Holaaaa espero que estén bien hoy les contaré lo que me pasó hace algunos años cuando estaba cursando la universidad, ya que lo que pasó es un secreto que tengo desde hace mucho, y con el tiempo pues aquí estoy jajaja
Me presento, mi nombre es Victoria, tengo 26 años y actualmente estoy trabajando en un warehouse. Vivo con mi novio desde que empecé la universidad; a él lo conocí en un evento que la uni organizaba. Él es mayor que yo, eso me gustó de él, también su físico ya que está grandote y robusto jajaja, algo que me llamó la atención muy rápido. Ya llevamos casi 5 años juntos y actualmente estamos muy felices, pero como toda mujer tengo un pasado donde hay cosas que hemos hecho, sin que los hombres se den cuenta, porque claro, somos más inteligentes que ellos. Y eso es lo que les voy a contar. Esta soy yo,

Cuando estaba a mitad de carrera en la universidad nos pedían un requisito para acreditar la Lic. y para pasar eso teníamos que hacer estadías donde podíamos desempeñarnos para darnos una probada de lo que es el mundo laboral. Para eso yo investigué varias empresas donde recibían a estudiantes practicantes, envié varias postulaciones hasta que un día recibí un correo donde me decían que les interesaban mis servicios. Yo les dije que sí emocionada, sin pensar, ya tenía donde poder haces mis estadías, pero esta empresa estaba en otro estado, así que tenía que mudarme sí o sí. Para eso yo lo platiqué a mi novio y a mis papás sobre la idea; ellos encantados ya que me iba a realizar profesionalmente. Así que el día llegó y me tenía que mudar. Ya tenía la casa donde me iba a quedar, era un mini departamento con 2 cuartos, 1 baño, sala, comedor… lo indispensable para poder vivir bien mientras terminaba mis estadías.
Mi novio se despidió de mí ya que me fue a dejar hasta la casa donde me iba a quedar. Nos despedimos tristes, yo estaba casi llorando ya que lo iba a extrañar mucho. Nunca habíamos estado a distancia ya que los dos vivimos en el mismo lugar. Pero ambos sabíamos que algún día iba a pasar, ya habíamos hablado sobre esto, así que los dos estábamos mentalizados.
El primer día estaba muy emocionada, ya que tenía mucha confianza en mí misma. Recuerdo que le mandé un mensaje a mi novio diciéndole:
—Amor, estoy muy emocionada, es mi primer día pero también estoy nerviosa.
Él: —Yo entiendo, preciosa, es normal, pero lo harás bien, confía en ti.
—Awww amor, te amo ❤️ —le respondí.
Me dieron un recorrido por toda la planta, me capacitaron, me dieron una lista de actividades que tenía que hacer y me sentía muy bien, la verdad súper confiada y segura de mí misma. El trato era muy bueno y eso me gustó aún más.
Llegó la hora de la comida, así que aproveché para hablar con mi novio por llamada:
—Amor, me está yendo súper bien, todo está saliendo excelente, aunque me duelen un poco los pies por estar caminando por toda la planta jajaja —reía y le mandaba una foto con mis zapatones.
Él: —Mi amor, qué súper. Sabía que todo iba a estar bien, te lo dije, tú nomás confía. Sí, como me gustaría estar allá para sobártelos —me decía en referencia a mis pies.

(Yo con mis zapatones bien profesional)
Casi no hablamos mucho ese rato ya que tenía poco tiempo para comer y le dije que al rato hablábamos bien. Me dijo que sin problema, que él también se iba a ocupar, así que lo dejamos para la noche. Me sentía extraña ya que siempre en las tardes nos veíamos y estábamos juntos; ahora llegar y no verlo me ponía algo triste.
La noche llegó, y nos pusimos al día, en una de esas llegamos a platicar de cosas cachondas jajajaaj, la verdad yo soy algo caliente y pues nada más me dicen pito yo ya estoy agachada, jajaja la verdad y más si es de mi novio,
El: que haces ahora ?
Yo: ya casi me acuesto por ?
El: que traes puesto ah ? Jajaja (yo ya sabía para dónde iba esto)
Yo: solo una blusa y mi pantalón, ya estoy casi por acostarme le decía,
El: a ver,con una carita de diablo

