Comenzaré diciendo que mi esposo (Armando) y yo (Jenny) no nuestros nombres verdaderos, empezamos a salir tiempo atrás. Yo soy baja, mido 1,52 m.Mido 1,55 m y siempre he tenido una cintura y unas caderas pronunciadas, nalgas algo paraditas, lo que desde entonces hacía que los hombres volvieran la mirada cuando nos veían.
Nosotros vivíamos en la ciudad de Monterrey y, desde el principio, comenzamos a mantener relaciones sexuales a escondidas. Yo le mamaba la polla hasta correrse, yo le pedía que terminara en mis pechos y, algunas veces, en mi boca. Luego aprovechábamos cuando la casa de alguno de los dos estaba sola para irnos a hacer nuestras cosas.
Cuando nos casamos, a los 19 años, nuestro sexo siempre fue muy rico y muy abierto, pues siempre complacía sus deseos.
Después de que nació nuestro primer hijo, nos mudamos al pueblo donde nació mi esposo, pues le ofrecieron trabajo.
Ya en su pueblo, comenzamos a convivir con los amigos de mi esposo. En el sexo, él comenzó a tener fantasías, pues me preguntaba si me gustaría tener sexo con alguno de sus amigos, algo que nunca se me ocurrió. Cada vez que teníamos sexo, me hacía esas preguntas y yo le decía que sí. Después de terminar, le decía que estaba loco. Así pasaron algunos años y nacieron nuestros otros dos hijos. Después de eso, él seguía insistiendo con esa idea y, como teníamos Sky, contratamos el servicio de adultos y comenzamos a ver películas en las que salían mujeres con dos hombres y me preguntaba si me gustaría estar así, lo que hacía que tuviéramos sexo muy rico.
Continuará
Nosotros vivíamos en la ciudad de Monterrey y, desde el principio, comenzamos a mantener relaciones sexuales a escondidas. Yo le mamaba la polla hasta correrse, yo le pedía que terminara en mis pechos y, algunas veces, en mi boca. Luego aprovechábamos cuando la casa de alguno de los dos estaba sola para irnos a hacer nuestras cosas.
Cuando nos casamos, a los 19 años, nuestro sexo siempre fue muy rico y muy abierto, pues siempre complacía sus deseos.
Después de que nació nuestro primer hijo, nos mudamos al pueblo donde nació mi esposo, pues le ofrecieron trabajo.
Ya en su pueblo, comenzamos a convivir con los amigos de mi esposo. En el sexo, él comenzó a tener fantasías, pues me preguntaba si me gustaría tener sexo con alguno de sus amigos, algo que nunca se me ocurrió. Cada vez que teníamos sexo, me hacía esas preguntas y yo le decía que sí. Después de terminar, le decía que estaba loco. Así pasaron algunos años y nacieron nuestros otros dos hijos. Después de eso, él seguía insistiendo con esa idea y, como teníamos Sky, contratamos el servicio de adultos y comenzamos a ver películas en las que salían mujeres con dos hombres y me preguntaba si me gustaría estar así, lo que hacía que tuviéramos sexo muy rico.
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1 comentarios - Como me convertí en una esposa puta