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03: El folleto




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Compendio III


(Estimado lector: Le ruego un poco de paciencia con este relato. Puede que lo encuentre lento, aburrido y que la acción está al final y es corta, pero aun así es necesario presentar a las otras participantes porque he ido ganando tracción en mi puesto. Insisto que me sigo viendo como un tipo normal y promedio, que quizás, bajo otras circunstancias, sería un beta cornudo. Pero al parecer, como dice Marisol, soy un sigma: el lobo solitario, que lidera cuando quiere y no busca reconocimiento. Y por lo que estoy viendo ahora (esta parte está unos tres meses atrás en comparación con mi presente), he intentado apagar las llamas con gasolina. Le agradezco de antemano su perseverancia y espero al menos mantenerlo interesado en esta historia.)


LA JUNTA 03: EL FOLLETO

Mientras estaba sentado en mi asiento, podía sentir la tensión en el aire. He estado pisando los callos a otros miembros de la junta: Alex y Tim seguían mirándome mal después de que su intento de humillar a Isabella les saliera por la culata; Horatio estaba furioso, ya que contraté a Ginny para el departamento financiero sin su permiso; y ahora, parecía que era el turno de Cristina, la jefa de TI, y su asistente personal, Ingrid.

Me había acostumbrado a la mirada de Ingrid, similar a la que me lanzaba Maddie hace unos meses. Sinceramente, la entiendo, ya que quizá siga pensando que le robé la oportunidad de convertirse en mi asistente y se la di a Gloria, que ahora tiene su propio protagonismo. Pero, a decir verdad, sé cómo piensan los mineros y enviar a Ingrid con sus vestidos ajustados y sus curvas perfectas era una demanda laboral en potencia, sobre todo si tenía que tratar con diez mineros en lo más profundo de los túneles.

03: El folleto

Cristina, por su parte, seguía otra línea. Al igual que Maddie, Cristina es fría y calculadora, y utiliza su físico para manipular a todo el mundo con su aspecto. Pero eso no funciona cuando tienes un espía corporativo justo debajo de tu nariz, robando secretos empresariales y hay una auditoría corporativa tratando de encontrarlo. Hasta el día de hoy, no estoy seguro de si ella estaba en la nómina corrupta de Víctor. Pero ahora, ella me odia porque le quité a su segundo al mando, que resultó ser el espía.

the big brest

Ambas pusieron los ojos en blanco cuando saqué el tema de la conferencia internacional en señal de desprecio.

> No te preocupes, Marco. - me dijeron con un desprecio que solo puede venir de años de complacencia corporativa. - Todo está bajo control.

Pero yo tenía mis dudas. La empresa nunca había organizado un evento de esta magnitud y el historial del Departamento de TI (Tecnología informática) era... menos que brillante.

Cuando estaba estudiando ingeniería, nuestra universidad también organizó una conferencia internacional y me asignaron como coordinador. Tuve que encargarme de averiguar reservas, comprobar varios hoteles y alquileres y preguntar por sus precios. Pero nuestra conferencia también se celebró en invierno y muchos invitados venían de climas más cálidos. Consulté a la profesora que me asignó si debía comprobar los precios de la ropa de invierno, pero ella también lo descartó. Más tarde descubrí que algunos de los invitados tuvieron problemas para comprar ropa invernal e incluso se perdieron en la ciudad, así que cuando supe que el Departamento de TI iba a hacer lo mismo, me preocupé.

Respiré hondo y decidí tomar el toro por las astas. Sabía que el éxito de la conferencia era crucial para la imagen de la empresa y que se reflejaría en nuestra imagen internacional. No podía quedarme de brazos cruzados y esperar que todo saliera bien por arte de magia. Así que empecé a trabajar en un plan para garantizar que los delegados visitantes tuvieran una experiencia agradable a pesar de la indiferencia del departamento de TI.

