Abuela ennegrecida (02)
Abuela decide divertirse con su nuevo amante.
Hola, con el fin de año, el trabajo escolar es muy agotador al llevar trabajo a casa o terminar el semestre en curso. Cuando me encuentre libre de tiempo, continuaré relatando mis experiencias.
Tiempo después del primer encuentro con Francis y Kojo, mi vida personal había dado un giro de 360°, mi trabajo no lo veía como tal, ahora era algo que necesitaba hacer. Al asistir a clases, sabía que estarían esos 2, sabía que aunque no nos habláramos, con nuestras simples miradas nos entendíamos. Los fines de semana eran un tormento para mí, me moria de desesperación para que volviera a ser lunes y poder estar en la escuela, cerca de mis nuevos amantes. El tiempo transcurrió y poco a poco nuestro juego de deseo iba en aumento. En clase, recorría el aula con el pretexto de que nadie copiara los ejercicios de ningún compañero, pero siempre terminando delante de ellos 2, para darles la espalda y pudieran ver lo que les gustaba, mientras caminaba de regreso a mi escritorio. O en ocasiones, en el tiempo de comida, me sentaba afuera en algunas de las bancas mientras los veía jugar fútbol, lo cual puedo asegurar les ponía un poco nerviosos ya que volteaban a verme de manera constante.
Ellos trataron de intercambiar números telefónicos, a lo cual me negué, no quería que me hicieran alguna llamada o mensaje con mi familia o esposo cerca ya que si no contesto o es constante, podrían llegar a sospechar. Ellos amablemente entendieron y no tocaron el tema, sin embargo, eran más constantes en sus acercamientos, me acompañaban a mi auto bajo el pretexto de llevar mis documentos o se tocaban la entrepierna de manera discreta cuando los observaba en clase.
Un día, mi hija tocó a la puerta para darme un obsequio, días atrás había sido el día del maestro por lo cual me había comprado un regalo.
- mira mamá te compre esto, espero te guste, en unos días iras conmigo para comprar las zapatillas que quieras; ella lo había hecho ya que dentro de unos días era su cumpleaños y deseaba verme "elegante" para la ocasión. Le respondí de acuerdo y la invite dentro para charlar y tomar un poco de café.
Al día siguiente, después de clases, llegué a mi casa, terminé mis actividades y en compañía de mi esposo nos pusimos a ver televisión, al poco tiempo mi esposo me comento que no me olvidara del regalo de mi hija, si era ropa que me la probará, así, cualquier desperfecto aun se podía cambiar por otra prenda en la tienda. Le respondí que si, solamente terminaba de ver mi programa. Al terminar, subí a la habitación para ver lo que me había regalado mi hija. Al estar ahí sentí un pequeño escalofrío recorrer mi espalda al recordar que en esa misma habitación, había tenido un gran encuentro con Francis y Kojo.
Busque aquel regalo y deje de pensar en eso, al encontrarlo, me senté en la cama y procedí a abrirlo. Era un vestido de noche color azul claro sin mangas realmente hermoso, en la parte de los hombros poseía unas decoraciones color blanco así como otras a los costados de la cintura. En serio me encanto, a lo que procedí a probármelo. Todo era perfecto salvo algunos detalles, era talla grande, sin embargo, me quedaba un poco ajustado, sobre todo abajo. Tenía un pequeño escote pero lo suficiente como para no enseñar mi busto de más, la cintura era un poco ajustada, al punto que la grasa de mi barriga formaba una pequeña "masa" por debajo de mi ombligo, la parte de abajo me quedaba por encima de las rodillas, no demasiado, pero al caminar, mis caderas la subían un poco más, dejando al descubierto mis muslos. Pero la parte más atrevida, por así decirlo, era la parte de atrás. Tenía una abertura en la espalda en forma de media luna para "enseñar" un poco la piel de la espalda, pero a mi parecer, la zona más obscena era la de mi trasero. Al ser un poco ajustada, sin mencionar que mis caderas estiraban un poco la tela, hacía que mis nalgas sobresalieran sin pudor alguno, al estar presas dentro de la tela del vestido ahora ajustado por las caderas, se levantaban un poco más de la cuenta, gire para verme al espejo y mi culo se veía enorme. Era una vista muy obscena a mis ojos, sin embargo, mi mente me traicionada, al pensar que ahora ninguna de esas jovencitas de la escuela podía interferir entre Francis, Kojo y yo.
Entonces recordé lo anticuado y rotundamente celoso que es mi esposo para permitir que yo usará algo como eso, peor aún, en una reunión familiar, así que pensé en comprarme una chalina grande para que pudiera cubrir la parte trasera y parte de adelante sin problemas. Días después mi hija pasó por mi para ir al centro comercial y comprar unas zapatillas que combinaran con su regalo, le explique que era un poco ajustado y me daba vergüenza a lo que respondió que no me dejara caer por la edad, que le gustaba que me viera bien, que debía mostrar mi autoestima y autoridad por medio de algo elegante. En cierto modo tenía razón aunque obviamente no le dije como se veía por detrás.
Una vez en el centro comercial nos pusimos a ver distintos modelos de zapatillas y nos decidimos por un modelo de zapatilla cerrada de color azul profundo con tacón delgado y alto, como mujer, me encantaban, ya que se veían imponentes y elegantes. Ya de regreso a casa, las guardé y continúe con mis actividades. Mi hija nos contó que la reunión la haría un día domingo por la tarde, ya el día sábado compraría las cosas que le servirían para hacer su comida y tendría el tiempo contado. Esa noche en la cama, mi esposo me dijo, como sería el domingo, el sábado se iría al rancho para revisar las ovejas que había comprado así como componer una conexión de un foco que no servía, por lo que se marcharía el sábado por la mañana y regresaría el domingo temprano por la mañana. Al escuchar eso, mi imaginación explotó, tendría un día a solas nuevamente, un día que no pensaba desaprovechar.
Una vez en clases, les dejé una serie de actividades por lo que ellos 2 decidieron concentrarse y no prestarme atención por un momento. Me moria de ganas por tener a ambos una vez más, pero recordé que en aquella ocasión, Kojo, sin decirlo ni demostrarlo, tuvo celos de su hermano, por lo que decidí divertirme con uno a la vez. Ahora, un nuevo dilema surgió en mi mente, a quien iba a elegir, ambos me gustaban, los 2 eran muy apasionados, pero al final me decidí por quien todo esto había empezado, Francis.
Después que terminaron su tarea, pedí que todos me pasarán su libreta para poder revisarla y calificarla, todos la entregaron, y les autorice que salieran un momento mientras calificaba su actividad. Me dejaron sola en el aula y aproveche para escribir una nota y buscar rápidamente la libreta de Francis y colocarla dentro, con la intención que la encontrará. Casi al finalizar las clases, Kojo solicitó permiso para ir al sanitario por lo que lo autorice, a los pocos minutos Francis por fin encontró la nota, la leyó y guardo en su bolsillo, al mismo tiempo que de un simple vistazo, hizo un leve movimiento de cabeza demostrando su aceptación.
Se preguntaran, que estaba escrito en la nota, lo que había escrito en la nota era lo siguiente: Francis, te espero el día sábado en mi casa alrededor de las 3pm, no le cuentes nada a tu hermano, ven solo, de acuerdo jovencito.
Los días de la semana transcurrieron de manera habitual, sin embargo, era durante la noche el verdadero tormento. No podía dejar de pensar en que haría el día sábado con Francis aquí, si en verdad estaba preparada para hacerlo otra vez. Mi mente no me dejaba tranquila, amaba a mi esposo a pesar de su carácter estricto y celos sin sentido, pero ellos habían logrado lo que mi esposo no había podido hacer en muchos años, darme satisfacción sexual. Con esa simple pero complicada respuesta, mi mente se tranquilizaba y mi corazón se aceleraba, desde cualquier punto de vista era una infidelidad, una que estaba dispuesta a guardar muy bien.
Los días pasaron y por fin el día sábado llegó, sentía una presión muy fuerte en mi pecho, me sentía realmente nerviosa a pesar que eran las 6am. Me levante muy temprano para limpiar mi casa y acomodar todo, mi esposo sonrió mientras me decía que mejor tomará una taza de café e hiciera algo de desayuno antes de que se fuera. Le hice su desayuno y cuando ambos estábamos preparando el auto llenándolo de lo que necesitaría, mi hija llegó.
- hola mamá, estas lista para ir; me dijo sin saber a dónde.
- a dónde hija, la ropa ya la tenemos y tu fiesta es mañana; le respondí.
- al salón de belleza, tengo una amiga que tiene una estética y es muy buena haciendo su trabajo, además mañana no te dará tiempo y ella no estará disponible; me dijo en tono sonriente.
Mi esposo solo nos miró y siguió subiendo cosas al auto, a lo que mi hija se despidió de él para tomarme de la mano y llevarme afuera de la casa para abordar su auto. Mi esposo salió de la casa solo para decirme que dejaría la puerta asegurada, tenía mis llaves y me cuidara como la vez anterior, a lo que le respondí que no se preocupara, todo estaría bien.
Una vez en la estética de la amiga de mi hija, procedió a hacerme un nuevo corte de cabello para que luciera al día siguiente. Solamente cortó las puntas de mi cabello las cuales se veían deterioradas y en la parte de enfrente me hizo un fleco recto de izquierda a derecha que se situaba por encima de mis cejas. Tanto a mi hija como a mi, nos gustó el corte, por lo que ella procedió a dejarme en mi casa para retirarse para comprar las cosas que usaría en su comida. Una vez ahí procedí a darme un baño y tratar de calmar los nervios que sufría una vez dentro de mi casa vacía.
Me sentía sumamente nerviosa, incluso pensé en llamarlo por teléfono y pedirle que no viniera, pero recordé que yo misma me negué a intercambiar números por motivo de privacidad. Mi mente no quería pero mi cuerpo decía otra cosa. La calentura aún estaba a pesar del baño anterior. Me sentía mal por mi familia pero con solo recordar lo ocurrido mis dudas desaparecían. Por fin me decidí, no había vuelta atrás, estaba dispuesta a saciar mi calentura con Francis, ese mismo día.
Después de haber dudado, me dirigí a mi habitación, pensando en que vestir, algo agradable a la vista de mi joven amante. Me coloque un sostén color rojo y una pequeña prenda íntima de encaje del mismo color, aunque aún no resolvía mi mayor pregunta, que debía ponerme. Fue ahí que recordé el vestido que me había regalado mi hija. Lo busque y luego de un largo suspiro, procedí a vestirme. Me vestí con el, quedando nuevamente igual que la vez anterior cuando me lo probé por ordenes de mi esposo. Busque las zapatillas azules que me compró mi hija las cuales me ayudaron demasiado a mi gusto. Al ser de tacón un poco alto, me ayudaron con la postura, ahora me veía más recta y elegante al caminar, pero lo mejor de todo, es que gracias a las zapatillas, mi trasero se veía espectacular, muy bien moldeado y ajustado al vestido, mis nalgas ahora estaban en una postura más elevada, lo que me hacía tener un culo más redondo y parado de lo normal. Ahora con el fleco que me habían hecho en el salón de belleza en compañía de mi hija, no se ajustaba bien al clásico peinado de cebolla con el que siempre llegó a la escuela, a lo que decidí, simplemente peinar hacia atrás mi cabello, tomar una pequeña dona para el pelo y hacerme una cola de caballo. Era un estilo muy simple pero no se me ocurrió nada más. Intenté no usar mis anteojos para verme un poco más joven, sin embargo, sentía mi vista un poco forzada al pasar los minutos por lo que me resigne a tenerlos puestos.