El se la jaló y terminó y yo me medio me toque la verdad, no es de Chavitas bien porque que casi no soy de masturbarme, yo prefiero tener una verga adentro, eso es lo que hacen las damitas jajaja, al terminar los dos nos despedimos deseándonos buenas noches, algo tan simple pensé, una sola foto, y ya se viene. ( así va hacer siempre dije) bueno me fui a dormir para ya no pensar eso.
Y así, conforme pasaban las semanas, me fui acostumbrando a mi rutina en la planta. Me levantaba temprano, trabajaba sin descanso y al final del día solo quería descansar. Pero también empezaba a notar que algunos compañeros se fijaban más en mí de lo que yo esperaba.
Uno de ellos, en particular, era muy atento conmigo. Se llamaba Diego, no sé qué me pasaba pero a veces sosteníamos la mirada uno con el otro. Aún no hablábamos, pero con solo la mirada bastaba para sentir cosas de mujer jajaja. Son esas miradas que sin querer, y aunque no quieras, te pasan. (Niéguenlo)
Hasta que un día, sin planearlo, coincidimos en la cafetería de la planta. Yo estaba formada esperando mi comida y él llegó detrás de mí.
—¿Siempre tan puntual para comer? —me dijo en tono de broma.
—Jajaja, pues sí, con tanta caminata en la planta se me abre el apetito rápido —le contesté.
Desde ahí empezamos a hablar. Primero cosas simples, del trabajo, de la rutina… pero había algo en su forma de mirarme, como si detrás de cada palabra hubiera algo más. Y yo lo sentía. Esa chispa rara que te hace querer seguir la conversación aunque no tenga mucho sentido.
Después de eso empezamos a coincidir más seguido, y poco a poco pasamos al intercambio de mensajes. Primero eran cosas inocentes:
“¿Ya comiste?”
“¿Cómo vas con tu reporte?”
Pero luego fueron cambiando… mensajes más personales, más juguetones:
“Seguro que todos en la planta se te quedan viendo, ¿ya viste cómo te queda ese uniforme?”
“Con esos zapatotes que usas, ni quién se resista jajaja.”
Yo me hacía la desentendida, le respondía con risas o con algún comentario sarcástico, pero en el fondo me encantaba. Y lo peor es que me descubrí esperando sus mensajes, como si fueran el highlight del día.
Hasta que una tarde, después de salir, me mandó uno que me hizo sentir ese cosquilleo en el estómago:
“Oye, te ves mucho más bonita cuando no traes el casco puesto… aunque creo que prefiero cómo te veías hoy con el cabello suelto.”
Jajaja, y me envió esa foto:

Me quedé mirándolo en la pantalla varios segundos, sonriendo como tonta. Sabía que estaba mal, que estaba cruzando un límite, pero ya no me importaba tanto. Le contesté con un simple “jajaja, tonto”, pero yo misma me había delatado.
Y le mandé una foto donde sale apenas él y le puse:
“Tú también con casco jajajaja.”

De ahí en adelante, el coqueteo se volvió nuestro secreto. En la planta fingíamos normalidad, pero con solo cruzarnos la mirada sabíamos lo que estaba pasando. Y en el celular… bueno, ahí éramos más libres.
Yo ya no lo veía como simple compañero. Diego era esa tentación que me hacía sentir viva, diferente… y mientras más lo dejaba avanzar, más difícil se me hacía ponerle un alto.
Lo sé, estaba mal. Tenía novio, y él confiaba ciegamente en mí. Pero la distancia, la soledad, y esa sensación de que nadie podía verme, me dieron la excusa perfecta para dejarme llevar.
Lo que comenzó con una mirada y un par de mensajes, pronto se transformó en algo mucho más fuerte. Y aunque intentaba convencerme de que no pasaría nada… en el fondo yo sabía que era cuestión de tiempo.
Porque en este juego de miradas y palabras, tarde o temprano, uno de los dos iba a dar el siguiente paso.
Continuará….
Me presento, mi nombre es Victoria, tengo 26 años y actualmente estoy trabajando en un warehouse. Vivo con mi novio desde que empecé la universidad; a él lo conocí en un evento que la uni organizaba. Él es mayor que yo, eso me gustó de él, también su físico ya que está grandote y robusto jajaja, algo que me llamó la atención muy rápido. Ya llevamos casi 5 años juntos y actualmente estamos muy felices, pero como toda mujer tengo un pasado donde hay cosas que hemos hecho, sin que los hombres se den cuenta, porque claro, somos más inteligentes que ellos. Y eso es lo que les voy a contar. Esta soy yo,

