Después nos cambiamos de casa y nos fuimos a vivir al lado de donde vivía uno de sus mejores amigos con su mujer. Nos llevábamos muy bien. Efra, el amigo de Armando, siempre fue respetuoso conmigo, pero yo notaba que me miraba cuando pasaba, porque compartíamos el mismo porche de enfrente y el patio trasero donde se guardaban los coches. Era una casa dividida en dos. Eso hizo que nuestra convivencia fuera más fácil y entráramos en confianza.
Como él me seguía preguntando si me gustaría estar con dos a la vez, le dije que sí. Cuando me preguntó quién me gustaría, le contesté que Efra, su mejor amigo. Yo sabía que él me veía cada vez que podía; se me quedaba viendo las nalgas y así pasó algún tiempo hasta que una noche los escuché regresar con sus otros amigos. Los escuché hablar en la sala y, después de un rato, entró Armando en el cuarto. Me levanté y le dije que iba a la sala a por agua para los biberones. Me besó y me dijo:—Sí, está bien.Y se regresó.
Para ir a la cocina tenía que pasar por la sala.
Yo, que por entonces tenía 25 años, acostumbraba a dormir con unos pantalones de licra que me quedaban justo debajo de las nalgas y un top negro.Cuando entré, me sorprendió ver a Efra sentado en la sala. Algo nerviosa, lo saludé y me dirigí a la cocina. Tomé una jarra de agua y regresé a la habitación. Al pasar por la sala, Armando me detuvo, me abrazó por la espalda y me dijo al oído:—Te tengo una sorpresa.Yo miré a Efra y me reí nerviosa. Acababa de dejar de amamantar, así que tenía los pechos grandes y no llevaba sostén. Vi que Efra fue lo primero que miró.En eso, Armando le preguntó a Efra:—¿Qué te parece, Jenny? Al verme sonriente, contestó que era una chaparrita muy linda y, al oído, me preguntó si me gustaría hacerlo con los dos. Nerviosa, pero sonriendo, mirando a los ojos de Efra, le pregunté:—¿Y él quiere? ¿Le gusto?El contestó de inmediato:—Sí.
Esta hermosa, mientras él me veía, me besó en el cuello y me levantó mi top, dejando mis pechos al aire y a la vista de Efraín. Por un momento nos observó hasta que le sonreí y eso le dio entrada a levantarse y tocarlos y a besarlos mientras Armando me besaba el cuello y la espalda. Yo comencé a gemir al sentir cómo otro hombre me mamaba las tetas mientras mi esposo me besaba el cuello y la espalda.
Después, Efra me comenzó a besar en la boca y me tocaba la entrepierna, que en un instante se me puso húmeda. Empecé a tocar la verga de los dos por encima del pantalón. Sentía una sensación muy extraña, como si me pusieran un sándwich.
Después, Efra se sentó en el sillón y yo me agaché para desabrocharle el pantalón con ansias de ver su verga por primera vez. Quizá por el nerviosismo, aún no tenía una erección total, pero tenía una verga blanca y recta (la de Armando la tiene curva hacia abajo). Entonces, empecé a sacarla. Después, comencé a mamarla recorriéndola con la lengua de punta a punta, logrando ponerla dura. Pude ver que su verga era más grande y gruesa que la de Armando, así que la metí en mi boca hasta donde me cupiera y le di una mamada riquísima. Que hasta entonces solo le había hecho Armando.
Continuará, dejen sus comentarios y preguntas y trataré de contestarlas en parte 3
Como él me seguía preguntando si me gustaría estar con dos a la vez, le dije que sí. Cuando me preguntó quién me gustaría, le contesté que Efra, su mejor amigo. Yo sabía que él me veía cada vez que podía; se me quedaba viendo las nalgas y así pasó algún tiempo hasta que una noche los escuché regresar con sus otros amigos. Los escuché hablar en la sala y, después de un rato, entró Armando en el cuarto. Me levanté y le dije que iba a la sala a por agua para los biberones. Me besó y me dijo:—Sí, está bien.Y se regresó.
Para ir a la cocina tenía que pasar por la sala.
Yo, que por entonces tenía 25 años, acostumbraba a dormir con unos pantalones de licra que me quedaban justo debajo de las nalgas y un top negro.Cuando entré, me sorprendió ver a Efra sentado en la sala. Algo nerviosa, lo saludé y me dirigí a la cocina. Tomé una jarra de agua y regresé a la habitación. Al pasar por la sala, Armando me detuvo, me abrazó por la espalda y me dijo al oído:—Te tengo una sorpresa.Yo miré a Efra y me reí nerviosa. Acababa de dejar de amamantar, así que tenía los pechos grandes y no llevaba sostén. Vi que Efra fue lo primero que miró.En eso, Armando le preguntó a Efra:—¿Qué te parece, Jenny? Al verme sonriente, contestó que era una chaparrita muy linda y, al oído, me preguntó si me gustaría hacerlo con los dos. Nerviosa, pero sonriendo, mirando a los ojos de Efra, le pregunté:—¿Y él quiere? ¿Le gusto?El contestó de inmediato:—Sí.
Esta hermosa, mientras él me veía, me besó en el cuello y me levantó mi top, dejando mis pechos al aire y a la vista de Efraín. Por un momento nos observó hasta que le sonreí y eso le dio entrada a levantarse y tocarlos y a besarlos mientras Armando me besaba el cuello y la espalda. Yo comencé a gemir al sentir cómo otro hombre me mamaba las tetas mientras mi esposo me besaba el cuello y la espalda.
Después, Efra me comenzó a besar en la boca y me tocaba la entrepierna, que en un instante se me puso húmeda. Empecé a tocar la verga de los dos por encima del pantalón. Sentía una sensación muy extraña, como si me pusieran un sándwich.
Después, Efra se sentó en el sillón y yo me agaché para desabrocharle el pantalón con ansias de ver su verga por primera vez. Quizá por el nerviosismo, aún no tenía una erección total, pero tenía una verga blanca y recta (la de Armando la tiene curva hacia abajo). Entonces, empecé a sacarla. Después, comencé a mamarla recorriéndola con la lengua de punta a punta, logrando ponerla dura. Pude ver que su verga era más grande y gruesa que la de Armando, así que la metí en mi boca hasta donde me cupiera y le di una mamada riquísima. Que hasta entonces solo le había hecho Armando.
Continuará, dejen sus comentarios y preguntas y trataré de contestarlas en parte 3
0 comentarios - Como me convertí en una esposa puta, continuación parte 2