Baje inmediatamente a esperar sentada en un sofá, en la sala de nuestra casa hay un mueble tipo sala esquinera en U de color gris y uno pequeño enmedio para acomodar los pies, frente al televisor. Los minutos pasaban y los nervios aumentaban, me sentaba, me ponía de pie, me ponía a caminar por la sala o miraba por la ventana que da al patio de afuera. Eran tantos mis nervios que tuve que ir por un vaso de agua para tratar de tranquilizarme. En ese instante, el sonido del timbre me hizo dar un pequeño brinco del susto, alguien estaba llamando a la puerta, revise el reloj de mi muñeca y eran 3:20pm. Una sensación de miedo, nervios y emoción inundó mi cuerpo, tuve que tomar un poco de aire, calmarme un poco e ir a la puerta. Cruce el patio que divide la casa de la puerta y la abrí.
Era Francis, no supe que decir, sin embargo, reaccione e inmediatamente lo tomé de la mano y lo metí dentro de la casa cerrando la puerta rápidamente, no podía correr el riesgo que alguien lo observará entrando a mi hogar.
- creí que no vendrías, alguien te vio allí afuera; le dije un poco agitada.
- no me vio nadie, enserio lo creíste, tengo una gran razón para venir bebé; respondió Francis mientras colocaba sus manos en mi cintura para acercarme a él.
- pudiste salir sin sospecha; le dije a modo de pregunta
- le dije a mis padres que saldría a correr un poco, Kojo salió con unos amigos y fueron al cine. No te preocupes, nadie nos va a interrumpir esta tarde; respondió Francis en un tono coqueto.
Nos miramos un momento y empezamos a besarnos, era un beso tan sucio como el anterior. Nuestras lenguas se rozaban mientras entraban dentro de cada una de nuestras bocas, saboreando cada instante de aquel beso. Lo invite a pasar dentro de la casa y me dijo que iría detrás de mí. Muy emocionada, lo tomé de la mano y lo lleve conmigo dentro de la casa. Una vez ahí, nos abrazamos y volvimos a fundirnos en un largo beso, con mis manos detrás de él, empecé a acariciarlo, sintiendo los músculos de su espalda. Pero no fui la única a quien la calentura le traicionaba, las manos de Francis, que estaban en mi cintura poco a poco fueron bajando a mis caderas, acariciándome, para luego posicionarse sobre mis nalgas. Gracias a mis zapatillas, ahora mi trasero estaba más parado que antes, por lo que tenía vía libre para hacer lo que quisiera. Francis empezó a darme masajes en mi trasero por todos lados, eran masajes circulares que terminaban en apretones o pequeñas nalgadas. Estuvimos así por unos 6 minutos, en los que yo disfrutaba de su boca mientras el se deleitaba apretando y jugando con mis nalgas.
Después de darnos la bienvenida, pude notar que la ropa que tenía puesta era deportiva, un pantalón deportivo color verde, una playera roja y una sudadera blanca. No estaba vestido para una ocasión en especial, caso contrario a mi, yo me vestí de forma elegante y el como si fuera a jugar fútbol, aunque al recordar la excusa que le dio a sus padres, era obvio que estuviera así.
- que te parece mi nuevo vestido, es un poco anticuado no crees; le dije en tono cómico mientras le sonreía de forma coqueta.
- me gusta como te ves, ese peinado te hace lucir muy traviesa bebé; respondió Francis mientras se llevó una mano a su entrepierna, tratando de despertar algo en mi.
Pude notar que con unos cuantos besos y unas pocas caricias, Francis estaba empezando a excitarse, no lo culpo, eso estaba por sucederme si continuaba todo esto. En un descuido, Francis me tomó de la cintura y me dio la vuelta, para abrazarme por la espalda y presionar su cuerpo contra el mío. Sentí los mismos escalofríos que deseaba recordar al sentir como sus manos se dirigían a mis senos, al momento que los apretaba y acariciaba por encima de mi vestido. Pero eso no era todo, ya que al tener unos pantalones deportivos, la tela no es muy gruesa, podía sentir como segundo a segundo, el pene de Francis se iba poniendo duro al mismo tiempo que crecía. Eso podía sentirlo ya que al igual que el, la tela de mi vestido no era tan gruesa, sin mencionar que en ciertas partes, la tela se encontraba estirada, por lo que se hacía más delgada de lo normal.
- cuando caminaste delante de mí, vi como esas enormes nalgas se movían al caminar, lo hiciste a propósito anciana; dijo Francis hablándome al oído mientras mordía levemente mi oreja.
- me perdonas por mover mi culo enfrente de ti amor; le respondí de manera coqueta sabiendo que el ya se encontraba caliente después de estar presionando su entrepierna con mi cuerpo.
- tendré que castigarte por hacer eso; respondió Francis mientras acariciaba ahora mi estómago y mi vientre.
Me aleje de él, lo tomé de la mano y me dirigí a las escaleras que conducen a mi habitación de arriba, pero no fue así. Francis se quedó firme en donde estaba y ahora era el quien me tomaba de la mano.
- para que subir bebé; el respondió mientras me llevo al sofá en forma de U que se encontraba en la sala.
Nos sentamos y rápidamente volvió a besarme, simplemente lo abrace y me deje llevar por el momento. El dio el primer paso y puso su mano en mi muslo para acariciarlo en todo lo ancho, acto seguido baje mi mano izquierda para acariciar su abdomen, cosas que al parecer le gustó ya que durante el beso, mordió levemente mi labio inferior. Continuamos de esa manera hasta que el subió cada vez más su mano en dirección a mi entrepierna. Por instinto cerré las piernas pero el, con su mano derecha, empujaba mis muslos intentando separarlos. Decidí ayudarlo, separando mis muslos un poco y el, de inmediato, colocó su mano en mi concha por encina de mi ropa interior, acto seguido empezó a recorrer todo el lugar con caricias y pequeños masajes en círculos, todo eso con la intención de provocarme.
Me acomode en el sofá y coloque mi pierna izquierda sobre el muslo de Francis, el sin vacilar, volvió a acariciarlo desde la rodilla hasta mi entrepierna, apretándolo levemente todo el tiempo. Me sentía bien así como mi calentura iba en aumento minuto a minuto. Después de un tiempo, Francis se detuvo, me dio un largo beso mientras me tomó con sus fuertes brazos para ponerme de pie, acto seguido me empujó hacia abajo quedando prácticamente arrodillada ante él. Francis se acomodó en el sofá mientras se quitaba la sudadera.
- vamos anciana, hazlo tú misma; dijo Francis mientras se abría de piernas sentado frente a mí.
Sin tardar demasiado, dirigí mis manos al cordón de sus pantalones deportivos para aflojar la parte superior del mismo, coloque ambas manos en la parte superior y después de unos segundos tratando de tranquilizarme, tire hacia abajo. La sorpresa fue mayúscula ya que al bajar la parte superior de su pantalón deportivo, su enorme miembro salió liberado justo frente a mi cara, como si hubiera estado detenido un largo tiempo. Esa cosa estaba ahora frente a mi, dando pequeños espasmos al mismo tiempo que se tambaleaba de lado a lado. La vista me encanto, era surrealista, su miembro estaba justo ahí, casi completamente recto, oscura, recta, adornada por incontables venas las cuales se iban multiplicando con cada segundo y ese enorme glande apuntando a mí.
Sin pensarlo 2 veces, coloque mis manos sobre los muslos de Francis e introduje la punta de su pene en mi boca, el hizo un pequeño movimiento hacia atrás, al tener su pene sensible y sentir mi boca, pero casi de inmediato, empujó hacia arriba, introduciendo su glande dentro de mí boca, la cual la abrí lo más posible para que pudiera entra. Una vez dentro, procedí a bajar mi cabeza lentamente, deseaba sentir cada centímetro en mi boca, Francis se recostó un poco en el sofá, disfrutando de la mamada que le estaba dando. La saque de la boca e inmediatamente empecé a pasar la lengua de arriba a abajo y viceversa. Francis daba pequeños gemidos, eso me provocaba aún más, al punto de dirigirme a sus bolas a lamer y succionar, una a una las introduje a mi boca mientras jugaba con ellas usando la lengua, en ese momento, Francis coloco una mano detrás de mí cabeza, en señal de que estaba disfrutando de lo que hacía.
Minutos después, el hizo un movimiento indicando que me detuviera, acto seguido me tomó de las manos y me sentó en el sofá, para recostarme lentamente. El se colocó de pie y se quito la playera, mientras se agachaba en dirección a mí. Con sus manos tomó mi ropa interior por debajo de mi vestido y empezó a tirar hacia abajo, intentó quitarla pero no pudo, ya que había quedado atascada en mi tacón izquierdo. No sé si fue planeado o por desesperación que no pudo quitarla, pero volvió a subirla, quedando ahora enrollada en forma de un aro sujeta a la mitad de mi muslo izquierdo. Francis se colocó enmedio de mis piernas, pasó sus manos por debajo de mis muslos y empujó su cara contra mis partes íntimas, una sensación de hormigueo recorrió mi vientre al sentir la boca y la respiración de Francis en mi intimidad. Parecía un experto en eso, usaba la lengua para lamer mis labios vaginales así como poner la boca justo en la raja de mi concha para introducir la lengua y sacudirla en mi interior. Mi calentura iba en aumento producto del sexo oral que me estaba dando, al punto de bajar mi mano derecha para masturbar mi clítoris mientras que con la izquierda me apretaba los senos.
Después de un tiempo, dejó de hacer eso, para ahora incorporarse un poco e introducir 2 dedos en el interior de mi vagina. Coloque mis 2 manos en mi busto para masajear mis senos sobre el vestido, dejando a Francis ocuparse de ahí abajo. El coloco su mano izquierda sobre la grasa de mi vientre por encima del vestido al mismo tiempo que flexionaba sus dedos, masajeando mi interior con ellos. Yo estaba en el cielo gracias a eso, era lo que estaba esperando toda la mañana. A los pocos segundos, dejó de hacer eso y colocar sus dedos de manera recta, al mismo tiempo que movía su mano derecha con una velocidad increíble. Mis gemidos aumentaban producto de la velocidad con que Francis masturbaba mi concha, al grado de poder escuchar la humedad de mi vagina sacudirse por la velocidad de sus dedos. Rápidamente tomé una almohada del sofá y la coloque en mi rostro, temiendo gritar pero Francis se detuvo antes de que hiciera eso. Francisco decidió usar sus manos y separar mis labios vaginales para observar el interior de mi vagina, ahora húmeda producto de su lujuria.
- tienes el interior color rosa anciana; dijo Francis mientras tenía la mirada fija al interior de mi maltratada vagina.
