La idea había empezado como un simple juego. Yo, Mauricio, llevaba meses insinuando a Alejandra —mi mujer— esa fantasía que tanto me excitaba y que para ella, al principio, era casi incomprensible llegaba al punto de enojarse y no hablarme en toda la noche después de proponerlo, verla con otro. No con cualquiera, sino con alguien que la deseara al punto de perder el control… y que yo lo presenciara... o no.

Ella tiene 31 años, es un camión despierta la miradas de todo el mundo cuando pasa caminando, sumado por su forma de vestirse, unas calzas qué resaltan sus caderas su cintura y por sobre todo su hermosa cola.

Conmigo en la cama era la mujer más puta pero semejante mujer era inevitable no imaginarme yendo un paso más y verla bien puta con otra persona y yo solo limitarme a mirar hasta que ya no dé más de las ganas y también entre a terminar la faena.
Con el tiempo ella entendió mi fantasía y aunque no la compartía me dejaba jugar imaginándola con otros hombres.
Me hice un usuario en una página swinger con su consentimiento, y todos los días le sacaba fotos con su ropa interior de todas las poses posibles para que vieran sus atributos, en ese juego me seguía la corriente y hasta por ahí me mandaba fotos muy calientes para volverme loco.

Le mostraba los comentarios de los otros usuarios y como se volvían locos con su cuerpo. Más de una vez le mostré algún qué otro chico entrenado y bien parecido a lo que ella me decía que si, pero después al final siempre ponía una excusa.
De igual manera sentía que había avanzado mucho, de pasar a enojarse a estar a punto de dar el si era mucho, pero faltaba el último paso, último paso del cual no se vuelve más.

Un dia entre tanto mensajes que recibia todos los días, recibo el de Fernando al principio pensé que era un mensaje más, pero este tenía una diferencia: él no solo quería conocerla, sino que estaba dispuesto a pagar para pasar una noche con ella. Le conté a Alejandra casi en tono de broma, sabiendo que su carácter reservado y su temor a las habladurías en nuestra ciudad lo hacían poco probable. Pues ya había rechazado muchas oportunidades hasta en ciudades donde nadie nos conocia cuando ibamos de vacaciones, esa vez, su respuesta fue distinta.

—Si es solo por una noche… podría ser —dijo sin mirarme del todo. Al fin y al cabo necesitamos esa plata. (La verdad que no estábamos pasando por un buen momento económico y a veces no alcanzaba para saldar las deudas ya contraidas)
Sentí un calor subirme desde el pecho hasta la nuca. No era solo la plata. Había algo más en su tono, un matiz nuevo que no había escuchado antes.

Hablamos toda esa semana con Fernando yo le pasaba fotos de Alejandra y el cada día se volvía más loco. A la noche mientras nos acostabamos le contaba a mi mujer las cosas que habíamos hablado con nuestro nuevo amigo. Mientras le contaba la tocaba despacio. Su punto G a parte de su clitoris obviamente, era su orto, ella se calentaba de sobremanera si yo acaricia su cola y muy despacio le iba metiendo un dedo y jugaba ahí, ella empezaba a gemir como loca y me paraba aún más la cola para que mi dedo entre mejor. Esto sumado a lo que le contaba sobre Fernando y las cosas que le haría la ponían a mil.

Terminaba subiéndose arriba mío y me pegaba unas acabadas deliciosas yo aguantaba todo lo que podía y siempre cuando le preguntaba si iba a ser la puta de fernando y ella respondía entre gemidos afirmativamente yo acababa con una explosión de jugos en su concha.
Un día le dije que Fernando quería su número de Wsp qué quería hablar con ella y ofrecerle algo para pasar una noche con ella.

Ella me dijo bueno pasale. Pero donde se pase de pesado lo bloqueo.
Los días siguientes fueron una mezcla de tensión y deseo. Ella hablaba poco del tema, yo no quería presionar. Pero Fernando sí lo hacía. Me contaba que con Alejandra las conversaciones fluían, que la notaba… receptiva.

