You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

El problema de los seis cuerpos (4)

Capítulo 1, Capítulo 2, Capítulo 3

Dani me sorprendió cuando demostró que aceptaba mi propuesta. El lunes vino a mi casa, pasado el mediodía, con su cuerpo femenino, y se ofreció a prepararme la comida. De modo que yo se lo agradecí con una comida. De su coño, durante el rato de la siesta antes de volver a trabajar. Cuando por fin terminé, nos pasamos dos horas follando. Primero con ella sobre mi, probando el anal en esa posición. Luego hicimos el misionero. Y por último volvió a ponerse en cuatro para mi, reconociendome que le gustaba que la hiciera “mi perrita”. No usamos el condón en toda la tarde.

No se quedó a dormir, de modo que el martes regresó a mi casa, esta vez como Daniel. Había sobrado comida del día anterior, de modo que después de comer, aprovechó el rato de la siesta para hacerme una buena mamada. Me corrí en su boquita y luego le dejé dormir para yo seguir trabajando. Cuando terminé, ya me estaba esperando con el culo ofrecido, y se había ido dilatando “para que no pierdas el tiempo”, me dijo. Así que con mucho cuidado, le follé el culito durante un buen rato, y luego intercambiamos pajas mientras veíamos una porno en mi televisor. Cuando estábamos satisfechos, optamos por salir a tomar algo y nos cenamos una ración en un bar.

El miércoles vino con ganas de más. Se presentó en mi casa como Daniel, pero mientras yo trabajaba, se convirtió en Daniela y me hizo una mamada por debajo de mi escritorio. Menos mal que no tengo la web-cam puesta en casa, pero tuve miedo de que alguien me escuchara gemir cuando me tuve que conectar a una reunión. Después de comer volví a follarle, esta vez como Daniel, pero él tumbado en el sofá y con las piernas al aire. Al terminar mi jornada, se subió sobre mis piernas convertida en Daniela y empezó a rebotar con ganas sobre mi picha mientras yo le estrujaba las tetas. Luego volvió a convertirse en Daniel y me pidió ir a la cama, donde se quedó tumbado con el culo ofrecido. Aquella posición era más cansada para mi, pero lo pasamos de maravilla mientras le follaba y le besaba el cuello. Y, por último, se volvió a convertir en Daniela. Me ofreció un rato su culo, a condición de terminar con sexo vaginal, lo cual significaba correrme dentro de ella y por supuesto que acepté. Después de eso fuimos a dar un paseo por el parque y la acompañé a su casa.

Por eso me extrañó no saber de Dani durante el jueves, especialmente porque yo tenía menos trabajo. Le mandé un par de mensajes, pero no me respondió, de modo que le llamé cuando se acercaba la hora de comer.

“Dani…”

“Dime, JP”, preguntó con tono triste.

“¿Te pasa algo?”

“No me encuentro bien…”

“¿Y eso?”

“No lo sé…”

“Oye, si quieres, me paso a verte y…”

“No, no hace falta”

“Pero…”

“Voy a descansar, ¿vale?”, dijo. Y colgó.

Joder, qué cosa más rara. Miré el reloj. No, no me daba tiempo a ver qué le pasaba… pero podía saltarme la hora de comer y terminar un poco antes. De modo que reservé un taxi para que me esperase justo cuando terminase la jornada. Avisé a mi jefa, indicándole que había tenido un problema. No me puso objeciones, de modo que terminé una hora antes y corrí a la calle, donde el taxi ya me esperaba.

Fui a llamar al portero de Dani, pero justo salía un vecino, de modo que entré al portal. No lo conocía, pero ya me había dado el piso y la letra, así que subí para allá. Por escaleras, porque no tenían ascensor. Y eran 4 pisos. Así que fui con calma para no cansarme mucho. Llamé al timbre. Y Dani me abrió la puerta. Tenía su cuerpo masculino, y una expresión de…

“Dani, ¿has llorado?”, pregunté.