- deja de decir eso, es asqueroso; le respondí mientras la vergüenza me invadía de tener a un joven, en medio de mis piernas observando mi intimidad sin ninguna clase de respeto.
Francis se puso de pie, no se en que momento se había desecho de su pantalón deportivo, tal vez en el momento que no preste atención cuando el me masturbaba. Ahora quedando solamente con su calzado, se acercó nuevamente a mi, colocó su muslo izquierdo debajo del mío y con su mano en mi tobillo, levantó mi pierna derecha apoyándola en el lado izquierdo de su hombro. El tomó su pene, ahora totalmente erecto y lo acercó a mí, con su mano derecha lo tomó y comenzó a golpear mi concha con su pesado glande como si se tratara de un mazo. Podía sentir el peso de su miembro al momento que lo dejaba caer sobre mi, haciéndome saber lo que me esperaba.
Con su mano en su pene, presionó su glande contra mi clítoris y fue bajando por toda la raja de mi concha para volver a subir, lo hizo unas 4 veces para detenerse justo en medio y presionar contra ella. La misma sensación de hormigueo me invadió al sentir como su glande volvía a separar mis labios vaginales y adentrarse en mi intimidad. Poco a poco fue adentrándose para detenerse por la mitad, fue ahí cuando empezó con un movimiento lento, metiendo y sacando, tratando de separar las paredes del interior de mi vagina antes de querer ir más adentro. Solo podía disfrutar eso, ese movimiento lento hacia que pudiera sentir cada centímetro de él. Después de un tiempo, con su mano izquierda, presionó mi rodilla, pegando mi pierna a su torso, mientras que con la derecha sujetaba mi muslo, aferrándose a él, no tuve tiempo de reaccionar al momento de sentir como empujaba su hombría más adentro que antes. Un fuerte gemido salió de mi boca al tiempo que Francis empezó a martillar mi vagina sin contemplaciones.
- idiota, me vas a romper, más despacio; le grite, pero el tonto ni siquiera me escucho o no quiso hacerlo.
El tenía sujeta mi pierna con fuerza y no pensaba soltarse, después de unos segundos, el dolor desapareció y un gran placer lo reemplazo, ahora era yo quien no quería que se detuviera, todo lo contrario, deseaba que aumentará su rudeza conmigo. Cosa que terminó haciendo. Dejó caer mi pierna para acomodarse sobre el sofá, colocar mis piernas a ambos lados de su cintura y empezar una serie de fuertes embestidas en la posición del misionero. Mis gemidos iban en aumento al igual que los movimientos de Francis, no se tomaba el tiempo para sostenerse, ya que el sofá le ayuda a a mantener el equilibrio, solo se limitaba a sostener mis rodillas, evitando que cerrará las piernas, cosa que no pensaba hacer.
- Tienes la vagina muy apretada anciana; murmuraba Francis mientras continuaba por un par de minutos más, antes de detenerse y sacar su pene de adentro de mi cuerpo. El estuvo haciendo eso por unos momentos, metía su pene y un par de embestidas lo sacaba para observar la escena. Al final lo hizo, pero esta vez no volvió a meterlo.
No supe porque hizo eso hasta que se paro frente a mi, colocando su pene cerca de mi rostro en una clara señal de que quería una mamada. Sin pensarlo, tomé su pene con mi mano izquierda y lo dirigí a mi boca, el solo saber que tenía el sabor de la humedad de mi vagina, hacía que eso fuera una de las cosas más excitantes que había hecho. Estuve saboreando el gran miembro de Francis unos segundos antes de incorporarme y continuar con la diversión. Rápidamente me puse a cuatro patas sobre el sofá, ahora mi vestido estaba enrrollado en mi cintura, dejando totalmente al descubierto mi culo frente a Francis, el se quedó observando la escena, así que decidí calentar la sala un poco más. Moviendo mis caderas de lado a lado, y pasando mi mano derecha por debajo de mi vientre, separe parte de mis labios vaginales usando mis dedos, enseñándole a mi alumno parte del interior de mi vagina, invitándolo a montarme nuevamente.
- que sucede chico, el culo de tu maestra te asustó; le dije en un tono fuerte mientras continuaba moviendo mi trasero, tratando de provocarlo aun más.
- me encanta tu culo anciana; respondió Francis mientras colocó una mano sobre mi trasero y con la otra dirigió su gran verga de nuevo a la raja de mi concha.
Sin pensarlo, volvió a meter su verga dentro de mi vagina, tomando con su mano izquierda mi cola de caballo y tirando mi cabeza hacia atrás, mientras que con la mano derecha se sujetaba con fuerza a mi cintura, soltando su mano solamente para darme fuertes nalgadas mientras disminuía la velocidad para tomar aire y golpear con fuerza una vez recuperado. Me sentía demasiado caliente, la sala estaba inundada con un fuerte olor a sexo así como por el sonido producto de mi gordo culo al chocar con violencia contra las fuertes caderas de Francis, me encontraba experimentando en carne propia la gran resistencia de los africanos en el sexo, averiguando lo que un negro puede hacer.
Mi cuerpo no tardó mucho tiempo antes de rendirse por completo y comenzar a disfrutar del placer que mi joven alumno me estaba dando, realmente quería ser brutalizada, ya estaba cansada de la monotonía de mi vida, necesitaba divertirme, y Francis tenía la solución a mi problema.
- aaahh seeh, maldito negro feo, folla mi vieja concha con esa magnífica verga negra; no creí que yo estuviera diciendo esas cosas tan vulgares, pero en ese momento, mi instinto de hembra hizo a un lado mi actitud de mujer.
- aprietas muy bien por dentro zorra, este será tu castigo por usar un vestido tan ajustado; respondió Francis mientras se sujetaba ahora en mis caderas, mientras trataba de ir más profundo dentro de mí, cambiando la dirección de sus embestidas, buscando el ángulo perfecto para poder hacerlo.
Finalmente, el maldito bastardo logró encontrar el ángulo perfecto para llevar a cabo su fechoría. Se sostuvo con ambas manos de los tacones de mis zapatillas, inclinándose de abajo hacia arriba y empujar con fuerza, tuve que sostenerme del sofá para no caer a un costado, debido a lo bruto de sus golpes. Mi sala ahora estaba inundada con los sucios sonidos de mis gritos y el brutal plop plop plop resultado del choque de mi culo contra las fuertes embestidas de Francis. Entre uno y otro, no sabría decir cual era más fuerte, parecía una competencia entre ambos sonidos por ver quién era el más ruidoso. No podía comprender como Francis continuará con el mismo ritmo que antes y detenerse sólo unos minutos para continuar, era realmente increíble.
- Si bastardo, ¿esto es lo que querías? ¿Follar la concha de tu maestra? ¡entonces follala maldito negro!. Le dije mientras pujaba, tratando de impedir que la gran verga de Francis permaneciera mucho tiempo tan adentro, era una tarea difícil, ya que mientras trataba de impedir su profundo avance, el tonto empujaba más duro.
- no sabía que fueras tan puta, sólo eres una anciana adicta a vergas negras; respondió Francis mientras daba los últimos empujones antes de soltarse y ponerse de pie, liberando su miembro de mi interior.
Francis se puso de pie a un costado de mi, mientras azotaba mi trasero, observando como mis gordas nalgas se ondulaban al recibir sus fuertes palmadas. Coloco una mano sobre mi, mientras introducía un dedo dentro de mí ano, sentí un escalofrío muy intenso recorrer mi columna vertebral al instante de flexionarlo dentro. El infeliz empezó a hacer movimientos circulares así como meterlo y sacarlo, lentamente. No podía creer que hiciera eso, ni siquiera mi esposo lo había hecho y ahora, ese negro estaba hurgando mi culo con total normalidad.
- oye infeliz, ese es el agujero equivocado; le dije mientras me daba vuelta para verlo.
El solo sonrió mientras sacaba su dedo y se sentaba en el sofá con las piernas extendidas.
- tranquila profesora, aun no estas lista para eso, ahora súbete arriba; respondió mientras se másturbaba al observarme.
Me di vuelta y me senté a su lado, observaba su enorme pene el cual parecía inflamado, mientras su mano subía y bajaba por todo lo largo y ancho de su miembro tan viril. Parecía estar hipnotizada, no podía ver otra cosa que no fuera su gran verga negra, la vista era muy grotesca y decidí inclinarme hacia abajo, comencé a chupar ese trozo de carne oscura que tenía enfrente. Francis colocó su mano izquierda sobre mi espalda mientras se relajaba en el sofá. La disfrutaba como si fuera una deliciosa paleta, su glande lo chupaba como si de un caramelo se tratará, podía escuchar los gemidos de Francis lo que me ponía más cachonda al saber que le gustaba lo que hacía. Yo estaba concentrada chupándole el miembro, cuando con la misma mano que tenía en mi espalda, la coloco en la parte superior de mi trasero, acariciándolo un poco.
Luego de unos segundos, me incorporé y me puse de pie frente a él, no podía pensar con claridad, en mi mente solo había lugar para Francis, o mejor dicho, para la inmensa herramienta que tenía entre las piernas. Subí al sofá, apoyándome sobre mis rodillas y colocando cada muslo a un costado de su cintura, dejando a Francis atrapado en medio de mis piernas. Tomé su pene y con mi mano y lo coloque en la entrada de mi ansiosa vagina. Pero Francis no dejaría que yo tomará la iniciativa, ya que una vez estando en posición, me tomo de la cintura y empujó hacia arriba, clavando nuevamente su gran pene dentro de mi. No pude hacer otra cosa que dar un grito y maldecirlo, ya que a pesar de haber recibido su pene con anterioridad, su longitud y grosor lo hacían algo complicado de tomar.
- tu concha esta hecha un río, ya le tomaste gusto a mi verga negra, sabía que eras una perra vieja; dijo Francis mientras me tomaba por la parte trasera de mis muslos y empezaba a martillar mi vagina de una forma que parecía estar poseído.
- Dios, me voy a venir, me voy a venir con tu asquerosa verga adentro, ooohh no pares; no tenía lugar para pensar en otra cosa, ese infeliz me estaba follando de una forma tan rica, que en un par de ocasiones, pude sentir como su pesado glande presionaba con furia mi cérvix, tratando de perforarlo. Eso nunca en más de 40 años de casada había experimentado, no había comparación entre mi esposo y ese sucio negro.
La amable y respetuosa esposa había desaparecido en aquel instante, para convertirse en la amante de ese joven, el ambiente era sumamente agitado. Tanto Francis como yo no pensábamos perder ante el otro, tratábamos de soportar la sensación de correrse, no si antes hacer que se corra el otro, como si fuera una especie de competencia. Francis parecía un robot, no se cansaba, por el contrario, estrellaba sin clemencia su cuerpo contra el mío mientras su dura y recta verga pinchaba la entrada de mi útero una y otra vez.
- Oh Dios, no sabes como me encanta todo esto, no puedo dejar de rebotar sobre tu verga aaahhhh se siente tan bien, me voy a venir; realmente estaba excitada al montar a Francis, la sensación de profundidad que me estaba dando era simplemente increíble.
- si perra, sigue rebotando, ya casi termino; respondió Francis mientras su respiración era muy rápida, producto del gran esfuerzo que estaba dando al follarme.
