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mi espsoos de viaje y me cogieron toda , mi marido morbo

A una cuadra de nuestro apartamento, había un bar, y como en todos los bares, afuera se reunía una barra de vagos a tomar cerveza. (en este caso eran 8 o 9, 2 o 3 pardos y 4 o 5 negros… Todos unos mugrientos).


Casi todos los días, compraba allí los cigarrillos para mi marido.
Y por supuesto, cada vez que me veían, no les quedaba cosa por decirme. Una noche, luego de comprar cigarrillos, salí rumbo a mi casa… Y al pasar frente a ellos, uno dijo…
-¡¡¡Qué pedazo de ojete tenés guacha!!!…
Es cierto que yo, apurada y distraída no me había cambiado los escandalosos shorts que había lúcido durante la tarde para mi esposo. Pero, eso en definitiva, no autorizaba a esos negros sucios a decirme las porquerías que me decían.
-¡¡¡Mirá eso!!!… Mirá cómo el short le parte al medio el ojete…
Los ignoré, y seguí caminando, pero oí que uno decía…
-Esta mina, después que yo le parta el culo a vergazos, van a ver lo putita que se va a poner…
Me giré y pude ver cuál de ellos había sido. Tendría que haberlo adivinado, exactamente el peor de la barrita, un negro de más de 2 metros, siempre desprolijo y con barba de dos o tres días…


Crucé la calle y entré en la zona más oscura de mi trayecto, esos 40 metros restantes hasta mi entrada, eran una boca de lobo…
De pronto escuché la voz del negro, había venido detrás de mí…
Y empezó a decirme las groserías y ordinarieces más sucias que nunca había escuchado.
-Tengo la verga dura putita, me enloquecés moviendo el ojete de esa manera… Parecés una puta callejera buscando pija… Y… La vas a terminar encontrando…
Yo caminaba como si no lo oyera…
De pronto diciéndome… -Hasta mañana putita culona…
Se despidió descaradamente…
Nunca había sido tratada tan vulgarmente, pero el negro al tratarme como a una cualquiera, y decirme tantas groserías y ordinarieces…
Aunque me joda decirlo, me dejó excitada…
Por suerte mi marido estaba dormido y no se despertó…
Pues si me tocaba hubiera notado que estaba empapada…


Dos días después, el lunes, mi marido debió viajar, por trabajo
Cerca de las 10 de la noche, recordé que  mi esposo me dejó plata para el dueño del bar 


Al entrar pasé entre la barra de vagos, le di el dinero a don Pedro y despidiéndome de él, salí del boliche rumbo a mi casa…
Al entrar en la boca de lobo que eran los 40 metros más oscuros de mi trayecto. De nuevo, escuché la voz del negro…
–¡¡¡Sí pendeja!!!… –¡¡¡Seguí caminando así… pendeja puta, que voy a hacerme una paja mirándote bambolear ese tremendo culo que tenés!!!…
Me volví para ver si el negro era capaz de pajearse en plena calle… ¡¡¡y sí!!!…
¡¡¡El negro había sacado una bruta garcha y caminaba detrás de mí pajeándose en plena calle!!!…
Nunca creí que existieran pijas de ese tamaño, pensaba que eran exageraciones de los videos porno…
Aquella situación, y sobre todo el pedazo de verga que tenía el negro degenerado, hicieron que mis pezones se hincharan y pararan duros de calentura…
Así que, sin pensarlo mucho… … Comencé a caminar más lento y mucho más provocativa que antes, el negro degenerado lo notó y me dijo…
-¡¡¡Qué divina que estás guachita!!!… En estos 10 días que tu maridito no está… Te vas a volver mi putita… Te voy a tener ensartada de la mañana a la noche.. Y cuando yo no tenga ganas, te voy a hacer garchar por mis amigos o te saco a la calle a garchar por plata…
Las cosas que me decía y sobre todo aquella enorme verga, que no se iba de mi cabeza… Me tenían con una calentura como nunca antes…
Seguí la marcha, pero a esa altura ya era consciente de cómo iba a terminar aquello…


El negro caminaba tan cerca de mí que sentía su aliento en mi nuca, de pronto sus manos tomaron mi cintura, me atrajo hacia él y me apoyó en la cola su enorme pedazo de carne dura y caliente…
Como un reflejo condicionado, empecé a levantar la cola…
El negro, sobándome el culo , me dijo…
–Mirála putita… -¿La querés, verdad?…
Sintiendo aquel pijón refregándose en mi cola…
No me aguanté y se lo miré…
¡¡¡Dios… Mío!!!… ¡¡¡Qué tremenda pija… Nunca lo hubiera creído!!!…
-Dale, hacéme una paja… Dijo…
–Estás loco –respondí…
-Dale, no seas mala… Aquí está oscuro… Hacéme una paja…
Me insistió…
Viendo que realmente pretendía que lo pajeara en la calle…
Recaliente y a esa altura totalmente emputecida… Le dije…
-Pará… negro hijo de puta, para que correr riesgos en la calle, si yo estoy sola en el apartamento…
Espero que me entiendan, con la tremenda calentura que tenía en esos momentos, manoseada por todos lados por el negro y teniendo en mi mano aquel socotroco de verga negra, gorda, larga, caliente y palpitante…
Cómo pensar en las posibles consecuencias…
Y así ocurrió, en definitiva, lo que todos ya habrán adivinado.
Subí con el negro a mi apartamento…
En esos momentos serían las 10 y 30 de la noche…
En el ascensor entró a chuponearme, traté de que no lo hiciera por miedo a los vecinos, pero no lo logré.
Cuando llegamos a mi piso ya me llevaba con las tetas de afuera y recaliente…
Apenas entramos, me preguntó dónde estaba el dormitorio se lo señalé y prácticamente me arrastró.
Al entrar me empezó a sacar la ropa, cuando estuve en bolas, me tiré en la cama, y me pidió…
-Ponete en cuatro patas putita que voy a romperte ese culo divino…
Me montó por detrás, me escupió el ano y me apoyó en la cola la cabeza de su verga dura y caliente…
Yo, con un reflejo condicionado, levanté la cola…
- se arrodilló frente a mí, me hizo abrir bien las piernas y me empezó a chupar la concha…


El negro estaba dándome duro, su larga, gruesa y áspera lengua golpeaba con fuerza en mi clítoris y en algunos momentos me lo succionaba tan fuerte que me parecía que iba a enloquecer. Mientras tanto sus dedos empezaron a jugar con mi cuerpo y de a poco, me los hacía sentir pasando por mi culo.


