Esa noche, Ernesto no podía dormir. Tan solo pensar en que, a la mañana siguiente, Boris iba a follar a su madre lo enojaba... pero también lo excitaba.
Al día siguiente:
Leticia: "Oye, Ernesto, ¿ya hiciste las paces con ese muchacho?"
Ernesto (tembloroso): "Claro, ma… y él vendrá hoy a la casa para que platiquemos".
Leticia (sonriendo inocentemente): "¡Qué bueno! Ahora podrán ser amigos".
Ernesto pensó: "Mi madre es demasiado sumisa e inocente. No puedo creer que voy a hacer esto… pero si no lo hago, ese tipo me follará a mí. Lo siento, mami".

En la tarde, después de clases, Ernesto ya venía acompañado de Boris, quien no podía ocultar su felicidad. Con una sonrisa burlona, el cual no dejaba de hablar de Leticia
Boris: "Tu madre tiene un culo grande y redondo. ¡Ya quiero verla de nuevo!" Ernesto apretó los puños, pero se mantuvo callado.

Al llegar, Leticia saludó con un abrazo a Boris, quien no dejaba de devorarla con la mirada, su deseo era tan evidente que hasta el bulto en su pantalón se marcaba obscenamente. Ernesto, notando la erección del matón, lo agarró del brazo y lo arrastró a su cuarto.
Ernesto (entre dientes, con rabia):"Podrías disimular un poco, maldito perro".
Boris (ajustándose la entrepierna con una sonrisa burlona): "Lo intento, pero tu madre está tan buena que se me para solo de verla. Ya no aguanto, dale esto".
Sacó dos pastillas del bolsillo y se las lanzó a Ernesto.
Boris:"Tritúralas y mézclalas en su jugo. Cuando termines y me avisas. Ah, y si escuchas gemidos... mejor no bajes, ¿eh?" (soltando una carcajada).
Ernesto temblaba, entre el asco y la excitación, sus dedos apretando las pastillas hasta casi pulverizarlas.
Cinco minutos después, Ernesto estaba en la cocina, vertiendo el jugo de naranja con manos temblorosas. Las pastillas trituradas se disolvían como veneno.
Ernesto (en su mente): "Mierda... ¿y si le hace daño? ¿Y si se da cuenta?".
Leticia entró, sonriendo como siempre.

Leticia: "¿Qué haces, amor? ¿Todo bien con tu amigo?".
Ernesto (tragando saliva): "Sí, mamá... solo quería jugo. ¿Quieres?".
Ella tomó el vaso sin sospechar. Al primer sorbo, frunció el ceño.
Leticia: "Sabe un poco raro... Será que ya ¿caducó?". Ernesto (sudando frío): "¡Sí! Yo también lo noté. Mejor lo tiraré".
Leticia (riendo): "Bueno no importa, hijo. Estaré en la sala".
Ernesto la vio alejarse, sintiendo cómo el remordimiento y la excitación luchaban en su vientre.
Leticia salió de la cocina y Ernesto subió rápido a su cuarto.
Ernesto (con voz quebrada): "Ya lo hice..."
Boris (sonriendo mientras se ajustaba la entrepierna): "Okey, ahora me toca actuar a mí".
Con paso seguro, Boris bajó las escaleras mientras Ernesto se quedó paralizado, sintiendo cómo el miedo y la excitación luchaban en su cuerpo.
En su cuarto, Leticia no dejaba de retorcerse en su cama. Un calor extraño la invadía, sus dedos se movían frenéticos bajo su pantalón.

Leticia (entre jadeos): "¿Qué... qué me está pasando? Mmm... porque se siente tan bien..."
Boris apareció en el marco de la puerta, su enorme miembro ya al aire, venoso y palpitante.

Boris (burlándose): "Hola señora, veo que ya empezó sin mí".
Leticia (intentando sonar enojada, pero sin dejar de tocarse): "¡Vete! ¿Qué te crees... ahh...?"
Leticia trataba de apartar a boris de ella pero el no podia soportarlo más y la levantó del sofá y en un movimiento seco, le arrancó el pantalón.
---
Ernesto, atraído por los gemidos, espió por la rendija de la puerta. La escena lo dejó petrificado:
- Su madre, con las piernas abiertas y chorreando.
- Boris embistiéndola como un animal, sus testículos golpeando contra sus nalgas.
- Los gritos de Leticia mezclándose con el sonido húmedo de carne contra carne.
Leticia (gimiendo): "¡Más despacio! Es demasiado grande... ahhh ¡No puedo!"
Boris (agarrandola de las caderas): "Callese y aguante, puta".
Ernesto no pudo resistir más. Oculto en las escaleras, con la mano empapada en precum, se masturbaba frenéticamente mientras observaba cómo el enorme miembro de Boris desaparecía una y otra vez dentro del cuerpo de su madre.
"Dios... cómo mierda cabe esa cosa dentro de ella", pensó, sintiendo cómo otra racha de semen manchaba su pantalón.

