Christopher
Aquella chica traviesa me había dejado cautivado, su azulada tanga húmeda inundó mis pulmones con un aroma tan rico que provocaba una enorme erección en mí.
Al notar que la chica tan sexy que estaba a mi merced se tardaba por ir a su habitación. Me levanté, aventurado en el pasillo encontré a la señorita con el oído pegado a la puerta de su hermana tratando de escuchar los gemidos de su hermana y novio. Ella no vió mi llegada, sin embargo estaba tan enganchada que su mano se adentró bajo su falda color crema para acariciar la parte inferior de su tanga tan hipnótica.
A su espalda, me acerqué y sujeté con fuerza a Vale, su senos voluptosos fueron fuertemente sujetados por mis manos mientras mi pene fuera de mi pantalón rosaba el exterior de su falda.
—Se ve que no pierdes el tiempo... —Dijo ella pegando su cuerpo a la pared y sacándose la falta dejando expuesta su tanga invitandome a darle una provada. —Eres una pequeña pervertida, eso me gusta. —Le di la vuelta pegando su pecho contra la pared, bajando su ropa íntima y clavando mi boca en su rosado culo mientras ella trataba de callar sus gemidos para evitar ser descubiertos...
Aquella chica traviesa me había dejado cautivado, su azulada tanga húmeda inundó mis pulmones con un aroma tan rico que provocaba una enorme erección en mí.
Al notar que la chica tan sexy que estaba a mi merced se tardaba por ir a su habitación. Me levanté, aventurado en el pasillo encontré a la señorita con el oído pegado a la puerta de su hermana tratando de escuchar los gemidos de su hermana y novio. Ella no vió mi llegada, sin embargo estaba tan enganchada que su mano se adentró bajo su falda color crema para acariciar la parte inferior de su tanga tan hipnótica.
A su espalda, me acerqué y sujeté con fuerza a Vale, su senos voluptosos fueron fuertemente sujetados por mis manos mientras mi pene fuera de mi pantalón rosaba el exterior de su falda.
—Se ve que no pierdes el tiempo... —Dijo ella pegando su cuerpo a la pared y sacándose la falta dejando expuesta su tanga invitandome a darle una provada. —Eres una pequeña pervertida, eso me gusta. —Le di la vuelta pegando su pecho contra la pared, bajando su ropa íntima y clavando mi boca en su rosado culo mientras ella trataba de callar sus gemidos para evitar ser descubiertos...
0 comentarios - Un poco culpable #4