Fui al baño en la mañana y al abrir el canasto de ropa sucia, las vi. Mis bragas negras. Estaban cubiertas, con manchas blancas de semen, húmedas aún, pegajosas en el centro.
Las tomé con dos dedos. El olor me golpeó apenas las acerqué a la cara. Un olor fuerte, estaban calientes todavía. Cerré los ojos y aspiré más profundo.
Pase mi lengua por la tela, justo donde más se notaba. Tenía un sabor denso. Me estremecí.
Chupé un poco más, tragando con dificultad. Tragué lento, con la tela en la boca, y me quedé unos segundos así.
Después me las metí en el bolsillo. Y salí del baño como si nada.
Saliendo del baño le dije que debía dejar de pajearse así por si alguien venía de visita.
—No pienso dejarlo —me respondió mi hermano—. Es algo rutinario para mí.
Le dije que era asqueroso, pero en el fondo me gustó saber que era algo importante para él.
Más tarde, cuando le pedí plata para salir y le recordé que tenía que hacer las tareas que le tocaban en la casa, se negó a darme dinero al principio.
—Si me haces una mamada, lo pienso —me dijo sin dudar.
Me negué y le dije que mejor saldría con lo que tenía.
Entonces, se arrepintió un poco y dijo que con dejarlo masturbarse delante mío estaba bien.
Le dije que aceptaba, pero solo si hacía las tareas de la casa y me daba la plata. Como un perrito, obedeció al tiro.
Mientras me arreglaba para salir, entró a la pieza sin ropa, con la verga dura. No pude resistirme a verlo así, tan caliente.
—Dale, pajero —le solté—, justo cuando voy a salir.
—Ese es el mejor momento —me dijo con una sonrisa de mierda.
Al final, acepté.
Me dijo que me arrodillara y lo hice sin pensarlo. Estaba cerquita de mi cara, justo frente a mí. Veía su verga mientras se la jalaba y escuchaba ese sonido tan caliente. Mi hermano no podía apartar la vista del escote de mi sostén, ya que no llevaba nada puesto a parte de la ropa interior
—Dale, apúrate que ya me estoy quedando sin tiempo —le dije, sin paciencia.
Me pidió que me sacara el sostén para terminar rápido, así que me lo quite. Cuando vio mis tetas, se quedó con la boca abierta y empezó a moverse más rápido.
No entendía cómo podía durar tanto, y me pidió que lo ayudara. Sin pensarlo, me puse manos a la obra, pajeándosela con ganas, perdida en su mirada como si estuviera en otro mundo.
Usé mis tetas para hacerle una rusa, y él empezó a tirarme piropos como “tus tetas son lo mejor” y “esto es lo mejor que me ha pasado”.
Cuando me dijo que estaba por correrse, lo dejé seguir solo. Me pidió que juntara los brazos y apretara mis tetas.
Acabo sobre mi y lanzó su leche , primero en mis tetas, y el luego lo recibí con la boca abierta, chupándoselo sin poder parar.
Me tragué su semen viscoso y amargo, pero ya le había agarrado el gusto.
Me dijo si podíamos repetirlo otra vez, y le respondí que sí, pero solo si seguía haciendo los deberes.
—De acuerdo —me dijo sin pensarlo dos veces


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Las tomé con dos dedos. El olor me golpeó apenas las acerqué a la cara. Un olor fuerte, estaban calientes todavía. Cerré los ojos y aspiré más profundo.
Pase mi lengua por la tela, justo donde más se notaba. Tenía un sabor denso. Me estremecí.
Chupé un poco más, tragando con dificultad. Tragué lento, con la tela en la boca, y me quedé unos segundos así.
Después me las metí en el bolsillo. Y salí del baño como si nada.
Saliendo del baño le dije que debía dejar de pajearse así por si alguien venía de visita.
—No pienso dejarlo —me respondió mi hermano—. Es algo rutinario para mí.
Le dije que era asqueroso, pero en el fondo me gustó saber que era algo importante para él.
Más tarde, cuando le pedí plata para salir y le recordé que tenía que hacer las tareas que le tocaban en la casa, se negó a darme dinero al principio.
—Si me haces una mamada, lo pienso —me dijo sin dudar.
Me negué y le dije que mejor saldría con lo que tenía.
Entonces, se arrepintió un poco y dijo que con dejarlo masturbarse delante mío estaba bien.
Le dije que aceptaba, pero solo si hacía las tareas de la casa y me daba la plata. Como un perrito, obedeció al tiro.
Mientras me arreglaba para salir, entró a la pieza sin ropa, con la verga dura. No pude resistirme a verlo así, tan caliente.
—Dale, pajero —le solté—, justo cuando voy a salir.
—Ese es el mejor momento —me dijo con una sonrisa de mierda.
Al final, acepté.
Me dijo que me arrodillara y lo hice sin pensarlo. Estaba cerquita de mi cara, justo frente a mí. Veía su verga mientras se la jalaba y escuchaba ese sonido tan caliente. Mi hermano no podía apartar la vista del escote de mi sostén, ya que no llevaba nada puesto a parte de la ropa interior
—Dale, apúrate que ya me estoy quedando sin tiempo —le dije, sin paciencia.
Me pidió que me sacara el sostén para terminar rápido, así que me lo quite. Cuando vio mis tetas, se quedó con la boca abierta y empezó a moverse más rápido.
No entendía cómo podía durar tanto, y me pidió que lo ayudara. Sin pensarlo, me puse manos a la obra, pajeándosela con ganas, perdida en su mirada como si estuviera en otro mundo.
Usé mis tetas para hacerle una rusa, y él empezó a tirarme piropos como “tus tetas son lo mejor” y “esto es lo mejor que me ha pasado”.
Cuando me dijo que estaba por correrse, lo dejé seguir solo. Me pidió que juntara los brazos y apretara mis tetas.
Acabo sobre mi y lanzó su leche , primero en mis tetas, y el luego lo recibí con la boca abierta, chupándoselo sin poder parar.
Me tragué su semen viscoso y amargo, pero ya le había agarrado el gusto.
Me dijo si podíamos repetirlo otra vez, y le respondí que sí, pero solo si seguía haciendo los deberes.
—De acuerdo —me dijo sin pensarlo dos veces


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20 comentarios - Hice un trato con mi hermano y terminé siendo suya
Seguí así muy rico🔥