Encontre conversación de mi esposa con otro

Con los años el matrimonio se volvió rutina: ella con sus turnos de en.fermera, yo con mis horarios, y el sex.o cada vez más escaso. Pero empecé a notar cambios: mi esposa, gordita y con esas curvas que siempre me atrajeron, se arreglaba más, se depilaba con cuidado, se maquillaba hasta para lo mínimo… y en el ropero descubrí lencería que nunca le había visto: encajes finos, un conjunto rojo con liguero que parecía hecho para lucirse.

La primera vez que la vi con esa ropa no me enojé, al contrario: me dio un morbo enorme. Más de una vez me masturbé solo con la idea de que no se la pusiera para mí, sino para alguien más.

Esa duda me llevó, una madrugada, a revisar su celular mientras dormía. Whsp estaba limpio, pero en los SMS encon..tré su conversación con Manuel, un hombre casado de casi 50.

Ella: ‘No puedo dejar de recordar la última vez… cuando me hiciste ponerme de rodillas y me mirabas fijo. Nunca me habían llevado así.’
Él: ‘Esa es solo una de tantas. La próxima quiero verte de espaldas, con el conjunto rojo y las medias. Que sepas que conmigo conoces pos.es que él jamás te hará.’

Ella: ‘Hoy mi esposo me pidió que use la lencería roja. No sabe que me la puse pensando en ti. Mientras estaba encima de él, cerré los ojos y me vi contigo.’
Él: ‘Eso me mata. Que él crea que disfruta de ti, cuando en tu cabeza soy yo el que te do. mina. Déjalo creer… así me pertene..ces más.’



Ella: ‘La forma en que estaba deb.ajo de ti la última vez… nunca me habían hecho sentir así, me quedé sin fu.erzas, solo podía dejarme llevar.’
Él: ‘La próxima será con.tra la pared, con tus ligas negras. Quiero que cada vez que él te toque, tu cuerpo recuerde cómo lo hacemos nosotros.’

Ella: ‘Ahora estoy en la cama, con el conjunto todavía puesto. Él cree que me tiene, pero yo sigo encendida… pensando en la pose que me hiciste probar la última vez.’
Él: ‘Así te quiero. Que aunque duermas a su lado, en tu mente siempre seas mía. Que me lleves contigo en cada movimiento.’

Apagué el ce.lu..lar con la mano temblando. Sentí rabia, pero lo que más me dominaba era la imagen: mi esposa, voluptuosa, con la lencería que yo le había pedido, complaciéndome… mientras en su mente lo recordaba a él. Y aunque me doliera, esa idea me encendía más que cualquier cosa.”