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mi madre y yo (Relato cedido

Hace años era un momento cuando yo había vivido mi vida cristiana más acérrima, iba siempre a la iglesia y rezaba cada noche con una sensación de inocencia y pureza, siempre aferrada a los principios de la iglesia. Pero solo se necesitó ese chico para cambiarlo todo.

Él era tierno y siempre dispuesto a hablar, cuando nos conocíamos siempre hablaba de montón de temas y le encantaba escucharme, y eventualmente me llevo a la cama y él se transformaba en una bestia salvaje. Me enseño de todo en la cama, y tarde un tiempo en perder toda decencia sexual. Me había enamorado profundamente de él y con el tiempo decidí llevarlo a casa de mi madre.

Pasaron meses antes de que visitáramos su casa, donde ella todavía vivía sola, es una mujer de 55 años con un gran físico con sus grandes nalgas y pechos yo solo herede su tremendo culo. Él le encantaba hablar y escucharla se llevaba bien con ella. Creía que simplemente se llevaban bien.

Un día, después de una larga compra, regrese a casa y escuché extrañas voces procedentes de dentro de la casa. Me acerqué con precaución, preguntándome qué pasaba. Eso es cuando vi a mi madre siendo follada por él en su cuarto, yo los veía a través de la puerta abierta, veía como follaba a mi madre en 4. Era como un acto animalístico, sus nalgas sonaban sin piedad, mientras ella gemía por más y más sin preocuparse por su dignidad o que estaba cogiendo con mi pareja.

No quise hacer nada, pero de algún modo disfrutaba el acto, verlos follar, ver que la trataba como una simple puta.

Luego esa misma noche me llevó a la cama y me trató como una pequeña puta y yo obedecí, perdida en su lujuria. Y así continuó, turnarse entre yo y mi madre. El último día que nos íbamos a quedar con ella en teoría fue nuestro mayor cambio.

Yo entre al living luego de hacer unas compra y él me dice: “Ahora ambas son mías, mis amores y mis perras”. Yo entre la sorpresa y la excitación asentí mientras miraba fijamente a mi madre desnuda, que no se inmutó en ningún momento mientras seguía chupando su polla.

Luego él me pidió que me desnudara y apoye a mi madre para chuparle la polla. Y yo acepté su orden sin asco ni rabia, solo con deseo. Deseo de mi hombre.

Mi madre siguió chupando la polla del chico mientras yo me acercaba a ella. Me quite el vestido y lo deje en el suelo. Él me ordenó que me arrodillara al lado de mi madre ella dejó de chupar su polla, solo sonrió y me hizo una seña con los ojos, para que continuara su trabajo. Empecé a chupársela con deseo y anelo mientras él nos acariciaba la cabeza y mejillas.

Nos turnábamos con mi madre empezó para lamerle la polla a nuestro hombre. Me coloqué detrás de mi madre y tomé sus enormes tetas, obligándola sin mucha resistencia a hacerle una paja rusa mientras tu hombre sonreía de satisfacción. Estaba feliz, me encantaba verlo feliz.

Mi madre no se inmutó, simplemente miraba a su hombre y también como sus tetas eran usadas por mí para exprimir su polla, jamás había tenido tetas tan grandes entre mis manos, me daba algo de celos la verdad.

Luego él me pidió que me colocara en 4 en el sillón donde antes estaba sentado. Me coloqué en posición y él se acercó detrás de mí. Olfateaba mi culo deseoso y lo nalgueada. Mi madre se colocó a su lado e izo los honores, tomando su polla y clavándomela en mi coño. Él se rio y dijo: “son unas buenas putas”.

Él comenzó a follarme, mis nalgas aplaudían a cada impacto, con mi madre observando todo, abrazado y besándolo. Mientras me follaba con rudeza nos decía: “Necesitan un hombre en esta casa y ese hombre seré yo.”.

Mi madre aprobatoriamente dice simplemente si, mientras escucho un fuerte nalgazo que le dan a mi madre, ese palmazo luego vi que quedo bien marcado en sus nalgas. Nos volvimos sus mujeres y estábamos encantados de ello. Madre e hija dueños del mismo hombre.

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