La calentura que tenía terminó por ganarle a la cordura, me incorpore un poco y apoyándome con mis zapatillas, presionando los tacones con fuerza sobre la esponja del sofá, me coloque en cuclillas. Incline un poco mi cuerpo hacia adelante y sin titubear, empecé a cabalgar con todas mis fuerzas, dejando caer mi culo con todo su peso, perforando mi vagina con la gran verga negra de Francis, la cual podía sentir que tenía pequeños espasmos mientras lo montaba con furia.
- me romperás la verga vieja puta; decía Francis mientras cerraba los ojos y apretaba los dientes, rugiendo como una auténtica bestia, tratando de soportar mi peso al caer sobre él.
- Qué sucede, acaso ya no puedes, eres un fanfarrón; le dije mientras me deje caer para mover mis caderas hacia adelante y atrás con la mayor rapidez que pude. Disfrutando cada parte de ese enorme miembro que estaba ahora oculto dentro de mi concha.
Francis deslizó sus brazos por detrás de mis muslos, colocando sus manos por debajo de mis rodillas y poniéndose de pie. Tuve que abrazarlo por el cuello, sosteniéndome con fuerza para evitar caer, dio unos pasos al centro de la sala, manteniéndome en el aire, para luego empezar a martillar con fuerza mi vieja concha. Podía sentir las resaltadas venas de su verga, rozar las paredes internas de mi vagina mientras revolvía mi interior cada vez que metía y sacaba su largo y grueso miembro.
- me has dado malas calificaciones en la escuela, que calificación le das a mi verga; dijo Francis mientras me mantenía en el aire con fuerza.
- oh Dios no lo sé, ni siquiera puedo pensar bien; fue lo único que pude decir, no podía pensar con claridad teniendo esa rica verga dentro de mí.
- entonces tendré que esforzarme más, toma puta; respondió Francis mientras me sujetaba con fuerza al mismo tiempo que sus embestidas mantenían el mismo ritmo violento del principio.
Lo único que podía hacer era sostenerme con fuerza y aguantar la gran follada que me estaban dando. Después de unos minutos en esa posición, me llevó al centro de la sala y me recostó sobre el sofá pequeño del centro. Ahí, me follo en la mejor pose del día. Coloco su pierna izquierda por encima de mi pierna derecha, acomodándose hasta quedar ambos en la pose que llaman tijeras. En esa posición, Francis podía ir profundo y duro, golpeando mi cérvix con la cabeza de su verga ahora más constante, haciendo pausas para detenerse y presionarla a manera de acostumbrarla para algo.
El se sostuvo alrededor del pequeño sofá para continuar con sus golpes, mi maltratada vagina solo podía soportar ese castigo al que Francis le estaba dando. Ese cretino no se detenía, estaba decidido a ir hasta el final. Mis gemidos poco a poco se convirtieron en gritos al poder sentir como al pasar el tiempo, golpeaba la entrada de mi útero de forma constante y pesada, me sentía realmente a punto de enloquecer, mi mente estaba casi en blanco, ese pequeño bastardo me estaba dando una verdadera paliza.
- voy a correrme, en verdad voy a correrme; fue lo único que pude articular en medio de gritos y gemidos, nunca creí que las palabras que salieron de mi boca, iban a motivar a Francis a perder el control.
- correte con la verga de tu alumno zorra; respondió Francis mientras rugia con fuerza mientras contenía el aire por un momento mientras empujaba con fuerza.
A los pocos segundos, el cambio de postura, quedando nuevamente en el misionero, colocando una mano en mi cintura y otra en mi vientre, al mismo tiempo que su velocidad disminuyó notablemente, pero aún estando dentro de mi. Era notable su cansancio pero su pene aún seguía muy duro, el continuó de esa forma con su mete y saca un tiempo más antes de sujetarse a mi cintura y embestir nuevamente con todas sus fuerzas. Ahora mis gemidos eran más agudos y fuertes, un leve dolor surgió en el fondo de mi vagina, ya había golpeado mi cérvix antes, pero ahora lo hacía un poco más intenso. Intentaba decirle que se detuviera y lo sacara, pero no podía articular palabra alguna debido a la intensa penetración que me estaba dando. Mi mente decía que no, pero a mi cuerpo le encantaba, mi rodillas se flexionaron, acercando mis muslos a mi cintura, mientras mis piernas se separaban por si solas. Permitiendo que ese rufián se pudiera acomodar en medio y golpear con total tranquilidad.
Lo único que pude hacer fue abrazarlo, mientras mis piernas se entrelazaron a su cintura, sujetándose con fuerza, no pensaba soltarlo hasta que terminará lo que había empezado. El de igual forma me abrazo con fuerza colocando su cara al lado de la mía mientras susurraba a mi oído.
- lo siento por tu esposo, pero un negro se va a venir adentro de su esposa; dijo Francis susurrandome al mismo tiempo que besaba mi oído izquierdo.
Era realmente vergonzoso que una mujer de más de 60 años perdiera ante un jovencito. Por más que trataba, no podía resistir por mucho tiempo sus salvajes penetraciones.
- adelante papi, dámelo, dame toda la leche que tengas; le dije mientras lo tenía abrazado, en ese momento mi cuerpo solo quería una cosa, el espeso semen de sus bolas negras.
Francis me abrazo con fuerza y me dio un fuerte empujón que me hizo dar un grito que rápidamente fue callado, ya que el coloco una mano en mi boca para silenciarme. El orgasmo que tuve en ese momento me hizo perder la poca cordura que tenía. Podía sentir como su ancho glande presionó la entrada de mi útero soltando una buena carga en lo más profundo de mi anatomía. Era cálido, espeso y se expandía en todo mi interior. Francis mantenía su mano en mi boca, asegurándose de que no hiciera ruido alguno, ya que gran parte del tiempo no paraba de gemir o gritar por culpa suya.
- eres una vieja blanca muy ruidosa; dijo Francis mientras permanecía sobre mí, presionando con fuerza su pene mientras este no paraba de escupir toda la leche que tenía guardada.
Me quedé inmóvil mientras ese bastardo vacíaba él contenido de sus bolas dentro de mí agotada vagina. Estaba realmente agotada. Aprovechando los segundos que Francis se detuvo para poder tomar un respiro. Pará cuando Francis se incorporó, trate de ponerme de pie, cosa que él me lo impidió. Separó nuevamente mis piernas pero en vez de follarme, solamente metió un par de dedos para agitar rápidamente mi concha con ellos. Yo me encontraba muy sensible por lo que no tardó mucho tiempo en hacerme venir otra vez, aunque en ésta ocasión, fue un orgasmo pequeño
A los pocos segundos, el me tomó y poniéndome de rodillas frente a él, presionaba su pene contra mis mejillas. Lo mire fijamente y abrí mi boca, el metió su pene y una vez más ahí estaba yo, dándole una mamada a mi alumno. No tardó mucho tiempo para que Francis volviera a gemir, pero en esta ocasión, tomó su pene con sus manos y lo acercó a mí rostro. Corriéndose sobre mis lentes, manchando los cristales con su semen, nublando mi visión. Me quite los lentes y procedí a lamerlos, devorando los rastros del semen de Francis, dejándolos limpios.
Una vez hecho eso, me puse de pie y nos dimos un último, en señal de satisfacción. El me pidió un poco de agua y le dije por donde quedaba la cocina mientras me quede sentada en el sofá para descansar un poco después de esa dura sesión de sexo. Por un breve momento, pasó por mi mente lo que había hecho. Invité a mi hogar un alumno el cuál vería todos los días y obviamente no me tendría el mismo respeto después de haber enterrado su miembro dentro de mi orificio más íntimo.
El regresó con su vaso de agua para sentarse a mi lado, mientras me decía si estaba satisfecha, a lo que le respondí con una sonrisa que eso había estado genial, así que le propuse que a partir de ese día, estudiará mucho para poder pasar los exámenes finales, a cambio, le daría un obsequio. El sonrió diciendo si yo era el regalo, a lo que le dije que eso lo sabría después de los exámenes.
Después de unos cuantos besos, el empezó a vestirse ya que no sería creíble para sus padres la historia que les había contado si llegaba más tarde a su hogar. Lo acompañe a la puerta de la casa y, revisando que nadie observará, se marchó.
Regrese adentro, se senté en el sofá descansando un poco, para luego preparar el baño y me darme una ducha para quitarme todo ese olor a sexo que estaba impregnado en mí. Después de colocar aromatizantes y limpiar la sala, hice algo para comer y me puse a ver un poco de televisión. Fue que llamaron a la casa, era mi hija quien había comprado una cena (tacos, quienes son de México, saben que hay de diferentes sabores por lo que no te cansas de ellos) y de paso hablarle a su padre por un favor, ya que me comentó que no entraban las llamadas y quería hablar al teléfono de la cabaña (ella no lo tenía y yo si). La invite dentro, charlamos un poco y me puse un poco nerviosa cuando me pidió que le mostrará como se me veía puesto el vestido que me había obsequiado. No podía hacerlo, posiblemente tenía pequeños rastros de semen sin mencionar el intenso olor a sexo, invente una excusa que resultará algo convincente para no enseñarselo. Tiempo más tarde, después de hablar con su padre y cenar conmigo se marchó, me propuse a relajarme. Ya en mi cama, la calentura me provocaba insomnio al recordar la intensa follada que ese africano me había dado. Mi vieja concha no tardó en volver a arder de lujuria al recordar a Francis, tuve que recurrir a "masajearme" con las almohadas por un tiempo para tratar de apagar ese calor en mi entrepierna, una vez termine de tocarme, cansada, traté de dormir .
Al día siguiente, mi esposo llegó con un canasto de huevos del rancho (tenemos gallinas ahí) para el consumo de la casa. Después de charlar y dejar pasar el tiempo procedimos a cambiarnos para ir a la fiesta de nuestra hija. Me puse nuevamente el vestido no sin antes bañarlo en perfume pues me olvide lavarlo para quitarle todo rastro de olor que hubiera quedado del encuentro con Francis. Me coloque la chalina y me subí al auto. Mi esposo me preguntó por la chalina a lo que le dije sentía más comodidad usándola.
Una vez en la fiesta de mi hija, procedí a divertirme, mi hija estaba encantada por verme usar el vestido y zapatillas que me había comprado. En todo momento no me quite esa chalina, para que nadie notará la parte trasera del vestido, ya que sería demasiado vergonzoso para mí.
Todo transcurrió con normalidad, una vez en el auto, de regreso a casa, mi esposo venía contándome sobre la casa, (en el rancho hay una pequeña cabaña) y cosas por el estilo. Fingía ponerle atención cuando en realidad mi mente estaba inundada de imágenes de Francis desnudo, su manera de follar, etc. Sabía que al día siguiente, tendría que volver al trabajo, esos 2 ahí estarían, pensaba en cómo llevaría la situación con ellos, me encantaban, pero no quería que pensaran que era una especie de prostituta, mi mente voló por los cielos pensando multitud de escenarios posibles y una sensación de morbo se apoderó de mi, al pensar si habría una tercera ocasión para divertirme con esos jóvenes que se habían apoderado, no sólo de mi cuerpo, sino de mi mente también.
