Era ese tiempo en que los exámenes eran la única preocupación que había en mi vida, faltaba todavía un par de semestres para ir a la universidad y enfrentarme a mayores responsabilidades académicas que de las que me quejaba entonces.
Recuerdo siempre llegar con algo de sueño pues vivía a una hora del colegio y normalmente me sentaba al extremo del aula pegado al muro para que nadie se diera cuenta si me llegaba a dar sueño o en su defecto quedarme dormido.
En el último asiento detrás de mi se sentaba Edith a quien casi no le gustaba participar ni hablar con nadie, solo de vez en cuando me preguntaba cosas sobre la clase. Edith era una chica bastante comprometida con sus estudios y quién solía ser un poco reservada con la mayoría de los demás compañeros.
Edith era un poco de lo que llamaríamos "bajo perfil" era algo gordita pero sinceramente tenía un rostro muy lindo con pequeñas marcas de acné, solía usar jeans y sudaderas holgadas que por más caluroso que fuese el día jamás se quitaba.
Un día al finalizar la primera clase que era la de inglés recuerdo terminar con más sueño del que tenía cuando llegué, por lo tanto me levanté y estiré los brazos al tiempo que bostezaba.
No había terminado de estirar mis brazos, uno hacia arriba y uno hacia abajo cuando sentí que la mano que estaba estirando hacia abajo se topo con algo firme y suave a la vez, había tocado sin querer el monte de Venus de Edith por encima de su pantalón. Cuando me di cuenta ella estaba totalmente sonrojada, no pude hacer más que pedirle perdón.

-¡Por favor, disculpame. No vi que estabas ahí! Le dije.
-S-si, n-no te preocupes. Me contestó mientras se iba toda apenada.
Durante el resto del día en cada momento que coincidía con Edith no podía evitar sentirme avergonzado y como podía trataba de no cruzar la mirada con ella.
Fue al día siguiente que nuevamente le ofrecí disculpas.
Ella me dijo otra vez que no había problema, que ella sabe que fue accidental.
Sorpresivamente después de lo sucedido ella comenzó a hablar más conmigo en lugar de evitarme, al grado en que nos hicimos amigos.
Nos hicimos cada vez más cercanos e incluso íbamos juntos a los museos o a prácticas que había que hacer fuera del colegio.
Una vez cuando fuimos al centro íbamos caminando y yo la venía viendo de reojo y dentro de mi surgió una sensación rara. Pues aunque sinceramente creía que no me gustaba al mismo tiempo no podía dejar de pensar que no me había dado cuenta que era muy bonita.
Supe entonces que en realidad me sentía atraído hacia ella pero no quería demostrarlo pues ella me había dado su confianza después de tan vergonzosa situación.
Caminando se detuvo de pronto y me dijo pidió que la acompañara, entramos a un local grande donde venden libros viejos. En al entrada nos indicaron que debíamos dejar nuestras pertenencias en la paquetería, yo dejé mi mochila y entré, ella se tardó un poco por lo que me adelanté.
Cuando me alcanzó me di cuenta se tardó porque se había quitado la sudadera, esa que nunca se quitaba y en realidad llevaba puesto debajo una blusa escotada que dejaba asomar sus lindas tetas. Hacía bastante calor en la librería por lo que su cuello estaba húmedo de un sudor que recorría su pecho también transpirado.

-Vamos arriba. Me dijo mientras subía las escaleras
Estando en la parte superior fue como si estuviese en su lugar predilecto pues nada le importaba más que mirar qué libro podía llevarse a casa.
Yo estaba detrás de ella cuando llego al rincón donde se encontraban los libros de aventuras y novelas, tomó unos cuantos libros y se sentó en medio del lugar para hojearlos.

Estaba tan entretenida mirando entre páginas que no prestaba atención a lo que pasaba al rededor. Sé que eso me convirtió en una pésima persona pero siempre fui de la idea de que la oportunidad hace al ladrón. Aproveché para sacar mi celular y fotografiar como fuera posible sus tetas redonditas, esas tetas transpiradas que me provocaron una erección, no podía más que imaginar de qué tamaño y color serían esos pezones juveniles; imaginar en el sabor salado de su sudor debajo de sus chichis. Mi verga palpitaba debajo de mis pantalones y solo podía imaginar que la tenía ahí solo para mí deleite visual.