Utilizando los conocimientos que había adquirido durante mis años universitarios, comencé a redactar un sencillo folleto que incluía un mapa de la ciudad con las zonas comerciales resaltadas, una lista de tiendas de ropa de invierno asequibles y algunas frases en varios idiomas para facilitar la comunicación, utilizando el mismo software que utilizamos para traducir manuales. Quería asegurarme de que nuestros huéspedes se sintieran bienvenidos y preparados para el frío que se avecinaba. El contenido era sólido, pero el diseño era, francamente, un poco feo.

Ahí es donde entró en juego Isabella. Aunque es portavoz, como antigua miembro de la alta sociedad (y madre comprometida con los trabajos manuales de su hija Lily), tiene una buena idea de cómo hacer que las cosas se vean bonitas, algo en lo que yo soy bastante malo. Por supuesto, eso implicaba familiarizarse con algunos programas de dibujo y diseño, pero tenía fe en ella.

Le planteé la idea y le expliqué mis preocupaciones sobre la falta de preparación del departamento de TI. Ella miró el folleto con ojo crítico y asintió.

Divorced

• Esto podría mejorar. - dijo, con la voz llena de entusiasmo por el nuevo reto. - Déjame echarle un poco de mi magia.

Isabella se llevó el folleto y desapareció en su oficina, para reaparecer horas más tarde con un impresionante rediseño. Había transformado el documento de un desastre aburrido y repleto de texto en una guía elegante y colorida que mostraba lo mejor que la ciudad tenía para ofrecer. Los mapas ahora estaban adornados con encantadoras ilustraciones, el texto estaba escrito con una fuente limpia y legible, y la combinación de colores reflejaba la calidez y la hospitalidad que queríamos transmitir.

Yo no podía creer la transformación.

- Isabella, esto es increíble. - dije mientras hojeaba las páginas.

Ella sonrió orgullosa, con los ojos brillantes.

• Gracias, Marco. Ha sido divertido hacer algo un poco diferente. - respondió.

- Te debo una grande. - dije, sintiéndome satisfecho.

• Sí, lo sé. - respondió ella mirando mi entrepierna con una sonrisa burlona.

Consensual infidelity

Decidimos incluir el nuevo y mejorado folleto en los paquetes de bienvenida que se entregarían a cada delegado. Era un gesto sencillo, pero que podía marcar una diferencia significativa en la experiencia general de nuestros invitados.

A medida que se acercaba el día de la conferencia, el resto de la junta directiva seguía ajena a nuestro esfuerzo adicional. Estaban demasiado ocupados discutiendo sobre la distribución de los asientos y el menú del catering como para prestar atención a los detalles logísticos que podían determinar el éxito o el fracaso del evento. Mientras tanto, Isabella y yo trabajábamos sin descanso para garantizar que el folleto se imprimiera y se distribuyera a todos los participantes.

La conferencia comenzó con la habitual ronda de discursos y presentaciones. Yo observaba desde un lado, con el corazón acelerado por la expectación, esperando el momento en que nuestros invitados descubrieran el detallado obsequio que se había añadido a sus paquetes de bienvenida. Y cuando llegó el momento, la respuesta fue inmediata y abrumadoramente positiva. Los delegados se acercaron a Edith para darle las gracias por la útil guía, expresarle su agradecimiento por la consideración mostrada hacia su comodidad y elogiar el folleto como un verdadero testimonio de la cooperación internacional.

No pude evitar sentir una satisfactoria sensación de orgullo mientras Izzie y yo observábamos la escena. Los habituales fallos técnicos del departamento de TI habían quedado eclipsados por la cálida acogida de la guía de compras de invierno. Me di cuenta de que varios de los delegados ya estaban utilizando las frases incluidas en el folleto para interactuar con los lugareños, rompiendo el hielo y fomentando la buena voluntad. Estaba claro que esta iniciativa había dado sus frutos y que la reputación de nuestra oficina corporativa estaba en alza.

Una vez finalizada la conferencia, decidí invitar a Isabella a asistir a la próxima reunión de la junta directiva. Aunque es una nueva empleada, su participación en el folleto fue esencial.

Mientras nos reuníamos alrededor de la reluciente mesa de caoba, Edith abrió la reunión con una sonrisa radiante.

