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Como me convertí en una esposa puta, tercera parte

Por la cara de Efra, pude ver que le gustaba cómo se lo hacía. Mientras Efra gozaba, yo no paraba de mamarle la verga. Armando aprovechó que yo estaba de rodillas y empinadita para empezar a cogerme.
Tal vez por la excitación y los nervios del momento, los dos terminaron rápido.

Esa noche Efra no me penetró y Armando terminó dentro de mí, mientras yo hacía terminar a Efra con mi boca y probé por primera vez su semen recibiéndolo en mi boca, algo que, por su reacción, le encantó a Efra. Con una sonrisa pícara, me limpié la boca y me levanté para mirarlos a los ojos a la vez que le decía a Efra con picardía: «Eso es lo que querías, ¿no?». Después, me acerqué a Armando y le dije: «Así es como empezaste a ser la puta de tu esposo y su amigo Efra». Así fue como comencé a ser la puta de mi esposo y su amigo Efra.

Días después, hablando con Armando, le dije que me daba pena ver a Efra, que seguramente pensaría de mí después de lo que pasó. Me respondió que Efra le había dicho que yo era maravillosa, pero se había quedado un poco raro y por eso había terminado muy rápido. También me dijo que le gustaría repetir y que ahora me quiere coger. Le pregunté: «¿Tú quieres que me coja?». Y me dijo: «Si tú quieres, sí». Por supuesto que yo quería sentir esa verga dentro de mí, así que dejé que las cosas se dieran.

Pasaron varios días y un fin de semana. Como era costumbre, Efra y sus amigos se salían, dejándonos a nosotras como esposas en casa. La relación entre su esposa, Sonia, y yo era cordial y solo convivíamos lo estrictamente necesario.

Ese día llegaron poco antes de medianoche, porque nuestras casas estaban pegadas y compartían patio, donde metían los carros. Cuidando de que la esposa de Efra no se diera cuenta de que ya habían llegado, se metieron en la sala. Para ello, Armando ya me había dicho que me pusiera una tanga azul que casi no usaba porque no estaba acostumbrada. Me puse un pequeño short y una camisa sin sujetador. Nos fuimos a la sala, charlamos un rato mientras tomábamos cervezas. Efra me miraba y Armando le preguntaba si le gustaba mi cuerpo mientras me levantaba del sillón frente a ellos. Esta vez, Efra comenzó a abrazarme y besarme mientras Armando nos veía.

Luego, Efra me comenzó a quitar la ropa y a besar todo mi cuerpo. Me empezó a lamer el coño, algo que me excitó mucho, pues lo hacía muy bien. Yo también le mamé la polla y, en un momento dado, comenzamos a tener sexo delante de Armando, como si él no estuviera ahí. Nos veía mientras nos tocábamos y nos besábamos, dejando entrever que nos queríamos. Efra es más atlético que Armando. Efra me recostó sobre un sillón, me tomó de las piernas y las puso en sus hombros, apuntó su verga hacia mi vagina y me penetró de una manera desenfrenada que me causó dolor y placer al mismo tiempo. Al sentir cómo me entraba su verga, comencé a gemir deliciosamente. Sentía cómo le golpeaban sus testículos contra mi vagina, cómo le pedían entrar, pues me la metía hasta el fondo. Así continuamos durante unos diez minutos, fundidos en un mismo cuerpo. Los dos perdimos de vista que Armando nos veía.

Cuando sentí cómo Efra vaciaba sus chorros de semen dentro de mí, esa fue la primera vez que Efra terminó dentro de mí. Después de unos momentos, se quitó de encima de mí y, como esperando su turno, Armando me vio saciada, me levantó y me puso delante de Efra para que volviera a mamar su verga, aun con restos de semen, mientras él comenzaba a penetrarme. Yo sentía cómo, con cada embestida, se me salían los mecos de Efra, lo que lo hizo terminar rápido y vaciando también su semen dentro de mí.

Fue una experiencia formidable, pues era la primera vez que sentía tanta leche dentro de mí. Me levanté, escurriendo semen por mi entrepierna, y me senté en el sillón algo apenada. Les dije: «Están locos los dos», me limpie y me fui a la habitación. Después de un rato, Armando entró en la habitación y, preguntándome si me había gustado, volvió a cogérmela de una manera que sentía cómo su verga se hacía grande dentro de mí, y supe que le había gustado compartirla con su mejor amigo. Ver cómo otro hombre poseía a su mujer lo excitaba, terminó nuevamente dentro de mí y nos dormimos. Los días siguientes, cuando teníamos sexo, Armando me preguntaba si me gustaría volver a acostarme con Efra. Le dije que sí, siempre y cuando no le diera celos, que su amigo me cogiera.

Ay me decían si quieren la cuarta parte

5 comentarios - Como me convertí en una esposa puta, tercera parte

Pollypunto
Algo similar hice con mi esposa y ufff quiero seguir leyendo tu historia
Nazario1990 +2
Tremenda subi una foto para darle imagen al relato
Esposocornudo21 +1
Exitante sería más rico que subas unas fotos donde te están follando cariño.