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El vestido corto verde

El vestido corto verde

— por Mariela
Lo elegí sin pensarlo mucho. El vestido corto verde de volados siempre tuvo algo especial. Tiene años, pero cada vez que lo saco, me transforma. Me miro al espejo y no veo solo a la madre de tres niñas, ni a la esposa que cocina y plancha. Veo a la mujer. A la que todavía late, respira, y se moja.
Hoy hace calor. No me pongo ropa interior. No lo necesito. La tela suave me acaricia justo donde quiero sentirla. Me levanta el ánimo. Me eriza los pezones. Me enciendo.
Salgo a la calle rumbo al colegio. Camino con paso firme, con las tetas rebotando suaves y ese movimiento de caderas que sé manejar. No exagero. Solo soy yo… pero esa versión de mí que hace tiempo no suelto.
Siento las miradas. Las reconozco sin tener que mirar. Me miran las piernas, el escote, la espalda. El vestido baila con cada paso. Los volados vuelan apenas, pero lo justo para que más de uno se imagine cosas. Y lo sé. Me gusta saberlo.
Cruzo la calle y un auto frena de golpe. Miro de reojo. El tipo al volante me clava los ojos. Le sostengo la mirada apenas un segundo. No le doy nada… y al mismo tiempo, le doy todo.
Llego al colegio. Otras madres charlan. Algunos padres esperan en sus autos. Yo me apoyo contra la pared, saco el celular como quien revisa algo, pero estoy atenta. Lo siento: una energía en el aire. Las miradas me recorren. El vestido verde hace lo suyo, pero soy yo la que juega.
Entonces vibra el celular.
Uno, dos, tres mensajes.
Me intriga.
Cuatro, cinco, seis. Diez. Todos del grupo de papás del colegio.
—“Mariela, por Dios… ese vestido.”
—“No puedo concentrarme, solo me acuerdo de cómo se te marcan los pezones.”
—“Estoy en el auto con la pija dura, te juro.”
—“¿Sabés lo que provocás? Me hago pajas mentales con vos desde que te vi en la fila.”
—“Qué ganas de arrancarte ese vestidito y comerte de espaldas en el aula vacía.”
—“Perdón, no me aguanto. Sos demasiado.”

Leo y me arde la cara… y entre las piernas. Muerdo mi labio. El corazón me late en la entrepierna. Sé que podría responder algo. Sé que podría borrar los mensajes. Pero no lo hago.
Guardo el celular y camino más lento hacia la puerta. Sé que me siguen con la vista. Sé que hoy no soy solo la madre de las nenas. Hoy soy su fantasía.
Cuando llego a casa, las niñas corren adentro, se sacan los championes, se tiran en el sillón. Yo las dejo. Me encierro en el baño. Me miro otra vez. El vestido se subió un poco, se pegó por el calor. Tengo las tetas duras, el calor metido adentro, entre las piernas.
Levanto la tela, apenas. Ahí estoy. Húmeda. Palpitante. Firme.
Me siento en la tapa del inodoro, cierro los ojos y deslizo los dedos. Pienso en las miradas. En esos mensajes. En ese papá que me confesó su calentura sin vergüenza. Me toco suave. Después más firme. Me abro. Me meto. Gimo bajito. Me muerdo la mano. Me vengo rápido, caliente, intensa… con el vestido puesto.
Cuando salgo, me siento otra vez mamá. Pero por dentro… sigo vibrando.
Y sé que mañana… tal vez elija otro vestido.
O tal vez vuelva a ponerme este.

Porque mi cuerpo lo pide.
Y yo no pienso negárselo.

1 comentarios - El vestido corto verde

Riojahot +1
Serías la putita del vestido verde 😈