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"Mi madre se volvió mi puta" Cap 7. Vacaciones parte 1

Desde la noche del viernes me encontraba haciendo el equipaje para nuestro viaje de egresados. Las charlas entre los diversos grupos estuvieron muy presentes al igual que en nuestros chat privados.
Todo comenzaba dos semanas antes cuando estaban eligiendo la madre/padre responsable que estaría encargado de acompañar a los alumnos para que se asegure de que a ninguno nos pase nada. Mi madre "La culona" había ganado por casi unanimidad, las votaciones habían sido arrasantes; entendía el porque de este decisión y si bien fingi que me molestaba, entendía esto como una gran oportunidad e incluso negocio para mí beneficio. Era necesario que fuera discreto y además no saliera nada a la luz, no podía hacer que un curso de treinta personas se cogieran a mi madre a su gusto, se filtraran fotos, videos, comentarios, etc. Pero si algo estaba claro, era que al estar en un hotel lleno de desconocidos podría organizar algo para que mi plan (algo improvisado) se llevara a cabo.
La idea era simple: veinticuatro horas antes del viaje me encargué de conseguir algunos grupos mediante allegados de otros viajantes que se alojarían en el mismo hotel que nosotros. En estos se hallaban personas de otras ciudades y mediante el boca boca discreto incluso pude llegar a los grupos de WhatsApp de otras provincias. Obviando los más cercanos (para evitar los rumores) me encargué de difundir nudes de mi madre que yo mismo tome, estas fotos estaban acompañadas de un enunciado que decía:

- Está madre es una escort que estará presente en el viaje acompañando al grupo 33 (los números los ponía la empresa como guía para una mejor organización), se estará alejando en una de las habitaciones a confirmar. En caso de interés, es importante mantener esta información en privado ya que solo se les informa a este grupo y no a los demás, es primordial que no corra el rumor en el hotel.

Unas horas antes del viaje checkee la lista nuevamente y los grupos con interesados eran más de diez. Estaba claro que ese mes de vacaciones iba a estar lleno de anecdotas y momentos.
Realice un seguimiento sobre las formas de pagar, como llegarían a la habitación secreta pasando desapercibido, más precauciones para evitar que mi grupo se enterará de esta información y por último un acuerdo con los medium entre los interesados y yo. Estaba claro que no iba a quedar a ojo de todo un hotel como el que tiene una madre que es una regalada, así que solo estos mediadores sabrían quien era el hijo de esta mujer, también serían los que recibirían el dinero que luego me entregarían, los que me acompañarían a qué no se forme un revuelo con mi plan y los que contra todo pronóstico no querían un porcentaje de dinero como forma de pago; si no noches con mi madre de forma gratuita con todo permitido, a lo cual accedí.

-¿Crees que todo esto sea suficiente? -Mi madre no había parado de guardar conjuntos y ropa provocativa dentro de su bolso. De hecho, el 80% de todo su equipaje lo era, a excepción de unos pocos abrigos por si hacia frio, lo cual poco me importaba y ella lo sabía.

-Creo que si, ya está todo arreglado por mi parte, además de que ya hay muchos interesados en vos.

