You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

La abuela

La abuela de mi novia

La abuela se empeña en comprobar que soy un buen partido para su querida nieta.

Gabriela, mi novia, me da un abrazo, un besito muy casto en los labios y a continuación:
—Cari, estoy super contenta…vengo de casa de mi bueli Tere… hemos estado un buen rato hablando de nuestras cosas y eso me ha alegrado el día
—¡Que bien!…me encanta verte tan alegre— respondo devolviéndole la sonrisa con la que me ha recibido.
—Si, cariño…hoy estoy en las nubes— añade dando unos graciosos saltitos a mi alrededor.
Verla así de contenta, a mi también me anima. Llevamos casi seis meses saliendo juntos y sé que cuando está tan eufórica, es el momento propicio para vencer “ciertas resistencias”, que de otra forma son casi insalvables. Gabriela es una chica de diecinueve años recién cumplidos. No voy a emplear mucho tiempo en describirla físicamente pues os la podéis imaginar: carita de rasgos redondeados casi angelicales y un cuerpo naturalmente hermoso y bien proporcionado.
A mi me cautivó en cuanto la vi, aunque luego descubrí que lo que más me gustaba de ella era su forma de ser, tan alegre, tan inocente…tan sencilla y candorosa como inteligente y despierta. Una pequeña mancha en su descripción: ha recibido una esmerada educación conservadora que condiciona su comportamiento en “ciertas áreas” de la convivencia, ya me entendéis, verdad?
A pesar de ello, poco a poco entre los dos vamos descubriendo cosas que se acomodan a sus ideas y a nuestras circunstancias de pareja joven con muchas ganas de vivir nuestro amor. Por cómo hemos manejado alguna otra situación semejante en la que ella está tan efusiva, creo que hoy podremos terminar en algún rincón del parque comiéndonos a besos. Me dejará que le toque las tetitas y que pase mis dedos por encima de sus braguitas. Si las circunstancias lo permiten, me bajará la bragueta y meterá su mano para coger mi pene. Lo acariciará hasta ponerlo bien duro. Yo trataré que lo saque del pantalón y me haga una paja. No siempre lo consigo y en esos casos me tengo que conformar con desahogarme por mi cuenta al llegar a casa. 
—La bueli Tere dice que desde que salimos juntos estoy mucho más centrada y vivo más feliz. También dice que eres un chico muy formal y educado…dice que nos imagina juntos viviendo felices para toda la vida
—Me alegra que tenga tan buena opinión sobre mi… eso me da muchos puntos contigo…yo sé que quieres mucho a tu abuela y que confías en sus opiniones
—Si, mucho…es la persona con quien mas confianza tengo— dice muy convencida
—Si tan buen chico me considera…entonces ¿me dejaras que te llene de mimos y te haga alguna cosilla?— le pregunto poniendo cara de pícaro a la espera de su reacción.
—Soy consciente de que te lo mereces pero ya sabes que me cuesta bastante…vayamos poco a poco, paso a paso…por favor, ten paciencia conmigo…todo llegará y lo disfrutaremos muchísimo cuando llegue el momento— responde acariciandome la cara con su mano y acercando su cabeza a la mía hasta compartir el aire que sale de nuestras bocas y rozar la punta de nuestras narices.
—Sé que será así muy pronto pero debes reconocer que para mi supone un gran sacrificio tenerte a mi lado, con ese cuerpazo que tienes y no poder disfrutarlo. Y más sabiendo que tú también lo estás deseando…— le respondo llenándome de templanza.
—Pronto, muy pronto…ya lo verás. Hoy podríamos ir al cine…nos ponemos en las filas de atrás y…ya sabes…me lo pide el cuerpo…uhmmm ¡qué contenta estoy!
Unas semanas antes…
Gabriela me pidió que pasara por casa de su abuela para recogerla. A mi no me hizo mucha gracia conocer a su familia, pero como me había hablado tan bien de ella y sobre el estrecho vínculo que las unía, me armé de valor y le dije que iría a la hora acordada.