Cuando estaba a mitad de carrera en la universidad nos pedían un requisito para acreditar la Lic. y para pasar eso teníamos que hacer estadías donde podíamos desempeñarnos para darnos una probada de lo que es el mundo laboral. Para eso yo investigué varias empresas donde recibían a estudiantes practicantes, envié varias postulaciones hasta que un día recibí un correo donde me decían que les interesaban mis servicios. Yo les dije que sí emocionada, sin pensar, ya tenía donde poder haces mis estadías, pero esta empresa estaba en otro estado, así que tenía que mudarme sí o sí. Para eso yo lo platiqué a mi novio y a mis papás sobre la idea; ellos encantados ya que me iba a realizar profesionalmente. Así que el día llegó y me tenía que mudar. Ya tenía la casa donde me iba a quedar, era un mini departamento con 2 cuartos, 1 baño, sala, comedor… lo indispensable para poder vivir bien mientras terminaba mis estadías.
Mi novio se despidió de mí ya que me fue a dejar hasta la casa donde me iba a quedar. Nos despedimos tristes, yo estaba casi llorando ya que lo iba a extrañar mucho. Nunca habíamos estado a distancia ya que los dos vivimos en el mismo lugar. Pero ambos sabíamos que algún día iba a pasar, ya habíamos hablado sobre esto, así que los dos estábamos mentalizados.
El primer día estaba muy emocionada, ya que tenía mucha confianza en mí misma. Recuerdo que le mandé un mensaje a mi novio diciéndole:
—Amor, estoy muy emocionada, es mi primer día pero también estoy nerviosa.
Él: —Yo entiendo, preciosa, es normal, pero lo harás bien, confía en ti.
—Awww amor, te amo ❤️ —le respondí.
Me dieron un recorrido por toda la planta, me capacitaron, me dieron una lista de actividades que tenía que hacer y me sentía muy bien, la verdad súper confiada y segura de mí misma. El trato era muy bueno y eso me gustó aún más.
Llegó la hora de la comida, así que aproveché para hablar con mi novio por llamada:
—Amor, me está yendo súper bien, todo está saliendo excelente, aunque me duelen un poco los pies por estar caminando por toda la planta jajaja —reía y le mandaba una foto con mis zapatones.
Él: —Mi amor, qué súper. Sabía que todo iba a estar bien, te lo dije, tú nomás confía. Sí, como me gustaría estar allá para sobártelos —me decía en referencia a mis pies.

(Yo con mis zapatones bien profesional)
Casi no hablamos mucho ese rato ya que tenía poco tiempo para comer y le dije que al rato hablábamos bien. Me dijo que sin problema, que él también se iba a ocupar, así que lo dejamos para la noche. Me sentía extraña ya que siempre en las tardes nos veíamos y estábamos juntos; ahora llegar y no verlo me ponía algo triste.
La noche llegó, y nos pusimos al día, en una de esas llegamos a platicar de cosas cachondas jajajaaj, la verdad yo soy algo caliente y pues nada más me dicen pito yo ya estoy agachada, jajaja la verdad y más si es de mi novio,
El: que haces ahora ?
Yo: ya casi me acuesto por ?
El: que traes puesto ah ? Jajaja (yo ya sabía para dónde iba esto)
Yo: solo una blusa y mi pantalón, ya estoy casi por acostarme le decía,
El: a ver,con una carita de diablo