❤️ Quiero empezar dando las gracias especialmente a Marco por su visión de futuro y su dedicación en la creación de esos excelentes folletos para nuestros invitados internacionales. – anunció al resto.

Cristina e Ingrid me lanzaron miradas fulminantes. Sin embargo, odio que la gente me de elogios, así que hice lo mejor que se me ocurrió...

- Gracias, Edith. - dije con un gesto humilde. - Pero no fui solo yo. Isabella ha tenido mucho que ver en esto. Sin ella, los folletos no habrían tenido ni la mitad de éxito.

Izzie se quedó sorprendida. Para el resto de la junta, ella no era nadie. De hecho, Tim y Alex la consideraban un blanco fácil en sus estúpidos juegos de seducción. Pero ahora, estaba recibiendo elogios directamente de la CEO de nuestra oficina corporativa.

coworker

Sus mejillas se sonrojaron mientras me miraba, con un silencioso agradecimiento en sus ojos. Leticia, la jefa de Relaciones Públicas (y jefa indirecta de Izzie), se dio cuenta de ello. Ella sabía cómo funcionaban las cosas. Si Edith elogiaba algo, era algo importante, sobre todo si venía de arriba.

❤️ ¿Es eso cierto? -dijo Edith con un toque de escepticismo. - Bueno, Isabella, parece que hemos estado menospreciando tu talento. Creo que es hora de un ascenso. Leticia, ¿Por qué no la reasignas a un puesto más nuevo y adecuado a sus habilidades?

La sala se quedó en silencio mientras asimilaban el peso de sus palabras. Leticia apretó la mandíbula, claramente descontenta con el repentino cambio en la dinámica de poder. La tensión era palpable, una batalla silenciosa se libraba entre las dos mujeres.

03: El folleto

o Por supuesto, Edith. —respondió Leticia apretando los dientes, incapaz de ocultar su enfado—. Isabella, por favor, acompáñame más tarde a mi despacho. Hablaremos de tu nuevo puesto.

La reunión concluyó con una mezcla de suspiros de alivio y murmullos reprimidos. Mientras todos comenzaban a salir, Isabella permaneció en su asiento, visiblemente temblorosa.

• ¡Marco! —susurró—, ¿Por qué has hecho eso? ¡Sabes que casi no hice nada!

Sonreí.

- Bueno, Izzie, esa es la cuestión: tú ves tu contribución como algo pequeño, pero para mí es imposible hacerlo. Por eso acudí a ti en primer lugar.

Isabella me miró con una mezcla de incredulidad y gratitud, con los ojos casi llorosos.

• ¡Gracias! - murmuró, con la voz temblorosa por la emoción.

Después de la reunión, la oficina bullía con susurros y especulaciones sobre el repentino ascenso de Isabella a la fama. No pude evitar sentir una punzada de satisfacción al ver a Alex y Tim intercambiando miradas desconcertadas. La habían subestimado, al igual que habían subestimado la importancia de los folletos.

Sin embargo, ni Izzie ni yo podíamos esperar la reacción de Leticia.

Más tarde ese mismo día, entró en mi oficina, llamando primero a la puerta con educación.

o Marco. - dijo con voz suave, pero sus ojos entrecerrados no coincidían con su tono. -¿Tienes un momento?

- Claro, pasa. - respondí, intuyendo que algo no iba bien...

Leticia cerró la puerta con demasiado cuidado, como si quisiera asegurarse de que nadie pudiera oírnos. Entró con una postura perfecta, se sentó frente a mí sin preguntar y dejó su bolso con un golpe deliberado.

the big brest

o Solo quería aclarar algunas cosas. - comenzó, con un tono aún suave, pero con un matiz de irritación. - Este tonto... pequeño proyecto de folleto tuyo y el repentino ascenso de tu niñita... nos ha pillado a muchos por sorpresa. Edith los elogió a ambos delante de la junta. Públicamente...

Ignoré sus comentarios sobre “tonto” y “niñita”, curioso por saber adónde quería llegar.

- Y ella ha sido un gran aporte. - le interrumpí, ofendido por cómo se había referido a Izzie. - El folleto habla por sí solo.