Después de eso salimos del local y ella se colocó nuevamente esa sudadera. Nos despedimos y cada quien se fue por su lado.
Al llegar a casa lo primero que hice fue ir corriendo al baño a mirar las fotos que había sacado de mi amiga, ya tenía mi ropa interior llena de pre y no hice más que terminar el trabajo escupiendome la mano y frotando mi pene suavemente mientras deseaba que fuese Edith quien me masturbara sentada enmedio de los libros de aventuras, que me dejase tocar sus senos, besarlos, olerlos y besarlos nuevamente.
Al terminar supe que debía intentar algo pues no me iba a quedar con las ganas aunque eso me costara trabajo.
Recuerdo siempre llegar con algo de sueño pues vivía a una hora del colegio y normalmente me sentaba al extremo del aula pegado al muro para que nadie se diera cuenta si me llegaba a dar sueño o en su defecto quedarme dormido.
En el último asiento detrás de mi se sentaba Edith a quien casi no le gustaba participar ni hablar con nadie, solo de vez en cuando me preguntaba cosas sobre la clase. Edith era una chica bastante comprometida con sus estudios y quién solía ser un poco reservada con la mayoría de los demás compañeros.
Edith era un poco de lo que llamaríamos "bajo perfil" era algo gordita pero sinceramente tenía un rostro muy lindo con pequeñas marcas de acné, solía usar jeans y sudaderas holgadas que por más caluroso que fuese el día jamás se quitaba.
Un día al finalizar la primera clase que era la de inglés recuerdo terminar con más sueño del que tenía cuando llegué, por lo tanto me levanté y estiré los brazos al tiempo que bostezaba.
No había terminado de estirar mis brazos, uno hacia arriba y uno hacia abajo cuando sentí que la mano que estaba estirando hacia abajo se topo con algo firme y suave a la vez, había tocado sin querer el monte de Venus de Edith por encima de su pantalón. Cuando me di cuenta ella estaba totalmente sonrojada, no pude hacer más que pedirle perdón.

-¡Por favor, disculpame. No vi que estabas ahí! Le dije.
-S-si, n-no te preocupes. Me contestó mientras se iba toda apenada.
Durante el resto del día en cada momento que coincidía con Edith no podía evitar sentirme avergonzado y como podía trataba de no cruzar la mirada con ella.
Fue al día siguiente que nuevamente le ofrecí disculpas.
Ella me dijo otra vez que no había problema, que ella sabe que fue accidental.
Sorpresivamente después de lo sucedido ella comenzó a hablar más conmigo en lugar de evitarme, al grado en que nos hicimos amigos.
Nos hicimos cada vez más cercanos e incluso íbamos juntos a los museos o a prácticas que había que hacer fuera del colegio.
Una vez cuando fuimos al centro íbamos caminando y yo la venía viendo de reojo y dentro de mi surgió una sensación rara. Pues aunque sinceramente creía que no me gustaba al mismo tiempo no podía dejar de pensar que no me había dado cuenta que era muy bonita.
Supe entonces que en realidad me sentía atraído hacia ella pero no quería demostrarlo pues ella me había dado su confianza después de tan vergonzosa situación.
Caminando se detuvo de pronto y me dijo pidió que la acompañara, entramos a un local grande donde venden libros viejos. En al entrada nos indicaron que debíamos dejar nuestras pertenencias en la paquetería, yo dejé mi mochila y entré, ella se tardó un poco por lo que me adelanté.
Cuando me alcanzó me di cuenta se tardó porque se había quitado la sudadera, esa que nunca se quitaba y en realidad llevaba puesto debajo una blusa escotada que dejaba asomar sus lindas tetas. Hacía bastante calor en la librería por lo que su cuello estaba húmedo de un sudor que recorría su pecho también transpirado.

-Vamos arriba. Me dijo mientras subía las escaleras
Estando en la parte superior fue como si estuviese en su lugar predilecto pues nada le importaba más que mirar qué libro podía llevarse a casa.
Yo estaba detrás de ella cuando llego al rincón donde se encontraban los libros de aventuras y novelas, tomó unos cuantos libros y se sentó en medio del lugar para hojearlos.

Estaba tan entretenida mirando entre páginas que no prestaba atención a lo que pasaba al rededor. Sé que eso me convirtió en una pésima persona pero siempre fui de la idea de que la oportunidad hace al ladrón. Aproveché para sacar mi celular y fotografiar como fuera posible sus tetas redonditas, esas tetas transpiradas que me provocaron una erección, no podía más que imaginar de qué tamaño y color serían esos pezones juveniles; imaginar en el sabor salado de su sudor debajo de sus chichis. Mi verga palpitaba debajo de mis pantalones y solo podía imaginar que la tenía ahí solo para mí deleite visual.

Después de eso salimos del local y ella se colocó nuevamente esa sudadera. Nos despedimos y cada quien se fue por su lado.
Al llegar a casa lo primero que hice fue ir corriendo al baño a mirar las fotos que había sacado de mi amiga, ya tenía mi ropa interior llena de pre y no hice más que terminar el trabajo escupiendome la mano y frotando mi pene suavemente mientras deseaba que fuese Edith quien me masturbara sentada enmedio de los libros de aventuras, que me dejase tocar sus senos, besarlos, olerlos y besarlos nuevamente.
Al terminar supe que debía intentar algo pues no me iba a quedar con las ganas aunque eso me costara trabajo.
0 comentarios - Edith y los libros de aventuras (1)