Capítulo 1: El Primer Movimiento
Personajes principales
Adriana: Novia de Carlos desde hace dos años. Inteligente, centrada, pero con una curiosidad que no siempre puede controlar.
Carlos: Su novio. Un tipo noble, leal, un poco confiado.
Gerardo: El “enemigo de siempre”. Carismático, reservado, peligroso a su modo. Nunca quiso amor… solo lo que tenía Carlos.
Hace años…
Carlos y Gerardo crecieron en el mismo barrio. Mismo equipo de fútbol, misma escuela, incluso compartieron fiestas infantiles. Pero desde pequeños, algo era evidente: todo lo bueno le llegaba a Carlos primero. El trofeo, la atención de los maestros, las sonrisas de las niñas, y más adelante, la admiración de los demás.
Gerardo lo sabía. No lo envidiaba por lo que era, sino por lo que todos creían que era.
—Tú siempre has tenido suerte —le dijo una vez Gerardo a los 17, tras perder contra él una beca.
—No es suerte, es esfuerzo —respondió Carlos.
—Claro. Dile eso a los que nunca te alcanzan.
Desde entonces, Gerardo no volvió a competir limpiamente. Aprendió otra cosa: si no podía tener lo suyo, al menos podía quitarle a Carlos lo que más le dolía.
Y ahora, Carlos tenía a Adriana.
Actualidad – Universidad
La relación entre Carlos y Adriana era estable. Besos suaves, citas de fin de semana, proyectos juntos. A veces aburrido, a veces dulce. Ella lo quería, sí, pero también… lo conocía tanto que nada la sorprendía ya.
Y entonces, Gerardo reapareció.
Había regresado del intercambio en Madrid, con ese acento que no era español, pero que a todas les sonaba distinto. Más maduro, más callado. Y más atractivo.
Una tarde, en la cafetería de la facultad, Adriana lo vio sentado solo, tomando café y leyendo a Nietzsche. Ella lo reconoció al instante, aunque él solo alzó la vista brevemente y asintió con la cabeza, como si fuera un extraño cordial.
—¿Ese es Gerardo? —preguntó ella a una amiga.
—El mismo. Ya viste cómo volvió, ¿no? Dicen que todas las de psicología quieren con él.
Adriana desvió la mirada. No era su tipo… pero había algo. Algo no tan evidente.
📱
[Mensaje de Gerardo a Adriana – 18:22]
Gerardo:
Interesante verte hoy. No pensé que siguieras con Carlos.
Adriana (confundida):
¿Cómo conseguiste mi número?
Gerardo:
Fue más fácil de lo que pensaba. Como todo lo tuyo.
Ella guardó el celular. No respondió. Pero esa noche, mientras Carlos dormía a su lado en el sofá viendo Netflix, Adriana revisó el mensaje de nuevo.
Cafetería. Dos días después.
Adriana estaba sola, esperando a Carlos. Gerardo pasó cerca.
—¿Está ocupado tu asiento? —preguntó, sin una sonrisa.
—Sí.
—Lo supuse. Carlos siempre llega tarde, ¿no?
Se sentó en la mesa de al lado, sin invitarse. Solo estuvo ahí, revisando su cuaderno, como si fuera casual.
—No te confundas, Gerardo —dijo ella de pronto, sin levantar la vista.
—¿Contigo? Nunca. Solo observo. Eres más interesante de lo que recordaba.
Adriana sintió un calor leve en la cara. No supo si era vergüenza… o algo más.
📱
[Chat de grupo – “Filoso-farsas”]
Mariela:
¿Vieron a Gerardo hablando con Adriana en la café?
Sofi:
👀 ¡Qué nivel! Carlos debería preocuparse…
Tania:
Uff. Gerardo no habla con cualquiera. Y menos así de casual. ¿Adriana no era “seria”?
Mariela:
Ja. Ninguna lo es frente a él.
Adriana leyó los mensajes sin comentar. Pero guardó el screenshot.
Esa noche, Carlos le preguntó:
—¿Todo bien? Te noto distraída.
—Sí… solo cansada.
—¿Estás segura?
Adriana dudó. ¿Debía decirle que Gerardo le había escrito? ¿Que la estaba buscando con frases que no eran directas, pero que insinuaban más?
—Sí, todo bien. Solo quiero que esta semana acabe ya.
Lo besó en la frente. Él sonrió. Ella cerró los ojos… y, sin quererlo, pensó en la voz baja de Gerardo y cómo la había observado en silencio.
