Actualmente, estoy en una universidad reconocida en México, y aunque sé que no es correcto, me he dedicado a entrar en las cuentas de mis compañeros. Todo comenzó con una simple curiosidad. Quería saber más sobre ellos, ver sus vidas más allá de las aulas. Empecé con Facebook e Instagram, buscando fotos y videos que pudieran ser embarazosos o íntimos. Al principio, solo era una forma de satisfacer mi curiosidad, pero pronto se convirtió en una obsesión.
Entré en las cuentas de mis compañeros, explorando sus álbumes de fotos, sus mensajes privados, y sus historias. La emoción de descubrir algo nuevo y prohibido se volvió adictiva. Empecé a descargar imágenes y videos sexuales, a menudo enviados en privado entre parejas. La anticipación de lo que podría encontrar me mantenía en velo, y cada nuevo hallazgo me impulsaba a buscar más.
"Es como una caza del tesoro," pensé, mientras navegaba por las cuentas. "Nunca sé qué encontraré, pero la anticipación es embriagadora."
Creé una carpeta secreta en mi computadora, llena de archivos que había recopilado. A veces, me preguntaba si estaba cruzando una línea, pero la excitación de la búsqueda siempre me impulsaba a seguir adelante. He llegado a un punto en el que siento que necesito compartir mi descubrimiento con alguien más, y he considerado la idea de crear un canal de Telegram para subir el contenido.
"No sé si es correcto," reflexioné, mientras miraba la pantalla de mi computadora. "Pero no puedo parar. Es como si estuviera en una espiral, y cada nuevo hallazgo me empuja más profundo."
He encontrado videos de alumnos de la universidad con sus parejas, incluso en situaciones más íntimas y explícitas. A veces, he sacado cosas un poco más fuertes, y la idea de que esta información podría ser expuesta públicamente me da escalofríos. Sin embargo, también me proporciona una extraña sensación de poder.
"Es como si tuviera un secreto sobre todos," pensé, con una mezcla de culpa y satisfacción. "Un secreto que podría cambiar sus vidas."
Entré en las cuentas de mis compañeros, explorando sus álbumes de fotos, sus mensajes privados, y sus historias. La emoción de descubrir algo nuevo y prohibido se volvió adictiva. Empecé a descargar imágenes y videos sexuales, a menudo enviados en privado entre parejas. La anticipación de lo que podría encontrar me mantenía en velo, y cada nuevo hallazgo me impulsaba a buscar más.
"Es como una caza del tesoro," pensé, mientras navegaba por las cuentas. "Nunca sé qué encontraré, pero la anticipación es embriagadora."
Creé una carpeta secreta en mi computadora, llena de archivos que había recopilado. A veces, me preguntaba si estaba cruzando una línea, pero la excitación de la búsqueda siempre me impulsaba a seguir adelante. He llegado a un punto en el que siento que necesito compartir mi descubrimiento con alguien más, y he considerado la idea de crear un canal de Telegram para subir el contenido.
"No sé si es correcto," reflexioné, mientras miraba la pantalla de mi computadora. "Pero no puedo parar. Es como si estuviera en una espiral, y cada nuevo hallazgo me empuja más profundo."
He encontrado videos de alumnos de la universidad con sus parejas, incluso en situaciones más íntimas y explícitas. A veces, he sacado cosas un poco más fuertes, y la idea de que esta información podría ser expuesta públicamente me da escalofríos. Sin embargo, también me proporciona una extraña sensación de poder.
"Es como si tuviera un secreto sobre todos," pensé, con una mezcla de culpa y satisfacción. "Un secreto que podría cambiar sus vidas."
1 comentarios - No se si esta bien