El acuerdo con mi madre es que dividiriamos 50 y 50, ella tenía un morbo muy grande con todo lo que yo planeaba, de hecho todo el tiempo. Sin embargo, sabía que nada era gratis y también quería llevarse su parte que era obvio que ganaría.
El dinero comenzó a llegar ni bien llegamos al aeropuerto, me habían depositado cerca de tres mil dólares entre todos los medium, estaba sorprendido por lo rápido que había sido. Nos aprovechamos porque en su mayoría, los demás alumnos que se unían al viaje venían de colegios privados que poco entendían del valor de una mujer que cobrara por sexo, por lo que fue fácil sacarles mucho.
Cuando subimos al avión mi madre ya se llevaba todas las miradas de mis compañeros de curso. Era una mujer que emanaba feminidad todo el tiempo, cualquier cosa que llevara hacia haciar quitársela por más tapado que fuere. Llevaba una falda beige semi discreta que llegaba hasta la mitad de los muslos, unas botas no muy altas color negro, junto a una camisa cuyo ultimo boton estaba desprendido remarcando el escote y un saco fino del mismo color.
Cuando nos alojamos en el hotel, mi madre y yo recibimos la misma habitación, esto nos daba muchas ventajas ya que las habitaciones solían compartirse entre cuatro y seis personas, sin embargo teníamos este privilegio por ser el padre responsable de el curso.
Lo que resto de ese día y el siguiente no hubieron sobre saltos, nos la pasamos de excursión en excursión y en diferentes fiestas durante la noche. Eran del tipo de vacíones libres en dónde tenías la opción de hacer lo que quisieras con lo básico pago, el resto de las cosas que quieras realizar ya corrían por tu cuenta.
En el día dos quería empezar a avivar la llama para comenzar el juego.
Antes, un poco de contexto, la habitación en la que estábamos tenía espacios, la habitación y el baño. Este último tenía una bañera del tipo trío con una ventana al lado, que permitia perfectamente la vista de quien estaba allí. Por esta misma razón y al tener cuartos en paralelo, los demás podían ver quien estaba bañándose si este no era discreto y se encargaba de cerrar las cortinas.
Cuando anochecía, acondicionamos el baño, llenamos la bañera de agua con espuma y escogimos un conjunto fino de color negro que estaría cubierto por una bata que madre llevaría puesta hasta que decidiera remojarse.
En la lista, los grupos eran el 11,14 y 24. Iba a respetar el orden como si fuese "de llegada".
Cuando dispuse a salir de la habitación, me fui al pasillo y me conecte a la videollamada que hacía el medium para entender como iba la situación con el el grupo al que le tocaría hoy. Mientras tanto, estos avisaron que alrededor de las 20hrs el grupo 11 podria ver un adelanto de su nuevo juguete desde la habitación que estaba frente a la 122. No pasó mucho hasta que los tres participantes que pagaron estuvieran allí con el medium desde la ventana. La secuencia fue la siguiente:
Mi madre entro al baño y cerró la puerta de detrás mientras se quitaba la bata dejando en primer plano su enorme culo gordo que solo era contenido por la tanga que casi se perdía entre sus nalgas. Se quito el brasier lentamente con una sonrisa pícara mientras se giraba y se acercó lentamente a la bañera mientras dejaba caer la parte inferior de su ropa interior. Entro al agua remojando su cuerpo entero, jugando con sus tetas y mordiéndose el labio, fue todo un espectáculo.
Fueron alrededor de 20 minutos de este juego en dónde los chicos no aguantaron las ganas de masturbarse y lo hicieron sin importar que estuvieran juntos. Lo último que hizo mi madre antes de salir de la bañera fue mirar directamente la ventana en dónde estos estaban y guiñarles un ojo mientras se mordía el dedo, demostrando que estaba al tanto de que la estaban viendo.
Un mensaje del medium me llegó poco después:

-M: No se cómo vas a hacer para que no se la cojan en el pasillo, estos están fascinadisimos.

-Yo: decile que van a tener que aguantar. Lo vamos a hacer cuando el resto del hotel se vaya de fiesta después de la cena, de esta forma evitamos que se escuchen ruidos sospechosos. Va a ser alrededor de las 2AM cuánto mucho.

Y así fue como estos tres se escabulleron en el hotel para presentarse en el horario pactado.
Cada uno con su propio estilo: uno alto y musculoso, con una sonrisa arrogante; otro más delgado, de mirada intensa y cabello despeinado; y el tercero, de aspecto rudo, con una barba de varios días y tatuajes que asomaban por debajo de su camisa.

Mi madre estaba en el pasillo de fuera de la habitación cuando estos aparecieron frente a ella (no le avisamos, pero el medium y yo les habiamos dado luz verde para que aparecieran en el lugar dado que ya no había nadie para ver). Estaban bastante bebidos porque planeaban salir de fiesta luego de su entretenimiento.
Mi madre los había notado desde el principio, y ellos, a su vez, no le quitaban los ojos de encima.

