejor estaba por vir.
Al ver a su hermana chillando e incluso lagrimeando, a Carla se le vino una mezcla de ternura y calentura. Levantó la blusa de Mariana y empezó a chuparle las tetas, y luego las dos se estaban comiendo a besos. Esa vez no fue por insistencia mía, sino por decisión de Carla. Y ella no se quedó solo en eso, porque se paró y jalando su calzón al costado le puso la concha en la boca de su hermana y entre los dos se la hicimos chupar.
Fue una tarde de estrenos para Mariana. Mientras yo le hacía la cola, Carla la hacía comer su concha. Esa visión ya me hizo perder el quicio y me vacié en el culito de mi cuñada.
Me quedé mirándolas hasta que Carla se vino en la boca de Mariana y se quiso ir al baño, pero no la dejé irse todavía. Le tocaba a ella venirse, así que la hice sentarse en la boca de Carla, quien seguramente habría dicho que no si estuviera más calmada, pero ese rato no dijo nada. Fue una locura ver cómo mi leche bajaba del culo de Mariana hacía la barbilla y el cuello de Carla. Mariana no tardó en venirse y solo entonces nos fuimos a limpiarnos en los baños de la iglesia. Fue increíble y hubiésemos podido aprovechar mucho más, porque la familia de ellas, no estaba pendiente de nosotros, pero ya no quisieron volver después de que la cosa se enfrió.











A menudo, cuando Carla y yo nos besábamos, le confesaba lo mucho que me excitaba recordar a las dos besándose y chupándose. Eso la dejaba ardiendo. Mariana, en cambio, nos observaba entre la vergüenza y la desconfianza, pero yo podía notar en su mirada que también deseaba repetirlo.
En la sala de su casa
Un sábado por la mañana, mientras les daba clases de guitarra, aproveché que nos dejaban solos. Le dije a Mariana que fuera a ver si no había nadie y, de paso, que se pusiera falda en vez de jeans. Carla me miró con los ojos bien abiertos, sabiendo lo que estaba tramando. Apenas volvió Mariana, me levanté con la verga afuera y agarré a Carla, que estaba con una blusa sin tirantes y minifalda. Nos besamos con desesperación, metiendo manos por todos lados, y la hice arrodillarse a mamar.
Después llamé a Mariana para que se sentara junto a ella. Vino algo avergonzada, medio desconfiada, pero con la cara encendida. Me bastó un gesto: saqué de la boca de Carla y se la puse a Mariana. Dudó un par de segundos, y luego empezó a chupar también. Ninguna de las dos era experta, pero se notaba que iban agarrando el ritmo.
Carla me miró indignada, aunque estaba igual de caliente. Le solté: “no te hagas, sé que estás loca por chuparle las tetas”. Ella todavía dudaba, así que me agaché, bajé la blusa de Mariana y me prendí de un pecho, mientras le decía a Carla que se encargara del otro. Al final cedió. Y después hice que Mariana se lanzara sobre ella, porque lo que más volvía loca a Carla era que se lo hicieran a ella.
Esas locuras empezaron a repetirse siempre que había un poco de margen. Después del placer, a veces a Carla le venían celos, y yo le decía que podíamos dejarlo ahí, pero ella nunca quería. Era inevitable: como novios no teníamos espacio para intimidad, no podíamos salir solos y siempre había alguien vigilándonos. Mariana, su hermana, era la mejor coartada… y al mismo tiempo la que nos dejaba casi siempre los tres a solas. Y era ahí cuando todo pasaba.
Yo siempre tomaba la iniciativa, pero ellas ya lo esperaban. Se resistían un poco al principio, como si fuera parte del guion, pero cada vez esa resistencia duraba menos.
En el cine
Las dos se atrevían a jugar, pero no se habían vuelto a besar en la boca desde aquella primera vez… hasta el día en que fuimos al mall. Elegimos la película más aburrida, solo para asegurarnos de que el cine estuviera casi vacío. Nos acomodamos en la última fila y, apenas se apagaron las luces, empecé a tocarlas. Jóvenes imprudentes, sin medir nada más que el calor del momento.
Primero besé a una, luego a la otra, y de pronto se me ocurrió lo del beso a tres. Fue un instante suspendido, y luego un fuego compartido, que las dejó a ambas muy encendidas. Después vinieron una serie de caricias más atrevidas, una tanda de chupadas de tetas, dedos en sus conchas, pero lo mejor fue cuando me vine en la boca de Mariana y ella quería ir al baño a botarlo, pero yo le dije que era riesgoso, que era mejor tragar allí no más, y ella lo hizo.