“No”, respondió, con la voz tomada por el llanto. “¿Qué haces aquí?”

“Me has preocupado. Venía a ver cómo estabas”

Se echó a un lado y me llevó por su casa, que era un piso clásico con un largo pasillo, hasta llegar a su dormitorio.

“¿Estamos solos?”, pregunté.

Dani asintió, y se echó a llorar de nuevo sobre su cama. Me tumbé a su lado, e intenté consolarlo. Pero…

“¿Me apartas?”, pregunté sorprendido.

“Sí”, respondió. “Qué más da… si lo nuestro se va a acabar…”

“¿Por qué tiene que acabar?”

“Porque ya va a volver Valentina”, suspiró. “Ella es una chica completa, no como yo, que me tengo que transformar para que me hagas caso. Ella no necesita que se la chupes, ni te pedirá follarte, solo se abrirá de piernas, y a mi eso me duele, JP…”

“Espera, espera, espera. Yo no pensaba darte de lado por Valentina”, respondí. “Obviamente, quiero pasar tiempo con ella, pero no quiero dejar de verte. Me lo he pasado de maravilla estos días contigo y no quiero perder eso”, me había tumbado frente a él y le acariciaba la mejilla. “Si quieres seguir en mi vida, yo quiero que sigas”

“Eres muy dulce diciendo eso. Pero…”

“Ya. La reciprocidad. Lo siento”, dije.

“JP…”

“No pensé en ello. Simplemente, te veía poner esas caritas de felicidad cuando follábamos, que no pensé que querrías hacérmelo tú”, reconocí. “Pero tienes derecho a querer hacerlo…”

“Pero tú no quieres…”

“Eso es mentira”, respondí. “¿Recuerdas que te hablé de la universidad? Bueno. En realidad yo ahí tenía una follamiga. Una chica que era muy tóxica, en realidad. Solo me llamaba cuando necesitaba alguien para follar con urgencia. Y yo no sabía negarme. Y probablemente no lo hubiera hecho de no ser porque se equivocó mucho conmigo”

“¿Qué hizo?”

“Me propuso experimentar. Lo que finalmente resultó ser que quería encularme con un strap-on. Intenté tolerarlo, pero fue muy desastroso. Se le daba de pena”, reconocí. “Dijo que vale, que había otras formas… y a los pocos días me llamó a su habitación. Me esperaban ella y otro follamigo suyo. En pelotas, y él la tenía más grande que yo. Pretendía primero que yo se la chupase a él, con la intención de que su amigo la enculase. Y luego, a mi”

“Hostias…”

“Me fui de allí, la evité el resto del curso, y por suerte, no volví a verla. Tú has sido el único chico con quien me he sentido cómodo en la cama”, reconocí. “Sé que he metido la pata contigo, pero si estás dispuesto a perdonarme, quiero disfrutar contigo como lo haces tú conmigo”

“En realidad, te he perdonado cuando has llamado a mi puerta”, dijo en tono mimoso. “Y que digas eso me quita la tristeza. Pero ¿de verdad quieres probar? ¿No te presiono demasiado?”

“Claro que no”

Nos besamos lentamente sobre su cama mientras me iba quitando la ropa. Dani intentó desnudarse, pero le retuve. Quería jugar un poco más con él. Darle una buena experiencia. Aunque admito que estar desnudo con él vestido me ponía un poco nervioso por la desventaja. Pero aguanté hasta que toda mi ropa estaba en el suelo, y le pedí ponerse en pie.

Con cuidado empecé a levantar su camiseta, y según tiraba de la tela hacia arriba, iba dándole suaves besos. Por la tripa, por el pecho, por el cuello cuando se la hube quitado por completo. Acaricié sus costados mientras volvía a bajar por su cuerpo, y me quedé a la altura de su ombligo mientras le desabrochaba la bragueta, de rodillas. Cuando por fin me pude deshacer del pantalón, me fijé en su bulto. Parecía más grande que cuando le había paseado. Y mi corazón… palpitaba por la excitación. Mi picha estaba completamente dura. Pero primero le debía una dosis de placer.