Una vez allí la abuela Teresa me dijo que Gabriela había tenido que salir a hacerle un encargo y que se demoraría al menos dos horas. Tenía que ir al centro de la ciudad y luego volver, y a esas horas la circulación era muy lenta. Así que me hice a la idea, me tocaba estar con la abuela un buen rato a solas…paciencia y resignación, dispuesto a pasar su presumible “examen”.
—Ven...ven aquí conmigo. Ya tenía ganas de hablar contigo a solas— me dice dando unos golpecitos con su mano sobre el sofá a modo de invitación.
—Tú dirás…(me ha pedido que la tutee). En alguna ocasión Gabriela me ha dicho que estabas muy interesada en algunos aspectos de mi— le respondo haciendo gala de mi temple.
Diligente me siento a su lado adoptando una postura de espera tensa. Temo que me va a someter a un interrogatorio de quinto grado. Me tranquiliza un poco ver que me trata con mucha amabilidad y luciendo una sonrisa afable. La abuela de Gabriela es una mujer de edad indeterminada entre los 60 y 65 años bien llevados. 
Se nota que se cuida bastante para poder estar a la altura de sus compromisos sociales. El llevar algunos años viuda no sólo no ha apagado su atractivo sino que lo ha reconducido para poder presentarse como una mujer de su tiempo, bien vestida y convenientemente acicalada.
Con destreza y tacto va preguntándome sobre mi vida, aficiones y expectativas futuras. Superada esa parte entra en temas más personales: mis relaciones antes de conocer a Gabriela, lo que me gusta y lo que no me gusta de ella, que siento por su nieta…como veo en el futuro junto a ella …en fin…un examen a fondo. 
A mi no me importa demasiado que lo haga, por una parte estoy muy seguro de lo que siento por Gabriela y por otra parte entiendo que son una familia moldeada en cánones muy conservadores y hasta cierto punto es normal que la persona que mas cerca esta de mi novia quiera asegurarse que va a “caer en buenas manos”.
—Y lo del sexo ¿Cómo lo llevas con ella?— mirándome a los ojos y luciendo una sonrisa encantadora que enmascara la profundidad de la pregunta trampa.
—Bien. Bien…lo normal en una pareja joven como nosotros— le respondo rápido para que resulte lo más convincente posible.
Pone la punta de los dedos sobre mi rodilla, y tras unos instantes de pausa, como si quisiera que el comentario que va a hacer no me molestase, me confiesa:
—Gabriela es mi nieta preferida y ella confía plenamente en mí, así que no hay secretos entre ella y yo. Me cuenta todas sus dudas, lo que hace y lo que le gustaría hacer pero que no se atreve.
Escucho atento su confidencia. Estoy entre aterrado porque aquella señora tan refinada sepa de lo que hacemos en la intimidad, y por sentir una especie de liberación al pensar que esa faceta ya no necesitará explicaciones adicionales por mi parte.
—Que sepas que yo te entiendo y estoy de tu parte. Yo no la hubiera educado como hizo mi hermana…tan estricta…tan… bueno tu ya sabes— me dice haciéndose cargo de mi situación.
—Lo llevo bastante bien. Estar con Gabriela bien vale este pequeño sacrificio— le digo lo que le provoca una risita cómplice.
—¿sabes? Yo soy más prosaica…no me preocupan mucho los dogmas…voy más por la parte práctica. Es más… estoy aqui para asegurarme que mi querida nieta va a tener una vida muy feliz y que tú eres su pareja ideal
—Eso, ni lo dudes…Gabriela es la mujer de mi vida por ella voy a vivir toda mi vida— le contesto sacando a relucir lo mucho que me importa mi novia.
—No dudo de tus intenciones…pareces buen chico y tus comportamientos lo confirman, pero…
Se hace un incómodo silencio. Algo ronda por su cabeza y todavía no ha salido. Se apodera de mí una inquietud malsana ¿que es lo que le hace que dude de mi?