-Ponete en cuatro me dijo abrí las nalgas.
Yo lo hice y él me ensartó la concha, con aquel descomunal pedazo de pija y entró a darme unos brutales guascazos…
No podía creerlo, aquel tremendo cipote me había entrado fácilmente…
A la vez que cada ensartada del negro me hacía soltar bufidos, como si fuera una yegua, seguía largando leche…
Sentía que la concha se daba vuelta por el grosor de aquella verga.
De nuevo me cambió de pose y me hizo sentar arriba de aquella vez. El negro era como una máquina cogiéndome.
Después de sacarme no sé cuántos polvos imponentes.
El negro se tomó un descanso.
Rato después con el negro en bolas en mi cama de matrimonio…
Yo, también en bolas… Le acariciaba el pijón
Me había echado 5 o 6 polvos… Y me había sacado otros tantos…
Pensar, cuantas veces, le fingía los orgasmos a mi marido, para que no se sintiera mal…
Nunca había sentido tanto placer, tenía la concha dilatada e hinchada.
En un momento que el negro fue al baño me la agarre, me la abrí y vi como todavía me chorreaba leche.
Me sentía una puta y me gustaba, el negro me había mostrado una manera de gozar que yo no conocía… Quería seguir cogiendo.
El negro volvió del baño y evidentemente se me veía la calentura y las ganas de seguir…
Me preguntó -pasaste bien
Yo, entregada y absolutamente emputecida.
Le respondí -¿Qué te parece?.
Entonces el negro me dijo…
-Bueno putita., si pasaste bien, supongo que ahora te vas a animar…
Y entregada le dije
-¿Animar a qué?…
-No te hagás la chota. Vení al piso y ponéte en cuatro patas… Ordenó…
Yo, muerta de miedo obedecí, me bajé de la cama y en el piso me puse en cuatro patas con el culo bien en alto…
El negro me calzó el pulgar en el orto y me lo empezó a trabajar para dilatármelo…
Le pedí que me dejara subir a la cama porque el piso estaba muy frío…
Me subí a la cama y no necesitó decirme nada, solita volví a ponerme en cuatro patitas…
El hijo de puta me encajó una escupida y empezó a puntearme el ojete con su tripón, cuando me entró la cabeza, yo, por instinto paré bien el culo…
-¿Te animas?… Me preguntó de nuevo…
Y yo, con miedo, pero entregada le respondí
–Dale…
Y ahí sí, el negro no esperó más y arrancó a darme…
Lejos de tratarme con cuidado, comenzó a empujar con fuerza, cada vez con más firmeza, tratando de abrirme la cola por primera vez…
-Despacito por favor… -Le pedí
El negro, desesperado y cada vez más violento, empujó y empujó hasta que sentí un fierro, largo, grueso y caliente, que me llegaba hasta las tripas, después salía casi todo, y volvía a entrar topando en el fondo… Me estaba rompiendo el culo…
-¡¡¡No tan fuerte no, me duele mucho!!.. Le dije…
El negro me la sacó, pero, aun no satisfecho, de inmediato se puso boca arriba, con aquel vergón, bien duro, apuntando al cielo como el asta de una bandera y dijo…
-A ver sentáte, -y yo, desaforada me le senté…
Era tremenda garcha, sentía como se me abría el ojete, me ardía y me dolía, pero la verdad es que me gustaba.
Sentada a caballo en el pijón, largué otro polvo hermoso del orto, y a esa altura ya estaba pidiendo que no parara…
-Quiero más pija, más pija en el orto… Le dije.
El negro hijo de puta para usarme, me preguntó…
-¿Qué te pasa putita qué es lo que querés?
-Quiero más pija, mucha pija en mi orto, le respondí babeando de la calentura.
-¿Como no te dolía mucho?
-Si, pero me gusta…
-Y me gusta largar leche por el ojete…
Ante esa confesión el negro se aburrió de darme pija por el ojete.
Mientras tuvo fuerza estuvo dándome verga, me garchó tanto rato y enculándome tan fuerte, que me sacó sangre del culo.
Pero, también me sacó dos o tres polvos increíbles, que no hubiera creído que se pudieran tener con el culo…
Y el negro se durmió…
Cuando eran las cinco de la mañana, lo sé pues sentí al camión de la basura…
Se despertó, volvió a ponerme boca abajo…
Y saltándome encima me garchó el orto, no sé si por cuarta o quinta vez. Y, como desde el principio, sin lástima ninguna.
Con la diferencia de que ahora, yo pedía más pija y más pija.
Hasta que el negro otra vez me llenó el culo de leche y volvió a dormirse…
El hijo de puta, dormía despatarrado y en bolas, en nuestra cama matrimonial…
Donde le había chupado el vergón hasta aburrirme…
Donde mamé toda la leche que me daba…

1 comentarios - mi espsoos de viaje y me cogieron toda , mi marido morbo

Carlito-SL
Que lindo post. No te sientas mal, a todas les gusta que las usen asi