Le acaricié el bulto con cuidado, sintiendo como terminaba de formarse su erección aún tapado. Creo que Dani gemía mi nombre pero en ese momento no le escuchaba. Suavemente, tiré del elástico del bóxer, y le quité la prenda. Su erección se liberó apuntando directamente hacia mi cara.

“JP… no quiero que sigas si no estás seguro”, me avisó Daniel.

“¿Seguro de qué? ¿De esto?”, pregunté mientras le hacía una paja, con su picha dirigida a mi cara. Aquello no tenía nada que ver con lo que mi “exfollamiga” me había intentado hacer. “¿O de esto quizá?”, bromeé antes de probar a darle un beso en la punta. Le oí suspirar. Probé su glande con la lengua. Y bueno, era… curioso. No era un sabor desagradable. Ni intenso. Le di otro besito, volví a probarla con la lengua. Primero la punta, luego la recorrí entera, y otra vez la punta. Otro beso, sin separar esta vez los labios de su picha.

Me la fui introduciendo en la boca poco a poco. Me ayudaba con la mano, haciéndole una paja y marcando hasta donde me la podía meter. Probé a succionar. Probé a tenerla en la boca y acariciar su glande con la lengua. Probé a chupársela imitando el movimiento de labios y de cabeza de un beso. Miré hacia arriba, y Dani tenía la cabeza echada para atrás, suspirando.

“Slurp… aaaah…”, suspiré. “¿Te da vergüenza mirarme?”, pregunté a Dani mientras le hacía una paja.

“No te quería incomodar…”, dijo, sin bajar la mirada.

“Pero querías esto”, le recordé. “Venga. Disfruta del espectáculo, si te gusta como te lo hago”

“Claro que me gusta”, respondió y miró hacia abajo. Nuestros ojos se cruzaron justo cuando abrí la boca y se la volví a chupar. “Espera, JP… me corro… me voy a correr…”

Ya te he oído, pensé mientras cerraba los ojos y me preparaba para que eyaculase. Le hice la paja más rápido, sin ir más rápido con mi boca. Noté como su cuerpo temblaba, y supe lo que venía a continuación. Un chorrito de su lefa llenando mi boca, impregnando mi lengua con su sabor. Y un segundo chorro. Y uno tercero, más flojo. Y sin pensarlo, tragué, antes de sacarme su polla de la boca, y un cuarto chorro me manchó la cara.

“Cof… cof…”, tosí. “Joder…”

“¡JP!”, exclamó Dani, y se arrodilló en el suelo a frente a mi.

“Tío, que hemos follado como conejos estos días. ¿Cómo te puedes correr tanto?”

“Igual que tú…”, bromeó, nervioso. “¿Estás bien? Te avisé de que me corría…”

“Lo sé. ¿Te ha gustado?”

“¿A mi?”, preguntó azorado. “Tío, me la has chupado mejor que mi novia… ¿seguro que he sido tu primer chico?”

“Me acordaría si no”, respondí, y nos reímos.

“Y… ¿qué opinas tú? De chuparla”, preguntó con la voz temblando.

“Es raro. Es decir, no tiene el sabor que le encuentro a comerme un coño”, expliqué. “Pero… tenerla en la boca era agradable. Y me excitaba darte placer”, reconocí.

“¿Y el lefazo?”

“Pues lo más parecido había sido cuando te daba los besos blancos… y creo que tiene mejor sabor que el mío. Como más dulce, no sé. No ha sido desagradable. Aunque no esperaba… tanto”

“Ya, perdona”, volvió a disculparse. “Bueno, y ahora…”

“¿Vas a follarme?”

“Oh… pensaba devolverte la mamada…”

“No tienes que hacer eso. Además, tenías ganas de hacerme el culo, ¿verdad?”, sugerí.