Mientras tanto Boris mordia un pezón de Leticia mientras el le gritaba: "¡Dilo fuerte, perra! ¿Quién te hace sentir como puta barata?"
Leticia (con los ojos en blanco, saliva cayendo de su boca): "¡Tú, Boris! ¡Solo tú! ¡Nunca... ahhh... nunca había sentido esto!"El matón aumentó el ritmo, sus bolas golpeando el trasero de Leticia con un clap-clap-clap que resonaba en toda la casa.

Ernesto contó al menos tres corridas de su madre:
1. Cuando Boris le estrujó las tetas hasta marcarlas de morados.
2. Al gritar "¡Soy tu perra!" por quinta vez.
3. Cuando el semen hirviendo del matón llenó su vientre.
Boris (vistiéndose mientras escupía sobre el vientre de Leticia): "Mañana vuelvere y si no estás chorreando como hoy, castigaré a tu hijo, sucia perra".
Leticia yacía semiconsciente en su cama, sus muslos temblorosos aún goteando una mezcla espesa de sus jugos y el semen de Boris. Su pecho se elevaba rápidamente, los labios entreabiertos dejando escapar pequeños gemidos postorgásmicos. Las marcas de dedos en sus caderas delataban la violencia con que había sido usada.

Ernesto corrió hacia su habitación, su puño aún pegajoso y caliente. No había podido evitar correrse al ver cómo Boris destruía a su madre tres veces había explotado en su propia mano sin siquiera tocarse directamente.
Al cerrar la puerta, se dejó caer contra ella mientras su otra mano volvía a su miembro, aún sensible pero insaciable.
Ernesto (entre dientes, mirando su semen en la palma): "Eres una puta asquerosa, madre... pero no puedo parar..."
Los gemidos ahogados de Leticia aún resonaban en sus oídos mientras su puño comenzaba a moverse de nuevo con furia autodestructiva. Cada bombeo lo llevaba de vuelta a la imagen de su madre:

•El sonido de sus nalgas aplaudiendo contra el vientre del matón.
•El momento en que gritó "¡Me estoy viniendo!" como una cualquiera.
Al día siguiente:
Leticia: "Oye, Ernesto, ¿ya hiciste las paces con ese muchacho?"
Ernesto (tembloroso): "Claro, ma… y él vendrá hoy a la casa para que platiquemos".
Leticia (sonriendo inocentemente): "¡Qué bueno! Ahora podrán ser amigos".
Ernesto pensó: "Mi madre es demasiado sumisa e inocente. No puedo creer que voy a hacer esto… pero si no lo hago, ese tipo me follará a mí. Lo siento, mami".

En la tarde, después de clases, Ernesto ya venía acompañado de Boris, quien no podía ocultar su felicidad. Con una sonrisa burlona, el cual no dejaba de hablar de Leticia
Boris: "Tu madre tiene un culo grande y redondo. ¡Ya quiero verla de nuevo!" Ernesto apretó los puños, pero se mantuvo callado.

Al llegar, Leticia saludó con un abrazo a Boris, quien no dejaba de devorarla con la mirada, su deseo era tan evidente que hasta el bulto en su pantalón se marcaba obscenamente. Ernesto, notando la erección del matón, lo agarró del brazo y lo arrastró a su cuarto.
Ernesto (entre dientes, con rabia):"Podrías disimular un poco, maldito perro".
Boris (ajustándose la entrepierna con una sonrisa burlona): "Lo intento, pero tu madre está tan buena que se me para solo de verla. Ya no aguanto, dale esto".
Sacó dos pastillas del bolsillo y se las lanzó a Ernesto.
Boris:"Tritúralas y mézclalas en su jugo. Cuando termines y me avisas. Ah, y si escuchas gemidos... mejor no bajes, ¿eh?" (soltando una carcajada).
Ernesto temblaba, entre el asco y la excitación, sus dedos apretando las pastillas hasta casi pulverizarlas.
Cinco minutos después, Ernesto estaba en la cocina, vertiendo el jugo de naranja con manos temblorosas. Las pastillas trituradas se disolvían como veneno.
Ernesto (en su mente): "Mierda... ¿y si le hace daño? ¿Y si se da cuenta?".
Leticia entró, sonriendo como siempre.