Una noche empezamos nuestros manoseos nocturnos y le pregunté como iba con nuestro nuevo amigo. Me dijo que el viernes me quiere ver, que me paga ofrece 400000 pero que no quiere una cogida así no más quiere disfrutarme toda y un buen rato, recorrerme toda y obviamente sin limitaciones, quiere que entregarle todo y dejarme acabar donde el quiera, de forma nerviosa le pregunto " Y eso te va a costar mucho" Para nada mi amor sabes como me gusta y lo que puedo llegar a ser. Lo voy a volver loco.

Cuando me dijo eso apresure mis caricias sobre sus labios su clitoris y mis besos. Fui con mi boca hacia su concha qué ya estaba empapada y eso me volvió más loco. La idea de ser la puta de alguien más le había prendido.
Planeé cada detalle. Quería que esa noche ella fuera una versión suya que solo yo conocía: segura, provocadora, dispuesta. Elegí su ropa, el perfume, hasta la lencería. Ella me dejaba hacer, mirándome con una mezcla de picardía y desafío.

El viernes llegó. En la siesta, mientras la abrazaba por detrás y sentía su respiración, le susurré al oído:
—¿Vas a dejarlo sin palabras?
—No… —dijo, girando apenas el rostro para rozar mis labios—. Voy a dejarte sin palabras a vos. Te vas a sentir muy orgullosa de la mujer que tenés.

Llego la noche y la vi a ella ponerse su lenceria, plancharse el pelo, unas calzas engomadas que le resaltaban sus muslos y su cola gigante pero firme, hacía todo eso para ir a ser la puta de otro hombre. A las 21 en punto paró un auto fuera de casa, era vw vento blanco con vidrios polarizados, sin mas palabras me dio un beso y la vi salir hacia el auto de Fernando, sentí una mezcla de orgullo, celos y excitación pura. La puerta se cerró y el motor se alejó. Yo quedé allí, con el silencio de la noche cayendo… y la certeza de que nada, a partir de ese momento, volvería a ser igual.
Continuará...

Ella tiene 31 años, es un camión despierta la miradas de todo el mundo cuando pasa caminando, sumado por su forma de vestirse, unas calzas qué resaltan sus caderas su cintura y por sobre todo su hermosa cola.

Conmigo en la cama era la mujer más puta pero semejante mujer era inevitable no imaginarme yendo un paso más y verla bien puta con otra persona y yo solo limitarme a mirar hasta que ya no dé más de las ganas y también entre a terminar la faena.
Con el tiempo ella entendió mi fantasía y aunque no la compartía me dejaba jugar imaginándola con otros hombres.
Me hice un usuario en una página swinger con su consentimiento, y todos los días le sacaba fotos con su ropa interior de todas las poses posibles para que vieran sus atributos, en ese juego me seguía la corriente y hasta por ahí me mandaba fotos muy calientes para volverme loco.

Le mostraba los comentarios de los otros usuarios y como se volvían locos con su cuerpo. Más de una vez le mostré algún qué otro chico entrenado y bien parecido a lo que ella me decía que si, pero después al final siempre ponía una excusa.
De igual manera sentía que había avanzado mucho, de pasar a enojarse a estar a punto de dar el si era mucho, pero faltaba el último paso, último paso del cual no se vuelve más.

Un dia entre tanto mensajes que recibia todos los días, recibo el de Fernando al principio pensé que era un mensaje más, pero este tenía una diferencia: él no solo quería conocerla, sino que estaba dispuesto a pagar para pasar una noche con ella. Le conté a Alejandra casi en tono de broma, sabiendo que su carácter reservado y su temor a las habladurías en nuestra ciudad lo hacían poco probable. Pues ya había rechazado muchas oportunidades hasta en ciudades donde nadie nos conocia cuando ibamos de vacaciones, esa vez, su respuesta fue distinta.

