Última entrega, es la última (lo prometo), el final.
Decidí hablarlo y afrontar lo que se venía, ella no iba a dar el brazo a torcer y alguien tenía que ceder. Evidentemente el hilo se cortaba por mi parte. Lo hablamos y accedí a verla coger con otro, ella iba a elegir a la otra persona. Ese era el trato, el cual no pude negociar ni una sola palabra.
El día elegido fue un jueves, después de su día en el gym. Yo estaba en casa, muy nervioso no podía más de los nervios y la ansiedad. A eso de las 18 horas se escucha la llave entrar a la cerradura y abrirse la puerta. Se escucha que hablan, risas, se escuchan besos, un golpe, un gemido y un “mmm siii” de mi novia. No sabía qué hacer, ir a saludar o qué. En eso se escucha “pará, ya seguimos. Veni, acompáñame”. Caminaron hasta el living y estaba yo sentado en el sillón. Veo entrar a mi novia de la mano de un viejo pelado, alto, bastante narigón. “Albert el es mi novio” me mira “el es Albert”. Lo miro, lo saludo y se sientan. Ella rompe el silencio, “algo para decir?” Mirándome. Respondo que no y que se sientan libres de hacer lo que quieran. Ella respondió “bueno” sonrió, miró a Albert y se siguieron besando. Ella le pidió que le pasara la lengua por la cara, él cumplió, se desnudaron y ella se agachó a chuparle la pija. El comenzó a tocarla y meter un dedo en su concha desde atrás. Yo tenía una vista privilegiada con mi novia en cuatro chupándosela a Albert y viendo como este metía un dedo en la concha de mi novia. Siguieron unos minutos y Albert comenzó a cambiar su actitud, de complaciente a algo más violento, la nalgueaba y quedaba la cola rosada de la fuerza que aplicaba. A ella le encantaba, se podía ver.
Albert la levanta con fuerza, la pone de pie de una sola vez y la tira contra el sillón. Ella queda en cuatro, le pasa la lengua por la concha y cola y mete la pija en la cola. Ella me mira y sonríe, a mí nunca me había entregado la cola y ahora un viejo desconocido se la estaba haciendo. Se la cogio lento y suave unos minutos y empezó a cogerla con mucha fuerza, tan fuerte que ella pedía que pare y él hacía caso omiso. Intercedo pero me saca con fuerza “dijiste que haga lo que quiera y ella es una linda putita que le gusta la verga” me dice. La sigue cogiendo pero ahora más suave, “mira y aprendé cómo se hace esto” me dice. Saca la verga de la cola de mi novia y ella suspira, se agacha el le pide que lo masturbe para volver a ponerla dura. Cuando lo logra, la hace dar vuelta y la vuelve a coger fuerte, hasta que acaba adentro. Saca la verga muy lento y abraza a mi novia que seguía gimiendo. La nalguea, se va para atrás y empieza a vestirse. Mi novia tirada en el sillón con la leche chorreando por las piernas. El viejo termina de vestirse todavía agitado “linda putita tu novia” yo no sabía si llorar o que hacer. Mi novia se incorpora, le da un beso en la boca, se pone la tanga y le abre la puerta.
Vuelve sonriendo y me pregunta “te gustó?” Para nada le respondí. “A mí me encantó y si no te gusta nos separamos acá no más”.
Ese día me fui y nos separamos. Igual me había gustado.
Decidí hablarlo y afrontar lo que se venía, ella no iba a dar el brazo a torcer y alguien tenía que ceder. Evidentemente el hilo se cortaba por mi parte. Lo hablamos y accedí a verla coger con otro, ella iba a elegir a la otra persona. Ese era el trato, el cual no pude negociar ni una sola palabra.
El día elegido fue un jueves, después de su día en el gym. Yo estaba en casa, muy nervioso no podía más de los nervios y la ansiedad. A eso de las 18 horas se escucha la llave entrar a la cerradura y abrirse la puerta. Se escucha que hablan, risas, se escuchan besos, un golpe, un gemido y un “mmm siii” de mi novia. No sabía qué hacer, ir a saludar o qué. En eso se escucha “pará, ya seguimos. Veni, acompáñame”. Caminaron hasta el living y estaba yo sentado en el sillón. Veo entrar a mi novia de la mano de un viejo pelado, alto, bastante narigón. “Albert el es mi novio” me mira “el es Albert”. Lo miro, lo saludo y se sientan. Ella rompe el silencio, “algo para decir?” Mirándome. Respondo que no y que se sientan libres de hacer lo que quieran. Ella respondió “bueno” sonrió, miró a Albert y se siguieron besando. Ella le pidió que le pasara la lengua por la cara, él cumplió, se desnudaron y ella se agachó a chuparle la pija. El comenzó a tocarla y meter un dedo en su concha desde atrás. Yo tenía una vista privilegiada con mi novia en cuatro chupándosela a Albert y viendo como este metía un dedo en la concha de mi novia. Siguieron unos minutos y Albert comenzó a cambiar su actitud, de complaciente a algo más violento, la nalgueaba y quedaba la cola rosada de la fuerza que aplicaba. A ella le encantaba, se podía ver.
Albert la levanta con fuerza, la pone de pie de una sola vez y la tira contra el sillón. Ella queda en cuatro, le pasa la lengua por la concha y cola y mete la pija en la cola. Ella me mira y sonríe, a mí nunca me había entregado la cola y ahora un viejo desconocido se la estaba haciendo. Se la cogio lento y suave unos minutos y empezó a cogerla con mucha fuerza, tan fuerte que ella pedía que pare y él hacía caso omiso. Intercedo pero me saca con fuerza “dijiste que haga lo que quiera y ella es una linda putita que le gusta la verga” me dice. La sigue cogiendo pero ahora más suave, “mira y aprendé cómo se hace esto” me dice. Saca la verga de la cola de mi novia y ella suspira, se agacha el le pide que lo masturbe para volver a ponerla dura. Cuando lo logra, la hace dar vuelta y la vuelve a coger fuerte, hasta que acaba adentro. Saca la verga muy lento y abraza a mi novia que seguía gimiendo. La nalguea, se va para atrás y empieza a vestirse. Mi novia tirada en el sillón con la leche chorreando por las piernas. El viejo termina de vestirse todavía agitado “linda putita tu novia” yo no sabía si llorar o que hacer. Mi novia se incorpora, le da un beso en la boca, se pone la tanga y le abre la puerta.
Vuelve sonriendo y me pregunta “te gustó?” Para nada le respondí. “A mí me encantó y si no te gusta nos separamos acá no más”.
Ese día me fui y nos separamos. Igual me había gustado.
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