You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Finde voyeur

Desde que recibí el mensaje, supe que iba a aceptar.
Un seguidor (que resultó ser nada menos que el dueño de un complejo de cabañas con spa) me ofrecía un fin de semana con todo incluido: hospedaje, comidas, masajes, sauna, jacuzzi… y hasta actividades al aire libre. La única condición era que, cada vez que Alexis y yo jugáramos, él pudiera mirar.
Para Alexis, ese finde de relax, sería un regalo mío. Jamás sospecharía que detrás había un juego y un pago, y que lo que realmente me encendía no era el lujo… sino el valor que alguien le ponía a verme así.

Las cabañas parecían sacadas de una postal: madera oscura, chimenea, ventanales inmensos que daban al bosque. Apenas dejamos las valijas, llegó su mensaje:
“Dejá la ventana que da al bosque con las cortinas abiertas. Desde afuera nadie puede ver… salvo yo”.
Me tembló un poco el pulso al leerlo.

Después de cenar, Alexis me abrazó apenas entramos y, como quien no quiere la cosa, lo guié hasta la cama. Llevaba una tanga negra mínima, de esas que parecen más un gesto que una prenda. La dejé caer al suelo sin apuro, sabiendo que, a pocos metros, unos ojos estaban devorando la escena.
Mientras Alexis me cojía en varias posiciones. Me acomodé de lado, a veces arqueando más la espalda de lo necesario, a veces dejando que mi cuerpo quedara perfectamente alineado con la ventana. No cerramos las cortinas. No bajamos la voz. No apagamos la luz. Y cuando terminé recostada boca abajo, sin cubrirme, supe que el show había durado lo suficiente como para dejarlo satisfecho… al menos por esa noche.

Al mediodía siguiente, fuimos al sauna mixto. No se podía entrar totalmente desnudos, pero si en topless y tanga, para mí no había otra forma. Alexis estaba fascinado con la idea, pensando que era otro de nuestros juegos y solo “parte de la experiencia”. Yo sabía que él —el dueño— estaba ahí también.
Pero al entrar, descubrí algo más: no estaba solo. Había otro hombre con él. Amigo, socio… no lo sabía. Lo único que supe es que, de golpe, el calor que sentí no venía solo del vapor.

Me senté en la banca superior, dejando que el sudor y el vapor dibujaran cada curva. Crucé y descrucé las piernas sin prisa. Sabía que me estaban mirando. Que no solo era él. Que ahora había otro par de ojos, desconocidos, que también me recorrían. Esa sensación de ser “compartida” en la mirada me encendía más de lo que pensé.
Cuándo salimos del sauna tenía un mensaje en el celu:
“Al salir, dejala entre las piedras, al lado de la salida norte”.
Obedecí. Sin apuro, me saqué la tanga completamente mojada y la dejé donde me había pedido, fingiendo que solo me acomodaba el cabello antes de seguir caminando como si nada, cubriendo mi cuerpo desnudo con la bata del lugar hasta llegar a la habitación, para no tener que decirle a Alexis que había perdido otra tanga.

Más tarde en la habitación, le mandé un mensaje, con el tono irónico que me gusta usar en estos casos:

“¿El amigo va a pagar el "show", también quiere una tanga? Que me avise, 😜”.
Casi me reí en voz alta. Contestó al instante:
“Mi amigo no tiene idea de nuestro juego, pero por los comentarios que hizo después, sin dudas quedó enloquecido con tu cuerpo, así que de su entrada al "show" me hago cargo yo hermosa. La tanga es sólo mía”.

La tarde terminó en el jacuzzi común. Mientras coordinábamos los horarios para cruzarnos, me preguntó si me molestaba que también lo acompañara su amigo a este juego... Yo no tenía idea realmente si el amigo era cómplice, o realmente no sabía nada de nuestro juego. No me importaba.
" Encantada ", le respondí.

El agua burbujeante nos envolvía y parecía disolver cualquier tensión… el jacuzzi era enorme, entraban cómodas al menos 10 personas. Además de nosotros 4, había 2 parejas más que estaban alojadas en otras cabañas, aunque yo seguía sintiendo esa corriente invisible con él. Alexis, relajado, hablaba sobre lo bien que nos habían atendido todo el fin de semana.
Él —con la naturalidad de un desconocido— me preguntó si habíamos disfrutado la cabaña.
—Creo que fué un finde… para aplaudir—le dije, con una sonrisa que sólo él entendió.

Su mirada fue suficiente para que supiera que cada parte del trato se había cumplido. Alexis no sospechó nada. Y yo me fui con la certeza de que no hay spa, sauna o jacuzzi que me relaje tanto… como el morbo de ser observada, valorada, y saber que siempre, de alguna forma, me están pagando por ser yo.
Finde voyeur
puta
tetas
culos

1 comentarios - Finde voyeur