—Si es solo por una noche… podría ser —dijo sin mirarme del todo. Al fin y al cabo necesitamos esa plata. (La verdad que no estábamos pasando por un buen momento económico y a veces no alcanzaba para saldar las deudas ya contraidas)
Sentí un calor subirme desde el pecho hasta la nuca. No era solo la plata. Había algo más en su tono, un matiz nuevo que no había escuchado antes.

Hablamos toda esa semana con Fernando yo le pasaba fotos de Alejandra y el cada día se volvía más loco. A la noche mientras nos acostabamos le contaba a mi mujer las cosas que habíamos hablado con nuestro nuevo amigo. Mientras le contaba la tocaba despacio. Su punto G a parte de su clitoris obviamente, era su orto, ella se calentaba de sobremanera si yo acaricia su cola y muy despacio le iba metiendo un dedo y jugaba ahí, ella empezaba a gemir como loca y me paraba aún más la cola para que mi dedo entre mejor. Esto sumado a lo que le contaba sobre Fernando y las cosas que le haría la ponían a mil.

Terminaba subiéndose arriba mío y me pegaba unas acabadas deliciosas yo aguantaba todo lo que podía y siempre cuando le preguntaba si iba a ser la puta de fernando y ella respondía entre gemidos afirmativamente yo acababa con una explosión de jugos en su concha.
Un día le dije que Fernando quería su número de Wsp qué quería hablar con ella y ofrecerle algo para pasar una noche con ella.

Ella me dijo bueno pasale. Pero donde se pase de pesado lo bloqueo.
Los días siguientes fueron una mezcla de tensión y deseo. Ella hablaba poco del tema, yo no quería presionar. Pero Fernando sí lo hacía. Me contaba que con Alejandra las conversaciones fluían, que la notaba… receptiva.

Una noche empezamos nuestros manoseos nocturnos y le pregunté como iba con nuestro nuevo amigo. Me dijo que el viernes me quiere ver, que me paga ofrece 400000 pero que no quiere una cogida así no más quiere disfrutarme toda y un buen rato, recorrerme toda y obviamente sin limitaciones, quiere que entregarle todo y dejarme acabar donde el quiera, de forma nerviosa le pregunto " Y eso te va a costar mucho" Para nada mi amor sabes como me gusta y lo que puedo llegar a ser. Lo voy a volver loco.

Cuando me dijo eso apresure mis caricias sobre sus labios su clitoris y mis besos. Fui con mi boca hacia su concha qué ya estaba empapada y eso me volvió más loco. La idea de ser la puta de alguien más le había prendido.
Planeé cada detalle. Quería que esa noche ella fuera una versión suya que solo yo conocía: segura, provocadora, dispuesta. Elegí su ropa, el perfume, hasta la lencería. Ella me dejaba hacer, mirándome con una mezcla de picardía y desafío.

El viernes llegó. En la siesta, mientras la abrazaba por detrás y sentía su respiración, le susurré al oído:
—¿Vas a dejarlo sin palabras?
—No… —dijo, girando apenas el rostro para rozar mis labios—. Voy a dejarte sin palabras a vos. Te vas a sentir muy orgullosa de la mujer que tenés.

Llego la noche y la vi a ella ponerse su lenceria, plancharse el pelo, unas calzas engomadas que le resaltaban sus muslos y su cola gigante pero firme, hacía todo eso para ir a ser la puta de otro hombre. A las 21 en punto paró un auto fuera de casa, era vw vento blanco con vidrios polarizados, sin mas palabras me dio un beso y la vi salir hacia el auto de Fernando, sentí una mezcla de orgullo, celos y excitación pura. La puerta se cerró y el motor se alejó. Yo quedé allí, con el silencio de la noche cayendo… y la certeza de que nada, a partir de ese momento, volvería a ser igual.
Continuará...
17 comentarios - Entregué a mi esposa por dinero... y por morbo. 1era parte