Abuela decide divertirse con su nuevo amante.
Hola, con el fin de año, el trabajo escolar es muy agotador al llevar trabajo a casa o terminar el semestre en curso. Cuando me encuentre libre de tiempo, continuaré relatando mis experiencias.
Tiempo después del primer encuentro con Francis y Kojo, mi vida personal había dado un giro de 360°, mi trabajo no lo veía como tal, ahora era algo que necesitaba hacer. Al asistir a clases, sabía que estarían esos 2, sabía que aunque no nos habláramos, con nuestras simples miradas nos entendíamos. Los fines de semana eran un tormento para mí, me moria de desesperación para que volviera a ser lunes y poder estar en la escuela, cerca de mis nuevos amantes. El tiempo transcurrió y poco a poco nuestro juego de deseo iba en aumento. En clase, recorría el aula con el pretexto de que nadie copiara los ejercicios de ningún compañero, pero siempre terminando delante de ellos 2, para darles la espalda y pudieran ver lo que les gustaba, mientras caminaba de regreso a mi escritorio. O en ocasiones, en el tiempo de comida, me sentaba afuera en algunas de las bancas mientras los veía jugar fútbol, lo cual puedo asegurar les ponía un poco nerviosos ya que volteaban a verme de manera constante.
Ellos trataron de intercambiar números telefónicos, a lo cual me negué, no quería que me hicieran alguna llamada o mensaje con mi familia o esposo cerca ya que si no contesto o es constante, podrían llegar a sospechar. Ellos amablemente entendieron y no tocaron el tema, sin embargo, eran más constantes en sus acercamientos, me acompañaban a mi auto bajo el pretexto de llevar mis documentos o se tocaban la entrepierna de manera discreta cuando los observaba en clase.
Un día, mi hija tocó a la puerta para darme un obsequio, días atrás había sido el día del maestro por lo cual me había comprado un regalo.
- mira mamá te compre esto, espero te guste, en unos días iras conmigo para comprar las zapatillas que quieras; ella lo había hecho ya que dentro de unos días era su cumpleaños y deseaba verme "elegante" para la ocasión. Le respondí de acuerdo y la invite dentro para charlar y tomar un poco de café.
Al día siguiente, después de clases, llegué a mi casa, terminé mis actividades y en compañía de mi esposo nos pusimos a ver televisión, al poco tiempo mi esposo me comento que no me olvidara del regalo de mi hija, si era ropa que me la probará, así, cualquier desperfecto aun se podía cambiar por otra prenda en la tienda. Le respondí que si, solamente terminaba de ver mi programa. Al terminar, subí a la habitación para ver lo que me había regalado mi hija. Al estar ahí sentí un pequeño escalofrío recorrer mi espalda al recordar que en esa misma habitación, había tenido un gran encuentro con Francis y Kojo.
Busque aquel regalo y deje de pensar en eso, al encontrarlo, me senté en la cama y procedí a abrirlo. Era un vestido de noche color azul claro sin mangas realmente hermoso, en la parte de los hombros poseía unas decoraciones color blanco así como otras a los costados de la cintura. En serio me encanto, a lo que procedí a probármelo. Todo era perfecto salvo algunos detalles, era talla grande, sin embargo, me quedaba un poco ajustado, sobre todo abajo. Tenía un pequeño escote pero lo suficiente como para no enseñar mi busto de más, la cintura era un poco ajustada, al punto que la grasa de mi barriga formaba una pequeña "masa" por debajo de mi ombligo, la parte de abajo me quedaba por encima de las rodillas, no demasiado, pero al caminar, mis caderas la subían un poco más, dejando al descubierto mis muslos. Pero la parte más atrevida, por así decirlo, era la parte de atrás. Tenía una abertura en la espalda en forma de media luna para "enseñar" un poco la piel de la espalda, pero a mi parecer, la zona más obscena era la de mi trasero. Al ser un poco ajustada, sin mencionar que mis caderas estiraban un poco la tela, hacía que mis nalgas sobresalieran sin pudor alguno, al estar presas dentro de la tela del vestido ahora ajustado por las caderas, se levantaban un poco más de la cuenta, gire para verme al espejo y mi culo se veía enorme. Era una vista muy obscena a mis ojos, sin embargo, mi mente me traicionada, al pensar que ahora ninguna de esas jovencitas de la escuela podía interferir entre Francis, Kojo y yo.
Entonces recordé lo anticuado y rotundamente celoso que es mi esposo para permitir que yo usará algo como eso, peor aún, en una reunión familiar, así que pensé en comprarme una chalina grande para que pudiera cubrir la parte trasera y parte de adelante sin problemas. Días después mi hija pasó por mi para ir al centro comercial y comprar unas zapatillas que combinaran con su regalo, le explique que era un poco ajustado y me daba vergüenza a lo que respondió que no me dejara caer por la edad, que le gustaba que me viera bien, que debía mostrar mi autoestima y autoridad por medio de algo elegante. En cierto modo tenía razón aunque obviamente no le dije como se veía por detrás.
Una vez en el centro comercial nos pusimos a ver distintos modelos de zapatillas y nos decidimos por un modelo de zapatilla cerrada de color azul profundo con tacón delgado y alto, como mujer, me encantaban, ya que se veían imponentes y elegantes. Ya de regreso a casa, las guardé y continúe con mis actividades. Mi hija nos contó que la reunión la haría un día domingo por la tarde, ya el día sábado compraría las cosas que le servirían para hacer su comida y tendría el tiempo contado. Esa noche en la cama, mi esposo me dijo, como sería el domingo, el sábado se iría al rancho para revisar las ovejas que había comprado así como componer una conexión de un foco que no servía, por lo que se marcharía el sábado por la mañana y regresaría el domingo temprano por la mañana. Al escuchar eso, mi imaginación explotó, tendría un día a solas nuevamente, un día que no pensaba desaprovechar.
Una vez en clases, les dejé una serie de actividades por lo que ellos 2 decidieron concentrarse y no prestarme atención por un momento. Me moria de ganas por tener a ambos una vez más, pero recordé que en aquella ocasión, Kojo, sin decirlo ni demostrarlo, tuvo celos de su hermano, por lo que decidí divertirme con uno a la vez. Ahora, un nuevo dilema surgió en mi mente, a quien iba a elegir, ambos me gustaban, los 2 eran muy apasionados, pero al final me decidí por quien todo esto había empezado, Francis.
Después que terminaron su tarea, pedí que todos me pasarán su libreta para poder revisarla y calificarla, todos la entregaron, y les autorice que salieran un momento mientras calificaba su actividad. Me dejaron sola en el aula y aproveche para escribir una nota y buscar rápidamente la libreta de Francis y colocarla dentro, con la intención que la encontrará. Casi al finalizar las clases, Kojo solicitó permiso para ir al sanitario por lo que lo autorice, a los pocos minutos Francis por fin encontró la nota, la leyó y guardo en su bolsillo, al mismo tiempo que de un simple vistazo, hizo un leve movimiento de cabeza demostrando su aceptación.
Se preguntaran, que estaba escrito en la nota, lo que había escrito en la nota era lo siguiente: Francis, te espero el día sábado en mi casa alrededor de las 3pm, no le cuentes nada a tu hermano, ven solo, de acuerdo jovencito.
Los días de la semana transcurrieron de manera habitual, sin embargo, era durante la noche el verdadero tormento. No podía dejar de pensar en que haría el día sábado con Francis aquí, si en verdad estaba preparada para hacerlo otra vez. Mi mente no me dejaba tranquila, amaba a mi esposo a pesar de su carácter estricto y celos sin sentido, pero ellos habían logrado lo que mi esposo no había podido hacer en muchos años, darme satisfacción sexual. Con esa simple pero complicada respuesta, mi mente se tranquilizaba y mi corazón se aceleraba, desde cualquier punto de vista era una infidelidad, una que estaba dispuesta a guardar muy bien.
Los días pasaron y por fin el día sábado llegó, sentía una presión muy fuerte en mi pecho, me sentía realmente nerviosa a pesar que eran las 6am. Me levante muy temprano para limpiar mi casa y acomodar todo, mi esposo sonrió mientras me decía que mejor tomará una taza de café e hiciera algo de desayuno antes de que se fuera. Le hice su desayuno y cuando ambos estábamos preparando el auto llenándolo de lo que necesitaría, mi hija llegó.
- hola mamá, estas lista para ir; me dijo sin saber a dónde.
- a dónde hija, la ropa ya la tenemos y tu fiesta es mañana; le respondí.
- al salón de belleza, tengo una amiga que tiene una estética y es muy buena haciendo su trabajo, además mañana no te dará tiempo y ella no estará disponible; me dijo en tono sonriente.
Mi esposo solo nos miró y siguió subiendo cosas al auto, a lo que mi hija se despidió de él para tomarme de la mano y llevarme afuera de la casa para abordar su auto. Mi esposo salió de la casa solo para decirme que dejaría la puerta asegurada, tenía mis llaves y me cuidara como la vez anterior, a lo que le respondí que no se preocupara, todo estaría bien.
Una vez en la estética de la amiga de mi hija, procedió a hacerme un nuevo corte de cabello para que luciera al día siguiente. Solamente cortó las puntas de mi cabello las cuales se veían deterioradas y en la parte de enfrente me hizo un fleco recto de izquierda a derecha que se situaba por encima de mis cejas. Tanto a mi hija como a mi, nos gustó el corte, por lo que ella procedió a dejarme en mi casa para retirarse para comprar las cosas que usaría en su comida. Una vez ahí procedí a darme un baño y tratar de calmar los nervios que sufría una vez dentro de mi casa vacía.
Me sentía sumamente nerviosa, incluso pensé en llamarlo por teléfono y pedirle que no viniera, pero recordé que yo misma me negué a intercambiar números por motivo de privacidad. Mi mente no quería pero mi cuerpo decía otra cosa. La calentura aún estaba a pesar del baño anterior. Me sentía mal por mi familia pero con solo recordar lo ocurrido mis dudas desaparecían. Por fin me decidí, no había vuelta atrás, estaba dispuesta a saciar mi calentura con Francis, ese mismo día.
Después de haber dudado, me dirigí a mi habitación, pensando en que vestir, algo agradable a la vista de mi joven amante. Me coloque un sostén color rojo y una pequeña prenda íntima de encaje del mismo color, aunque aún no resolvía mi mayor pregunta, que debía ponerme. Fue ahí que recordé el vestido que me había regalado mi hija. Lo busque y luego de un largo suspiro, procedí a vestirme. Me vestí con el, quedando nuevamente igual que la vez anterior cuando me lo probé por ordenes de mi esposo. Busque las zapatillas azules que me compró mi hija las cuales me ayudaron demasiado a mi gusto. Al ser de tacón un poco alto, me ayudaron con la postura, ahora me veía más recta y elegante al caminar, pero lo mejor de todo, es que gracias a las zapatillas, mi trasero se veía espectacular, muy bien moldeado y ajustado al vestido, mis nalgas ahora estaban en una postura más elevada, lo que me hacía tener un culo más redondo y parado de lo normal. Ahora con el fleco que me habían hecho en el salón de belleza en compañía de mi hija, no se ajustaba bien al clásico peinado de cebolla con el que siempre llegó a la escuela, a lo que decidí, simplemente peinar hacia atrás mi cabello, tomar una pequeña dona para el pelo y hacerme una cola de caballo. Era un estilo muy simple pero no se me ocurrió nada más. Intenté no usar mis anteojos para verme un poco más joven, sin embargo, sentía mi vista un poco forzada al pasar los minutos por lo que me resigne a tenerlos puestos.
