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Una madre ingenua

Capitulo 1 inicio de algo prohibido
En un barrio humilde, donde las casas se apiñaban unas contra otras y las calles estaban llenas de niños jugando, vivía una madre soltera llamada Erica con su hijo Miguel. Erica, a sus treinta y pocos, era una mujer que llamaba la atención por dondequiera que fuera. Su cuerpo, curvilíneo y sensual, era envidiado por muchas. Con senos generosos y una cola que parecía esculpida, Erica tenía una presencia erótica que era imposible de ignorar. A pesar de su atractivo, Erica vivía una vida simple, trabajando duro para mantener a su hijo y a sí misma.

Miguel, un adolescente de dieciséis años, había comenzado a notar los cambios en su cuerpo y en su mente. Sus hormonas estaban descontroladas, y su mente se llenaba de pensamientos que no podía controlar. A menudo, se encontraba mirando a su madre de una manera que antes no había hecho. La observaba mientras se movía por la casa, admirando la forma en que su ropa se ajustaba a su cuerpo, destacando cada curva y cada línea. Erica, ajeno a las miradas de su hijo, seguía con su rutina diaria, sin sospechar el tormento interno de Miguel.

Una noche, mientras Erica se preparaba para dormir, Miguel, incapaz de contener su curiosidad, se coló en su habitación. La puerta estaba entreabierta, y él no pudo resistirse a echar un vistazo. Lo que vio lo dejó sin aliento. Erica, en ropa interior, se estaba aplicando crema en las piernas. Su piel brillaba bajo la luz tenue, y Miguel podía ver cada detalle de su cuerpo. Se quedó allí, observando, hasta que su madre se dio la vuelta y lo sorprendió. "Miguel, ¿qué haces aquí?" preguntó Erica, su voz llena de sorpresa y confusión. Miguel, avergonzado, tartamudeó una excusa y salió corriendo, su corazón latiendo con fuerza.

A partir de ese día, Miguel comenzó a masturbarse pensando en el cuerpo de su madre. Era una fantasía prohibida, pero no podía evitarla. Se imaginaba a Erica en diferentes situaciones, cada una más erótica que la anterior. A veces, soñaba con ella en la ducha, el agua corriendo por su piel, otras, la imaginaba en su cama, invitándolo a unirse a ella. Estas fantasías lo consumían, y a menudo se encontraba en un estado de excitación constante.

Erica, ajena a los pensamientos de su hijo, continuaba con su vida. A veces, notaba a Miguel mirándola de una manera que la incomodaba, pero lo atribuía a la adolescencia y a las hormonas descontroladas. Nunca se le pasó por la mente que su hijo pudiera desearla de la manera en que lo hacía. Para ella, Miguel era su pequeño, su protector, y nunca imaginó que sus pensamientos pudieran ser tan oscuros y eróticos.

Una noche, mientras Erica se preparaba para salir a una cita, Miguel no pudo contenerse. "Mamá, estás muy sexy," dijo, su voz temblorosa. Erica, sorprendida, se dio la vuelta para mirarlo. "Gracias, Miguel. Pero no deberías hablarme así," respondió, con una mezcla de orgullo y preocupación en su voz. Miguel, avergonzado, se disculpó y se encerró en su habitación, donde se dejó llevar por sus fantasías una vez más, imaginando a su madre en los brazos de otro hombre, deseando ser él quien la tocara y la hiciera suya.

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nukissy2158
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