Soy Lore, 34 años, de Buenos Aires. Todavía me da vergüenza recordar lo que me pasó hace unos cuatro meses, en pleno verano. Fui al shopping con mi hija con la idea de encontrar un vestido para un evento. Salí de casa relajada, con una remera, jeans, zapatillas, medias y una tanga blanca. Hacía calorcito, así que opté por ir sin corpiño.
El bochornoso incidente en el probador
Después de dar mil vueltas, ¡por fin! Encontré un vestido que me encantó. Era perfecto. Fui directo al probador. Le pedí a mi hija que me hiciera la segunda, que me cuidara la cortina para que nadie se metiera. Me empecé a cambiar, toda concentrada en ponerme el vestido, y de repente, ¡oh, sorpresa! La cortina se abrió de par en par.
Ahí estaba yo, en tanga blanca, completamente expuesta. Un señor de unos 40 años me miraba con cara de póker, y al lado, dos pibes, que no tendrían más de 16, también clavaron los ojos en mí. ¡La vergüenza que pasé! Ellos vieron mi cuerpo casi desnudo, y sí, contemplaron mis pezones. Instintivamente, me di la vuelta para que no me vieran las tetas, pero eso solo hizo que vieran mi colita entangada. En ese instante, uno de los chicos soltó un comentario humillante y denigrante: "Mirá cómo tiene la tanga metida en el culo".
Justo en ese momento, apareció mi hija, con los ojos como platos, y rápidamente me ayudó a cerrar la cortina. Fue un segundo, pero me pareció una eternidad. Me puse la ropa lo más rápido que pude, sintiendo cómo se me subían los colores. Agarré a mi hija de la mano y salimos del probador casi corriendo. Obviamente, el vestido no lo compré. Me quería morir de la vergüenza. Todavía me río (y me sonrojo) cuando lo pienso.
El bochornoso incidente en el probador
Después de dar mil vueltas, ¡por fin! Encontré un vestido que me encantó. Era perfecto. Fui directo al probador. Le pedí a mi hija que me hiciera la segunda, que me cuidara la cortina para que nadie se metiera. Me empecé a cambiar, toda concentrada en ponerme el vestido, y de repente, ¡oh, sorpresa! La cortina se abrió de par en par.
Ahí estaba yo, en tanga blanca, completamente expuesta. Un señor de unos 40 años me miraba con cara de póker, y al lado, dos pibes, que no tendrían más de 16, también clavaron los ojos en mí. ¡La vergüenza que pasé! Ellos vieron mi cuerpo casi desnudo, y sí, contemplaron mis pezones. Instintivamente, me di la vuelta para que no me vieran las tetas, pero eso solo hizo que vieran mi colita entangada. En ese instante, uno de los chicos soltó un comentario humillante y denigrante: "Mirá cómo tiene la tanga metida en el culo".
Justo en ese momento, apareció mi hija, con los ojos como platos, y rápidamente me ayudó a cerrar la cortina. Fue un segundo, pero me pareció una eternidad. Me puse la ropa lo más rápido que pude, sintiendo cómo se me subían los colores. Agarré a mi hija de la mano y salimos del probador casi corriendo. Obviamente, el vestido no lo compré. Me quería morir de la vergüenza. Todavía me río (y me sonrojo) cuando lo pienso.
9 comentarios - Me abrieron la cortina, mientras me cambiaba