—¿Te vas a quedar ahí toda la noche o vas a venir a jugar con nosotros? —preguntó el más alto, acercándose a ella con una copa en la mano. Su voz era grave y segura, como si estuviera acostumbrado a obtener lo que quería.

Mi madre sonrió, dejando que su mirada recorriera a los tres hombres antes de responder. —Depende de lo que tengan en mente —dijo, con un tono que dejaba claro que estaba dispuesta a todo.

El hombre de la barba ruda se acercó, su aliento cálido rozando su oído. —Tenemos en mente usarte como la puta que eres —murmuró, y mi madre sintió un escalofrío de placer recorrer su espalda.

Ella no respondió con palabras, solo se mordió el labio y asintió, dejando que los hombres la guiaran hacia la entrada de la habitación.

Se colocaron en el medio, frente a la cama. Los tres hombres la rodearon, sus miradas hambrientas recorriendo su cuerpo como si ya fuera suyo. Ella era consciente de que estaba a punto de ser usada, dominada, y eso la excitaba más de lo que podía expresar.

—Quítate la ropa, perra —ordenó el hombre delgado, su voz cortante como un látigo.

Mi madre no lo pensó dos veces. Con movimientos lentos y deliberados, se despojó del vestido, dejándolo caer al suelo. Llevaba debajo solo un conjunto de lencería negra, que contrastaba con su piel clara. Los hombres la observaron en silencio, sus respiraciones acelerándose mientras ella se paraba frente a ellos, desafiante y sumisa a la vez.

El musculoso se acercó, su mano grande y cálida cerrándose alrededor de su cuello. La atrajo hacia él con fuerza, hasta que sus labios estuvieron a centímetros de los suyos. —¿Estás lista para ser nuestra puta esta noche? —preguntó, su aliento caliente en su rostro.

—Sí —respondió Lucía, su voz ronca de deseo. —Soy su puta. Hagan conmigo lo que deseen.

Sin más preámbulos, el hombre la empujó contra la pared, su cuerpo presionando contra el suyo. Su mano bajó hasta su vagina, y ella gemía cuando sus dedos se deslizaron entre sus pliegues húmedos. —Ya estás mojada, zorra —murmuró, antes de propinarle una bofetada que resonó en la habitación.

Mi madre giró la cabeza, su mejilla ardiendo por el golpe, pero su expresión era de puro placer. —Más —susurró, y el hombre sonrió antes de abofetearla de nuevo, esta vez con más fuerza.

El hombre delgado se acercó entonces, su mano deslizándose por la espalda de ella hasta alcanzar su culo. Lo apretó con fuerza, haciéndola gemir de nuevo. —Este culo es nuestro esta noche —dijo, su voz cargada de promesa.

El tercero, el de la barba, se arrodilló frente a ella, su mirada fija en su vagina. Sin decir una palabra, enterró su rostro entre sus piernas, su lengua caliente y húmeda deslizándose sobre su clítoris. Mi madre arqueó la espalda, sus manos agarrando el cabello del hombre mientras él la lamía introduciendo su lengua.

—No te corras aún, puta —ordenó el musculoso, su mano apretando su cuello con más fuerza. —Aún no has ganado ese derecho.

Intentó obedecer, pero el placer era abrumador. El hombre delgado la giró entonces, empujándola contra la pared de nuevo, y ella sintió su erección dura y caliente contra su espalda. —Prepárate para nosotros —murmuró, antes de escupir en su mano y comenzar a frotar su miembro.

El de la barba se levantó, su mirada oscura y llena de intención. —Primero, vamos a abrirte la boca —dijo, y Lucía abrió los labios sin dudarlo, sabiendo lo que se avecinaba.

El hombre se colocó frente a ella, su erección imponente y venosa. —Chupa, puta —ordenó, y Lucía obedeció, envolviendo sus labios alrededor de su miembro con avidez. Lo saboreó, su lengua deslizándose por la longitud mientras él gruñía de placer.

—Más profundo —exigió el musculoso, y mi madre asintió, dejando que el pene del hombre desapareciera en su boca hasta que su nariz rozó su pelvis. Sintió cómo su garganta se cerraba alrededor de él, pero no se detuvo, moviendo la cabeza hacia arriba y hacia abajo con ritmo.

