You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Fin de curso...

Me había inscrito en un curso sobre el seguro y la regulación estatal, para mantenerme actualizada respecto a ciertas normas que siempre se van modificando según el gobierno de turno.
Entre los asistentes se había formado un grupo bastante copado, por lo que luego de la última clase, alguien propuso ir a tomar algo, como para celebrar haber terminado el seminario.
Fuimos a un bar cercano, en total éramos ocho, cinco hombres y tres mujeres, todos productores asesores, aunque de distintas Compañías, algunos especializados en automóviles, mi rubro, otros en hogares y comercios.
Luego de unos tragos y repetidos brindis, algunos se van retirando. Cuando los que se despiden son Celia y Mauricio, de La Nueva ella, de Rivadavia él, uno de los que se queda, comenta:
-Esos van a coger, seguro- ya que se van muy juntitos.
Aclaro, Celia y Mauricio no son pareja, están casados, pero no entre ellos.
-¿Te parece?- pregunto, como si no se me hubiera ocurrido.
-Claro, si desde la primera clase que se estuvieron echando miraditas, hasta seguro que ya cogieron antes- me ratifica Osvaldo (Ova), que era quién había hecho tal comentario.
Solo quedábamos él, yo y un tercero, Leonardo (Leo), que se había acercado hasta la barra por una nueva ronda de tragos.
-Bueno, esa es una buena forma de terminar el curso, ¿no te parece?- le digo, levantando mi vaso y bebiendo el último sorbo de vodka.
-¡La mejor!- coincide -Por eso en cuanto aquel se vaya, te voy a proponer que hagamos lo mismo- 
-¿Y por qué dejarlo afuera?- le pregunto, mientras Leo ya se está acercando a la mesa con los tragos.
-¿Me perdí de algo?- pregunta al llegar y notar la forma en que me mira Ova.
-Nada, es que Celia y Mauricio se fueron juntos, Ova dice que a coger, así que se le ocurrió que quiere llevarme a un telo también- le explico, empezando ya a tomar unos de los tragos que trae.
-Ah bueno, si quieren los dejo solos- propone.
-Justo eso le decía, ¿porqué dejarte afuera?- 
Me mira sorprendido, igual que Ova.
-Digo, podemos ir los tres, ¿o acaso creen que no voy a poder con los dos?- replico, mirando a uno y a otro.
-Mariela, ¿que te parece si seguimos ésta amena reunión en un lugar más íntimo y confortable?- se lanza Ova.
-¿Los tres?- les pregunto.
-¡Los tres...!- responden al unísono.
No estoy borracha, solo algo achispada, aún así soy consciente de mis actos. Quiero coger con esos dos, bueno, en realidad lo que quiero es coger, y esos dos están en el lugar y momento adecuado. Si se hubiesen ido, como los demás, me hubiera quedado en la barra esperando que alguien me levante.
Salimos del bar y vamos al telo que está a una cuadra, seguramente el mismo al que fueron Celia y Mauricio.
En la habitación los besos no se hacen esperar. Me chuponeo con los dos, ávida, vorazmente, chupones que saben a calentura y alcohol. 
Las manos no se quedan quietas, ni las mías ni las de ellos, apretando por aquí y por allá esas turgencias que ya laten de emoción.
Caemos en la cama, enredados, frotándonos, dejándonos arrasar por la calentura más salvaje.
Uno de ellos me abre de piernas, y corriendo hacia un costado la bombacha me empieza a comer la concha, mientras el otro pela la pija y me la pone en la boca.
Por un momento no sé quién hace qué cosa, ya que estoy perdida, obnubilada, inmersa en un disfrute que me ciega por completo. Recién cuando abro los ojos y consigo ubicarme en tiempo y espacio, me doy cuenta que es Ova quién me chupa, y Leo quién trata de descubrir cuán profunda es mi garganta.
Me entrego por completo, abriéndome arriba y abajo, disfrutando los lengüetazos en el sexo, el sabor viril entre los labios, el manoseo que trata de abarcar cada rincón de mi cuerpo.
Cuando tengo las dos pijas frente a mi cara, no me guardo nada, me meto una en la boca, la chupo bien chupada, me la saco y me meto la otra, así una y otra vez, saboreando ambos volúmenes con la mayor delectación.
Por turnos me chupan la concha, y también el culo, preparándolo para lo que ha de venir, ya que un solo agujero no les iba a resultar suficiente.
El primero en garcharme es Ova, el instigador de aquel momento, quién me somete a un bombeo tal que me arranca un orgasmo tan intenso y explosivo, que me deja fuera de combate por unos segundos. Cuando vuelvo en mí, el que me está garchando es Leo, igual de enérgico, aunque sus maneras son más dulces y tiernas. Mientras arrecia con el mete y saca, me besa y acaricia, asegurándose en todo momento que yo también la este pasando bien.