Baje inmediatamente a esperar sentada en un sofá, en la sala de nuestra casa hay un mueble tipo sala esquinera en U de color gris y uno pequeño enmedio para acomodar los pies, frente al televisor. Los minutos pasaban y los nervios aumentaban, me sentaba, me ponía de pie, me ponía a caminar por la sala o miraba por la ventana que da al patio de afuera. Eran tantos mis nervios que tuve que ir por un vaso de agua para tratar de tranquilizarme. En ese instante, el sonido del timbre me hizo dar un pequeño brinco del susto, alguien estaba llamando a la puerta, revise el reloj de mi muñeca y eran 3:20pm. Una sensación de miedo, nervios y emoción inundó mi cuerpo, tuve que tomar un poco de aire, calmarme un poco e ir a la puerta. Cruce el patio que divide la casa de la puerta y la abrí.
Era Francis, no supe que decir, sin embargo, reaccione e inmediatamente lo tomé de la mano y lo metí dentro de la casa cerrando la puerta rápidamente, no podía correr el riesgo que alguien lo observará entrando a mi hogar.
- creí que no vendrías, alguien te vio allí afuera; le dije un poco agitada.
- no me vio nadie, enserio lo creíste, tengo una gran razón para venir bebé; respondió Francis mientras colocaba sus manos en mi cintura para acercarme a él.
- pudiste salir sin sospecha; le dije a modo de pregunta
- le dije a mis padres que saldría a correr un poco, Kojo salió con unos amigos y fueron al cine. No te preocupes, nadie nos va a interrumpir esta tarde; respondió Francis en un tono coqueto.
Nos miramos un momento y empezamos a besarnos, era un beso tan sucio como el anterior. Nuestras lenguas se rozaban mientras entraban dentro de cada una de nuestras bocas, saboreando cada instante de aquel beso. Lo invite a pasar dentro de la casa y me dijo que iría detrás de mí. Muy emocionada, lo tomé de la mano y lo lleve conmigo dentro de la casa. Una vez ahí, nos abrazamos y volvimos a fundirnos en un largo beso, con mis manos detrás de él, empecé a acariciarlo, sintiendo los músculos de su espalda. Pero no fui la única a quien la calentura le traicionaba, las manos de Francis, que estaban en mi cintura poco a poco fueron bajando a mis caderas, acariciándome, para luego posicionarse sobre mis nalgas. Gracias a mis zapatillas, ahora mi trasero estaba más parado que antes, por lo que tenía vía libre para hacer lo que quisiera. Francis empezó a darme masajes en mi trasero por todos lados, eran masajes circulares que terminaban en apretones o pequeñas nalgadas. Estuvimos así por unos 6 minutos, en los que yo disfrutaba de su boca mientras el se deleitaba apretando y jugando con mis nalgas.
Después de darnos la bienvenida, pude notar que la ropa que tenía puesta era deportiva, un pantalón deportivo color verde, una playera roja y una sudadera blanca. No estaba vestido para una ocasión en especial, caso contrario a mi, yo me vestí de forma elegante y el como si fuera a jugar fútbol, aunque al recordar la excusa que le dio a sus padres, era obvio que estuviera así.
- que te parece mi nuevo vestido, es un poco anticuado no crees; le dije en tono cómico mientras le sonreía de forma coqueta.
- me gusta como te ves, ese peinado te hace lucir muy traviesa bebé; respondió Francis mientras se llevó una mano a su entrepierna, tratando de despertar algo en mi.
Pude notar que con unos cuantos besos y unas pocas caricias, Francis estaba empezando a excitarse, no lo culpo, eso estaba por sucederme si continuaba todo esto. En un descuido, Francis me tomó de la cintura y me dio la vuelta, para abrazarme por la espalda y presionar su cuerpo contra el mío. Sentí los mismos escalofríos que deseaba recordar al sentir como sus manos se dirigían a mis senos, al momento que los apretaba y acariciaba por encima de mi vestido. Pero eso no era todo, ya que al tener unos pantalones deportivos, la tela no es muy gruesa, podía sentir como segundo a segundo, el pene de Francis se iba poniendo duro al mismo tiempo que crecía. Eso podía sentirlo ya que al igual que el, la tela de mi vestido no era tan gruesa, sin mencionar que en ciertas partes, la tela se encontraba estirada, por lo que se hacía más delgada de lo normal.
- cuando caminaste delante de mí, vi como esas enormes nalgas se movían al caminar, lo hiciste a propósito anciana; dijo Francis hablándome al oído mientras mordía levemente mi oreja.
- me perdonas por mover mi culo enfrente de ti amor; le respondí de manera coqueta sabiendo que el ya se encontraba caliente después de estar presionando su entrepierna con mi cuerpo.
- tendré que castigarte por hacer eso; respondió Francis mientras acariciaba ahora mi estómago y mi vientre.
Me aleje de él, lo tomé de la mano y me dirigí a las escaleras que conducen a mi habitación de arriba, pero no fue así. Francis se quedó firme en donde estaba y ahora era el quien me tomaba de la mano.
- para que subir bebé; el respondió mientras me llevo al sofá en forma de U que se encontraba en la sala.
Nos sentamos y rápidamente volvió a besarme, simplemente lo abrace y me deje llevar por el momento. El dio el primer paso y puso su mano en mi muslo para acariciarlo en todo lo ancho, acto seguido baje mi mano izquierda para acariciar su abdomen, cosas que al parecer le gustó ya que durante el beso, mordió levemente mi labio inferior. Continuamos de esa manera hasta que el subió cada vez más su mano en dirección a mi entrepierna. Por instinto cerré las piernas pero el, con su mano derecha, empujaba mis muslos intentando separarlos. Decidí ayudarlo, separando mis muslos un poco y el, de inmediato, colocó su mano en mi concha por encina de mi ropa interior, acto seguido empezó a recorrer todo el lugar con caricias y pequeños masajes en círculos, todo eso con la intención de provocarme.
Me acomode en el sofá y coloque mi pierna izquierda sobre el muslo de Francis, el sin vacilar, volvió a acariciarlo desde la rodilla hasta mi entrepierna, apretándolo levemente todo el tiempo. Me sentía bien así como mi calentura iba en aumento minuto a minuto. Después de un tiempo, Francis se detuvo, me dio un largo beso mientras me tomó con sus fuertes brazos para ponerme de pie, acto seguido me empujó hacia abajo quedando prácticamente arrodillada ante él. Francis se acomodó en el sofá mientras se quitaba la sudadera.
- vamos anciana, hazlo tú misma; dijo Francis mientras se abría de piernas sentado frente a mí.
Sin tardar demasiado, dirigí mis manos al cordón de sus pantalones deportivos para aflojar la parte superior del mismo, coloque ambas manos en la parte superior y después de unos segundos tratando de tranquilizarme, tire hacia abajo. La sorpresa fue mayúscula ya que al bajar la parte superior de su pantalón deportivo, su enorme miembro salió liberado justo frente a mi cara, como si hubiera estado detenido un largo tiempo. Esa cosa estaba ahora frente a mi, dando pequeños espasmos al mismo tiempo que se tambaleaba de lado a lado. La vista me encanto, era surrealista, su miembro estaba justo ahí, casi completamente recto, oscura, recta, adornada por incontables venas las cuales se iban multiplicando con cada segundo y ese enorme glande apuntando a mí.
Sin pensarlo 2 veces, coloque mis manos sobre los muslos de Francis e introduje la punta de su pene en mi boca, el hizo un pequeño movimiento hacia atrás, al tener su pene sensible y sentir mi boca, pero casi de inmediato, empujó hacia arriba, introduciendo su glande dentro de mí boca, la cual la abrí lo más posible para que pudiera entra. Una vez dentro, procedí a bajar mi cabeza lentamente, deseaba sentir cada centímetro en mi boca, Francis se recostó un poco en el sofá, disfrutando de la mamada que le estaba dando. La saque de la boca e inmediatamente empecé a pasar la lengua de arriba a abajo y viceversa. Francis daba pequeños gemidos, eso me provocaba aún más, al punto de dirigirme a sus bolas a lamer y succionar, una a una las introduje a mi boca mientras jugaba con ellas usando la lengua, en ese momento, Francis coloco una mano detrás de mí cabeza, en señal de que estaba disfrutando de lo que hacía.
Minutos después, el hizo un movimiento indicando que me detuviera, acto seguido me tomó de las manos y me sentó en el sofá, para recostarme lentamente. El se colocó de pie y se quito la playera, mientras se agachaba en dirección a mí. Con sus manos tomó mi ropa interior por debajo de mi vestido y empezó a tirar hacia abajo, intentó quitarla pero no pudo, ya que había quedado atascada en mi tacón izquierdo. No sé si fue planeado o por desesperación que no pudo quitarla, pero volvió a subirla, quedando ahora enrollada en forma de un aro sujeta a la mitad de mi muslo izquierdo. Francis se colocó enmedio de mis piernas, pasó sus manos por debajo de mis muslos y empujó su cara contra mis partes íntimas, una sensación de hormigueo recorrió mi vientre al sentir la boca y la respiración de Francis en mi intimidad. Parecía un experto en eso, usaba la lengua para lamer mis labios vaginales así como poner la boca justo en la raja de mi concha para introducir la lengua y sacudirla en mi interior. Mi calentura iba en aumento producto del sexo oral que me estaba dando, al punto de bajar mi mano derecha para masturbar mi clítoris mientras que con la izquierda me apretaba los senos.
Después de un tiempo, dejó de hacer eso, para ahora incorporarse un poco e introducir 2 dedos en el interior de mi vagina. Coloque mis 2 manos en mi busto para masajear mis senos sobre el vestido, dejando a Francis ocuparse de ahí abajo. El coloco su mano izquierda sobre la grasa de mi vientre por encima del vestido al mismo tiempo que flexionaba sus dedos, masajeando mi interior con ellos. Yo estaba en el cielo gracias a eso, era lo que estaba esperando toda la mañana. A los pocos segundos, dejó de hacer eso y colocar sus dedos de manera recta, al mismo tiempo que movía su mano derecha con una velocidad increíble. Mis gemidos aumentaban producto de la velocidad con que Francis masturbaba mi concha, al grado de poder escuchar la humedad de mi vagina sacudirse por la velocidad de sus dedos. Rápidamente tomé una almohada del sofá y la coloque en mi rostro, temiendo gritar pero Francis se detuvo antes de que hiciera eso. Francisco decidió usar sus manos y separar mis labios vaginales para observar el interior de mi vagina, ahora húmeda producto de su lujuria.
- tienes el interior color rosa anciana; dijo Francis mientras tenía la mirada fija al interior de mi maltratada vagina.