Leticia: "¿Qué haces, amor? ¿Todo bien con tu amigo?".
Ernesto (tragando saliva): "Sí, mamá... solo quería jugo. ¿Quieres?".
Ella tomó el vaso sin sospechar. Al primer sorbo, frunció el ceño.
Leticia: "Sabe un poco raro... Será que ya ¿caducó?". Ernesto (sudando frío): "¡Sí! Yo también lo noté. Mejor lo tiraré".
Leticia (riendo): "Bueno no importa, hijo. Estaré en la sala".
Ernesto la vio alejarse, sintiendo cómo el remordimiento y la excitación luchaban en su vientre.
Leticia salió de la cocina y Ernesto subió rápido a su cuarto.
Ernesto (con voz quebrada): "Ya lo hice..."
Boris (sonriendo mientras se ajustaba la entrepierna): "Okey, ahora me toca actuar a mí".
Con paso seguro, Boris bajó las escaleras mientras Ernesto se quedó paralizado, sintiendo cómo el miedo y la excitación luchaban en su cuerpo.
En su cuarto, Leticia no dejaba de retorcerse en su cama. Un calor extraño la invadía, sus dedos se movían frenéticos bajo su pantalón.

Leticia (entre jadeos): "¿Qué... qué me está pasando? Mmm... porque se siente tan bien..."
Boris apareció en el marco de la puerta, su enorme miembro ya al aire, venoso y palpitante.

Boris (burlándose): "Hola señora, veo que ya empezó sin mí".
Leticia (intentando sonar enojada, pero sin dejar de tocarse): "¡Vete! ¿Qué te crees... ahh...?"
Leticia trataba de apartar a boris de ella pero el no podia soportarlo más y la levantó del sofá y en un movimiento seco, le arrancó el pantalón.
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Ernesto, atraído por los gemidos, espió por la rendija de la puerta. La escena lo dejó petrificado:
- Su madre, con las piernas abiertas y chorreando.
- Boris embistiéndola como un animal, sus testículos golpeando contra sus nalgas.
- Los gritos de Leticia mezclándose con el sonido húmedo de carne contra carne.
Leticia (gimiendo): "¡Más despacio! Es demasiado grande... ahhh ¡No puedo!"
Boris (agarrandola de las caderas): "Callese y aguante, puta".
Ernesto no pudo resistir más. Oculto en las escaleras, con la mano empapada en precum, se masturbaba frenéticamente mientras observaba cómo el enorme miembro de Boris desaparecía una y otra vez dentro del cuerpo de su madre.
"Dios... cómo mierda cabe esa cosa dentro de ella", pensó, sintiendo cómo otra racha de semen manchaba su pantalón.

Mientras tanto Boris mordia un pezón de Leticia mientras el le gritaba: "¡Dilo fuerte, perra! ¿Quién te hace sentir como puta barata?"
Leticia (con los ojos en blanco, saliva cayendo de su boca): "¡Tú, Boris! ¡Solo tú! ¡Nunca... ahhh... nunca había sentido esto!"El matón aumentó el ritmo, sus bolas golpeando el trasero de Leticia con un clap-clap-clap que resonaba en toda la casa.

Ernesto contó al menos tres corridas de su madre:
1. Cuando Boris le estrujó las tetas hasta marcarlas de morados.
2. Al gritar "¡Soy tu perra!" por quinta vez.
3. Cuando el semen hirviendo del matón llenó su vientre.
Boris (vistiéndose mientras escupía sobre el vientre de Leticia): "Mañana vuelvere y si no estás chorreando como hoy, castigaré a tu hijo, sucia perra".
Leticia yacía semiconsciente en su cama, sus muslos temblorosos aún goteando una mezcla espesa de sus jugos y el semen de Boris. Su pecho se elevaba rápidamente, los labios entreabiertos dejando escapar pequeños gemidos postorgásmicos. Las marcas de dedos en sus caderas delataban la violencia con que había sido usada.

Ernesto corrió hacia su habitación, su puño aún pegajoso y caliente. No había podido evitar correrse al ver cómo Boris destruía a su madre tres veces había explotado en su propia mano sin siquiera tocarse directamente.
Al cerrar la puerta, se dejó caer contra ella mientras su otra mano volvía a su miembro, aún sensible pero insaciable.
Ernesto (entre dientes, mirando su semen en la palma): "Eres una puta asquerosa, madre... pero no puedo parar..."
Los gemidos ahogados de Leticia aún resonaban en sus oídos mientras su puño comenzaba a moverse de nuevo con furia autodestructiva. Cada bombeo lo llevaba de vuelta a la imagen de su madre:

•El sonido de sus nalgas aplaudiendo contra el vientre del matón.
•El momento en que gritó "¡Me estoy viniendo!" como una cualquiera.
6 comentarios - Ernesto y la corrupción de su madre. parte 2