La actitud dulce y cálida de Leticia cambió radicalmente. Dio un golpe repentino con los dedos sobre mi escritorio, insinuando que ya había tenido suficiente.

o No recordaba que tu “niñita” estaba conmigo hasta hoy. - dijo, mostrando rastros de enfado e impaciencia, mientras se ajustaba los puños de la chaqueta dos veces seguidas rápidamente. Durante ese breve segundo, me pregunté si ella también tenía obsesiones compulsivas como yo. -Y ahora, tú le estás dando apoyo y Edith alaba su trabajo... Bueno, esas cosas no me hacen quedar muy bien, ¿Verdad?

Entonces me di cuenta de lo que le molestaba: Letty estaba celosa de la atención que Edith le prestaba a Izzie. Como me quedé sin palabras, estudiándola, la paciencia de Leticia flaqueó.

o ¿Quieres seguir con tus estúpidos juegos? ¡Bien! - exclamó, dejando finalmente caer la máscara, soltando una risa tranquila y sin humor, y colocándose un mechón de pelo detrás de la oreja como para recuperar la compostura. - Tú y yo sabemos que esa niñita no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. También he hablado con Cristina e Ingrid, y me han confirmado que esta pequeña treta tiene tus huellas marcadas.

- No sé de qué estás hablando. - respondí, intuyendo que, si le daba un dedo, me tomaría el brazo. - Pero deberías estar agradecida a Isabella por salvarnos de la vergüenza.

Se puso rígida y me dedicó una sonrisa ahogada.

Divorced

o Mira, Marco. Considéralo tu única y última advertencia. - dijo con voz más suave, bajando la mirada hacia mi boca durante medio segundo, como si quisiera algo de mí. Pero como no entendí lo que quería, me amenazó, perdiendo toda su compostura y clase. - No hagas olas. Puede que seas el favorito de Edith, pero si sigues presionando, te haremos la vida imposible.

Pero yo ya estaba harto de sus juegos de poder.

-¡El ascenso de Isabella es muy merecido! - señalé con calma, devolviéndole su mirada con una mirada de acero. - Su trabajo en el folleto fue invaluable, y ya es hora de que se reconozca su talento.

Ella se rió de mí con desdén.

o Te he estado observando. - sentenció con tono malicioso, mirándome como si fuera inferior a ella. - Estás acostumbrado a arreglar tus asuntos con tu gente en las minas. Pero aquí las cosas no funcionan así. ¡Estás en el nivel corporativo, Marco! ¡O juegas limpio o no juegas! Y por lo que he visto, no quieres jugar. Así que sigue mi consejo: apártate, asiente con la cabeza y no nos molestes.

Y mientras se levantaba, con un aire verdaderamente malvado, me miró por encima del hombro y me lanzó su última amenaza:

o ¿Sabes? Tu niñita no es un verdadero problema. Pero ahora que la has puesto en mi punto de mira, no te lo voy a poner fácil ni a ti, ni a ella, ni a tus otras baratijas. Porque una vez que te hayamos eliminado, todo se irá al traste. Así que escucha bien lo que te digo, Marco: no te hagas el héroe.

(You know? Your little girl isn't a real problem. But now that you forced her into my sight, I won't make it easy for you, her or your other little trinkets. Because once we remove you, everything goes out the door. So mark my words, Marco: don't play the hero.)

Sus palabras me dieron un escalofrío, haciéndome sentir vivo. Era la primera vez que me amenazaban así. Y claro, Leticia tenía razón: no quería estar allí en la junta en absoluto. Pero eso no significa que no me guste mi trabajo. Y tal vez, lidiar con matones como ella sea una de las ventajas.

- ¡Haz lo que tengas que hacer, Letty! – respondí burlón, lo que la irritó al instante. Y cuando se dio la vuelta, le recordé sus propias palabras. - Pero si vas a por Izzie, no te lo pondré fácil.

(You do what you got to do, Letty! But if you go after Izzie, I won't make it easy for you.)