“Sí… sube a la cama, JP”, dijo Dani, animándose. “Voy a follarte”

Agradecí subir al colchón, mientras mi amigo sacaba una botella de lubricante. Pensé en ponerme en cuatro, pero en una actitud que yo no solía verle a Daniel, me hizo darme la vuelta. Me puso bocarriba, y separó mis piernas. Mi picha, que estaba muy dura todavía después de haberle dado tanto sexo oral, se sintió aliviada cuando me hizo una paja.

“Ya que no te la voy a chupar, al menos relajarla un poquito”, comentó Dani. Se paró, solo un momento, para lubricar un par de dedos, y a continuación, siguió pajeándome mientras su dedo entraba en mi culo. Muy despacio. Me arrancó un gemido. Era una sensación un poco invasiva y molesta. Empecé a preocuparme, si él lo había pasado así de maaaaaaaaaah… cuando su dedo entró por completo en mi culo cambió por completo la sensación. Me había encontrado el punto G. “Te ha cambiado la cara, JP”, bromeó. “¿He llegado?”

“Eso… creo… Dios…”, suspiré. Su dedito me estaba estimulando mucho. Y con lo dura que la tenía… “Dani, no creo que aguante mucho… si tu dedo se siente así…”

“Entonces haré algo por ti”, dijo, y empezó a presionar mi próstata mientras me hacía pajas. Sentí que me ponía colorado. Me sentía bien tan sometido a lo que me hacía Dani. Me miró con ternura, debía tener una cara muy tímida en ese momento. Pero me dejé llevar. Mi polla se endureció un poco más y empecé a correrme al aire, manchando toda la mano de Dani, quien mantuvo su dedo dentro de mi ano mientras me masturbaba hasta que terminé de correrme. Y vi llevarse su mano manchada a la boca, y lamerla. “Mi premio”

“¿En serio es tu premio?”, logré decir, mientras recuperaba la respiración.

“Bueno. Todo de ti lo es”, me dijo. “¿Te sientes bien? ¿Te ha gustado?”

“Muchísimo. Ahora tengo muchas ganas de saber cómo se siente tu polla”

Dani se echó un poco de lubricante en la polla, y se hizo una paja mostrándome lo lubricada que le estaba quedando. Y me sorprendió cuando me levantó las piernas y las apoyó en su pecho, con mis talones a la altura de sus hombros.

“¿Qué pensarían tus padres si nos pillasen así?”, bromeé mientras se disponía a metérmela.

“Calla… no creo que no viéndome como activo… perdón”

“¿Por qué? Ahora mismo eres mi activo. Vas a follarme… y tengo el culo preparado para ti”, le provoqué. Y con un suave empujón, sentí su polla entrando en mi culo. “Aaah… joder… es grande…”

“¿Te duele mucho?”, me preguntó, alarmado.

“No… o sea, sí”, gruñí. “Pero al principio también me dolía tu dedo…”

“¿Qué tal si hago esto?”, preguntó. Me la sacó y volvió a metérmela, con suavidad. Me volvió a doler cuando le noté llegar un poco más profundo. Otra vez sentí cómo se deslizaba fuera de mi culo. Y volvía a entrar, más profundo. Dos veces más y… “Oh… ¿justo ahí?”

“Síh…”, respondí con un hilo de voz. Su picha me había llegado al punto G. “¡Aaaah…!”, suspiré. Me la introdujo un poco más, quedando completamente dentro de mí. “Diooooos… esto es la hostia… aaahhh aahh aahh aahh”, empecé a gemir cuando Dani me la empezó a mter una y otra vez. Despacio al principio. Mi culo se empezaba a acostumbrar a él. Quiso masturbarme, pero yo se lo impedí. “Yo… yo me toco, aahh aahh… tú ocúpate de mi culo”, le pedí.

“¿Seguro?”