El se la jaló y terminó y yo me medio me toque la verdad, no es de Chavitas bien porque que casi no soy de masturbarme, yo prefiero tener una verga adentro, eso es lo que hacen las damitas jajaja, al terminar los dos nos despedimos deseándonos buenas noches, algo tan simple pensé, una sola foto, y ya se viene. ( así va hacer siempre dije) bueno me fui a dormir para ya no pensar eso.
Y así, conforme pasaban las semanas, me fui acostumbrando a mi rutina en la planta. Me levantaba temprano, trabajaba sin descanso y al final del día solo quería descansar. Pero también empezaba a notar que algunos compañeros se fijaban más en mí de lo que yo esperaba.
Uno de ellos, en particular, era muy atento conmigo. Se llamaba Diego, no sé qué me pasaba pero a veces sosteníamos la mirada uno con el otro. Aún no hablábamos, pero con solo la mirada bastaba para sentir cosas de mujer jajaja. Son esas miradas que sin querer, y aunque no quieras, te pasan. (Niéguenlo)
Hasta que un día, sin planearlo, coincidimos en la cafetería de la planta. Yo estaba formada esperando mi comida y él llegó detrás de mí.
—¿Siempre tan puntual para comer? —me dijo en tono de broma.
—Jajaja, pues sí, con tanta caminata en la planta se me abre el apetito rápido —le contesté.
Desde ahí empezamos a hablar. Primero cosas simples, del trabajo, de la rutina… pero había algo en su forma de mirarme, como si detrás de cada palabra hubiera algo más. Y yo lo sentía. Esa chispa rara que te hace querer seguir la conversación aunque no tenga mucho sentido.
Después de eso empezamos a coincidir más seguido, y poco a poco pasamos al intercambio de mensajes. Primero eran cosas inocentes:
“¿Ya comiste?”
“¿Cómo vas con tu reporte?”
Pero luego fueron cambiando… mensajes más personales, más juguetones:
“Seguro que todos en la planta se te quedan viendo, ¿ya viste cómo te queda ese uniforme?”
“Con esos zapatotes que usas, ni quién se resista jajaja.”
Yo me hacía la desentendida, le respondía con risas o con algún comentario sarcástico, pero en el fondo me encantaba. Y lo peor es que me descubrí esperando sus mensajes, como si fueran el highlight del día.
Hasta que una tarde, después de salir, me mandó uno que me hizo sentir ese cosquilleo en el estómago:
“Oye, te ves mucho más bonita cuando no traes el casco puesto… aunque creo que prefiero cómo te veías hoy con el cabello suelto.”
Jajaja, y me envió esa foto:

Me quedé mirándolo en la pantalla varios segundos, sonriendo como tonta. Sabía que estaba mal, que estaba cruzando un límite, pero ya no me importaba tanto. Le contesté con un simple “jajaja, tonto”, pero yo misma me había delatado.
Y le mandé una foto donde sale apenas él y le puse:
“Tú también con casco jajajaja.”

De ahí en adelante, el coqueteo se volvió nuestro secreto. En la planta fingíamos normalidad, pero con solo cruzarnos la mirada sabíamos lo que estaba pasando. Y en el celular… bueno, ahí éramos más libres.
Yo ya no lo veía como simple compañero. Diego era esa tentación que me hacía sentir viva, diferente… y mientras más lo dejaba avanzar, más difícil se me hacía ponerle un alto.
Lo sé, estaba mal. Tenía novio, y él confiaba ciegamente en mí. Pero la distancia, la soledad, y esa sensación de que nadie podía verme, me dieron la excusa perfecta para dejarme llevar.
Lo que comenzó con una mirada y un par de mensajes, pronto se transformó en algo mucho más fuerte. Y aunque intentaba convencerme de que no pasaría nada… en el fondo yo sabía que era cuestión de tiempo.
Porque en este juego de miradas y palabras, tarde o temprano, uno de los dos iba a dar el siguiente paso.
Continuará….
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