Mi pequeño juego de palabras (Izzie e easy suenan casi igual) pareció sorprenderla brevemente, provocándole una sonrisa interesante, pero enseguida recuperó la compostura.

o  ¡Ya lo veremos, Marco! ¡Ya lo veremos! - Amenazó antes de cerrar la puerta.

Pero justo antes del almuerzo, Izzie irrumpió en mi oficina, como de costumbre.

•  ¡Eres increíble! - dijo antes de darme un beso apasionado en los labios.

Me sorprendió, pero no me desagradó del todo el gesto. Los labios de esa mujer saben cómo despertar sentimientos en mí.

•  ¡No lo puedo creer! - dijo con una sonrisa. - ¡Mi primer ascenso, gracias a ti!

- Gracias a ti. - le corregí, devolviéndole la sonrisa. - Tú eres quien ha hecho que eso brille.

Pero ese beso me excitó. La miré y, al parecer, su ascenso también la había excitado.

• Entonces... ¿Te importa saltarte el almuerzo? Quiero mostrarte mi agradecimiento... preferiblemente en una habitación de hotel. - dijo con ese tono de Marilyn Monroe que me vuelve loco.

Me reí entre dientes:

- ¡No sé, Isabella! Tengo una agenda bastante apretada.

Ella me devolvió la sonrisa.

• Yo también tengo un par de cosas apretadas... - dijo con un puchero sexy.

Consensual infidelity

-¡Está bien! - accedí, levantándome de la silla. - Vámonos antes de que alguien se dé cuenta.

Salimos apresuradamente de la oficina, con una tensión palpable entre nosotros. El trayecto en ascensor transcurrió en silencio, salvo por el suave pitido que anunciaba cada piso que pasábamos. En cuanto salimos al frío, el aire se llenó del sonido de nuestra respiración, con nubes de vaho escapándose de nuestras bocas hacia el aire helado.

Mientras la acompañaba a mi camioneta, recordé la primera vez que la llevé al edificio. En aquel entonces, estaba infelizmente casada con ese sinvergüenza de Víctor. Pero después de que ese imbécil nos dejara a solas, la acaricié suavemente por la cola mientras bajábamos en el ascensor.

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Yo estaba tan caliente que le habría pedido que me la chupara mientras conducía. Pero, por desgracia, había cámaras en el aparcamiento del edificio, así que tuvimos que mantener las manos quietas hasta llegar al hotel.

El gerente apenas levantó una ceja. El año pasado había sido un cliente habitual y había traído a varias chicas. Sin embargo, la única que quedaba ahora era Izzie.

-> Habitación 204, como siempre. - dijo el gerente con una sonrisa cómplice. -Siempre es un placer, señor Marco.

Mientras se desnudaba rápidamente, no pude evitar admirarla. Izzie es una diosa: su cabello negro azabache brilla de forma increíble; sus labios carnosos y carmesí son de otro mundo; sus ojos marrones oscuros siguen pareciendo un poco malcriados y ávidos de sexo; su nariz es elegante y pequeña.

Pero su cuerpo es una obra de arte: sus pechos son grandes y mullidos como almohadas; su cintura es fina y delicada; su trasero es redondo y firme, y sus piernas son largas y elegantes.

Es evidente que es la mujer ideal para ser la esposa de un consejero. Sin embargo, ese imbécil de Víctor se aburrió de ella.

03: El folleto

• ¡Vamos, Marco! ¿A qué esperas? - me preguntó cuando se dio cuenta de que la estaba mirando.

- ¡Lo siento!... ¡Es que estás increíble! - le respondí asombrado.

Ella sonrió y se sonrojó.

• Gracias. - susurró, deslizándose en la lujosa cama del hotel. - Tú tampoco estás nada mal.

Me abalancé sobre ella y la besé, con mi erección dura y rígida, buscando meterla.

• ¡Vamos, Marco! ¡No me tientes con esa cosa enorme! - dijo con ese tono sexy otra vez. -Sabes que no tenemos mucho tiempo y quiero sentirte dentro.

No pude resistirme más. Sus ojos se abrieron de par en par al ver mi erección, orgullosa y erecta.