El hombre delgado se colocó detrás de ella, su mano agarrando su cabello con fuerza. —Ahora míralo —dijo, y Lucía obedeció, levantando la mirada para ver cómo el musculoso la observaba con una mezcla de deseo y dominación.

—Eres una zorra barata —murmuró él, antes de propinarle otra bofetada que la hizo girar la cabeza.

El de la barba la soltó entonces, y Lucía gimió de frustración al perder el contacto. Pero no tuvo tiempo de protestar, porque el hombre delgado ya estaba empujando su miembro contra su culo. —Relájate, zorra —ordenó, y Lucía intentó obedecer, respirando profundamente mientras él presionaba con fuerza.

El dolor inicial fue agudo, pero rápidamente se transformó en placer cuando su cuerpo se adaptó a la invasión. —cogeme —susurró, y el hombre sonrió antes de comenzar a moverse, sus embestidas lentas y controladas.

El musculoso se colocó frente a ella de nuevo, su miembro aún erecto y brillante. —Ahora chupa —ordenó, y Lucía obedeció, tomando su pene en la boca mientras el otro hombre la penetraba por detrás.

La habitación se llenó de gemidos y órdenes gruñidas. Lucía se sentía completa, usada y dominada de la manera que tanto deseaba. El hombre delgado aumentó el ritmo, sus embestidas más rápidas y profundas, mientras el musculoso la agarró del cabello, guiando sus movimientos.

—No te atrevas a correrte sin permiso, puta —advirtió el de la barba, su voz ronca de deseo.

Lucía intentó obedecer, pero el placer era demasiado intenso. Su cuerpo temblaba, al borde del orgasmo, cuando el hombre delgado se detuvo de repente. —Aún no —dijo, su voz cortante.

El musculoso la soltó entonces, y Lucía gimió de frustración al perder el contacto. Pero antes de que pudiera protestar, el de la barba la empujó hacia la cama, ordenándole que se pusiera a cuatro patas.

—Ahora vamos a joderte como la perra que eres —dijo, y Lucía sonrió, su cuerpo ardiendo de anticipación.

El musculoso se colocó detrás de ella, su miembro alineándose con su entrada trasera. —Prepárate —murmuró, antes de empujar con fuerza.

Lucía gimió, su cuerpo estirándose para acomodar la doble penetración. El dolor y el placer se mezclaron en una sensación abrumadora, y ella se dejó llevar, moviendo las caderas hacia atrás para encontrarse con cada embestida.

El hombre delgado se colocó frente a ella, su miembro erecto y listo. —Chupa —ordenó, y Lucía obedeció, tomando su pene en la boca mientras los otros dos la llenaban por completo.

Los hombres la usaban sin piedad, sus movimientos sincronizados en un ritmo frenético. Lucía se sentía al borde de la locura, su cuerpo temblante y su mente nublada por el placer.

—Vamos a corrernos en ti, puta —gruñó el musculoso, su voz ronca de deseo. —Vamos a llenarte de nuestra leche.

Lucía gimió, su cuerpo convulsionando al escuchar esas palabras. —Sí, por favor —suplicó, su voz apenas un susurro.

Los hombres aumentaron el ritmo, sus embestidas más rápidas y profundas. Lucía sintió cómo su orgasmo se acercaba, inevitable e intenso, y esta vez no intentó detenerse. —Me corro —gimió, y los hombres sonrieron, sus movimientos acelerándose.

El placer la inundó, una ola arrolladora que la dejó sin aliento. Su cuerpo tembló, sus músculos se tensaron, y ella gritó de puro éxtasis mientras los hombres se corrían dentro de ella, llenándola con su semen caliente y espeso.

—Buena puta —murmuró el de la barba, su voz cargada de aprobación.

Lucía cayó sobre la cama, su cuerpo exhausto pero satisfecho. Los hombres escupieron sobre ella antes de vestirse para posteriormente marcharse dejando la puerta abierta.
Mi madre había quedado tendida goteando la leche que hace instantes habían dejado dentro de ella y asi concluye el día dos de estás vacaciones.

Continuará.

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