- deja de decir eso, es asqueroso; le respondí mientras la vergüenza me invadía de tener a un joven, en medio de mis piernas observando mi intimidad sin ninguna clase de respeto.
Francis se puso de pie, no se en que momento se había desecho de su pantalón deportivo, tal vez en el momento que no preste atención cuando el me masturbaba. Ahora quedando solamente con su calzado, se acercó nuevamente a mi, colocó su muslo izquierdo debajo del mío y con su mano en mi tobillo, levantó mi pierna derecha apoyándola en el lado izquierdo de su hombro. El tomó su pene, ahora totalmente erecto y lo acercó a mí, con su mano derecha lo tomó y comenzó a golpear mi concha con su pesado glande como si se tratara de un mazo. Podía sentir el peso de su miembro al momento que lo dejaba caer sobre mi, haciéndome saber lo que me esperaba.
Con su mano en su pene, presionó su glande contra mi clítoris y fue bajando por toda la raja de mi concha para volver a subir, lo hizo unas 4 veces para detenerse justo en medio y presionar contra ella. La misma sensación de hormigueo me invadió al sentir como su glande volvía a separar mis labios vaginales y adentrarse en mi intimidad. Poco a poco fue adentrándose para detenerse por la mitad, fue ahí cuando empezó con un movimiento lento, metiendo y sacando, tratando de separar las paredes del interior de mi vagina antes de querer ir más adentro. Solo podía disfrutar eso, ese movimiento lento hacia que pudiera sentir cada centímetro de él. Después de un tiempo, con su mano izquierda, presionó mi rodilla, pegando mi pierna a su torso, mientras que con la derecha sujetaba mi muslo, aferrándose a él, no tuve tiempo de reaccionar al momento de sentir como empujaba su hombría más adentro que antes. Un fuerte gemido salió de mi boca al tiempo que Francis empezó a martillar mi vagina sin contemplaciones.
- idiota, me vas a romper, más despacio; le grite, pero el tonto ni siquiera me escucho o no quiso hacerlo.
El tenía sujeta mi pierna con fuerza y no pensaba soltarse, después de unos segundos, el dolor desapareció y un gran placer lo reemplazo, ahora era yo quien no quería que se detuviera, todo lo contrario, deseaba que aumentará su rudeza conmigo. Cosa que terminó haciendo. Dejó caer mi pierna para acomodarse sobre el sofá, colocar mis piernas a ambos lados de su cintura y empezar una serie de fuertes embestidas en la posición del misionero. Mis gemidos iban en aumento al igual que los movimientos de Francis, no se tomaba el tiempo para sostenerse, ya que el sofá le ayuda a a mantener el equilibrio, solo se limitaba a sostener mis rodillas, evitando que cerrará las piernas, cosa que no pensaba hacer.
- Tienes la vagina muy apretada anciana; murmuraba Francis mientras continuaba por un par de minutos más, antes de detenerse y sacar su pene de adentro de mi cuerpo. El estuvo haciendo eso por unos momentos, metía su pene y un par de embestidas lo sacaba para observar la escena. Al final lo hizo, pero esta vez no volvió a meterlo.
No supe porque hizo eso hasta que se paro frente a mi, colocando su pene cerca de mi rostro en una clara señal de que quería una mamada. Sin pensarlo, tomé su pene con mi mano izquierda y lo dirigí a mi boca, el solo saber que tenía el sabor de la humedad de mi vagina, hacía que eso fuera una de las cosas más excitantes que había hecho. Estuve saboreando el gran miembro de Francis unos segundos antes de incorporarme y continuar con la diversión. Rápidamente me puse a cuatro patas sobre el sofá, ahora mi vestido estaba enrrollado en mi cintura, dejando totalmente al descubierto mi culo frente a Francis, el se quedó observando la escena, así que decidí calentar la sala un poco más. Moviendo mis caderas de lado a lado, y pasando mi mano derecha por debajo de mi vientre, separe parte de mis labios vaginales usando mis dedos, enseñándole a mi alumno parte del interior de mi vagina, invitándolo a montarme nuevamente.
- que sucede chico, el culo de tu maestra te asustó; le dije en un tono fuerte mientras continuaba moviendo mi trasero, tratando de provocarlo aun más.
- me encanta tu culo anciana; respondió Francis mientras colocó una mano sobre mi trasero y con la otra dirigió su gran verga de nuevo a la raja de mi concha.
Sin pensarlo, volvió a meter su verga dentro de mi vagina, tomando con su mano izquierda mi cola de caballo y tirando mi cabeza hacia atrás, mientras que con la mano derecha se sujetaba con fuerza a mi cintura, soltando su mano solamente para darme fuertes nalgadas mientras disminuía la velocidad para tomar aire y golpear con fuerza una vez recuperado. Me sentía demasiado caliente, la sala estaba inundada con un fuerte olor a sexo así como por el sonido producto de mi gordo culo al chocar con violencia contra las fuertes caderas de Francis, me encontraba experimentando en carne propia la gran resistencia de los africanos en el sexo, averiguando lo que un negro puede hacer.
Mi cuerpo no tardó mucho tiempo antes de rendirse por completo y comenzar a disfrutar del placer que mi joven alumno me estaba dando, realmente quería ser brutalizada, ya estaba cansada de la monotonía de mi vida, necesitaba divertirme, y Francis tenía la solución a mi problema.
- aaahh seeh, maldito negro feo, folla mi vieja concha con esa magnífica verga negra; no creí que yo estuviera diciendo esas cosas tan vulgares, pero en ese momento, mi instinto de hembra hizo a un lado mi actitud de mujer.
- aprietas muy bien por dentro zorra, este será tu castigo por usar un vestido tan ajustado; respondió Francis mientras se sujetaba ahora en mis caderas, mientras trataba de ir más profundo dentro de mí, cambiando la dirección de sus embestidas, buscando el ángulo perfecto para poder hacerlo.
Finalmente, el maldito bastardo logró encontrar el ángulo perfecto para llevar a cabo su fechoría. Se sostuvo con ambas manos de los tacones de mis zapatillas, inclinándose de abajo hacia arriba y empujar con fuerza, tuve que sostenerme del sofá para no caer a un costado, debido a lo bruto de sus golpes. Mi sala ahora estaba inundada con los sucios sonidos de mis gritos y el brutal plop plop plop resultado del choque de mi culo contra las fuertes embestidas de Francis. Entre uno y otro, no sabría decir cual era más fuerte, parecía una competencia entre ambos sonidos por ver quién era el más ruidoso. No podía comprender como Francis continuará con el mismo ritmo que antes y detenerse sólo unos minutos para continuar, era realmente increíble.
- Si bastardo, ¿esto es lo que querías? ¿Follar la concha de tu maestra? ¡entonces follala maldito negro!. Le dije mientras pujaba, tratando de impedir que la gran verga de Francis permaneciera mucho tiempo tan adentro, era una tarea difícil, ya que mientras trataba de impedir su profundo avance, el tonto empujaba más duro.
- no sabía que fueras tan puta, sólo eres una anciana adicta a vergas negras; respondió Francis mientras daba los últimos empujones antes de soltarse y ponerse de pie, liberando su miembro de mi interior.
Francis se puso de pie a un costado de mi, mientras azotaba mi trasero, observando como mis gordas nalgas se ondulaban al recibir sus fuertes palmadas. Coloco una mano sobre mi, mientras introducía un dedo dentro de mí ano, sentí un escalofrío muy intenso recorrer mi columna vertebral al instante de flexionarlo dentro. El infeliz empezó a hacer movimientos circulares así como meterlo y sacarlo, lentamente. No podía creer que hiciera eso, ni siquiera mi esposo lo había hecho y ahora, ese negro estaba hurgando mi culo con total normalidad.
- oye infeliz, ese es el agujero equivocado; le dije mientras me daba vuelta para verlo.
El solo sonrió mientras sacaba su dedo y se sentaba en el sofá con las piernas extendidas.
- tranquila profesora, aun no estas lista para eso, ahora súbete arriba; respondió mientras se másturbaba al observarme.
Me di vuelta y me senté a su lado, observaba su enorme pene el cual parecía inflamado, mientras su mano subía y bajaba por todo lo largo y ancho de su miembro tan viril. Parecía estar hipnotizada, no podía ver otra cosa que no fuera su gran verga negra, la vista era muy grotesca y decidí inclinarme hacia abajo, comencé a chupar ese trozo de carne oscura que tenía enfrente. Francis colocó su mano izquierda sobre mi espalda mientras se relajaba en el sofá. La disfrutaba como si fuera una deliciosa paleta, su glande lo chupaba como si de un caramelo se tratará, podía escuchar los gemidos de Francis lo que me ponía más cachonda al saber que le gustaba lo que hacía. Yo estaba concentrada chupándole el miembro, cuando con la misma mano que tenía en mi espalda, la coloco en la parte superior de mi trasero, acariciándolo un poco.
Luego de unos segundos, me incorporé y me puse de pie frente a él, no podía pensar con claridad, en mi mente solo había lugar para Francis, o mejor dicho, para la inmensa herramienta que tenía entre las piernas. Subí al sofá, apoyándome sobre mis rodillas y colocando cada muslo a un costado de su cintura, dejando a Francis atrapado en medio de mis piernas. Tomé su pene y con mi mano y lo coloque en la entrada de mi ansiosa vagina. Pero Francis no dejaría que yo tomará la iniciativa, ya que una vez estando en posición, me tomo de la cintura y empujó hacia arriba, clavando nuevamente su gran pene dentro de mi. No pude hacer otra cosa que dar un grito y maldecirlo, ya que a pesar de haber recibido su pene con anterioridad, su longitud y grosor lo hacían algo complicado de tomar.
- tu concha esta hecha un río, ya le tomaste gusto a mi verga negra, sabía que eras una perra vieja; dijo Francis mientras me tomaba por la parte trasera de mis muslos y empezaba a martillar mi vagina de una forma que parecía estar poseído.
- Dios, me voy a venir, me voy a venir con tu asquerosa verga adentro, ooohh no pares; no tenía lugar para pensar en otra cosa, ese infeliz me estaba follando de una forma tan rica, que en un par de ocasiones, pude sentir como su pesado glande presionaba con furia mi cérvix, tratando de perforarlo. Eso nunca en más de 40 años de casada había experimentado, no había comparación entre mi esposo y ese sucio negro.
La amable y respetuosa esposa había desaparecido en aquel instante, para convertirse en la amante de ese joven, el ambiente era sumamente agitado. Tanto Francis como yo no pensábamos perder ante el otro, tratábamos de soportar la sensación de correrse, no si antes hacer que se corra el otro, como si fuera una especie de competencia. Francis parecía un robot, no se cansaba, por el contrario, estrellaba sin clemencia su cuerpo contra el mío mientras su dura y recta verga pinchaba la entrada de mi útero una y otra vez.
- Oh Dios, no sabes como me encanta todo esto, no puedo dejar de rebotar sobre tu verga aaahhhh se siente tan bien, me voy a venir; realmente estaba excitada al montar a Francis, la sensación de profundidad que me estaba dando era simplemente increíble.
- si perra, sigue rebotando, ya casi termino; respondió Francis mientras su respiración era muy rápida, producto del gran esfuerzo que estaba dando al follarme.