En cuatro me surten a mansalva, intercambiando posiciones sin darme ni un respiro. Obvio que yo tampoco se los exijo, me gusta que me cojan así, en forma alternada, permitiéndome disfrutar de las dos pijas casi sin pausas.
Mientras estoy cogiendo con uno, el otro se mantiene expectante a un costado, atento, esperando ansioso para intervenir de nuevo, sosteniendo la erección con un meneo constante.
Por el momento no me comparten, quieren darse el gusto por separado, aunque de a ratos, me meten los dedos en el culo, dilatando el esfínter, preparándolo para lo que ya están maquinando.
Lo estoy cabalgando a Leo, subiendo y bajando, extasiada, cuando siento las manos de Ova en la espalda, empujándome hacia adelante. Ya sé lo que pretende, así que me recuesto en el pecho de Leo, entregando toda mi retaguardia.
Ova primero me mete los dedos ensalivados en el culo, relajándome toda la zona, para luego empezar a puntearme con la pija. 
Mis gemidos se intensifican a medida que me la va metiendo, firme, agresivo, punzante... En un momento se detiene, creyendo quizás que me está doliendo, pero no... No me duele, ni se detuvo por ello, solo lo hizo para tomar más impulso, y clavarme hasta el último trozo.
Cuando por fin tengo los dos accesos anegados de carne, suelto un jadeo profundo y gutural, un estallido que revela lo mucho que estoy disfrutando ese momento. Más aún cuando empiezan a moverse, empomándome cada cuál por su lado, haciendo de mis lúbricos orificios ya no las puertas, sino los portones de acceso al placer más intenso y desaforado que nuestros cuerpos pudiesen concebir.
Tener dos pijas adentro, fluyendo por todo tu interior, es lo más hermoso y gratificante que podés llegar a sentir. No se compara con nada.
Por eso me gusta el sexo grupal, no solo porque puedo tener los agujeros llenos, a rebosar, sino también porque me encanta sentir el roce de los cuerpos, el sudor, las endorfinas emanando de la piel.
Me bombean a diestra y siniestra, frenéticos, agresivos, imparables. Ninguno dice nada, solo se escuchan nuestros gemidos y jadeos, un intenso y excitado coro que musicaliza fielmente la emotividad del momento.
En medio de un rugido casi animal, Ova me la saca de atrás, y arrancándose el forro, se menea la pija, aunque no acaba todavía. Tampoco Leo, al que sigo cabalgando, sintiendo el culo tan abierto, que pareciera entrarme todo el aire de la habitación.
Los dos están tan pasados de rosca, que la eyaculación se hace esperar.
Me levanto, me doy la vuelta, y sentándome de nuevo sobre Leo, de espalda ésta vez, me clavo toda su chota por el culo. Y como dije, lo tengo tan dilatado, que me entra como por un tubo.
Con toda esa cañería bien ensartada en mí, empiezo a subir y bajar, mirándolo desafiante a Ova, abriéndome la concha de par en par, sacudiendo ostentosamente mis tetas al ritmo de la cabalgata.
Entendiendo la indirecta, se pone otro forro, se acomoda entre mis piernas, y me la manda a guardar sin demasiado protocolo, es meterla y empezar a moverse, junto con su compañero de cogida, llenándome de nuevo los agujeros con esa carnosidad que parece estar en llamas.
¡El goce es inmediato, absoluto! 
Uno, dos, tres..., cuatro orgasmos seguidos arrasan mi cuerpo, mi alma, un enganchado de polvos que me sumerge en una profunda y endulzante agonía.
Cuando nos destrabamos, quedo como si me hubiera caído un rayo encima, aniquilada, devastada en todo sentido...
Sacudida aún por el impacto, me levanto, y echándome de rodillas en el suelo, les hago señas con las manos para que se acerquen. Cuando los tengo frente a mí, las pijas rebosantes de testosterona, se las chupo con urgencia y frenesí, comiéndolas hasta dónde la garganta me lo permite.
Me empacho de verga, de huevos, hasta que, ahora sí, no se aguantan más y me acaban en la boca, al mismo tiempo, dos surtidores de esperma que me ahogan con unas descargas violentas y bien provistas.
-¡Aaaaag... Chicos... Mmmmm... Que ricos que están...!- les digo, tragándome todo, lamiendo ambas porongas, tratando de aprovechar esas últimas gotitas que todavía están soltando.
Obviamente ya me anoté para el próximo curso...


 



 
Fin de curso...




putita
Chupándosela a Ova o a Leo, no me acuerdo, pero estaba riquísima!!!

 







 

11 comentarios - Fin de curso...

Desert-Foxxxx
Un espectáculo leerte siempre Marita. Quien pudiera ver siempre esa carita chupando
Bass_07
Me pasas la data del curso donde te anotaste, Marita? Me encantaria coincidir con vos
Ariel_Ramos89
lo dura que me dejas la pija con tus historias Marita! +10 y paja asegurada 💦💦
Anonimuss82
Que bestia Marita!!! Suertudos los chicos!!!