Personajes principales
Adriana: Novia de Carlos desde hace dos años. Inteligente, centrada, pero con una curiosidad que no siempre puede controlar.
Carlos: Su novio. Un tipo noble, leal, un poco confiado.
Gerardo: El “enemigo de siempre”. Carismático, reservado, peligroso a su modo. Nunca quiso amor… solo lo que tenía Carlos.
Hace años…
Carlos y Gerardo crecieron en el mismo barrio. Mismo equipo de fútbol, misma escuela, incluso compartieron fiestas infantiles. Pero desde pequeños, algo era evidente: todo lo bueno le llegaba a Carlos primero. El trofeo, la atención de los maestros, las sonrisas de las niñas, y más adelante, la admiración de los demás.
Gerardo lo sabía. No lo envidiaba por lo que era, sino por lo que todos creían que era.
—Tú siempre has tenido suerte —le dijo una vez Gerardo a los 17, tras perder contra él una beca.
—No es suerte, es esfuerzo —respondió Carlos.
—Claro. Dile eso a los que nunca te alcanzan.
Desde entonces, Gerardo no volvió a competir limpiamente. Aprendió otra cosa: si no podía tener lo suyo, al menos podía quitarle a Carlos lo que más le dolía.
Y ahora, Carlos tenía a Adriana.
Actualidad – Universidad
La relación entre Carlos y Adriana era estable. Besos suaves, citas de fin de semana, proyectos juntos. A veces aburrido, a veces dulce. Ella lo quería, sí, pero también… lo conocía tanto que nada la sorprendía ya.
Y entonces, Gerardo reapareció.
Había regresado del intercambio en Madrid, con ese acento que no era español, pero que a todas les sonaba distinto. Más maduro, más callado. Y más atractivo.
Una tarde, en la cafetería de la facultad, Adriana lo vio sentado solo, tomando café y leyendo a Nietzsche. Ella lo reconoció al instante, aunque él solo alzó la vista brevemente y asintió con la cabeza, como si fuera un extraño cordial.
—¿Ese es Gerardo? —preguntó ella a una amiga.
—El mismo. Ya viste cómo volvió, ¿no? Dicen que todas las de psicología quieren con él.
Adriana desvió la mirada. No era su tipo… pero había algo. Algo no tan evidente.
📱
[Mensaje de Gerardo a Adriana – 18:22]
Gerardo:
Interesante verte hoy. No pensé que siguieras con Carlos.
Adriana (confundida):
¿Cómo conseguiste mi número?
Gerardo:
Fue más fácil de lo que pensaba. Como todo lo tuyo.
Ella guardó el celular. No respondió. Pero esa noche, mientras Carlos dormía a su lado en el sofá viendo Netflix, Adriana revisó el mensaje de nuevo.
Cafetería. Dos días después.
Adriana estaba sola, esperando a Carlos. Gerardo pasó cerca.
—¿Está ocupado tu asiento? —preguntó, sin una sonrisa.
—Sí.
—Lo supuse. Carlos siempre llega tarde, ¿no?
Se sentó en la mesa de al lado, sin invitarse. Solo estuvo ahí, revisando su cuaderno, como si fuera casual.
—No te confundas, Gerardo —dijo ella de pronto, sin levantar la vista.
—¿Contigo? Nunca. Solo observo. Eres más interesante de lo que recordaba.
Adriana sintió un calor leve en la cara. No supo si era vergüenza… o algo más.
📱
[Chat de grupo – “Filoso-farsas”]
Mariela:
¿Vieron a Gerardo hablando con Adriana en la café?
Sofi:
👀 ¡Qué nivel! Carlos debería preocuparse…
Tania:
Uff. Gerardo no habla con cualquiera. Y menos así de casual. ¿Adriana no era “seria”?
Mariela:
Ja. Ninguna lo es frente a él.
Adriana leyó los mensajes sin comentar. Pero guardó el screenshot.
Esa noche, Carlos le preguntó:
—¿Todo bien? Te noto distraída.
—Sí… solo cansada.
—¿Estás segura?
Adriana dudó. ¿Debía decirle que Gerardo le había escrito? ¿Que la estaba buscando con frases que no eran directas, pero que insinuaban más?
—Sí, todo bien. Solo quiero que esta semana acabe ya.
Lo besó en la frente. Él sonrió. Ella cerró los ojos… y, sin quererlo, pensó en la voz baja de Gerardo y cómo la había observado en silencio.
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