Asentí. Sus manos sujetando mis caderas fueron suficientes para terminar de dejarme llevar. Dani me estaba follando y me gustaba mucho. Me empecé a hacer una paja mientras gozaba de la sensación de tener mi culo embestido por él. Reclamé su boca, deseando un beso, y él se encorvó para dármelo.

Empecé a notar que aumentaba el ritmo. No me importaba por qué eso se sentía tan bien, solo quería disfrutarlo. Me dediqué un rato solo a sentir la rica sensación en mi culo, sin tocarme, y pensé que iba a perder la cabeza. Luego volví a masturbarme, cuando Dani parecía a punto de acabar. Me follaba con más ganas, jadeaba encima de mi. Y sentí una extraña sensación viscosa y caliente en mi culo. Se estaba corriendo… dentro… y yo me corrí también.

“Entonces, ¿podré volver a disfrutar de tu culo si te lo pido?”, preguntó Dani. Nos habíamos tumbado en su cama, y ahora me abrazaba.

“O si te lo pido yo”, le dije. Se incorporó un poyo y me dio un beso.

“Oye, tenía algo preparado para ti”, dijo, mientras se sentaba en la cama. “Mis padres no llegarán hasta tarde”

“¿Qué es?”

“Tú siéntate en el borde de la cama y espérame”

Me dejó solo en su habitación. Yo obedecí. Me puse en el borde de la cama, esperando. Y, de pronto, cuando regresó…

“¡Daniela!”

“¿Me echabas de menos?”, preguntó Dani, en su cuerpo femenino. Se acercó a mi moviéndolo sensualmente para provocarme, y eso me encantaba. “Lo de hoy ha sido muy especial para mi. Y quería compensártelo”, dijo, mientras se sentaba en mis piernas.

“No tienes que compensar nada, aunque no negaré que me encantaría follar contigo así otra vez”, respondí y empecé a tocar su cuerpo. “Joder, echaba de menos tus tetas”

“Pues son las que… aaaaah… espera”, gimió, pues se las había empezado a chupar. “Quería que fueran hoy tuyas, pero no así”

“¿Y entonces?”

Se levantó y me separó las piernas. Entonces, se puso de rodillas entre medias. Y me llevé una bonita sorpresa cuando envolvió mi picha con sus tetas y me la empezó a masajear.

“Se siente rico”, suspiré. “Eres genial, Daniela”

“¿Te gusta que te haga esto?”, preguntó. Me miraba con una sonrisa preciosa mientras mi polla se frotaba entre sus tetas. Yo asentí. Era maravilloso. “¿Más que cuando te lo hace Valentina?”, me provocó.

“No lo sé… ella no hace esto por mi”, suspiré mientras disfrutaba de sus tetas masajeando mi picha.

“¡¿En serio?!”, preguntó. Tenía una buena técnica, pues no se detuvo a pesar de la sorpresa.

“En serio. ¿Sonríes?”

“Me alegra pensar que te puedo dar alguna primera experiencia”, reconoció ella, colorada, mientras dejaba escapar una generosa cantidad de baba en mi picha.

“¿Y follarme por primera vez no cuenta?”, bromeé.

“Para Daniel sí. Para mi, no”, respondió. “Es raro tener celos de mi misma, pero es difícil no sentirme así. Cuando soy chico, me da celos este cuerpo, que te sedujo la primera vez”

“Piensa que lo disfruto mucho con él y contigo”, le recordé.