Empecé a introducirla y fue muy estimulante para ambos. Ella estaba muy apretada y húmeda. Y supongo que se dio cuenta, porque se estremeció cuando la estiré.

the big brest

•¡Mhm! – gimió complacida. - ¡Eres tan grande, Marco!

Su ronroneo me volvió loco y empecé a empujar. Ese trasero se sentía tan dulce y apretado en mis manos. Empujé más profundo, llenándola hasta que me recibió por completo. El sonido de nuestros cuerpos al encontrarse llenó la habitación silenciosa, amortiguado solo por la lujosa cama del hotel. Sus piernas se envolvieron alrededor de mi cintura, instándome a moverme más rápido, más fuerte. La pasión era intensa, nuestras respiraciones se aceleraban mientras nos movíamos en un ritmo tan natural como el latido de un tambor.

Sinceramente, no quería follarla tan rápido. Con mujeres como Izzie o mi esposa, hay que tomarse su tiempo para disfrutarlo. Por desgracia, los minutos pasaban y tuve que embestirla salvajemente y sin cuidado.

A Izzie no le importaba. Una vez que me sintió dentro de ella, se olvidó de todo, incluso de su ascenso. Pero yo tenía que hacerlo desesperadamente. Créanme, 45 minutos para nosotros es una espera miserable.

• ¡Mhm... sí! - gimió mientras aceleraba el ritmo, clavándome las uñas en la espalda. - ¡Ahí, Marco! ¡No pares!

Divorced

Es decir, igual que con mi mujer, le presiono el útero e Izzie se vuelve loca.

La habitación se calentó con nuestro apasionado baile, el aroma de nuestro deseo mezclándose con el leve aroma de la ropa limpia del hotel. Sus gemidos se hicieron más fuertes, resonando contra las paredes, mientras yo alcanzaba su clítoris, mi pulgar rodeando el sensible botón con precisión experta. Su cuerpo respondió, apretándose alrededor de mí mientras se acercaba al clímax.

Me miró con algo parecido a la exasperación. Como si se preguntara cómo me atrevía a llenarla de placer. Pero por eso Izzie ahora es solo mía: soy el único hombre que sabe cómo excitarla.

Sus gemidos se hicieron más fuertes y sus uñas se clavaron con mayor profundidad en mis hombros mientras yo seguía empujando dentro de ella, sintiendo cómo sus paredes se tensaban a mi alrededor. Y cuando sentí que me acercaba al límite, supe que ella también.

• Marco... Estoy... ¡Estoy a punto! - jadeó, con voz llena de urgencia.

Aumenté el ritmo, sintiendo cómo la tensión se acumulaba en su cuerpo.

Y esas palabras simplemente me mataron: comencé a descargar mi semen sin ningún tipo de restricción. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco corridas. E Izzie gritó cada una de ellas.

Su orgasmo la golpeó como un tornado, su cuerpo convulsionando a mi alrededor mientras se corría, su sexo palpitando con cada ola de placer.

Nos quedamos allí, besándonos, y, por desgracia, tuve que separarme de ella. Ella la miró fijamente, deseando probarla.

Consensual infidelity

- ¡Más tarde, preciosa! - le susurré, besándole la frente. - ¡Ya vamos atrasados!

Izzie puso mala cara, pero asintió con la cabeza, con el cuerpo aun temblando por el intenso orgasmo. Me vestí rápidamente y la ayudé a ponerse su ropa, sintiéndome un poco culpable por no darle más tiempo para recuperarse. Salimos de la habitación del hotel, tratando de arreglar nuestro aspecto desaliñado antes de volver a la oficina. El trayecto en ascensor fue tenso, lleno de la promesa tácita de futuros encuentros y la realidad de nuestro romance en el lugar de trabajo.

Una vez de vuelta en la oficina, entramos como si nada hubiera pasado, tratando de mezclarnos con el ajetreo de la tarde. La oficina de Leticia estaba cerca y podía sentir su mirada sobre nosotros, observándonos como un halcón. Pero no teníamos nada que ocultar. Solo éramos compañeros de trabajo que habían tenido un almuerzo rápido, ¿No?


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