Cuando iba en la reparatoria me sucedió lo que les contaré.
Una noche, al volver de una fiesta, fui abordada por unos pandilleros, seguido me morboseaban cada vez que salía a la calle, pero ahora coincidió que venía sola y con un vestido diminuto. Me cercaron el camino y acorralaron para no dejarme pasar, acariciándo mis piernas para ponerme nerviosa o tratando de tocar mis tetas. Yo grité ,pero guardé silencio cuando le mostraron el arma. Sin perder tiempo me llevaron a un callejón desierto. Alfredo, el líder, un tipo de veintitantos, me obligó a besarlo, metiénd su lengua en mi boca, tomándose su tiempo para jugar con su presa. Después de humillarme un rato, me puso de espaldas contra la pared y me subió el vestido. El hijo de puta me abrió las piernas y me hizo empinarme, mientras todos lo nimaban a estrenar mis agujeros. Sentí cómo me atravesaba, lo hizo primero lento y luego hasta llegar al fondo. Me tuvo ensartada durante un buen rato, luego se salió para dejar que me usarán los otros. Entre todos se turnaron para disfrutar de mi y cuando terminaron Alfredo le me dijo algo que me dejo fría. "No sé te olvide que sabemos dónde vives, a qué hora llega tu mamá del trabajo, tu hermano....". A partir de entonces empecé a juntarme con ellos, la gente me veia usando vestidos diminutos y decían que era la puta del pueblo. Nadie sospechaba que me estaban obligando. Al final, la pandilla de Alfredo cayó, pero siempre me usaron como objeto sexual.
Una noche, al volver de una fiesta, fui abordada por unos pandilleros, seguido me morboseaban cada vez que salía a la calle, pero ahora coincidió que venía sola y con un vestido diminuto. Me cercaron el camino y acorralaron para no dejarme pasar, acariciándo mis piernas para ponerme nerviosa o tratando de tocar mis tetas. Yo grité ,pero guardé silencio cuando le mostraron el arma. Sin perder tiempo me llevaron a un callejón desierto. Alfredo, el líder, un tipo de veintitantos, me obligó a besarlo, metiénd su lengua en mi boca, tomándose su tiempo para jugar con su presa. Después de humillarme un rato, me puso de espaldas contra la pared y me subió el vestido. El hijo de puta me abrió las piernas y me hizo empinarme, mientras todos lo nimaban a estrenar mis agujeros. Sentí cómo me atravesaba, lo hizo primero lento y luego hasta llegar al fondo. Me tuvo ensartada durante un buen rato, luego se salió para dejar que me usarán los otros. Entre todos se turnaron para disfrutar de mi y cuando terminaron Alfredo le me dijo algo que me dejo fría. "No sé te olvide que sabemos dónde vives, a qué hora llega tu mamá del trabajo, tu hermano....". A partir de entonces empecé a juntarme con ellos, la gente me veia usando vestidos diminutos y decían que era la puta del pueblo. Nadie sospechaba que me estaban obligando. Al final, la pandilla de Alfredo cayó, pero siempre me usaron como objeto sexual.

5 comentarios - Por pandilleros #1