—Lo que te voy a decir te resultará extraño pero lo debo hacer por el bien de mi nieta…
—Dime lo que sea…pero dímelo ya…me estoy poniendo muy nervioso…es mucho lo que está en juego y no me pones nada fácil
—Tengo que pedirte que te pongas de pie y te bajes los pantalones
—¿cómo dices?¿que me desnude ahora delante de ti?—le pregunto estupefacto por la petición que acaba de hacer
—Si. Eso mismo…es lo que quiero. Tengo que asegurarme que “por ahí abajo” está todo bien y que no vamos a tener ninguna sorpresa en el futuro. Gabriela no sabe de estas cosas, es muy inocente y no ha sabido contestar a mis preguntas.
Violentado por las dudas que hay tras su petición me levanto del sofá, me desabrocho el pantalón y de un único tirón lo arrastro junto con boxer hasta dejarlo alrededor de mis tobillos.
—Por favor, no te enfades, es algo que tenía que hacer…me debo asegurar…lo entiendes ¿verdad?— me dice tratando de apaciguar la situación al ver mi reacción airada.
—¿contenta?— le pregunto con un tono ligeramente molesto
La señora Teresa no me responde y va a lo suyo. Acerca sus manos a mi entrepierna y abraza mi miembro junto a mis pelotas. Tras masajearlas levemente y comprobar que el prepucio baja fácilmente hasta descubrir todo el glande, me dice:
—Querido, tienes un buen miembro. Mi nieta puede estar contenta…no le va a faltar una buena polla que la contente…tiene mucha suerte. Ya me hubiera gustado a mi que mi difunto la hubiera tenido así. La verdad es que es una delicia sentir tu miembro entre mis dedos.
No puedo dar crédito a lo que está sucediendo. Hemos pasado por un interrogatorio exhaustivo a tratar temas de índole personal, me ha hecho enfadar al dudar de mis atributos masculinos y ahora se regodea con la polla que pertenece a su nieta. Es demasiado para asimilar en tan corto espacio de tiempo.
—¿puedo provocarte una erección y sacarte un poco de lechita?...solo para ver que todo funciona correctamente— pide como excusa para seguir manoseandome la polla a su antojo.
La pregunta es retórica pura. La abuela está lanzada para cumplir sus deseos y yo no necesito dar ningún tipo de permiso. Mi polla ya ha respondido con claridad, con el hambre que pasa solo le faltaba que está señora pusiera sus manos suaves y experimentadas a su alrededor.
—Ohhhh ¡qué rica la tienes!...lo que se está perdiendo Gabri—dice mientras se la restriega por la cara y los labios— impresionante…deliciosa…—repite una y otra vez mientras juega con ella.
Impresionado por la imagen que tengo ante mí siento que mi orgasmo está cercano. Ver a la señora Teresa arrodillada ante mi manoseando mi miembro erecto, paseándoselo por la piel de su cara como si fuera la varita mágica que le devuelve la alegría.
—Vamos…vamos…correte…correte sobre mi…hace tanto tiempo— me suplica mientras me pajea rápido y con fuerza.
—Sí, sí…¡me viene!— grito al sentir las contracciones que impulsan a salir mi semen a borbotones
Uno, otro, otro…y otro más…¡menuda corrida!...me quedo muy satisfecho y complacido. Cuando recupero el aliento y abro los ojos, veo la sonriente cara de Teresa que muestra su completa aprobación de lo que acabamos de vivir.
—Bendita juventud…me alegro mucho por mi nieta y también por ti. Esta parte la tienes superada con matrícula de honor. 
Sonrio complacido por el elogio y porque realmente lo he disfrutado mucho. Mientras que Teresa se recompone y recobra su apariencia habitual, me dice:
—Ven el próximo martes a esta misma hora y hablaremos de otro tema que también me preocupa, aunque estoy segura que con unas sencillas indicaciones serán suficientes.
Me guiña un ojo en señal de complicidad. Ahora somos "equipo".

0 comentarios - La abuela