La calentura que tenía terminó por ganarle a la cordura, me incorpore un poco y apoyándome con mis zapatillas, presionando los tacones con fuerza sobre la esponja del sofá, me coloque en cuclillas. Incline un poco mi cuerpo hacia adelante y sin titubear, empecé a cabalgar con todas mis fuerzas, dejando caer mi culo con todo su peso, perforando mi vagina con la gran verga negra de Francis, la cual podía sentir que tenía pequeños espasmos mientras lo montaba con furia.
- me romperás la verga vieja puta; decía Francis mientras cerraba los ojos y apretaba los dientes, rugiendo como una auténtica bestia, tratando de soportar mi peso al caer sobre él.
- Qué sucede, acaso ya no puedes, eres un fanfarrón; le dije mientras me deje caer para mover mis caderas hacia adelante y atrás con la mayor rapidez que pude. Disfrutando cada parte de ese enorme miembro que estaba ahora oculto dentro de mi concha.
Francis deslizó sus brazos por detrás de mis muslos, colocando sus manos por debajo de mis rodillas y poniéndose de pie. Tuve que abrazarlo por el cuello, sosteniéndome con fuerza para evitar caer, dio unos pasos al centro de la sala, manteniéndome en el aire, para luego empezar a martillar con fuerza mi vieja concha. Podía sentir las resaltadas venas de su verga, rozar las paredes internas de mi vagina mientras revolvía mi interior cada vez que metía y sacaba su largo y grueso miembro.
- me has dado malas calificaciones en la escuela, que calificación le das a mi verga; dijo Francis mientras me mantenía en el aire con fuerza.
- oh Dios no lo sé, ni siquiera puedo pensar bien; fue lo único que pude decir, no podía pensar con claridad teniendo esa rica verga dentro de mí.
- entonces tendré que esforzarme más, toma puta; respondió Francis mientras me sujetaba con fuerza al mismo tiempo que sus embestidas mantenían el mismo ritmo violento del principio.
Lo único que podía hacer era sostenerme con fuerza y aguantar la gran follada que me estaban dando. Después de unos minutos en esa posición, me llevó al centro de la sala y me recostó sobre el sofá pequeño del centro. Ahí, me follo en la mejor pose del día. Coloco su pierna izquierda por encima de mi pierna derecha, acomodándose hasta quedar ambos en la pose que llaman tijeras. En esa posición, Francis podía ir profundo y duro, golpeando mi cérvix con la cabeza de su verga ahora más constante, haciendo pausas para detenerse y presionarla a manera de acostumbrarla para algo.
El se sostuvo alrededor del pequeño sofá para continuar con sus golpes, mi maltratada vagina solo podía soportar ese castigo al que Francis le estaba dando. Ese cretino no se detenía, estaba decidido a ir hasta el final. Mis gemidos poco a poco se convirtieron en gritos al poder sentir como al pasar el tiempo, golpeaba la entrada de mi útero de forma constante y pesada, me sentía realmente a punto de enloquecer, mi mente estaba casi en blanco, ese pequeño bastardo me estaba dando una verdadera paliza.
- voy a correrme, en verdad voy a correrme; fue lo único que pude articular en medio de gritos y gemidos, nunca creí que las palabras que salieron de mi boca, iban a motivar a Francis a perder el control.
- correte con la verga de tu alumno zorra; respondió Francis mientras rugia con fuerza mientras contenía el aire por un momento mientras empujaba con fuerza.
A los pocos segundos, el cambio de postura, quedando nuevamente en el misionero, colocando una mano en mi cintura y otra en mi vientre, al mismo tiempo que su velocidad disminuyó notablemente, pero aún estando dentro de mi. Era notable su cansancio pero su pene aún seguía muy duro, el continuó de esa forma con su mete y saca un tiempo más antes de sujetarse a mi cintura y embestir nuevamente con todas sus fuerzas. Ahora mis gemidos eran más agudos y fuertes, un leve dolor surgió en el fondo de mi vagina, ya había golpeado mi cérvix antes, pero ahora lo hacía un poco más intenso. Intentaba decirle que se detuviera y lo sacara, pero no podía articular palabra alguna debido a la intensa penetración que me estaba dando. Mi mente decía que no, pero a mi cuerpo le encantaba, mi rodillas se flexionaron, acercando mis muslos a mi cintura, mientras mis piernas se separaban por si solas. Permitiendo que ese rufián se pudiera acomodar en medio y golpear con total tranquilidad.
Lo único que pude hacer fue abrazarlo, mientras mis piernas se entrelazaron a su cintura, sujetándose con fuerza, no pensaba soltarlo hasta que terminará lo que había empezado. El de igual forma me abrazo con fuerza colocando su cara al lado de la mía mientras susurraba a mi oído.
- lo siento por tu esposo, pero un negro se va a venir adentro de su esposa; dijo Francis susurrandome al mismo tiempo que besaba mi oído izquierdo.
Era realmente vergonzoso que una mujer de más de 60 años perdiera ante un jovencito. Por más que trataba, no podía resistir por mucho tiempo sus salvajes penetraciones.
- adelante papi, dámelo, dame toda la leche que tengas; le dije mientras lo tenía abrazado, en ese momento mi cuerpo solo quería una cosa, el espeso semen de sus bolas negras.
Francis me abrazo con fuerza y me dio un fuerte empujón que me hizo dar un grito que rápidamente fue callado, ya que el coloco una mano en mi boca para silenciarme. El orgasmo que tuve en ese momento me hizo perder la poca cordura que tenía. Podía sentir como su ancho glande presionó la entrada de mi útero soltando una buena carga en lo más profundo de mi anatomía. Era cálido, espeso y se expandía en todo mi interior. Francis mantenía su mano en mi boca, asegurándose de que no hiciera ruido alguno, ya que gran parte del tiempo no paraba de gemir o gritar por culpa suya.
- eres una vieja blanca muy ruidosa; dijo Francis mientras permanecía sobre mí, presionando con fuerza su pene mientras este no paraba de escupir toda la leche que tenía guardada.
Me quedé inmóvil mientras ese bastardo vacíaba él contenido de sus bolas dentro de mí agotada vagina. Estaba realmente agotada. Aprovechando los segundos que Francis se detuvo para poder tomar un respiro. Pará cuando Francis se incorporó, trate de ponerme de pie, cosa que él me lo impidió. Separó nuevamente mis piernas pero en vez de follarme, solamente metió un par de dedos para agitar rápidamente mi concha con ellos. Yo me encontraba muy sensible por lo que no tardó mucho tiempo en hacerme venir otra vez, aunque en ésta ocasión, fue un orgasmo pequeño
A los pocos segundos, el me tomó y poniéndome de rodillas frente a él, presionaba su pene contra mis mejillas. Lo mire fijamente y abrí mi boca, el metió su pene y una vez más ahí estaba yo, dándole una mamada a mi alumno. No tardó mucho tiempo para que Francis volviera a gemir, pero en esta ocasión, tomó su pene con sus manos y lo acercó a mí rostro. Corriéndose sobre mis lentes, manchando los cristales con su semen, nublando mi visión. Me quite los lentes y procedí a lamerlos, devorando los rastros del semen de Francis, dejándolos limpios.
Una vez hecho eso, me puse de pie y nos dimos un último, en señal de satisfacción. El me pidió un poco de agua y le dije por donde quedaba la cocina mientras me quede sentada en el sofá para descansar un poco después de esa dura sesión de sexo. Por un breve momento, pasó por mi mente lo que había hecho. Invité a mi hogar un alumno el cuál vería todos los días y obviamente no me tendría el mismo respeto después de haber enterrado su miembro dentro de mi orificio más íntimo.
El regresó con su vaso de agua para sentarse a mi lado, mientras me decía si estaba satisfecha, a lo que le respondí con una sonrisa que eso había estado genial, así que le propuse que a partir de ese día, estudiará mucho para poder pasar los exámenes finales, a cambio, le daría un obsequio. El sonrió diciendo si yo era el regalo, a lo que le dije que eso lo sabría después de los exámenes.
Después de unos cuantos besos, el empezó a vestirse ya que no sería creíble para sus padres la historia que les había contado si llegaba más tarde a su hogar. Lo acompañe a la puerta de la casa y, revisando que nadie observará, se marchó.
Regrese adentro, se senté en el sofá descansando un poco, para luego preparar el baño y me darme una ducha para quitarme todo ese olor a sexo que estaba impregnado en mí. Después de colocar aromatizantes y limpiar la sala, hice algo para comer y me puse a ver un poco de televisión. Fue que llamaron a la casa, era mi hija quien había comprado una cena (tacos, quienes son de México, saben que hay de diferentes sabores por lo que no te cansas de ellos) y de paso hablarle a su padre por un favor, ya que me comentó que no entraban las llamadas y quería hablar al teléfono de la cabaña (ella no lo tenía y yo si). La invite dentro, charlamos un poco y me puse un poco nerviosa cuando me pidió que le mostrará como se me veía puesto el vestido que me había obsequiado. No podía hacerlo, posiblemente tenía pequeños rastros de semen sin mencionar el intenso olor a sexo, invente una excusa que resultará algo convincente para no enseñarselo. Tiempo más tarde, después de hablar con su padre y cenar conmigo se marchó, me propuse a relajarme. Ya en mi cama, la calentura me provocaba insomnio al recordar la intensa follada que ese africano me había dado. Mi vieja concha no tardó en volver a arder de lujuria al recordar a Francis, tuve que recurrir a "masajearme" con las almohadas por un tiempo para tratar de apagar ese calor en mi entrepierna, una vez termine de tocarme, cansada, traté de dormir .
Al día siguiente, mi esposo llegó con un canasto de huevos del rancho (tenemos gallinas ahí) para el consumo de la casa. Después de charlar y dejar pasar el tiempo procedimos a cambiarnos para ir a la fiesta de nuestra hija. Me puse nuevamente el vestido no sin antes bañarlo en perfume pues me olvide lavarlo para quitarle todo rastro de olor que hubiera quedado del encuentro con Francis. Me coloque la chalina y me subí al auto. Mi esposo me preguntó por la chalina a lo que le dije sentía más comodidad usándola.
Una vez en la fiesta de mi hija, procedí a divertirme, mi hija estaba encantada por verme usar el vestido y zapatillas que me había comprado. En todo momento no me quite esa chalina, para que nadie notará la parte trasera del vestido, ya que sería demasiado vergonzoso para mí.
Todo transcurrió con normalidad, una vez en el auto, de regreso a casa, mi esposo venía contándome sobre la casa, (en el rancho hay una pequeña cabaña) y cosas por el estilo. Fingía ponerle atención cuando en realidad mi mente estaba inundada de imágenes de Francis desnudo, su manera de follar, etc. Sabía que al día siguiente, tendría que volver al trabajo, esos 2 ahí estarían, pensaba en cómo llevaría la situación con ellos, me encantaban, pero no quería que pensaran que era una especie de prostituta, mi mente voló por los cielos pensando multitud de escenarios posibles y una sensación de morbo se apoderó de mi, al pensar si habría una tercera ocasión para divertirme con esos jóvenes que se habían apoderado, no sólo de mi cuerpo, sino de mi mente también.
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