Hola amigos de P!
Sean bienvenidos a una nueva historia
original y única !
Como ustedes

La sala está iluminada apenas por la luz cálida del atardecer. Penélope, con una falda corta de mezclilla y una blusa blanca que se le pega al cuerpo, juega distraÃda con el celular. Cruza y descruza las piernas con calma, como si supiera perfectamente que alguien la está observando.
Él entra, todavÃa con la camisa húmeda de sudor por el trabajo. Sus miradas se cruzan y el silencio se vuelve espeso. Penélope sonrÃe con malicia.
—¿Ya llegaste? —pregunta con voz dulce, aunque cargada de algo más.
Se levanta despacio, camina hacia él con un movimiento de caderas provocador, y al pasarle por un lado roza su brazo con los dedos. Un gesto mÃnimo, pero suficiente para encenderlo. Luego, se inclina a recoger algo del suelo, dejando que la falda suba descaradamente. El hilo dental negro que asoma es un golpe directo a la tentación.
Él traga saliva. Penélope se endereza, se da vuelta despacio y se pega contra su pecho.
—¿Me ayudas con algo? —susurra, rozando sus labios contra los de él.
El beso ocurre inevitablemente: húmedo, con lengua, cargado de deseo reprimido. Ella gime bajito mientras aprieta su cuerpo contra la dureza que ya lo delata. La cámara mental enfoca el instante en que la saliva se mezcla, el momento en que el juego deja de ser inocente.
De pronto él la levanta, la sienta en el sillón, y Penélope abre las piernas sin pudor, mostrando el hilo dental empapado. Se lo corre con un dedo, dejándose ver completa, mirándolo con ojos ardientes.
—Quiero que me lo des… todo —jadea.
Él baja, besa sus muslos, respira hondo su aroma y empieza a lamerla despacio, provocando que ella se retuerza de placer. Penélope lo agarra del cabello, gimiendo con fuerza, empujando su rostro contra su humedad. El ambiente se llena de jadeos y respiraciones pesadas.
Cuando está a punto de venirse, lo empuja con fuerza y se arrodilla frente a él. Le abre el pantalón y libera su erección palpitante. SonrÃe traviesa antes de tragárselo entero de golpe. Sus labios lo engullen mientras babea y lo acaricia con las manos, chupando con un ritmo cada vez más sucio. Él gime, la sujeta del cabello y la guÃa, perdiéndose en la escena obscena.
Penélope no se conforma: se sube sobre él, lo acomoda y se deja caer lentamente, dejándolo entrar hasta el fondo. Grita de placer, abre la blusa y deja que sus senos reboten mientras cabalga con fuerza. El sillón cruje con cada embestida, sus gemidos llenan la sala.
Él la toma de la cintura, acelera, la gira y la pone de espaldas. Levanta la falda y la penetra duro, sin compasión. El sonido de los cuerpos chocando es húmedo, brutal, excitante. Penélope grita su nombre, se muerde los labios, lo araña, perdida en la intensidad del momento.
El ritmo se vuelve frenético, hasta que él no aguanta más. La agarra fuerte, la embiste una última vez y explota dentro de ella. Penélope tiembla, se arquea, lo aprieta con las piernas, dejándose llenar mientras un gemido ahogado se escapa de su garganta.
Ambos quedan jadeando, sudados, mirándose con una sonrisa traviesa. Ella lo besa lento, todavÃa con el sabor del pecado en los labios.
La sala queda en silencio, impregnada de sexo y del secreto prohibido que acaban de compartir.

Gracias por leer este es el capitulo 1 de esta nueva serie 😸
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La sala está iluminada apenas por la luz cálida del atardecer. Penélope, con una falda corta de mezclilla y una blusa blanca que se le pega al cuerpo, juega distraÃda con el celular. Cruza y descruza las piernas con calma, como si supiera perfectamente que alguien la está observando.
Él entra, todavÃa con la camisa húmeda de sudor por el trabajo. Sus miradas se cruzan y el silencio se vuelve espeso. Penélope sonrÃe con malicia.
—¿Ya llegaste? —pregunta con voz dulce, aunque cargada de algo más.
Se levanta despacio, camina hacia él con un movimiento de caderas provocador, y al pasarle por un lado roza su brazo con los dedos. Un gesto mÃnimo, pero suficiente para encenderlo. Luego, se inclina a recoger algo del suelo, dejando que la falda suba descaradamente. El hilo dental negro que asoma es un golpe directo a la tentación.
Él traga saliva. Penélope se endereza, se da vuelta despacio y se pega contra su pecho.
—¿Me ayudas con algo? —susurra, rozando sus labios contra los de él.
El beso ocurre inevitablemente: húmedo, con lengua, cargado de deseo reprimido. Ella gime bajito mientras aprieta su cuerpo contra la dureza que ya lo delata. La cámara mental enfoca el instante en que la saliva se mezcla, el momento en que el juego deja de ser inocente.
De pronto él la levanta, la sienta en el sillón, y Penélope abre las piernas sin pudor, mostrando el hilo dental empapado. Se lo corre con un dedo, dejándose ver completa, mirándolo con ojos ardientes.
—Quiero que me lo des… todo —jadea.
Él baja, besa sus muslos, respira hondo su aroma y empieza a lamerla despacio, provocando que ella se retuerza de placer. Penélope lo agarra del cabello, gimiendo con fuerza, empujando su rostro contra su humedad. El ambiente se llena de jadeos y respiraciones pesadas.
Cuando está a punto de venirse, lo empuja con fuerza y se arrodilla frente a él. Le abre el pantalón y libera su erección palpitante. SonrÃe traviesa antes de tragárselo entero de golpe. Sus labios lo engullen mientras babea y lo acaricia con las manos, chupando con un ritmo cada vez más sucio. Él gime, la sujeta del cabello y la guÃa, perdiéndose en la escena obscena.
Penélope no se conforma: se sube sobre él, lo acomoda y se deja caer lentamente, dejándolo entrar hasta el fondo. Grita de placer, abre la blusa y deja que sus senos reboten mientras cabalga con fuerza. El sillón cruje con cada embestida, sus gemidos llenan la sala.
Él la toma de la cintura, acelera, la gira y la pone de espaldas. Levanta la falda y la penetra duro, sin compasión. El sonido de los cuerpos chocando es húmedo, brutal, excitante. Penélope grita su nombre, se muerde los labios, lo araña, perdida en la intensidad del momento.
El ritmo se vuelve frenético, hasta que él no aguanta más. La agarra fuerte, la embiste una última vez y explota dentro de ella. Penélope tiembla, se arquea, lo aprieta con las piernas, dejándose llenar mientras un gemido ahogado se escapa de su garganta.
Ambos quedan jadeando, sudados, mirándose con una sonrisa traviesa. Ella lo besa lento, todavÃa con el sabor del pecado en los labios.
La sala queda en silencio, impregnada de sexo y del secreto prohibido que acaban de compartir.

Gracias por leer este es el capitulo 1 de esta nueva serie 😸
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