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Nosotros y mi compañero de trabajo V

Nosotros y mi compañero de trabajo V
El regreso al dormitorio fue una procesión de cuerpos entrelazados, piel todavía perlada por el agua de la ducha. Las sábanas, arrugadas y tibias, acogieron nuestros cuerpos con un susurro de algodón. 
Lucía se puso un body enterizo blanco y transparente y se tendió como una ofrenda en el centro del lecho, su piel brillando bajo la tenue luz del baño que se filtraban a la habitación.
—Acéitenme —ordenó, extendiendo el frasco de vidrio esmerilado donde nadaba un líquido dorado—. Quiero sentir sus manos en cada centímetro de mi piel.
Roberto tomó el frasco con reverencia. El aroma a sándalo y jazmín inundó el aire cuando vertió un generoso chorro sobre las tetas de Lucía. El body se le tranparentó aún más. Era tan excitante ver las manos de Roberto masajee la grandes teta de mi mujer…tan excitante como morboso. Lleno de celos y calentura me acerqué e hice lo mismo en sus muslos, sintiendo cómo el aceite tibio se escurría por sus curvas como miel derretida. 
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Mis palmas se cerraron alrededor de sus piernas, masajeando círculos que se expandían hacia el núcleo de su calor, su vulva palpitante y su culo deseoso de caricias, roces y demás. Roberto, por su parte, trabajaba sus senos con dedos expertos, haciendo que los pezones se endurecieran como bayas negras bajo sus yemas. 
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—Cambien de lugar—susurró Lucía, arqueándose. 
Ahora mis manos ascendieron para ocupar el lugar de Roberto, mientras él descendía hacia el territorio que yo acababa de abandonar. El aceite brillaba en su pubis, atrapando la luz. 
—Ahora... necesito sentir sus pijas—jadeó Lucía.
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Roberto no necesitó más invitación. Se colocó entre sus tetas y empezó con un movimiento fluido que arrancó un grito de ambos. Yo, por mi parte, me puso al lado de su cabeza para ofrecerle mi verga cerca de sus labios. La dura verga de Roberto deslizándose entre sus senos aceitosos daba tremendo espectáculo mientras mis manos sujetaban su cabeza para cogerle la boca profundamente. 
El ritmo era hipnótico: cada embestida de Roberto hacia que Lucía se arqueara, apretando su boca sobre mi glande. 
—   Te quiero dentro—me ordenó nuevamente, esta vez con voz quebrada.
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Era mi turno de hundirme en su interior, sintiendo cómo su cuerpo, ya excitado, me recibía con una calidez que quemaba. Roberto retomó su lugar entre sus tetas, pero Lucía tenía otros planes. 
—No... los quiero a los dos —susurró, guiando a Roberto hacia su culo—. Quiero a los dos adentro, quiero sentirme llena, completa…
El proceso fue lento, tortuoso, delicioso. Roberto se acostó, Lucía lo montó mirándome a los ojos mientras la pija de mi compañero entraba centímetro a centímetro en mi esposa. Cada movimiento hacía que se abriera más y más el culo de Lucía hasta que estuvo toda adentro. Todo esto sin que Lucía dejara de mirarme directamente a los ojos, eso creo que era lo más morboso de todo. Ahí fue mi turno, lentamente fui empujando mi verga dentro de la concha húmeda, caliente y más apretada que nunca. Sentía el roce con la verga de Roberto por dentro de ella lo cual era mucho más excitante. Nos adaptamos como piezas de un rompecabezas carnal, hasta que los tres encontramos el ángulo perfecto. 
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Lucía gritó cuando comenzamos a movernos al unísono, sus uñas clavándose en nuestros brazos. El aceite mezclado con sudor creaba una fricción celestial, sellando nuestros cuerpos en un abrazo que no distinguía donde terminaba uno y comenzaba el otro. 
—¡Dios! ¡Sí! —gritó Lucía cuando el orgasmo la golpeó como una ola—. ¡Acaben en mí, vacíen sus huevos dentro mío!
Roberto fue el primero en caer, derramándose dentro de su culo con un gemido gutural. Yo seguí poco después, enterrado hasta el fondo en ella, sintiendo cómo cada contracción de su interior me exprimía hasta la última gota. 
Cuando finalmente nos separamos, el aceite, el sudor y otras cosas más dulces habían teñido las sábanas de un paisaje abstracto. 
Lucía sonrió, satisfecha, pasando una lengua por sus labios hinchados. 
—¿ Creen que esto se terminó?…de ninguna forma…— dijo atrapándome entre sus labios. Me besó de una manera muy sensual, acariciando mi cara con una mano y mi pija, que no llegó a relajarse, con la otra. Me llevó hasta el sillón, se puso en cuatro y mirándome con cara de nena que quiere su juguete nuevo me dijo: — ¿ No querés cogerme un ratito más? Quiero más pija amorcito…—
Le puse el glande en los hinchados labios de su vulva y empecé a rozarla, subiendo y bajando, acariciándola con la punta de mi verga. Sé que eso la vuelve loca, que la hace desear…el juego perverso ahora lo manejaba yo.
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—La próxima vez... —susurré cerca de su oído— ...¿ a cuántos de mis compañeros querés? ¿ Cuántas vergas te querés coger a la vez?—
Ella gimió y en ese instante le metí la pija de un golpe hasta el fondo y la empecé a coger fuerte. Mis huevos golpeaban contra su clítoris pegajoso del semen que le escurría de sus agujeritos. Lucía gemía, gozaba, acababa…el mundo, Roberto y todo lo demás desapareció por un momento y solo fuimos nosotros dos dándonos placer.
Ella, después de varios orgasmos, me pidió exhausta que no podía más, que era suficiente. Se arrodilló y, reparando en mi compañero que estaba pajeándose, nos ofreció sus tetas para que se las cubriéramos de leche…y así lo hicimos, no mucha pues ya habíamos acabado varias veces, pero lo suficiente para que ella la juntara con sus dedos y la llevara a su boca para degustarla.
Nosotros y mi compañero de trabajo V

El aceite se había filtrado hasta en el acolchado de la cama y en los almohadones del sillón, creando manchas que jamás saldrían, pero no nos importó. Lucía trazaba círculos perezosos en mi pecho con un dedo aún brillante. 
—La próxima vez…— murmuró con esa sonrisa que prometía el fin de nuestra cordura…—usaremos la miel de aquel viaje a Toscana.— 
En el baño, el espejo seguía empañado. Alguien (¿Roberto? ¿Lucía? ¿Yo?) había escrito con un dedo: 
Miserere nobis
Y debajo, en letras más pequeñas: 
De nuevo a las nueve mañana
 
Te calentaste? Te leo en los comentarios o charlamos en el chat o en @eltroglodita

3 comentarios - Nosotros y mi compañero de trabajo V

Kaia23
Que hermoso!!!! Que ganas de ser ella
nukissy3825
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manoglo1 +1
Una mujer emputecida es lo más caliente y deseable