Igual se fue al baño después y yo aproveché para coger Carla, con ella sentada en mi falda. Costó entrar porqué era estrechita pero fue increíble y cuando Mariana retornó yo la hice sentar también.
Al final ya quería venirme de nuevo y la hice levantarse. Le di a Carla, todo pringado, pero aún con un poco de asquito, obedeció y es que yo ya no quería venirme en sus conchas, porque tuvimos un susto con la regla de ambas atrasadas desde aquella primera vez del trío. Más bien no las embaracé, pero llegamos a preocuparnos en serio.
Yo no sé si algún funcionario del cine nos vió aquel día, pero caso hayan visto, que buen show tuvieron. Pq fue increíble, salí de la sala deslechado y nos encontramos con la pastora Jessica quien había ido a ver otra película con los hermanos pequeños de Carla.
En la sala de ensayo
Pero el mejor día fue el sábado siguiente a ese paseo al cine. No sé si se acuerdan, pero teníamos una banda, dónde Carla era la bajista y Mariana la tecladista, aunque las dos estaban aprendiendo y por eso empezamos a ensayar más veces. En ese ensayo, que sucedía en otra salita de la iglesia, nosotros no podíamos hacer nuestras travesuras, porque venía el baterista, que por si acaso, estaba loco por Mariana, y ella estaba interesada en él también.
Ese sábado el baterista se fue temprano y nosotros nos quedamos un poco más en la sala. En poco tiempo ya empecé con los besos y caricias con mi novia, mientras Mariana, como casi siempre, solo nos miraba. Carla se calentó bastante cuando le chupé la concha y al penetrarla tuvo un orgasmo increíble. Fue cuándo llamé a Mariana para cogerla de cuatro en el sofá también. Quería estrenarle la cola, que aún la tenía virgen.
Mariana se asustó, me preguntó si yo estaba seguro. No quiero, me va a doler. Voy a hacer con cariñito. Carla en lugar de ponerse en contra, se levantó y fue a ver si la puerta estaba bien cerrada y sí nadie de su familia iba a venir. Al retornar, Mariana seguía resistiéndose y para mí sorpresa, Carla le dió un consejo. Que no lo cierre, que abra como si estuviera pujando que así era mejor.
Lubriqué un poco con saliva, no teníamos otro lubricante y me puse a trabajar. Carla veía todo de cerca, como mí verga se abría paso en el estrecho culo de su hermana. Mariana seguía chillando y yo escupí un poco más en su ojete y le pedí a Carla que también lo hiciera. Lo hizo, aunque no lo crean y aún me dijo que no iba a entrar. Yo le dije que si iba y entró. Mariana chillaba con cada invertida mía, y Carla se preocupaba por su hermana y me ayudaba con más saliva. Era increíble verla escupir entre mi verga y las nalgas de Mariana, pero lo mejor estaba por vir.
Al ver a su hermana chillando e incluso lagrimeando, a Carla se le vino una mezcla de ternura y calentura. Levantó la blusa de Mariana y empezó a chuparle las tetas, y luego las dos se estaban comiendo a besos. Esa vez no fue por insistencia mía, sino por decisión de Carla. Y ella no se quedó solo en eso, porque se paró y jalando su calzón al costado le puso la concha en la boca de su hermana y entre los dos se la hicimos chupar.
Fue una tarde de estrenos para Mariana. Mientras yo le hacía la cola, Carla la hacía comer su concha. Esa visión ya me hizo perder el quicio y me vacié en el culito de mi cuñada.
Me quedé mirándolas hasta que Carla se vino en la boca de Mariana y se quiso ir al baño, pero no la dejé irse todavía. Le tocaba a ella venirse, así que la hice sentarse en la boca de Carla, quien seguramente habría dicho que no si estuviera más calmada, pero ese rato no dijo nada. Fue una locura ver cómo mi leche bajaba del culo de Mariana hacía la barbilla y el cuello de Carla. Mariana no tardó en venirse y solo entonces nos fuimos a limpiarnos en los baños de la iglesia. Fue increíble y hubiésemos podido aprovechar mucho más, porque la familia de ellas, no estaba pendiente de nosotros, pero ya no quisieron volver después de que la cosa se enfrió.












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