“Lo sé. Por eso te has ganado esto… voy a hacerlo hasta que te corras”, afirmó, y empezó a usar sus tetas con más ganas. Yo me dejé hacer, disfrutando de ver mi polla desapareciendo y volviendo a aparecer entre su canalillo. “Córrete cuando lo necesites, ¿vale? Quiero sentirlo en mis tetas…”

“¿Estás segura? Me apetece follarte…”

“Y lo harás… después de correrte en mis tetas”, rió, y me hizo una mamadas que duró varios segundos antes de continuar usando sus tetas. “A mi me ocurre como a ti, ¿sabes? Me estoy mojando mucho ahora por hacer esto. Por saber que te hago sentir bien…”

“Daniela…”

“Va en serio… córrete pronto, ¿vale? No te contengas. Que también te quiero dentro de mi…”

Me dejé hacer por mi amiga. Sus tetas se sentían increíbles apretando mi picha. Además, con tanta saliva, resbalaba de maravilla. Esa presión que me aplicaba era deliciosa. Y la carita de felicidad que ponía mientras me daba placer… uf, aún mejoraba cuando en vez de subirlas y bajarlas a la vez movía una arriba y otra abajo. Qué paja con las tetas más rica. Sentí la lengua de Dani en mi glande, y empecé a correrme.

“¡Uaaah!”, exclamó cuando el primer chorro le alcanzó en la cara. “Madre mía, cómo me has puesto…”, comentó al darse cuenta de que tenía las tetas cubiertas de semen. “¿Te ha gustado el regalito?”

“Ha sido maravilloso. ¿Nos vestimos ya?”

“Creo que tenemos tiempo para que me folles. Si te apetece”, insinuó, mientras se masajeaba las tetas.

“¿Quién se pone encima?”

“Tú, por supuesto”, dijo mientras se subía a la cama, y se ponía en cuatro para mi. “Vamos, esta posición me da mucho morbo…”

Me puse tras ella, y empecé a frotar mi picha contra su coño. Apenas la tenía dura, se la metí de un suave movimiento. Oh, sí, ya echaba de menos lo húmedo de su chochito. Y me podía correr dentro, lo cual me gustaba aún más.

“Dios, Daniela… has mejorado mucho…”, suspiré cuando su cuerpo se adaptaba a mis embestidas, acompañando el movimiento. Qué rico se sentía.

“¿Soy buena, JP? ¿Soy buena amante?”, suspiró.

“Mucho… oh, sí, qué apretado…”

“Sabes que soy tuya… córrete, ¿vale? Córrete cuando quieras dentro de mi”, imploró mientras se movía a mi ritmo. “Lo quiero dentro… dentro… aaaaah… se siente rico cuando me follas así…”

“¿Tú vas a correrte? ¿Te corres conmigo, nena?”

“Aaaah, sí… vamos… aaahhh aaahhh aaaahhh qué ricooooooh”, suspiró cuando empecé a llenar su chochito con mi semen. “¿Cómo me veo?”, preguntó cuando se la saqué. Se du rajita salían unas gotitas de mi lefa.

“Preciosa”, respondí. “Pero creo que ahora sí debo ayudarte a limpiar”

Daniela fue al baño a asearse y con el agua regresó siendo Daniel. Luego dejamos la cama bien estirada, como si nada hubiera ocurrido. Justo a tiempo, pues sus padres llegaron en ese momento. Me presenté ante ellos como un amigo de Daniel, y este luego me acompañó a la puerta a despedirnos.

“Creo que se alegran de que me vean quedar, aunque no sea con una novia”, me contó. “Bueno… te veo mañana, ¿verdad?”

“Oh… mañana no puedo”, le dije. “Tenía una quedada con unos amigos”

“Oh… lo entiendo. No pasa nada”, respondió, aunque le vi un poco decepcionado.

“Pero te espero el sábado por la mañana, ¿de acuerdo?”, le dije. Y asegurándome de que sus padres no podían vernos, le besé.

“De acuerdo”, dijo, un poco más animado. “Te voy a echar de menos”

“Ven pronto”, le dije, y le di un abrazo antes de irme. Pensé que se estaba enamorando de mi. Y lo peor era que yo mismo no tenía claro lo que sentía por Dani.

CONTINUARÁ

Si quieres leer más, te invito a visitar este post con todos mis relatos 😉

0 comentarios - El problema de los seis cuerpos (4)